PIERO SANTORINI.Me gustaba perderme un poco en la preciosa vista que me ofrecía el gran ventanal que tenía en el pent—house de uno de mis hoteles en Roma. Admiraba todo mientras tomaba de mi vaso de whisky, odiaba lo rápido que estaba pasando el tiempo y lo poco que había conseguido saber de mi Ginebra. Georgiano estaba moviendo todas y cada una de sus influencias, pero habíamos perdido tiempo valioso después de que salió de Francia, no pudimos localizarla. Pero sabíamos que se encontraba fuera porque Pierina la había visto en el aeropuerto de Alemania, había hecho una especie de escala allí. Sin embargo, no logró retenerla, como siempre su terquedad primero y no se confió de Pierina. Lo cual está bien porque se debe cuidar, pero si tan solo la hubiese escuchado, todo hubiese sido distinto. Estaría ya en mis brazos, siendo cuidada y protegida.Le di el último sorbo a mí bebida, mientras pensaba en cual sería mi siguiente paso. Pierina había intentado todo para retenerla y contarle, c
Ginebra.Los días siguieron pasando y mi mente estaba más nublada que nunca, tenía las dudas carcomiéndome la cabeza. Debí haber escuchado a la rubia del aeropuerto, pude resolver alguna de mis incógnitas y no lo hice por cobarde. Ahora tenía más preguntas y ninguna respuesta. Evadía el tema intentando concentrarme en el trabajo, buscaba ocuparme de cualquier manera. Había buscado un segundo trabajo que podía hacer igual desde casa, llevando la contaduría de una empresa de extintores. Me gustaba mucho el tema matemático, pero estaba desarrollando un gusto inexplicable por la química. Así que comencé a estudiarla de poco en poco, sentía una extraña sensación de “dejavu”. Pero me gustaba, faltaba poco para mi siguiente control mensual y estaba muy nerviosa. Me daba pánico que algo estuviera fuera de lo rutinario o común, cada día que pasaba me hacía sentir más viva que nunca. Por otro lado, me gustaba ir a los controles porque escuchaba su corazón latir, era un melodioso sonido que me
PIERO SANTORINI.Me senté en frente suyo como hace tiempo no lo hacía, la observé tan linda como siempre, con ese toque sensual que la envuelve, pero sin dejar la elegancia a un lado. Se veía mucho mejor que antes, llevaba un vestido corto y ajustado por encima de su rodilla, era de un color azul tan profundo como el mar caribe. Sus tacones a juego me dieron a entender lo mucho que demoro en escogerlos y hacer que combinaran a la perfección con su vestuario. Llevaba accesorios de la misma tonalidad de sus zapatos, su cabello bien recogido y arreglado, sus uñas bien pintadas y ni hablar de su maquillaje sutil pero glamuroso. Esta mujer era todo un espectáculo, recordaba que su cabello era más oscuro, quizá lo había teñido.—Hola, Piero. —saludó sonriente, dándole un sorbo a su copa de vino.—Hola, perdona por hacerte esperar.—respondí devolviéndole la sonrisa—, Tuve percances.—¿Piero Santorini con percances? ¡Puff que novedad!—respondió con su característico humor.—Tan sarcástica com
PIERO SANTORINI.—¡Mierda!—grité con furia, tirando todo a mi alrededor, tire una mesa, unas sillas y golpee una pared. —, ¡Carajo, Margot! Confiaba en ti, pero desde que te vi hoy. Supe que había algo diferente en ti, no eras la misma. ¡Traidora!—Piero, lo siento perdóname. Solo pensé en mí y en Liam, soy mamá tengo que tener algo que ofrecerle. Te juro que después de conocerte más, me enamore de ti. Ya no quise seguir con todo esto y por eso acepté que terminaras conmigo. Ellos enloquecieron y secuestraron a Liam, si no hacia lo que ellos querían me lo quitarían para siempre. Por eso debía volver a buscarte y reconquistarte. —contó todo de prisa y llorando, hacia pequeñas pausas.—¡Lo sabía! ¡Maldita sea!—exclame molesto.—, ¿Quiénes te contrataron?—Un tal Lenac y Doménico—habló.—, Yo no sé nada más, solo ese era mi trabajo. Ellos dijeron que tú eras un narcotraficante muy poderoso, que hacías lavado de dinero y eras un asesino. ¿Es verdad?—Soy muchas cosas, Margot.—respondí limit
