Hago una mueca de dolor cuando escucho los griteríos desagradables de los niños que se encontraban en la heladería.
—¿Qué sabores quieres? —pregunto nada animada.
—Naranja y chocolate —responde el niño que tengo frente a mí—. No, mejor chocolate y coco… o naranja y coco.
—¿Qué sabores quieres? —vuelvo a preguntarle, esta vez con una miradita asesina.
—Nutella y coco.
Le pongo rápidamente las dos bolas de helado en su cono y se lo entrego. Me apoyo en uno de los muebles con las manos y suspiro irritada.
Ayer estuvo bastante agradable, pero tomé alcohol y ahora tengo un dolor de cabeza horrible.
—¿Quedaste muy mal? —Chloe se acerca a mí después de rellenar los helados que estaban medio vacíos.
—Me duele la cabeza.
—Qué bueno que Penélope pudo llevarte a casa, al menos no tuviste que irte en un Uber sola —dice y yo asiento—. ¿Te hicieron mal los pepinillos o algo así? Te demoraste bastante en el baño cuando fuiste.
Casi me atoro con mi propia saliva al escucharla.
¿Nick no le habrá contado que follamos por un largo rato en el baño?
Bueno, eso habla bien de él como hombre
—No lo creo, como pepinillos desde que soy pequeña.
—¿Entonces?
—Sí estaba con un poco de dolor de estómago. No sé que habrá sido lo que me hizo mal —miento.
—¡Menos chachara y más trabajo! ¡No porque me hayas invitado a tu cumpleaños voy a dejar que no trabajes! —George le grita a Chloe cuando pasa por nuestro lado—. ¡Limpien, hagan algo!
Maldito viejo
—Ya sabes, nunca más invites a ese señor a tus fiestas. Es un pesado —le susurro cuando se aleja de nosotras—. Yo limpio las mesas y tu barres.
Voy a buscar el paño y el cloro y me acerco a las mesas que estaban desocupadas para limpiarlas.
A mi mente llega el recuerdo de Nick y yo, él entre mis piernas y yo sentada en el lavamanos mientras le arañaba la espalda desnuda.
Tenía un cuerpo de infarto.
Y el miembro también
Muevo mi cabeza de un lado a otro para borrar esos pensamientos de mi cabeza. Yo no suelo comportarme así. No es muy común en mí follar con cualquier persona en una fiesta, pero Nick… no me pude resistir.
Lo bueno es que iba preparado, así que irresponsable no fui
Me sentí extremadamente bien cuando me dijo que él también tenía muchas ganas de que pasara algo entre nosotros desde que me vio. Es tan guapo y masculino, pero sé que lo que pasó fue sólo algo de una vez y ya.
Algo del momento
Algo demasiado rico
—Señorita, a mi hijo le salió un pedazo de algo duro en su helado.
Cierro los ojos con fuerza antes de darme vuelta, encontrándome a una señora y al mismo niño que no podía decidirse con los sabores. Suelo llevarme bien con los niños, puesto que demasiado madura no soy y suelo tener muchos gustos en común con ellos, pero hoy no estoy de ánimos.
Me duele la cabeza, me molestan los ruidos fuertes y las caras de los clientes.
M*****a resaca, ni siquiera tomé tanto
—El de Nutella tiene pedazos de avellanas —respondo intentando ocultar mi estrés—. Debe haber sido eso, no se preocupe.
—Bueno, usted no le avisó que traía pedazos de avellanas. Pudo haberse quebrado un diente.
—No lo creí necesario, puesto que cuando eligió el sabor se veía claramente que el helado tenía pedazos de algo arriba.
—Es un niño, no alcanza a ver bien los helados.
Me obligo a mí misma a no poner los ojos en blanco y asiento. No quiero seguir llevándole la contraria, prefiero cambiárselo y que se vayan a tomar por culo.
—Está bien, le daré otro helado gratis.
—Esta vez quiero de Frutilla y frambuesa —el niño dice con una sonrisa antes de devolverme su antiguo helado, el que por cierto no traía casi nada del sabor de Nutella.
¿Pudo haberse “roto un diente” y aun así dejó que se lo comiera?
—Para evitar otro inconveniente —espero que mi sonrisa no se vea demasiado falsa—. Te cuento que el helado de frutilla tiene pedazos de la fruta y el de frambuesa trae drupas, es decir las “bolitas” que la conforman.
(…)
—No me vas a creer esto, Arabella —Chloe se acerca a mí cuando cerramos las puertas de la heladería. Por fin nuestro día había acabado—. Es impresionante.
—Nada va a ser más impresionante que el trasero de la última clienta —digo todavía con la boca abierta—. ¡Era gigante y hermoso!
—Arabella, por favor. Concéntrate en lo que te estoy diciendo —hace un gesto con su mano para que le preste atención. La miro con las cejas alzadas, expectante—. ¿Conoces a Marcello Greco?
—El CEO de Greco Lab International y dueño de la mayor cadena de hoteles de California, sí —respondo sin darle importancia—. ¿Qué pasa con él?
