NARRA EMERSON—Tú no me abandones, por favor —suplicó y estampó sus labios en mi boca.Tardé solo unos instantes en corresponderle el beso. Me había sorprendido el giro que había dado nuestra conversación, pero me encantaba lo que estaba pasando. Fue tan brusco el impacto que terminamos tendidos a lo largo del sofá, quedando ella arriba de mí.Los labios de Berenice eran insistentes, cálidos y tenían un gusto salino por sus lágrimas. No era un beso tierno, sino uno más demandante, apasionado y quizás hasta salvaje. Mis manos volaron hacia su cintura y traté de estrecharla más a mi cuerpo. Saqué tímidamente mi lengua y le pedí permiso delineando sus labios, ella gustosa me dio un rápido acceso, donde velozmente comenzamos una placentera batalla entre nuestras lenguas. Una de sus manos viajó a mi nuca, jugando con los cabellos de ésta, mandando placenteros estremecimientos a mi cuerpo. Su otra mano estaba en mi pecho agarrando mi camiseta en un puñado.Cuando tuvimos la necesidad de res
NARRA BERENICEYa estaba, lo había hecho; me había abierto completamente a Emerson. Le había detallado mi doloroso pasado y no me arrepentía para nada de haberlo hecho.Él era la segunda persona a la que le conté lo que había sucedido tres años atrás, la primera fue mi hermana. Me sentía a gusto conmigo misma por haber confiado en un hombre una vez más. Desde que Benjamín se había ido, nunca me había fijado en otros hombres, pero… creo ahora eso estaba cambiando y le tenía terror a ello.No sé que me había llevado a besar a Emerson tan febrilmente, supongo que fue esa opresión en el pecho al pensar que se podía ir de mi lado. Su boca era exquisita, tenía una forma tan apasionada de besar, que te encendía con tal solo un roce.Era consciente que estábamos jugando con fuego y me podía quemar, pero en ese momento no me importó nada. Ni tampoco me importó cuando fui a buscar el calor y la protección de sus brazos. Casi sin pensar, mis pies dieron marcha hasta la habitación en donde se est
NARRA BERENICE—Señores pasajeros, por favor abrocharse los cinturones de seguridad para el aterrizaje. —Resonó dentro de todo el avión y todos los viajeros, hicimos caso.Estábamos de regreso a Chicago, habíamos partido esta misma mañana. Me costó volver a dejar todo, pero era necesario. En este caso, me había traído casi todas mis cosas, como fotos de mis padres, fotos de Benjamín y hasta los recuerdos materiales que tenía de ellos.Me sentía feliz conmigo misma, por ser capaz de tratar de cerrar esa etapa dura y difícil de mi vida. Dante estaba más que contento porque había “conocido” a sus abuelos y a su padre. Cuando nos fuimos del cementerio me había dicho que a él no le importaba que su papá no esté con él porque ahora lo tenía a Emerson. Me había dejado de una sola pieza ese comentario, pero Emerson rápidamente le dijo que él iba a estar cuando lo necesite y que lo quería mucho. Estaba más que agradecida con Emerson por ayudarnos tanto a los dos.Con respecto a Emerson, no sé
NARRA EMERSONEl viaje a Forks me había cambiado completamente y Berenice era la culpable. Desde que volvimos no pude dejar de pensar en ella en ningún momento, mis labios todavía sentían el roce de los suyos. Despertar con ella a mi lado fue una de las mejores experiencias que había sentido, deseaba amanecer así todos los días.Estaba más que claro, que necesitaba ser parte de esa pequeña familia, necesitaba tener a Dante y a Berenice junto a mí todo el tiempo. Ser yo el que los proteja, los quiera, les de mimos, pero por sobre todo, darles amor…El gran egoísta, solitario, gruñón, mandón y todos los apelativos que le habían dado a mi persona, había caído rendido a los pies de Berenice Swan, su fiel secretaria.Ya no tenía sentido ocultarlo más, o combatirlo porque era obvio que estaba enamorado hasta la médula de Berenice. Esa personita tan sencilla, humilde, dulce, comprensiva, cariñosa se había clavado directamente en mi corazón. Era una de las únicas personas que me entendían y s
