NARRA BERENICE Novia, novia, novia; mi cabeza no dejaba de procesar esa palabra. Ya no estaba segura si mi corazón podría soportar más felicidad. Aún no podía creer lo afortunada que era. ¿Emerson Harker me amaba? ¿En serio? Al parecer había sido una criatura muy buena en mi vida pasada para merecer todo lo que me estaba ocurriendo. —¿Se puede saber qué es lo que te causa tanta gracia? —preguntó mi novio, luego de despegar sus labios de los míos. —Estoy feliz —contesté largando un suspiro—. Y todo te lo debo a ti —piqué su nariz con mi dedo índice. —Me alegra oír eso —respondió Emerson dejando un beso en mi frente—. No necesito saber nada más, si tú estás feliz, yo también lo estoy. Hoy es el mejor día de mi vida —agregó y cubrió mi boca con la suya. ¿Podría llegar a ser más perfecto este individuo? Sin lugar a dudas, es el hombre que toda mujer sueña y, por alguna invocación divina, él me amaba a mí, solo a mí. La manera de besar de Emerson, a comparación de los innumerables b
¿Hombre más feliz en la tierra que yo? Se volverían monos encontrándolo, porque no habría. ¿Qué más le podía pedir a la vida? Así como fue injusta conmigo sacándome a las personas que mas amaba de mi lado, también trajo a la mujer que amaba con locura y a su pequeño hijo que se había ganado mi corazón al nada más verlo. Al fin me le había declarado a mi hermosa Berenice y le había pedido que sea mi novia, al escuchar el sí de su parte, quería saltar, gritar, bailar, tirarme por la ventana o hacer cualquier locura para festejar. Hacer a mi ángel, mi mujer, había sido la mejor experiencia que había tenido en mi vida. Fue la primera vez que hice el amor con una mujer y no solo pensaba en mi placer sino en dárselo todo a ella. Ahora entendía a las personas, porque hacer el amor era mucho más placentero que realizar solo sexo. Sentir el cuerpo de mi ángel pegado al mío, entregándose y dándome todo de ella me hacía amarla mucho más, si ya sus besos me volvían loco, su cuerpo iba a ser mi
Poco a poco comencé a movernos más rápido, aumentando el ritmo de las envestidas tomando las caderas de Berenice para hacer el trabajo más fácil. En todo el baño solo se escuchaban nuestros gemidos, el sonido de nuestros cuerpos chocar y el agua de la ducha caer. Las manos de Berenice jugaban con mi cabello, tironeándolos en más de una oportunidad haciendo que cerrara los ojos por tanto placer que mi cuerpo transitaba. Las paredes vaginales de Berenice comenzaron a apretarme en torno a ellas, haciéndome sentir exquisitamente apretado. —Tan estrecha, tan caliente, tan mojada —dije como pude y de los labios de Berenice solo salían números gemidos seguido de mi nombre que hacía que mi pecho se hinchara de felicidad al saber que era yo el que le propinaba ese placer. —Dios… Emerson no… aguanto más —musitó mi pequeña entre gemidos. —Déjate ir —pedí con la voz extremadamente ronca, elevando la velocidad de las estocadas y llevando a mi boca su exquisito pezón derecho. El cuerpo de Bereni
NARRA EMERSON En mi larga vida —aunque bueno solo tenía 28 años, pero no importa— este era el mejor sábado de mi existencia. Caminar de la mano junto a la mujer que amaba no tenia precio alguno. Mi relación con Berenice había dado un paso gigantesco. No solo éramos novios oficiales, sino que también habíamos dado el gran paso de dejar que nuestros cuerpos se amaran por primera vez. Sentir el cuerpo de Berenice acoplarse perfectamente al mío era la mejor sensación que podría haberme pasado. Por primera vez había hecho el amor y no solamente eso, sino que además era la primera vez que me enamoraba perdidamente de una mujer. Era increíble como mi vida había cambiado desde que Berenice llego a mí. De ser el ogro en persona, en todos lados, tanto como en la empresa, con mi familia, con mis empleados y con toda persona que me cruzara, ahora, luego de ser adiestrado por Berenice, volvía a ser ese Emerson educado por Elizabeth, mi madre. Estaba cien por ciento seguro que en donde quiera qu