—Supe algo inédito que no vas a creer, pero necesito que no se lo cuentes a nadie. No cualquiera puede saber esto.
—Dime ya, Chloe —pongo los ojos en blanco.
No me interesa la vida de ese hombre. Dicen que tiene un carácter de m****a
—Sabías que tiene mellizos ¿verdad? Una niña y un niño de doce años.
—Sí, algo había escuchado.
—Afírmate que te vas a caer con lo que te voy a decir.
—¡Chloe! ¡Ya dilo!
—La mamá de los niños los abandonó cuando ellos tenían sólo unos meses de edad—me cuenta—. Pero eso no es lo impresionante.
—¿Qué es?
—El CEO busca a una madre falsa para sus hijos —suelta y yo frunzo mi ceño totalmente confundida—. Está dispuesto a pagar 30.000 dólares mensuales a la mujer que se haga pasar por la madre de los mellizos por un tiempo que desconozco.
—Es una broma ¿verdad? —pregunto sin creerlo. No puede ser cierto, es una completa estupidez. Alza sus cejas con cara de “créelo” y niega con la cabeza—. ¡¿Quién carajos hace eso?! —grito anonadada.
—Solo él; Marcello Greco.
Al llegar a casa, voy directo al baño a darme una larga ducha para intentar relajarme. Mi día no había sido del todo bueno. Tuve un problema con mi jefe minutos antes de irme de la heladería por el maldito niño que no se dio cuenta de que el helado de Nutella traía trozos de avellana. Al parecer, la mamá habló con él para quejarse de mi actitud sin importar que al final sí le di una solución. Cuando termino mi tiempo de relajo, voy hacia mi habitación y me pongo mi pijama; un pantalón de tela delgada y una polera de tiritas. Me tiro sobre mi cama y prendo la televisión para escuchar música en YouTube. Pongo Thank you de Dido y tomo mi celular para ver mi I*******m, red social donde sólo tengo 64 seguidores. Soy famosa, lo sé Me siento en la cama al recordar la mayor barbaridad que había escuchado en mi vida y busco Marcello Greco en la aplicación. El CEO de Greco Lab International contaba con 4.6 millones de seguidores. Tenía solo 6 fotos y seguía a 30 personas. Ladeo levemente mi
Chloe se había quedado a dormir en mi casa y al día siguiente nos fuimos juntas a la heladería. Ahora me siento mal por no haber considerado a Chloe como una amiga, puesto que siempre ha sido muy linda y atenta conmigo. Tal vez pensé que ser amiga de alguien (en ese entonces) 5 años menor que yo era una estupidez, pero creo que me hace demasiado bien tener a alguien tan entretenida cerca. —¿Cuántos días crees que se demoren en elegir? —le pregunto mientras miro hacia todos lados para sacar una cucharadita del helado de frutos rojos. —No lo sé, no creo que mucho —responde—. Esta no será una búsqueda masiva, puesto que así se podría saber en la prensa, así que muchas opciones no tendrá. —¿Cómo te enteraste tú? No lo entiendo. —No te puedo contar. —¿Y estás segura de que es algo real y no una broma? Tal vez… —Me contó una persona cercana a Marcello, así que sí —me interrumpe. Alzo mis cejas impresionada—. Es completamente real. —¿Por qué no enviaste el formulario también? —¿Yo?
Me miró en el espejo y termino de ponerme el labial nude con las manos temblorosas. No sé cómo debo ir vestida a una entrevista para ser una madre falsa para los hijos del CEO, pero supongo que los pantalones y el saco negro formales que saqué del closet de mi madre con una camisa blanca abajo está bien.¿O no?Apoyo mis manos y frente en la pared e inhalo con profundidad. Nunca había estado así de nerviosa, ni cuando fui a la entrevista de trabajo en la heladería, pero es que este no es cualquier trabajo, y creo que no me estoy dando cuenta de eso¿Hacerme pasar por la madre de dos niños? ¿Yo? ¿Una mujer de veinticuatro años no tan madura que digamos?Me arrepiento de haber mandado el formulario. Creo que lo hice pensando que obviamente Marcello no se iba a fijar en mí, pero ahora que quiere verme me doy cuenta del gran peso que tengo sobre mis hombros al hacer esto.—¿Me explicarás qué es lo que vas a hacer? Sé que irás a una entrevista de trabajo, pero no entiendo por qué no me pue
—Siéntese, Arabella —dice Marcello mientras me da la espalda. Me acerco lentamente hacia la silla que está frente a su escritorio y espero a que deje de mirar por el gran ventanal que había en la oficina. —Ya estoy sentada —me atrevo a hablar después de unos segundos de silencio. —Lo sé, la veo por el reflejo del vidrio —responde con voz seria. Frunzo el ceño y me cruzo de piernas mientras espero expectante que siga hablando, pero no lo hace. Golpeo levemente el suelo con mi pie, entrando al estrés. Aprovechando el incómodo silencio, miro detalladamente la oficina y alzo las cejas al notar lo sencilla que era, cosa que no me esperaba después de ver adornos de oro en el primer piso. Vuelvo a mirar la espalda ancha de Greco y entrelazo mis manos sobre mis piernas. —¿Entonces...? —carraspeo—. ¿Desea que le cuente algo sobre mi vida? —pregunto sin saber qué hacer. No vine a este lugar para estar en silencio —Creo que ya sé las cosas más importantes —lo veo encogerse de hombros—. Le
—Tu pelo es precioso, pero debemos cambiarlo —me avisa el estilista que Marcello había contratado para hacerme un cambio de look.—¿No me pueden poner una peluca o algo así? —me quejo—. Mi cabello es lo que más me gusta de mí. Que sea largo y rubio me fascina.—Vas a vivir con mis hijos, Arabella. No puedes estar poniéndote y sacándote una peluca —Greco dice al llegar.Ayer firmé el contrato y el acuerdo de confidencialidad y hoy fui llamada por una de las tantas asistentes del CEO para que me juntara con Marcello en un centro de belleza.—¿Qué me van a hacer?—Pienso que lo mejor será cortarte un poco el pelo y ponértelo negro —responde el estilista con demasiada tranquila.—¡¿Negro?! ¡No me pueden arruinar así el cabello! ¡El negro es demasiado difícil de sacar! —me paro de un salto de la silla y chillo horrorizada.—¡Arabella! ¡No te comportes como una niña pequeña! —Greco me regaña.—¡No me pueden hacer pasar de rubia natural a pelinegra!—¡Firmaste un contrato, así que si pueden!
