Finalmente, Dorian se apartó con cuidado, transformándose de nuevo en humano en un movimiento ágil. Se agachó junto a Somali, cubriéndola con su camisa, protegiéndola con cuidado, y luego alzó la vista hacia Saphira.Sus ojos, todavía oscuros por la angustia y en alerta, buscaron respuestas.—¿Qué fue lo que pasó? —preguntó.Saphira, que hasta entonces había observado todo en silencio, cruzó los brazos y suspiró con evidente preocupación.—Estábamos caminando —comenzó, eligiendo bien sus palabras—. Yo estaba dándole instrucciones, hablándole sobre su loba interior… trataba de explicarle cómo escucharla, cómo controlar la conexión. Somali parecía distraída, como si no me estuviera prestando atención del todo.Dorian frunció el ceño, instándola a continuar.—De repente —dijo Saphira, agitando una mano hacia el lugar donde todo había ocurrido—, simplemente... se transformó. Sin previo aviso. Parecía como si se hubiese dejado arrastrar por sus pensamientos. No fue una transformación consc
Ella bajó la mirada, luchando con su propia confusión. No recordaba el momento exacto de la transformación, pero sí recordaba el peso de sus propios pensamientos y el nudo en su pecho mientras caminaba detrás de Saphira, las imágenes que no podía borrar de su mente.Apretó las mantas entre sus dedos, como si necesitara aferrarse a algo real para no hundirse en la marea de emociones.—Estaba... sobrepensando —susurró, para luego incorporarse—. Caminaba detrás de Saphira y... recordaba todo lo que Nolan me había hecho.Dorian extendió una mano, posándola con cuidado sobre la suya, sin presionar, solo acompañándola. No dijo nada. No apresuró su dolor. Solo estuvo ahí, dándole el espacio que ella necesitaba para respirar, para juntar los pedazos de sí misma.Porque, al fin y al cabo, sanar no era algo que se exigiera. Se construía, un latido a la vez.Dorian apretó suavemente la mano de Somali, mirándola con una paciencia infinita, con esa calidez que solo él parecía ser capaz de transmit
El Laboratorio Delta-7 no era un sitio común. Oculto en las profundidades de la ciudad humana, bajo toneladas de concreto y acero, albergaba uno de los secretos mejor guardados del mundo: el lobo inmortal.Los científicos no conocían su nombre, solo lo llamaban Sujeto Alfa. No sabían que no era solo un lobo, sino una criatura más antigua que sus propias civilizaciones.Los guardias del laboratorio se jactaban de haber atrapado a la bestia más peligrosa de la historia, el lobo de la leyenda, el Alfa eterno, el salvador de su especie. Pero en lugar de liderar a su pueblo, ahora yacía en una habitación de cuatro paredes blancas, sometido a pruebas que lo destruían una y otra vez… solo para verlo sanar, solo para comprobar lo que ya sabían: no podían matarlo.El frío de la habitación era insoportable y el hedor a sangre y pólvora impregnaba el aire. En el centro, sujeto con cadenas de acero reforzadas con plata, yacía el lobo de la leyenda.Su pelaje dorado estaba cubierto de llagas abier
Los antiguos hablaban de un lobo nacido bajo el aliento de la luna. Un ser distinto a todos los demás, con un propósito que lo trascendía: proteger a su especie y restaurar el equilibrio de la tierra.No era solo una bestia de colmillos afilados y fuerza sobrenatural. Era la encarnación de la voluntad de la naturaleza, un espíritu ligado a los bosques y montañas, al río y al viento. Su sangre no era solo lobuna, sino un eco de los dioses primordiales, aquellos que crearon el mundo antes de que la humanidad lo reclamara.Sin embargo, los humanos nunca comprendieron.Hubo un tiempo en que los lobos y los humanos compartieron el mundo sin necesidad de violencia. Los bosques eran vastos, los ríos corrían libres y el equilibrio se mantenía. Los lobos no eran simplemente depredadores: eran los guardianes de la vida misma.Pero los humanos olvidaron su lugar. Se expandieron sin medida, talaron los bosques, secaron los ríos, mataron más de lo necesario. El equilibrio se rompió.Cuando los lob