Después de unos diez minutos estaba la mesa preparada y los platos servidos, solo había puesto para cuatro. Rosario y Ernest estaban ultimando los detalles para terminar de mudar las cosas para su departamento. Al fin y al cabo el día había llegado y Dante y Berenice se irían de mi lado. Tenía unas ganas enormes de que se quedaran conmigo, pero no sabía cómo iban a tomar mi proposición, quizás espantara a mi ángel por lo rápido que estábamos yendo, o quizás aceptara gustosa y yo podría disfrutarlos todo el día. Podríamos quitar a Dante del doble turno del maternal, Veronica se podría hacer cargo de él cuando nosotros debiéramos cumplir nuestras obligaciones en la empresa. Era un plan perfecto. —¡Uenos días! —Saludó la vocecita de mi pequeño favorito—. ¡Ewad! —vino corriendo hacia mi lado para abrazarme. —Campeón —contesté abrazándolo fuertemente y girando con él en brazos. Las carcajadas de Dante inundaron la cocina, escuchar su risa tan fuerte me llenaba de alegría el alma. No ha
NARRA BERENICE Cada vez que miraba a Emerson, menos podía creer que un hombre como él sea mi novio. Hoy había terminado de comprender que solo estaba a un minúsculo paso de enamorarme perdidamente de ese hombre, de mi hombre. El hecho de haberse postulado para acompañarnos al acto del día del padre, hacía destacar su lado tierno, paternal y compañero. Pero verlo al lado de Dante y emocionado, tanto o más que yo, me había llenado el alma. Se notaba a kilómetros el cariño que se tenían el uno con el otro, y eso es lo que más feliz me ponía. Dante era una personita que no se encariñaba rápido con las personas y mucho menos cuando se trababa de hombres, pero desde el primer momento en que lo vio, hubo una chispa en él instantánea para con Emerson. Muchas veces, Dante había dicho que cuando sea grande le encantaría ser como él y, estaba segura que escuchar eso de sus labios, a Emerson le había inflado su pecho de orgullo. Por otro lado, el corazón de hielo que llevaba mi héroe nunca pud
NARRA EMERSON Cajas y maletas decoraban la sala. Hoy había llegado el día de ver partir a las personas que mas amaba. Sé que sueno muy melodramático, no se mudaban a otro mundo, solo a unos treinta minutos de la mansión, pero me costaba horrores hacerme la idea de no tenerlos más junto a mí, me había acostumbrado muchísimo a su compañía, a sus risas y a la multitud. Echaría de menos darle el beso de las buenas noches a Dante, enseñarle las cosas básicas de mi trabajo y, por sobre todo, verlo dibujar en mi escritorio cuando tenía que trabajar adelantando papeles en el despacho de la casa. Pero por sobre todas las cosas, extrañaría tener a Berenice todo el día junto a mí, el ir y venir juntos a la empresa, secuestrarla a mi habitación para dormir abrazados… —¿Me pasas esa caja? —me sacó de mis pensamientos Ernest. Sacudí mi cabeza y asentí pasándole lo que me había pedido. —No parece que estés aquí, ¿Estás bien? —preguntó preocupado acercándose hacia mí. En estas dos semanas que
Cinco meses después… NARRA EMERSON —Necesito esos papeles cuanto antes —hablé cansinamente. —Es que estamos en demora, ya sabes cómo son estos temas, querido Emerson —contestó del otro lado de la línea. —Lo sé Eleazar, pero si no fueran de suma urgencia no estaría tan repetitivo en esto, ¿Cuánto hace que te los pido? ¿Dos semanas? —Entiendo tu urgencia, pero sabes cómo es la vida de los presidentes de la empresa —volvió a decir. De verdad que este hombre estaba sacándome de mis casillas. —Yo también tengo una vida a parte de la empresa Eleazar y no por eso, descuido mis obligaciones —respondí con voz contenida. —Haré lo posible para que a más tardar este ese bendito papel mañana, mandare a mi secretaria. —Dijo luego de unos minutos. —Espero que esta vez sea verdad. Adiós. —Corté la comunicación sin esperar una respuesta de su parte. Dejé el teléfono sobre el escritorio utilizando más fuerza de la necesaria. ¿Por qué hacía tanta historia por esos papeles? Eran muy importantes