MILAMe siento en la mesa del restaurante con Natalia y Alisa, rodeadas de las bolsas de compras que hemos acumulado durante la mañana. Estamos exhaustas pero felices después de haber encontrado todo lo que necesitábamos para la boda.—Estoy muerta de hambre —dice Natalia, riendo—. Pero valió la pena. Encontramos todo lo que necesitábamos.—Sí, definitivamente —digo, sonriendo—. Me siento tan aliviada de haber encontrado el vestido perfecto. Y las joyas que elegí son increíbles.—Y yo estoy emocionada de haber encontrado los zapatos perfectos para la boda —dice Alisa, sonriendo—. Me siento como una verdadera dama de honor.Pedimos nuestros almuerzos y comenzamos a charlar sobre los detalles de la boda. Natalia y Alisa me hacen preguntas sobre el vestido y las joyas, y yo les muestro fotos en mi teléfono.—Me encanta cómo se ve el vestido —dice Natalia—. Te ves como una princesa.—Gracias —digo, sonriendo—. Me siento como una princesa.—Y Maximiliano se sentirá como el príncipe encanta
MILASiento que mis piernas fallan bajo mi cuerpo mientras veo el rostro del hombre italiano que entra al sitio. El aire a mi alrededor parece desaparecer, dejándome sin aliento. Sus ojos se clavan en mí con una intensidad que me hace temblar. Está acompañado de todos sus hombres, y mis escoltas parecen impotentes ante la situación.El hombre italiano se acerca con una sonrisa confiada y toma asiento sin pedir permiso. Su mirada se dirige a mí y a las mujeres que me acompañan, y con un gesto de la mano nos invita a sentarnos también. Mi amiga me lanza una mirada de advertencia y asiente ligeramente con la cabeza. Sé que está pensando lo mismo que yo: no hay nada que podamos hacer para detener esto.Mi amiga le hace un gesto casi imperceptible a sus hombres, y ellos se mantienen firmes, sin hacer nada. Sé que ella sabe que si iniciamos algo, no hay forma de parar y todos terminaríamos en una tragedia. Estamos en desventaja numérica y de poder.Tomo asiento, tratando de mantener la calm
MILA—Lárgate de mi casa, Mila—mi tía me dice, con una voz fría y sin emociones y por un momento me quedo estática esperando de que sea una broma.Pero no, Kenia Vraslova es todo menos una mujer alegre que haría esto con otra intención que no sea humillarme, despreciarme y pasar por encima de mi como lo ha hecho toda su vida.—¿Por qué? ¿Qué he hecho?—pregunto, intentando entender lo que está pasando.—No me hagas preguntas, Mila—mi tía responde, con una mirada dura—simplemente lárgate. Tu marido ha dejado de pagar el alquiler, y ya no quiero que te quedes aquí.Me siento como si hubiera recibido un golpe en el estómago y trago saliva ignorando la presencia de su marido al que odio con todas mis fuerzas y estoy segura que es el causante de que me ella me este echando como un perro.—Pero... estoy segura de que él te pagó por más de dos años—digo, intentando defender al padre de mi hijo.—No me importa lo que creas—mi tía me interrumpe, con una voz cortante—lo que importa es que no ha
MILA—Sabia que eras una perra—dice mi tía apuñalándome le pecho cuando acaba de ver como me tenia su marido y ella piensa que yo… que yo…—MI amor, ella me sedujo, lo siento, perdóname mi amor—le dice el marido mientras ella me mira con un odio que me vuelve pequeña.Se acerca a ella, subiéndose el cierre del pantalón y ni asi, ni porque ve lo que hace su marido, mi tía deja de mirarme como una cucaracha.—Tía, por favor, escúchame —le digo, intentando defenderme—. Él me ha estado mintiendo, te lo juro. Jamás haría algo para lastimarte.Mi tía me mira con una mezcla de ira y desdén mientras me pongo de pie, tragando saliva con las mejillas adoloridas.—No quiero escuchar tus excusas, Mila —me responde—. Siempre has sido una desagradecida. Te traje a mi casa después de que tus padres murieron y esto es cómo me pagas. No te vi recoger, debería haberte dejado en ese orfanato.Mi vida cambio desde que mis padres murieron y creo que si, las cosas serian mejores si me hubiera dejado en el
