NARRA BERENICE Pensar que esas dos palabras podrían haber hecho feliz mucho antes a Emerson. Ahora que di ese paso, me sentía feliz por mí misma. El saber que el también me amaba, me hacía sentir eufórica, poderosa pero por sobre todo, feliz… por poder corresponderle con la misma o mayor intensidad. —Mamita, papi jamás nos abandonadá ¿Vedad? —preguntó un adormilado Dante. —No cariño, el jamás se irá de nuestro lado —respondí acariciándole su frentecita. —Me gustó el cuento que me leíste. Buenas noches —dijo y, tras unos minutos, se quedó profundamente dormido. Cuando me aseguré que mi pequeño se había ido al mundo de los sueños, apagué la luz, dejando solamente prendida la suave luz de la lámpara de noche. Cerré la puerta y me dirigí hasta la sala en donde Veronica y Emerson charlaban tranquilamente. —¿Se durmió Dante? —preguntó Emerson pasando sus brazos por mis hombros cuando me senté a su lado. —Pacífica y profundamente —respondí dejando caer mi cabeza entre su hombro y cuel
Jadeando en busca de aire para lograr tranquilizar mi cuerpo de las sensaciones anteriores, sentí como Emerson me penetraba fuertemente de una sola y certera estocada. Gemí fuertemente y puse los ojos en blanco, mi cuerpo estaba muy sensible del asalto anterior, y por eso las sensaciones las disfrutaba el doble. —Tan mojada y estrecha… —dijo Emerson entre estocada y estocada. En la habitación solo se escuchaban nuestros gemidos, las maldiciones de Emerson y el choque de nuestras caderas al encontrarse. Me tomó fuertemente de las caderas y comenzó a penetrarme más rápidamente. En mi débil cuerpo se comenzaba a formar nuevamente el nudo en mi bajo vientre. No me faltaba mucho para volver a llegar. Tomé en mis puños la sábana y cerré fuertemente los ojos. —Más… rápido… Emerson… —pedí entre gemidos—. No aguanto… ¡E-Date! —Eso es nena… déjate ir… dámelo… —pidió entrando y saliendo de mi como un loco. Las sensaciones en mi cuerpo cada vez eran más intensas y sin poder prolongar más e
NARRA EMERSON Habían pasado unas dos horas y aún no teníamos noticias. Berenice estaba muy nerviosa y la comprendía. Estaban en juego dos vidas. Aunque no debíamos ser pesimistas, el miedo estaba latente. —¿Cuánto más tardarán? —preguntó por enésima vez mi novia. —No lo sé, cariño —contesté llevando a mi boca al cuarto vaso de café de la madrugada —o mañana mejor dicho—. Iré a llamar a Michael —avisé y asintió. Marqué el número de mi tío y, una vez que me comuniqué con él, le avisé que me iba a ausentar en la empresa al menos a la mañana; por la tarde tendría que ir, ya que debía arreglar el asunto con Eleazar y necesitaba hacerlo personalmente. Michael, tan comprensible como siempre, no tuvo ninguna objeción y deseó la mejor de la suerte para la Rosario y su bebé en camino. Una vez que terminé la breve llamada, volví junto a mi ángel, sentándome al lado de ella tomándola de su cintura, rápidamente colocó su cabeza en mi hombro. Estuvimos en la misma posición unos quince minutos
NARRA BERENICE —Eres una pequeñita muy hermosa —dije mirando embelesada a mi sobrina. —Nos dio un buen susto —respondió mi hermana totalmente adolorida. La verdad que sí, pero ya los momentos de angustia habían pasado. Ahora todo el esfuerzo que hizo mi hermana mayor le dio sus frutos. La bebé era hermosa, tenía una mata de cabello un poco más claro que el de Rosario, aún sus ojitos de deslumbraban grises, pero quizá… solo quizá había heredado los ojos azules de su padre. —¿Aún no saben cómo se llamará? —pregunté, me dio una sonrisa brillante. —A decir verdad ya tiene nombre, pero quiero que Ernest te lo diga; él me lo pidió —contestó, yo sonreí y sentí como mi sobrina se revolvía en mis brazos. —Creo que tiene hambre —avisé y le entregue a la pequeña criatura. Rosario dejó al descubierto un pecho y la bebé comenzó a succionar su alimento. Al ver esa imagen tan hermosa, me hizo volver el tiempo unos tres años atrás. Cuando la situación era al revés. Yo estaba dando de amantar a
