—¿Le duele?—preguntó la doctora, al presionar mi costilla superior.—No, estoy bien. Solo fue el susto—respondí.—¿Segura? Estando embarazada, usted está más frágil.—interrogó.—Lo sé señorita, pero en serio estoy bien.—respondí sentándome en la camilla.—, ¿sabe usted que fue lo que sucedió en el edificio?—pregunté.—Sí, un estallido de una bomba. Por alguna razón no fue de mucho radio, era específica para un piso y departamento. —respondió—, un atentado, que desafortunada esa chica.—¿Esa chica? ¿Acaso hubo un herido?—pregunté nuevamente.—Sí, murió una chica rubia. Su nombre si mal no recuerdo era Monic, según el reportaje—respondió y sentí helar mi sangre.—, ¿se encuentra bien? ¡Esta pálida!—Estoy bien, gracias.—respondí.Mi mente se nublo, ese atentado era para mí. No para ella, había pagado unos platos rotos que no debía, la pobre a pesar de que era intensa y muy irritante no tuvo que haber muerto por mi culpa. Me sentía responsable y ni hablar de cómo me dañaba la conciencia. N
PIERO SANTORINI.Había aparcado en el estacionamiento de la residencia en la que vivía Ginebra, había sido acordonada, estaban policías y agentes de la interpol investigando supongo, también estaban los bomberos y muchos reporteros. Intente acercarme, pero Pierina me detuvo, me recordó que podrían estar vigilándonos. Le pregunté a la auxiliar que fue quién la sacó del ascensor, la había visto en el noticiero.—Disculpe señorita, ¿A dónde llevaron a la joven que sacaron del ascensor?—pregunté.—Esa es información clasificada, señor—respondió.—Señorita, soy su esposo. Vengo llegando de viaje, necesito saber en dónde se encuentra—respondí.—En ese caso, está en la clínica particular Santa Bernardita de la paz.—respondió—, si le preguntan, no lo supo por mí—respondió guiñándome el ojo.Asentí y regresé a donde me esperaba Pierina y mis hombres, les dije que buscaran la dirección de esa clínica. Nos subimos al auto y sentía como mi corazón iba a mil por hora. La sentía tan cerca que no po
El sol se había posado en lo más alto, por la pequeña rendija de la ventana se filtraban ciertos rayos que caían sobre mi rostro. Me removí incomoda y mis alarmas se activaron al sentir el peso al otro lado de la cama, me levanté asustada y lo vi dormido. Era Dom, no recordaba que se había quedado conmigo. Suspire con tranquilidad, me levanté rápidamente y tome una ducha rápida, me vestí con ropa cómoda y recogí mi cabello. Me coloque el gorro de silicón y encima la peluca de color rojo, era una caballera sumamente larga. Me coloque mis gafas de sol y junte mis cosas, guarde el arma en mi bota derecha, resguardándolo con la bota del pantalón que llevaba puesto, la aseguré aún más con el cordón de la bota. Me sentía muy extraña, era como si una fuerza extraña había tomado el control de mi cuerpo. Actuaba por impulso, pero mi conciencia se sentía tranquila.Desperté a Dom, le pedí que se alistará. Viajaríamos en tren, así no habría registro de nuestros nombres. Tiempo después habíamos d
PIERO SANTORINIHarry había encontrado unas imágenes de Ginebra saliendo de la clínica y tomando un taxi. Intentamos seguirle el rastro, a través de las cámaras de seguridad de los semáforos. Pero lo habíamos perdido en una esquina que no tenía cámara alguna. Pero para nuestra suerte, Harry logro encontrar patrones similares en la red, donde coincidían con el rostro de Ginebra. Se había quedado en un supermercado, era imposible acceder a las cámaras del mismo. Así que esperamos a que saliera, tomo otro taxi y continuamos siguiéndola hasta perderla en una carretera a las afuera de la ciudad. Golpee la pared con fuerza, estaba harto de tanta amargura y mierda. Mataría con mis propias manos al responsable de todo esto, Lenac estaba muerto. Ahora faltaba encontrar a su socio, al tal Doménico. Harry seguía buscando pistas, Pierina dormía al bebe y yo estaba muy estresado. Así que salí con Damián a buscar a Georgiano quien había venido al enterarse todo lo sucedido y sobretodo que habíamos
