Chillo enojada cuando mi helado se cae al suelo por mi estúpida manía de correr para alcanzar el autobús.
¿Puedo tener peor suerte?
Sigo corriendo y maldigo por lo bajo cuando mi pie se dobla al llegar a la escalera. Subo al transporte y le pago al conductor para luego ir a sentarme a uno de los asientos desocupados. Saco los audífonos de mi mochila que parece la de una niña pequeña y pongo Arabella, mi canción favorita por dos razones; amo Arctic Monkeys y mi nombre es Arabella Williams.
Lo único que me gusta de mi vida. Llamarme como la canción que escucho siete veces al día
Muevo mi cabeza de arriba abajo disfrutando de la poderosísima batería mientras pienso en lo desagradable que fue mi día hoy.
Un señor me pidió un helado de chocolate con almendras y yo, estúpidamente, confundí las almendras con las nueces.
Siempre he tenido la misma confusión, y eso que ya tengo 24 años
Y Ahora deben estar preguntándose qué carajos hace una mujer de veinticuatro años trabajando en una heladería.
Pues bueno, ni yo sé qué hago allí
Tal vez nunca supe qué podía hacer con mi vida. Jamás pude decidirme por una carrera y tampoco podía darme el gusto de estudiar cualquier cosa, puesto que mi estatus social no es el mejor que digamos.
Mi madre, Rita, es cajera en un supermercado. Mientras que mi padre….
Ni idea de lo que pasa con él. Nos abandonó cuando tenía tres meses de edad
Miro a mi lado izquierdo cuando siento que alguien me está tocando el hombro. Veo a la señora de edad que se encontraba en el asiento de al lado, y me saco los audífonos para saber qué es lo que está diciendo.
—En ese asiento vomitó un caballero ebrio.
Cierro los ojos sin poder creer la suerte que tengo.
—Muchas gracias —respondo con una sonrisa falsa antes de ponerme de pie.
¿Por qué no me avisó antes de sentarme, m*****a vieja canosa?
Muevo mi cabeza de un lado a otro esfumando mis pensamientos nada educados. Esa señora no tiene la culpa de que mi viernes esté siendo un completo fracaso.
Me afirmo de uno de los asientos para poder mantenerme de pie y dejo mi celular en mi bolsillo para seguir escuchando música. Me pongo el audífono y me voy parada por casi media hora hasta que llego a mi tan preciado paradero.
Bajo del transporte sintiendo las carcajadas de las personas a mi espalda y espero a que el autobús comience a irse para sacarles el dedo de al medio por si alguien seguía con su mirada sobre mí.
Debo tener un hermoso vómito en el trasero
Tiro mi cabeza para atrás y miro al cielo con expresión de me quiero morir y comienzo a caminar hacia mi casa, la que se encontraba a solo unos dos minutos.
Al llegar, dejo mi mini mochila en el sofá antes de correr hacia el baño para sacarme la ropa y darme un baño, el que dura alrededor de diez minutos.
Envuelta en una toalla, tomo mi ropa sucia y me dirijo hacia la lavadora para ponerla a lavar de inmediato.
Al menos no tengo que ir al trabajo mañana
Subo a mi habitación y me pongo mi pijama corto, ideal para los treinta grados que hay en California.
Voy hacia el primer piso y camino directo hacia mi mejor amigo desde que tengo memoria; el refrigerador. Saco mi botella de Coca Cola y mis galletas con cobertura de chocolate que guardo ahí para que no se derritan, y me voy directo al sofá grande para tirarme en él.
Alcanzo mi celular estirando mi brazo para llegar hacia la mesa de centro y me pongo a ver videos de TikTok.
Puede que yo sea un poco inmadura y torpe, pero jamás tendría la personalidad para hacer videos así de ridículos
En realidad, tengo un sentimiento de amor-odio con esta aplicación; me entretengo mucho viendo videos, pero a la vez, me da demasiada vergüenza ajena.
No sé, depende del tipo de videos que me aparezcan
Tomo bebida directo desde la botella para después comerme de un bocado una de las cuatro galletas que me quedan.
¿Qué tan fracasada debo ser como para estar un viernes en la tarde acostada en el sofá, comiendo comida basura y viendo videos en TikTok?
Me encantaría que mi vida fuera distinta, que tuviera algo que me apasione. Pero es triste admitir que realmente no soy buena para nada, sólo para servir helado.
Y ni eso
Dejo la bebida y el paquete de galletas en el suelo y suspiro con pesadez. A veces, me pongo un poco sentimental cuando me pongo a pensar en cómo es mi vida. Jamás he tenido una afición, jamás he sido demasiado buena para hacerme amigos y nunca pero nunca he tenido algún interés amoroso, lo que no significa que siga siendo virgen todavía. Y aunque eso no me importa demasiado, a veces me viene una pregunta a mi cabeza que me pone un poco nerviosa.
¿Estaré sola para siempre?