NARRA BERENICE¿Estás bien, cielo? – preguntó la dulce voz de mi novio.Si – conteste automáticamente tratando de ocultar mi nerviosismo. – iré a ducharme, termina tu merienda Dante – hable a mi hijo y mire a Veronica - ¿Puedes ocuparte de terminar la cena, Veronica?Claro mi niña – contesto mirándome preocupada, pero sin preguntar nada –por suerte-. Asentí y fui casi corriendo a la habitación que compartía con Emerson.Entre jadeando en busca de aire y cerré el pestillo de la puerta. Deje el sobre encima de la mesa de luz y me tire a la cama, mirando sin mirar al techo.La cabeza me daba vueltas en busca de una respuesta. Algo en mi interior no quería leer esa dichosa carta, pero necesitaba hacerlo. Mantuve mí mirada fija en ese sobre fucsia, queriendo que desapareciera, y aun no entendía por qué. No debía ser nada fuera de lo común, quizá era un sobre de Jessica invitando a Dante a su casa.Sacudí la cabeza.¿Qué estoy diciendo? Ya estábamos en la época de los celulares, si ella que
Shh… ya pasara mi ángel. Yo estoy aquí. – murmuro besando mi frente. Te amo – dije y estampe mis labios necesitándolo. Lo bese con fiereza, con toda la fuerza que encontré en mí. Emerson estuvo sorprendido de mi apasionado beso, pero me lo devolvió de igual manera. Sin que él se lo espere, corte el beso bruscamente. Me levante y coloque –nuevamente- el pestillo de la puerta. Dedicándole una sonrisa, me volví hacia él, sentándome en su regazo, acomodando una pierna a cada lado de su cadera. Me miro con sus ojos totalmente nublados de lujuria y tomo mi nuca llevándome nuevamente hacia su ansiosa boca. Nuestras bocas comenzaron a moverse en una perfecta sincronía. Jamás iba a cansarme de besarlo, podría estar haciéndolo todo el santo día. Él era el hombre que amaba, que hizo que volviera a amar y volver a creer en el amor, otra vez. El doloroso pasado, quedaba allí, en el pasado –al menos por el momento-. Emerson era mi presente, y quería estar todo un futuro con él, lucharía contra
NARRA EMERSON ¿Entonces los firmó? – le pregunte a J. Jenks. Si, al fin lo hizo. Pero no me fio de él, señor Harker – dijo mi abogado preocupado. Tengo las pruebas para mandarlo preso, Jason. Lo sé Emerson. Pero debemos ser prudentes – contesto llevándose el café a su boca. – él es consciente que algo poderoso tienes en tus manos. Debes guardar esos documentos bajo siete llaves. Eleazar no es idiota, acuérdate que esta donde esta a cuesta de los demás, nunca lo hizo por merito propio – explico. ¡Es un hijo de puta! – exclame dando un golpe al escritorio. – no voy a permitir que siga haciendo de las suyas. Debe pagar cada cosa que hizo. Estamos de acuerdo en eso. Pero tenemos que pensar fríamente en los movimientos. Es una persona peligrosa y no se mueve solo, saber jugar muy bien sus fichas. ¿Has hablado con Peter? – pregunte serio. Por supuesto, empezara a profundizar la investigación. ¿Estás seguro de lo que vas a hacer? La imagen de mi padre está en juego. Siento que si lo
NARRA BERENICE ¿Entonces están bien? ¿No me necesitan en la noche? – pregunte. Calma Berenice, con Emmet nos estamos arreglando perfectamente. En dos días estaré en mi cama junto con mi familia. Está bien, me quedo tranquila entonces, se que estas en buenas manos. Mándale un beso enorme a la nueva princesita. Te quiero Rose – dije. Y yo te quiero a ti. Adiós – se despidió y corto la llamada. Fui nuevamente al fregadero y termine de lavar las verduras para hacer la ensalada. ¿Berenice? – me di la vuelta y me encontré con la mirada preocupada de Veronica — ¿Estás bien, cariño? – pregunto sinceramente preocupada. Claro, solo me duele un poco la cabeza – dije una parte de la verdad - ¿Puedo hacerte una pregunta? Dispara – contestó con una sonrisa. El sobre que hoy me entregaste… ¿Quién te lo dio? – pregunte al fijarme que no había nadie cerca de la cocina. Oh… era un muchachito… no más de 17 años, me dijo que alguien se lo encomendó. ¿Qué decía? Nada importante – mentí – solo q