—Freya —articuló de nuevo Somali—. Si tienes algo que decir, dilo. No tengas miedo, ni vergüenza. Puedes hablarme con confianza.—No siento temor —declaró Freya—. Pero la respeto, porque respeto al Alfa.—Sí, lo entiendo. Pero cualquier molestia o inquietud que tengas, puedes decírmelo de frente.Freya se quedó callada por un instante, para luego tomarle la palabra.—Usted estuvo fuera del Clan durante años, así que, no conoce nuestras costumbres, nuestras heridas, ni las decisiones que tuvimos que tomar durante su ausencia —hablaba sin alzar la voz, pero cada palabra tenía filo—. Y, de pronto, regresó para tomar su lugar de Luna. La pareja del Alfa. Quizás los demás lo aceptaron sin rechistar porque adoran al Alfa y saben que él daría... la vida por usted, pero yo la conocí cuando aún nadie sabía de su verdadera posición, y usted se ha comportado muy mal con el Alfa.Somali asintió lentamente, aceptando la perspectiba de Freya.—Tienes razón —replicó—. Y lo siento por eso...—No debe
—No digas, eso —articuló Somali—. No le restes importancia a tus sentimientos.—A decir verdad, no entiendo por qué me pregunta tal cosa, Luna...—Es que... tener que reprimir algo que sientes... esconderlo como si no tuviera derecho a existir... me parece muy injusto —manifestó.Freya no respondió enseguida. Mantuvo la cabeza gacha, con los ojos fijos en un punto del suelo como si buscaran refugio en lo inerte. —Las cosas que no tienen sentido... no merecen espacio. —No me pareces alguien que siente cosas sin sentido —respondió Somali con suavidad—. Me pareces fuerte, y valiente. Pero también humana. Loba, sí, pero con corazón. No deberías tener que cargar sola con lo que sientes.Freya se irguió de inmediato. Su rostro, sereno, ya no era triste. Era frío.—Le agradezco su preocupación, pero, con todo respeto, prefiero no hablar de eso. Hay cosas que no me corresponde discutir. No tienen importancia.—Tú tienes importancia —insistió Somali, dando un paso más cerca—. Esto no es una
Fue en la tercera semana de vigilancia cuando Somali cambió de estrategia. La vigilancia lejana, los silencios, los seguimientos a distancia ya no bastaban. Ronan no mostraba fisuras. Si había un defecto en su fachada, estaba bien escondido detrás de la cortesía, de esa compostura inquebrantable que desesperaba a cualquiera que intentara mirar más allá.Así que decidió cambiar el ángulo. Acercarse no como una compañera o Luna del Clan, ni como una loba agradecida. Sino como alguien que buscaba conexión. Como alguien rota. Vulnerable. Perdida.El primer gesto fue simple: se sentó cerca de él en el claro donde compartían los restos de una cacería. Algunos miembros del Clan aún estaban devorando trozos de carne recién cocida en la hoguera improvisada, mientras otros se alejaban en parejas o grupos reducidos, siguiendo sus propios asuntos.Somali se quedó. Ronan también. Fingió que era casual, que solo estaba descansando. Dejó que su presencia invadiera su espacio, sin forzar palabras. Ro
El Laboratorio Delta-7 no era un sitio común. Oculto en las profundidades de la ciudad humana, bajo toneladas de concreto y acero, albergaba uno de los secretos mejor guardados del mundo: el lobo inmortal.Los científicos no conocían su nombre, solo lo llamaban Sujeto Alfa. No sabían que no era solo un lobo, sino una criatura más antigua que sus propias civilizaciones.Los guardias del laboratorio se jactaban de haber atrapado a la bestia más peligrosa de la historia, el lobo de la leyenda, el Alfa eterno, el salvador de su especie. Pero en lugar de liderar a su pueblo, ahora yacía en una habitación de cuatro paredes blancas, sometido a pruebas que lo destruían una y otra vez… solo para verlo sanar, solo para comprobar lo que ya sabían: no podían matarlo.El frío de la habitación era insoportable y el hedor a sangre y pólvora impregnaba el aire. En el centro, sujeto con cadenas de acero reforzadas con plata, yacía el lobo de la leyenda.Su pelaje dorado estaba cubierto de llagas abier