No me considero alguien deslumbrante. De hecho, solían hacerme bullying en el colegio por mis dientes de “conejo”, pero eso jamás me hizo tener problemas en mi rendimiento escolar. No me acomplejan mis dientes, no me acomplejan los rollitos de mi estómago ni las estrías de mis piernas. Me gusta el porte de mi trasero y soy fan de mi cabello largo y rubio, pero sé que en comparación a otras chicas yo soy un 4 de 7.
Tal vez un 4.5
Siendo completamente sincera, no sé si lo que aleja a los hombres es mi físico, o mi forma de ser. Suelen decirme que soy muy poco seria, un tanto idiota y que les cuesta verme como algo más que un amigo.
Sí, AMIGO
Tal vez no soy la mujer mas femenina y delicada, pero tampoco creo que sea justo que me traten como a un amigo.
Parece que yo no soy el tipo de chica que a los hombres les interesa. ¿Es que caso tener mente de niña es demasiado matapasiones? No me malinterpreten, tampoco es como que conmigo no puedan hablar de algo serio ni que no sepa comportarme, sólo creo que a los hombres no les gusta demasiado cuando una mujer sabe vivir y divertirse sin la necesidad de tener a uno de ellos al lado.
Muchas veces me dijeron después del sexo que no se les hacía atractivo que yo no les diera la “importancia” que les gusta. Y en realidad, creo que a lo que ellos no están acostumbrados es a que no les prestes la atención que necesitan para hacerlos sentir el centro del mundo.
Ya saben, jamás le he rogado a un hombre que me hable, que me busque, y menos que me haga sentir especial, porque eso no se pide, eso nace de la persona correcta.
Pero creo que yo jamás encontraré a la persona correcta
—¿Cuántas veces te he enseñado la diferencia entre la almendra y las nueces, Arabella? —mi madre bufa con falsa molestia cuando le cuento mi anécdota de ayer. Muerdo el interior de mi mejilla y me encojo de hombros antes de encogerme de hombros, pero yo sé que han sido muchas—. Las nueces son las que tienen forma de cerebro y las almendras son las que tienen forma de gotas.—Ay, mamá. Parece que tuviera cinco años —me quejo—. No me expliques así las cosas, que me siento como una estúpida niñata.—Tienes que saber diferenciarlas, hija. ¿Te imaginas que el señor hubiese sido alérgico a las nueces? Te hubieses metido en un gran problema, Arabella.—Bueno, para mi suerte el señor sólo se molestó —muevo mi mano restándole importancia al asunto—. ¿A qué hora entras hoy al trabajo?—Me debo ir ya, me entretuve con tu historia y se me pasó la hora. Te amo mucho —tomó su cartera de la silla que se encontraba al lado suyo y se puso de pie para despedirse de mí con un beso en la mejilla—. ¿Qué h
Hago una mueca de dolor cuando escucho los griteríos desagradables de los niños que se encontraban en la heladería.—¿Qué sabores quieres? —pregunto nada animada.—Naranja y chocolate —responde el niño que tengo frente a mí—. No, mejor chocolate y coco… o naranja y coco.—¿Qué sabores quieres? —vuelvo a preguntarle, esta vez con una miradita asesina.—Nutella y coco.Le pongo rápidamente las dos bolas de helado en su cono y se lo entrego. Me apoyo en uno de los muebles con las manos y suspiro irritada.Ayer estuvo bastante agradable, pero tomé alcohol y ahora tengo un dolor de cabeza horrible.—¿Quedaste muy mal? —Chloe se acerca a mí después de rellenar los helados que estaban medio vacíos.—Me duele la cabeza.—Qué bueno que Penélope pudo llevarte a casa, al menos no tuviste que irte en un Uber sola —dice y yo asiento—. ¿Te hicieron mal los pepinillos o algo así? Te demoraste bastante en el baño cuando fuiste.Casi me atoro con mi propia saliva al escucharla.¿Nick no le habrá conta
Al llegar a casa, voy directo al baño a darme una larga ducha para intentar relajarme. Mi día no había sido del todo bueno. Tuve un problema con mi jefe minutos antes de irme de la heladería por el maldito niño que no se dio cuenta de que el helado de Nutella traía trozos de avellana. Al parecer, la mamá habló con él para quejarse de mi actitud sin importar que al final sí le di una solución. Cuando termino mi tiempo de relajo, voy hacia mi habitación y me pongo mi pijama; un pantalón de tela delgada y una polera de tiritas. Me tiro sobre mi cama y prendo la televisión para escuchar música en YouTube. Pongo Thank you de Dido y tomo mi celular para ver mi I*******m, red social donde sólo tengo 64 seguidores. Soy famosa, lo sé Me siento en la cama al recordar la mayor barbaridad que había escuchado en mi vida y busco Marcello Greco en la aplicación. El CEO de Greco Lab International contaba con 4.6 millones de seguidores. Tenía solo 6 fotos y seguía a 30 personas. Ladeo levemente mi
Chloe se había quedado a dormir en mi casa y al día siguiente nos fuimos juntas a la heladería. Ahora me siento mal por no haber considerado a Chloe como una amiga, puesto que siempre ha sido muy linda y atenta conmigo. Tal vez pensé que ser amiga de alguien (en ese entonces) 5 años menor que yo era una estupidez, pero creo que me hace demasiado bien tener a alguien tan entretenida cerca. —¿Cuántos días crees que se demoren en elegir? —le pregunto mientras miro hacia todos lados para sacar una cucharadita del helado de frutos rojos. —No lo sé, no creo que mucho —responde—. Esta no será una búsqueda masiva, puesto que así se podría saber en la prensa, así que muchas opciones no tendrá. —¿Cómo te enteraste tú? No lo entiendo. —No te puedo contar. —¿Y estás segura de que es algo real y no una broma? Tal vez… —Me contó una persona cercana a Marcello, así que sí —me interrumpe. Alzo mis cejas impresionada—. Es completamente real. —¿Por qué no enviaste el formulario también? —¿Yo?