MAXIMILIANOUn nuevo dia de mierda.Suspiro acostado en mi cama, con las manos debajo de la cabeza, reflexionando sobre mi vida y mi familia. Mi apellido, Romanoff, es sinónimo de poder y respeto en el mundo de la mafia rusa. Es un nombre que genera temor y admiración a partes iguales, y sé que mi familia ha trabajado duro para construir esa reputación.Mientras miro el techo, pienso en la historia de mi familia y en cómo hemos llegado a ser lo que somos hoy en día. Mi abuelo, un hombre cruel y astuto, mato haciéndose de la organización y luchó por establecer su dominio en el mundo del crimen organizado. Mi padre, un hombre igualmente ambicioso, expandió el negocio y consolidó su posición como uno de los líderes más poderosos de la mafia rusa.No puedo evitar pensar en mi hermano mayor, Marko. Él era el líder natural de nuestra familia, el que siempre había estado destinado a tomar el mando de nuestra organización. Pero su muerte repentina cambió todo. Ahora, me toca a mí asumir el po
MAXIMILIANO—¿Estás seguro de que fueron los italianos? —le pregunto, mi voz baja y controlada.Y me levanto a servirme una copa de Vodka para bajar la rabia que tengo subida al cuello.—Sí, Max—responde Aleksi. —Tenemos pruebas. No hay duda.Respiro y siento un escalofrío recorrer mi espalda porque tenia mis dudas, pero no pensé que esos hijos de puta se atrevieran a tanto.—No saben que acaban de cometer el peor error de sus vidas—paso el licor que me quema la garganta.—¿Qué piensas hacer? —me pregunta Aleksi, su voz suave.Me tomo un momento para responder. Mi mente está llena de pensamientos y emociones, cosas atroces, imágenes de sangre, gritos y dolor.—Tengo que vengar la muerte de mi hermano—le digo finalmente. —Las cosas no se pueden quedar así.Aleksi asiente con la cabeza, como si esperara mi respuesta.—Entiendo—dice. —Pero debes tener cuidado, Max. Los italianos no son fáciles de manejar.Me río, una risa amarga.—No me importa—le digo. —Tengo que hacerlo. Por mi hermano
MILAConocí a Marko en una situacion poco inusual. Estaba caminando por la calle, perdida en mis pensamientos, cuando noté que un tipo me seguía. Me sentí incómoda y asustada, pero antes de que pudiera reaccionar, un auto se detuvo a mi lado y Marko se bajó de él. Me rescató de esa situación comprometedora, y en ese momento, supe que mi vida había cambiado para siempre.Sus ojos verdes me hipnotizaron, y su cabello dorado me hizo sentir como si estuviera en un sueño. Era alto y fuerte, con un cuerpo grande y una forma de tratar a las personas que me hizo sentir segura y protegida. Me sonrió, y yo me sentí prendada de él. No pasaron dos meses para que empezáramos a salir, y a los pocos días, nos dimos nuestro primer beso. Fue como si el tiempo se hubiera detenido, y todo lo que existía en ese momento era nosotros dos.Nuestra relación fue apasionada y intensa, y pronto descubrí que era mi primera vez. Marko fue mi primer hombre, y me hizo sentir como una reina. Me trataba con cariño y
MAXIMILIANO—Estás hablando en serio, nana—le digo—¿hay una chica en la cocina?Mi nana me mira con una expresión seria y me dice que sí, que hay una chica en la cocina y que nunca haría una broma de mal gusto como esa.—Se presentó en las horas de la tarde, diciendo que está buscando a Marko, y me mostro la foto y era nuestro Marko.Sinceramente estoy muy confundido.—Pero no entiendo nada—le digo—¿cómo puede ser que esta chica esté buscando a Marko y que sea la madre de nuestros hijos?Mi nana me dice que la verdad es que no profundizó en el tema, no quiso hacer ningún tipo de preguntas, y que me estaba esperando a mí para que me hiciera cargo de la situación.—No le he dicho nada a tus padres—me dice—te lo digo a ti para que tú te encargues de resolver el asunto.—Está bien—le digo—¿dónde está la chica?Mi nana me responde que la tiene en la habitación de la cocina.Me dirijo allá con mi nana, sin saber qué me espera sin embargo este tipo de situaciones son comunes.De todas formas