EPILOGO

Exactamente 1 año despues de proponerme matrimonio, de una manera tan diferente a la primera vez, y de verdad sincera, como un hombre enamorado, Gabriel y yo volvimos a celebrar nuestra boda. Esta vez no fue una fachada, no me tomé fotos en un hotel ni fue montando un falso escenario para fingir un gran evento.

Esta vez, la boda fue real, con invitados y votos matrimoniales reales. Esta vez, tuve un camino de rosas en el que caminé y amigos que me sonrieron y festejaron conmigo. Esta vez, tomé las manos del hombre del que estaba tontamente enamorada y recité unos votos escritos por mí misma.

Frente a un arco de flores blancas, alcé una mirada dulce hacía mi esposo y con una sonrisa completamente feliz en ellos, recité:

—Yo, Susan, afirmo amarte a ti, Gabriel. No solo eres el amor de mi vida, también has sido mi mejor amigo. Hoy me entrego a ti en matrimonio. Prometo animarte e inspirarte, reír contigo y consolarte en momentos de tristeza y lucha. Prometo amarte en las buenas y en las
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