Los antiguos hablaban de un lobo nacido bajo el aliento de la luna. Un ser distinto a todos los demás, con un propósito que lo trascendía: proteger a su especie y restaurar el equilibrio de la tierra.No era solo una bestia de colmillos afilados y fuerza sobrenatural. Era la encarnación de la voluntad de la naturaleza, un espíritu ligado a los bosques y montañas, al río y al viento. Su sangre no era solo lobuna, sino un eco de los dioses primordiales, aquellos que crearon el mundo antes de que la humanidad lo reclamara.Sin embargo, los humanos nunca comprendieron.Hubo un tiempo en que los lobos y los humanos compartieron el mundo sin necesidad de violencia. Los bosques eran vastos, los ríos corrían libres y el equilibrio se mantenía. Los lobos no eran simplemente depredadores: eran los guardianes de la vida misma.Pero los humanos olvidaron su lugar. Se expandieron sin medida, talaron los bosques, secaron los ríos, mataron más de lo necesario. El equilibrio se rompió.Cuando los lob
Desde que tenía memoria, Somali nunca encajó.No era solo una sensación pasajera, un malestar común de la infancia o la adolescencia. Era una certeza. Desde que era niña, había sentido que su existencia se desarrollaba en una frecuencia diferente a la de los demás. Sus sentidos eran demasiado agudos, su instinto demasiado fuerte, su percepción del mundo demasiado intensa.Los sonidos eran más nítidos para ella, los olores más penetrantes, las luces más cegadoras. Podía escuchar conversaciones en susurros al otro lado de la habitación, distinguir ingredientes en una comida con solo olerla, notar cambios imperceptibles en el comportamiento de la gente.Pero eso solo la volvió extraña ante los ojos de los demás."Qué rara es.""¿Cómo lo escuchó si no lo dije tan fuerte?""Ella no es normal."Creció aislada, observando más que participando, escuchando más que hablando. Aprendió a fingir, a modular sus reacciones, a pretender que era como los demás. Pero en su interior, siempre supo que no
Desde aquella noche, Somali no pudo dejar de vigilarlo. Día y noche, sin importar la hora, siempre encontraba un momento para observarlo, incluso en la madrugada. Pero no volvió a ver a aquel hombre que se había aparecido en la habitación. Solo veía un lobo. Un lobo eterno.Esto la frustraba profundamente. ¿Realmente se estaba volviendo loca? ¿Acaso todo lo que veía dentro de ese laboratorio la estaba afectando más de lo que creía? No podía entender cómo había sido capaz de dejarse engañar por su propia imaginación. Se preguntó una y otra vez si todo lo que había presenciado aquella vez fue real o si simplemente lo había soñado.Durante mucho tiempo, siguió observándolo sin encontrar ninguna señal de que lo que había visto antes hubiera sido cierto. Ni una sola vez volvió a ver a ese hombre. Y empezó a pensar que tal vez lo había imaginado, que su mente le había jugado una trampa en medio de la noche, que todo había sido producto del cansancio o de un sueño demasiado vívido.Pero ento
Desde aquella noche, Somali no dejó de visitar al Sujeto Alfa. No importaba cuán tarde fuera, si tenía sueño o si el cansancio pesaba sobre sus hombros, pues siempre encontraba una excusa para ir a verlo. Aunque él nunca volvió a transformarse en humano ante sus ojos, aunque nunca le habló ni le dio señales de entender sus palabras, ella continuó con su rutina de contarle todo.Le hablaba de su día en el laboratorio, de lo monótono y aburrido que era su trabajo, de la frustración que sentía cada vez que lo veía sufrir bajo los experimentos. Le confesaba que no sabía si su presencia le hacía bien o mal, si sus palabras significaban algo para él o si simplemente hablaba para desahogarse con un lobo que no tenía opción más que escucharla. Pero cada vez que veía sus ojos dorados fijos en ella, inmóviles pero atentos, sentía en el fondo de su corazón que sí la entendía, que sí la escuchaba, aunque jamás pudiera responderle.Con el tiempo, el Sujeto Alfa se convirtió en una presencia esenci