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PIERO SANTORINI.

Me gustaba perderme un poco en la preciosa vista que me ofrecía el gran ventanal que tenía en el pent—house de uno de mis hoteles en Roma. Admiraba todo mientras tomaba de mi vaso de whisky, odiaba lo rápido que estaba pasando el tiempo y lo poco que había conseguido saber de mi Ginebra. Georgiano estaba moviendo todas y cada una de sus influencias, pero habíamos perdido tiempo valioso después de que salió de Francia, no pudimos localizarla. Pero sabíamos que se encontraba fuera porque Pierina la había visto en el aeropuerto de Alemania, había hecho una especie de escala allí. Sin embargo, no logró retenerla, como siempre su terquedad primero y no se confió de Pierina. Lo cual está bien porque se debe cuidar, pero si tan solo la hubiese escuchado, todo hubiese sido distinto. Estaría ya en mis brazos, siendo cuidada y protegida.

Le di el último sorbo a mí bebida, mientras pensaba en cual sería mi siguiente paso. Pierina había intentado todo para retenerla y contarle, c
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