Chloe: ¡Sabes que te ves hermosa y sólo dices que no para que los demás te digan que ese look te queda fenomenal! No seas una perra egocéntrica.Me responde la chica (a la que ahora considero mi verdadera amiga) después de que le enviara una foto de mi nuevo cabello.Yo: Tú sabes que lo que menos soy es ser egocéntrica, de verdad siento que me veo MUY mal.Chloe: Lo sé, sólo bromeo ;) pero de verdad, te ves muy bien. Sólo tienes que acostumbrarte, porque obviamente al principio no te gustará.Yo: Ya tengo nuevo DNI, nuevo look y nuevo celular, ¿puedes creer que ahora me llamo Emma? De verdad, esto es una completa LOCURA… ¡Soy otra persona!Chloe: Creo que ese nombre no le viene a tu cabello negro, suena un poco de chica buena y con ese color te ves toda una perra empoderada. Besitos en tu ballena, voy entrando a la heladería.Yo: ¿Ballena? ¿Qué es eso?Chloe: Ya sabes, vagi… te lo dejo a tu imaginación, pero así suena mucho más lindo.Yo: JAJAJA ¿Y por qué tendrías que mandarle besos
—¡ESTÁS COMPLETAMENTE LOCO! —no me aguanto las ganas de chillar al ver la casa de Marcello—. ¿PARA QUÉ TIENES UNA MANSIÓN ASI DE GRANDE SI SOLO SON TRES PERSONAS? ¡ACÁ PODRÍAN CABER DIEZ FAMILIAS!—No puedes llegar gritando de esa forma —me regaña—. Con suerte no están ni mis hijos, ni mis empleados.—¿Tus empleados sabrán que no soy la madre real de…? —me callo. Río nerviosa al ver que Greco me mira con los ojos entrecerrados.—¿Vas a ser la supuesta madre de mis hijos y no sabes cómo se llaman?—Si sé, solo dame unos segundos para recordar —muerdo el interior de mi mejilla y cierro los ojos intentando concentrarme. Vamos Arabella, tú puedes—. ¡Noah!—¿Y mi hija? ¿Cómo se llama?—Su nombre es más largo —me excuso—. No lo recuerdo del todo.—Eres la peor madre falsa que pude haber elegido —bufa. Abro la boca y pongo mi mano en mi pecho haciéndome la ofendida—. Se llama Aubrey. —Aubrey, Aubrey —murmuro intentando aprenderlo—. A-u-b-r… —¿En serio es tan difícil de recordar? —interrump
—Aubrey, ¿no puedes esperar? La cena todavía no llega y tú ya quieres el postre —la miro serio y ella se encoge de hombros.—¿Por qué dejar lo mejor para el final? No entiendo —se encoge de hombros.—No se trata de "dejar lo mejor para el final" —imito su voz chillona y ella me mira con los ojos entrecerrados—. Se trata de que primero tienes que comer tu comida para luego comer el postre.—¿Y qué estamos esperando? —se encoge de hombros.—Deja de responder a todo lo que digo, por favor —la regaño.—Bueno, yo también quiero saber qué esperamos —Noah se mete en la conversación—. Tengo hambre, quiero comer una hamburguesa.—Yo quiero un brownie con helado de pistacho.—Eres la única que debe pedir ese sabor de helado, Aubrey —Noah dice poniendo los ojos en blanco—. Eres tan pero taaaaaan rara.—Bueno, tú te comes los mocos y nadie te dice nada —Au le responde con cara de desagrado—. Cada quién tiene sus gustos, no podemos opinar sobre ellos.—¿Pueden tomarme atención por una vez en la vi