Desde que tenía memoria, Somali nunca encajó.No era solo una sensación pasajera, un malestar común de la infancia o la adolescencia. Era una certeza. Desde que era niña, había sentido que su existencia se desarrollaba en una frecuencia diferente a la de los demás. Sus sentidos eran demasiado agudos, su instinto demasiado fuerte, su percepción del mundo demasiado intensa.Los sonidos eran más nítidos para ella, los olores más penetrantes, las luces más cegadoras. Podía escuchar conversaciones en susurros al otro lado de la habitación, distinguir ingredientes en una comida con solo olerla, notar cambios imperceptibles en el comportamiento de la gente.Pero eso solo la volvió extraña ante los ojos de los demás."Qué rara es.""¿Cómo lo escuchó si no lo dije tan fuerte?""Ella no es normal."Creció aislada, observando más que participando, escuchando más que hablando. Aprendió a fingir, a modular sus reacciones, a pretender que era como los demás. Pero en su interior, siempre supo que no
Desde aquella noche, Somali no pudo dejar de vigilarlo. Día y noche, sin importar la hora, siempre encontraba un momento para observarlo, incluso en la madrugada. Pero no volvió a ver a aquel hombre que se había aparecido en la habitación. Solo veía un lobo. Un lobo eterno.Esto la frustraba profundamente. ¿Realmente se estaba volviendo loca? ¿Acaso todo lo que veía dentro de ese laboratorio la estaba afectando más de lo que creía? No podía entender cómo había sido capaz de dejarse engañar por su propia imaginación. Se preguntó una y otra vez si todo lo que había presenciado aquella vez fue real o si simplemente lo había soñado.Durante mucho tiempo, siguió observándolo sin encontrar ninguna señal de que lo que había visto antes hubiera sido cierto. Ni una sola vez volvió a ver a ese hombre. Y empezó a pensar que tal vez lo había imaginado, que su mente le había jugado una trampa en medio de la noche, que todo había sido producto del cansancio o de un sueño demasiado vívido.Pero ento
Desde aquella noche, Somali no dejó de visitar al Sujeto Alfa. No importaba cuán tarde fuera, si tenía sueño o si el cansancio pesaba sobre sus hombros, pues siempre encontraba una excusa para ir a verlo. Aunque él nunca volvió a transformarse en humano ante sus ojos, aunque nunca le habló ni le dio señales de entender sus palabras, ella continuó con su rutina de contarle todo.Le hablaba de su día en el laboratorio, de lo monótono y aburrido que era su trabajo, de la frustración que sentía cada vez que lo veía sufrir bajo los experimentos. Le confesaba que no sabía si su presencia le hacía bien o mal, si sus palabras significaban algo para él o si simplemente hablaba para desahogarse con un lobo que no tenía opción más que escucharla. Pero cada vez que veía sus ojos dorados fijos en ella, inmóviles pero atentos, sentía en el fondo de su corazón que sí la entendía, que sí la escuchaba, aunque jamás pudiera responderle.Con el tiempo, el Sujeto Alfa se convirtió en una presencia esenci
Hundió su rostro en su grueso pelaje, sintiendo su calor, su presencia. Era enorme, imponente, mucho más grande que cualquier lobo ordinario, pero en ese momento, para ella, se sentía como un refugio, como la única cosa en el mundo que tenía sentido.Y en ese abrazo silencioso, en medio de la oscuridad del laboratorio, Somali supo que nunca más lo dejaría solo.Sin darse cuenta, Somali se quedó dormida allí, en la habitación del Sujeto Alfa. Su cuerpo, agotado por el estrés y la angustia de los últimos días, cedió sin resistencia al sueño. La calidez del lobo, su presencia imponente y silenciosa, la envolvieron como un refugio en medio de un mundo cruel. No supo cuánto tiempo pasó, solo que en algún momento la oscuridad del sueño la arrastró sin pedir permiso.Pero, de repente, en algún punto de la madrugada, se despertó.No fue un despertar brusco, sino un deslizarse lento fuera del letargo, como si su mente luchara por aferrarse al sueño mientras la realidad la reclamaba. Sus párpad