C86: Yo pertenezco a tu lado.

La noche había terminado en un estallido de risas, brindis y celebración. Las antorchas aún humeaban afuera, el eco de los tambores y los pasos de la danza tribal se extinguían como un sueño cálido. Pero dentro de la casa que compartían, la quietud reinaba. Apenas el crepitar de la leña en el hogar rompía el silencio. Dorian cerró la puerta tras ellos con un suspiro profundo, como si el peso de la noche se le deslizara por la espalda. Somali ya se había descalzado y sus pies se deslizaron con gracia sobre la madera mientras se soltaba lentamente el cabello.

—Fue una noche larga —murmuró ella, recogiendo una manta caída del respaldo del sofá—. Todos parecían felices.

—Están orgullosos de ti —respondió Dorian, acercándose por detrás, sin tocarla todavía—. No solo por ser su Luna, sino porque sienten que por fin alguien los ve. Tú los ves. Y eso les devuelve esperanza.

Somali sonrió apenas, sin girarse del todo.

—Pero... ¿no me verán como alguien que no pertenece aquí? Digo, yo no crecí
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