GINEBRA.—¿Y quién es Monic?—pregunté, dando un sorbo a mi café.—Es una amiga tuya de toda la vida—respondió mirándome a los ojos.—Mm, no recuerdo.—mentí. Si la había recordado, había experimentado una especie de flashback, en el avión. —Ya la recordaras—dijo amistoso, había algo en él que no acababa por convencerme. —, ¿Por qué escogiste Suiza?—preguntó.—Siempre me gusto y alguien me dijo que era tranquilo para vivir.—respondí con simpleza.—¡Increíble!—respondió—, ¿A qué te dedicas?—preguntó.—Soy redactora para una revista—respondí limitada, no sentía confianza en el para poder contarle a detalle mi vida privada.—, ¿Y tú? ¿Por qué tardaste tanto en contactarte conmigo? —No fue porque no quise buscarte, el terapeuta dijo que necesitabas tiempo para aclarar tu mente y no atosigarte—respondió—, Debía darte el tiempo necesario, pero no resistí más tiempo sin saber de ti.—Mm, no lo sé.—respondí.— , Se me hace extraño que nunca aparecieras, además casi me asesinan.—conté.—¿Qué? ¿c
Termine de tomar mi café matutino mientras leía la revista, mi trabajo estaba muy bien hecho. Se leía fácilmente y la redacción les hacía honor a los increíbles diseños, sonreí satisfecha mientras acariciaba mí ya notoria pancita. Hoy tenía cita en la clínica y estaba dispuesta ir con Dom, después de todo si era el padre de mi bebe merecía conocerlo. Así que le diría que fuésemos, claro que me daba un poco de miedo confiarle algo tan importante. Pero desde el café que compartimos y la pizza con Nutella, habíamos desarrollado una amistad bastante afable, me gustaba conversar con él y su compañía. Comenzaba a gustarme, me hacía sentir muy bien, querida y cuidada. Tome una ducha, relajante como tanto me gustaba. Había llenado la tina, con pétalos de rosas que me envió Dom en estos días, coloque mis sales y esencias favoritas, al bebé también le gustaba porque se enloquecía en mi pancita y me pateaba tanto como un futbolista a su pelota, mientras me relajaba en la tina coloque una pelícu
PIERO SANTORINI.Llegue al departamento que le había asignado a Harry, Pierina venia conmigo, habíamos dejado a Alessandro con su niñera. Al subir lo encontré en su ordenador tecleando muy rápido y moviendo sus manos con mucha agilidad. Lo cual me pareció admirable, saludé a Dan, uno de mis hombres que de momento lo había puesto como niñero del hacker.—Buenas tardes, señor—saludó levantando su mirada de la pantalla hacia mí, al fijarse en Pierina su rostro cambio—, Ah, señora buenas tardes también.—¿Qué encontraste? —pregunté.—Según las cámaras internas del aeropuerto y la externa de la pista de aterrizaje.—dijo mientras nos enseñaba unos videos.—, detecte el idioma en el que están escritos los avisos instructivos que se ven al fondo, es retorrománico. Una lengua nativa de Suiza.—¿Eso quiere decir que está en Suiza?—pregunté.—Sí es muy probable, no encontré accesos a las cámaras externas, las del estacionamiento para ver a donde se dirigía. Pero es una gran posibilidad que este e
—¿Le duele?—preguntó la doctora, al presionar mi costilla superior.—No, estoy bien. Solo fue el susto—respondí.—¿Segura? Estando embarazada, usted está más frágil.—interrogó.—Lo sé señorita, pero en serio estoy bien.—respondí sentándome en la camilla.—, ¿sabe usted que fue lo que sucedió en el edificio?—pregunté.—Sí, un estallido de una bomba. Por alguna razón no fue de mucho radio, era específica para un piso y departamento. —respondió—, un atentado, que desafortunada esa chica.—¿Esa chica? ¿Acaso hubo un herido?—pregunté nuevamente.—Sí, murió una chica rubia. Su nombre si mal no recuerdo era Monic, según el reportaje—respondió y sentí helar mi sangre.—, ¿se encuentra bien? ¡Esta pálida!—Estoy bien, gracias.—respondí.Mi mente se nublo, ese atentado era para mí. No para ella, había pagado unos platos rotos que no debía, la pobre a pesar de que era intensa y muy irritante no tuvo que haber muerto por mi culpa. Me sentía responsable y ni hablar de cómo me dañaba la conciencia. N