Me miró en el espejo y termino de ponerme el labial nude con las manos temblorosas. No sé cómo debo ir vestida a una entrevista para ser una madre falsa para los hijos del CEO, pero supongo que los pantalones y el saco negro formales que saqué del closet de mi madre con una camisa blanca abajo está bien.¿O no?Apoyo mis manos y frente en la pared e inhalo con profundidad. Nunca había estado así de nerviosa, ni cuando fui a la entrevista de trabajo en la heladería, pero es que este no es cualquier trabajo, y creo que no me estoy dando cuenta de eso¿Hacerme pasar por la madre de dos niños? ¿Yo? ¿Una mujer de veinticuatro años no tan madura que digamos?Me arrepiento de haber mandado el formulario. Creo que lo hice pensando que obviamente Marcello no se iba a fijar en mí, pero ahora que quiere verme me doy cuenta del gran peso que tengo sobre mis hombros al hacer esto.—¿Me explicarás qué es lo que vas a hacer? Sé que irás a una entrevista de trabajo, pero no entiendo por qué no me pue
—Siéntese, Arabella —dice Marcello mientras me da la espalda. Me acerco lentamente hacia la silla que está frente a su escritorio y espero a que deje de mirar por el gran ventanal que había en la oficina. —Ya estoy sentada —me atrevo a hablar después de unos segundos de silencio. —Lo sé, la veo por el reflejo del vidrio —responde con voz seria. Frunzo el ceño y me cruzo de piernas mientras espero expectante que siga hablando, pero no lo hace. Golpeo levemente el suelo con mi pie, entrando al estrés. Aprovechando el incómodo silencio, miro detalladamente la oficina y alzo las cejas al notar lo sencilla que era, cosa que no me esperaba después de ver adornos de oro en el primer piso. Vuelvo a mirar la espalda ancha de Greco y entrelazo mis manos sobre mis piernas. —¿Entonces...? —carraspeo—. ¿Desea que le cuente algo sobre mi vida? —pregunto sin saber qué hacer. No vine a este lugar para estar en silencio —Creo que ya sé las cosas más importantes —lo veo encogerse de hombros—. Le
—Tu pelo es precioso, pero debemos cambiarlo —me avisa el estilista que Marcello había contratado para hacerme un cambio de look.—¿No me pueden poner una peluca o algo así? —me quejo—. Mi cabello es lo que más me gusta de mí. Que sea largo y rubio me fascina.—Vas a vivir con mis hijos, Arabella. No puedes estar poniéndote y sacándote una peluca —Greco dice al llegar.Ayer firmé el contrato y el acuerdo de confidencialidad y hoy fui llamada por una de las tantas asistentes del CEO para que me juntara con Marcello en un centro de belleza.—¿Qué me van a hacer?—Pienso que lo mejor será cortarte un poco el pelo y ponértelo negro —responde el estilista con demasiada tranquila.—¡¿Negro?! ¡No me pueden arruinar así el cabello! ¡El negro es demasiado difícil de sacar! —me paro de un salto de la silla y chillo horrorizada.—¡Arabella! ¡No te comportes como una niña pequeña! —Greco me regaña.—¡No me pueden hacer pasar de rubia natural a pelinegra!—¡Firmaste un contrato, así que si pueden!
Chloe: ¡Sabes que te ves hermosa y sólo dices que no para que los demás te digan que ese look te queda fenomenal! No seas una perra egocéntrica.Me responde la chica (a la que ahora considero mi verdadera amiga) después de que le enviara una foto de mi nuevo cabello.Yo: Tú sabes que lo que menos soy es ser egocéntrica, de verdad siento que me veo MUY mal.Chloe: Lo sé, sólo bromeo ;) pero de verdad, te ves muy bien. Sólo tienes que acostumbrarte, porque obviamente al principio no te gustará.Yo: Ya tengo nuevo DNI, nuevo look y nuevo celular, ¿puedes creer que ahora me llamo Emma? De verdad, esto es una completa LOCURA… ¡Soy otra persona!Chloe: Creo que ese nombre no le viene a tu cabello negro, suena un poco de chica buena y con ese color te ves toda una perra empoderada. Besitos en tu ballena, voy entrando a la heladería.Yo: ¿Ballena? ¿Qué es eso?Chloe: Ya sabes, vagi… te lo dejo a tu imaginación, pero así suena mucho más lindo.Yo: JAJAJA ¿Y por qué tendrías que mandarle besos