NARRA BERENICE—Cuidado con esa caja Ernest, son las cosas de Dante —le avisé a mi cuñado cuando lo vi levantando sin cuidado la caja de los objetos de mi pequeño.Estábamos empacando las pertenencias indispensables para mudarnos a la mansión de Emerson.Si les dijera que no me había sorprendido la proposición de Emerson al ofrecernos su casa para hospedarnos unos días, les mentiría. Me sorprendí y mucho, pero no podía negarme, y menos todavía cuando estaba la salud de mi hermana, de mi futuro sobrino y de mi pequeño en juego. Además, ¿Dónde íbamos a conseguir una casa para alquilar donde quepamos todos en la gran ciudad de Chicago, en un solo día? Era la mismísima misión imposible.Una vez que terminamos de empacar algunas ropas, elementos de aseo y las cosas indispensables salimos rumbo a la mansión de mi jefe.Dante estaba más que entusiasmado, lo había retirado del jardín de niños y le di la noticia, se puso a dar brincos en todo el camino a casa. Ernest se notaba medio reacio al
NARRA EMERSONFeliz, contento, expectante; así estaba me describía ahora mismo. Sin dudarlo le había propuesto a Berenice que vinieran a pasar unos días en mi casa. Ella aceptó, aunque al principio estaba media insegura, luego dio el sí definitivo.Me sentía feliz al sentir que había más movimiento en mi vacío hogar. Con la presencia de Berenice, Dante y también la de su familia estaba seguro que iba a haber más movimiento y más ruido también.Esta noche iba a costarme muchísimo pegar un ojo, ya que tenía muy en claro que Berenice solo estaba a unos pasos de mi. Me moría de ganas por estrecharla en mis brazos y poder dormir junto a ella, para que al levantarme lo primero que viera fuera su hermoso rostro.Había decidido alistar la habitación de mis padres para ella y Dante. Fue muy difícil entrar a ese cuarto que estuvo seis años cerrado bajo llave. Pero me parecía más que adecuado que esa habitación la utilizaran mi ángel y el pequeño angelito.Gracias a ellos hoy estaba de vuelta el
NARRA BERENICESuponía que llegar en el mismo auto de tu jefe junto a él y a tu hijo era una buena manera de llamar la atención de mis compañeros de trabajo. Desde que llegamos, todos los ojos se posaban en mí, haciendo que me sintiera realmente avergonzada.Había sido una sorpresa encontrarnos con el jardín de niños cerrado para los niños hoy. Pero como se estaba haciendo costumbre, Emerson nos salvó. Si él no hubiera estado no sé cómo me hubiese arreglado para no dejar solo a Dante.Tuve muchísima suerte al toparme con Emerson en mi camino. Últimamente no podía dejar de pensar en él. Al principio me asustaba, pero ahora había entendido que quería que sea él el hombre que nos acompañe. Emerson estaba comenzando a entrar poco a poco a mi corazón, y yo quería que se quedara allí. Era consciente que al principio me iba a costar alejar el pensamiento de traición hacia Benjamín, pero como dijo Rosario creo que había llegado el momento de pasar página y darme una nueva oportunidad en el am
NARRA EMERSON—Que cara de estúpido enamorado que traes, primito —dijo Farrah haciendo que la mire con una ceja alzada.—Eso se llama envidia —contesté simplemente con una sonrisa de lado.—¿Yo envidia de ti? ¡Pero por favor! —exclamó, levantando las manos en el aire.—Si claro, y yo soy un vampiro que come sangre de animal —dije irónico—. ¿Por qué no vas junto a Gabriel? —pregunté para molestarla.—Cállate —refunfuñó cruzándose de brazos.—Ustedes dos dejen de pelear y vengan a ayudarme —nos regañó mi tía Carol señalándonos con el dedo índice.Había planificado un domingo en familia, como hacía mucho tiempo que no usábamos la gran mesa del comedor me pareció muy buena idea invitar a todos para tener un almuerzo familiar.Hacía más de una semana que Berenice y su familia se estaban quedando aquí. Creo que estos días fueron uno de los más alegres que tuve en mi propia casa desde la partida definitiva de mis padres.—Te queda muy lindo el delantal —le dije en el oído a Berenice, logrand