GINEBRA.Me encontraba congelada ante lo que había escuchado, ¿A quién le pasaba información Dom? ¿Acaso el pertenecía a los malos? Pero si así fuera, ha tenido la oportunidad de matarme. ¿Por qué no lo ha hecho? ¿Qué debía hacer? ¿Lo enfrentaba? ¿Hacia como que no escuche nada? Deje que el agua corriera por mi cuerpo, necesitaba pensar con claridad. No podía exponerme, no podía continuar tampoco con él. Era peligroso, tenía secretos. Enjuague mi cabello y termine por retirar la espuma, lo mejor sería evitar que él se enterará que había escuchado toda su conversación. Lo más prudente sería hacerle creer que no sé nada, que todo continúa igual. Recordé ese dicho “Mantén cerca a tus amigos y a tus enemigos aún más cerca” podría sacar ventaja a la situación, solo debía tener paciencia. Mantenerme alerta y evitar a toda costa que me descubriera, podría aprovecharme de la situación, le haría creer que “lo recordé” y que estoy locamente enamorada de él.Quizá así podría mantenerme a salvo,
GINEBRA.Desperté sintiendo el olor a alcohol y medicinas, me dolía todo el cuerpo y mi brazo. Me estaban pasando medicamento por mi vena, seguramente calmantes y suero. Me sentía muy mareada y mi cabeza pesaba, recobré un poco mi vista y lo vi a él. Dom me miraba con preocupación, pero a su vez temor. ¿Qué estaba ocurriendo? Una punzada muy fuerte se adueñó de mi cabeza nuevamente haciéndome cerrar los ojos por la molestia de la luz de la habitación, muchos recuerdos llenaron mi mente, era como si de una película se tratase.Me vi creciendo con los Torres, sentí el odio y rencor que les guardaba. Finalmente vi a mi verdadero padre, Georgiano. ¿Cómo era posible? ¿En qué estaba metida? Vi a ese hermoso niño, mi hermano, Gian. Había recuerdos borrosos, pero había visto nuevamente a la rubia del aeropuerto y a un chico castaño, Alessandro. Recordaba muchos rostros, pero otros estaban en blanco, como el de un hombre. Con el cual me había casado, pero no lograba descifrar su cara. Seguía b
PIERO SANTORINIMuchas veces me pregunté que me deparaba el destino, que sería de mí y mi familia. Ahora que mi padre y Petro no se encontraban a mi lado, que descansaban en paz quizás. Que Ginebra estaba cada vez más lejos de mí, que Pierina había perdido al padre de su hijo y el gran amor de su vida. Me preguntaba, ¿Valió la pena realmente hacer todo lo que hice en el pasado por construir esto? ¿Qué construí realmente? No podía negar que en su momento realmente deseaba aquello, deseaba ser temido, respetado y poderoso. No había logrado más que ganarme enemigos y perdidas, ¿Qué sentido tenía haber conseguido poder y respeto si había perdido lo más importante? ¿De qué me servía tanto dinero y objetos materiales si no tenía con quién disfrutarlo? ¿Qué hacía con miles de millones de dólares si no podía disfrutar de una vida sin atentados? Sin tener que cuidar mis espaldas las putas veinticuatro horas, sin poder salir solo y no escoltado por hombres. Tan miserable era mi vida que no podí
GINEBRA.Mis pensamientos eran una condena absoluta, descansaba en una habitación mientras me encontraba encerrada, luego de la llamada que hice a Georgiano. Dom no me creyó nada así que me golpeo para que le confesará a quién había llamado. Era un idiota, sabía que no podía hacer mucho esfuerzo físico porque me encontraba débil por la pérdida, sin embargo, logre defenderme un poco. Me había sacado de la casa inconsciente y me llevó a otro lugar, por lo que no sabía dónde nos encontrábamos. Me desesperaba el estar encerrada pero peor aún con ese psicópata, era una habitación muy pequeña y bastante cerrada. Tenía una pequeña rendija por donde entraba poco viento y luz.Seguía teniendo recuerdos de mi familia y de mi vida anterior, había un fantasma, un chico sin rostro y me abrumaba por intentar recordarlo lo antes posible pero no funcionaba. Un flashback inundó mi mente:*FLASHBACK*Amaba lo detallista que era ese rubio de ojos claros, al entrar a nuestra habitación vi una caja de ca