2. HOLA.

—¿Qué hiciste? ¿Por qué le dijiste?

—Porque no decirle, que razón tengo para ocultarle a mi hijo que tiene un sobrino.

—Porque no es tu hijo, es mío. Y yo no quiero que haga parte de este mundo.

—Ese niño es parte de este mundo desde el día que nació. Pero lo más importante Alice es que ese niño es parte de nuestra familia y tú nos has negado durante 4 años, verlo, abrazarlo, jugar con él y me quitaste a tu madre y a mi, ese derecho a ser abuelos. No me digas que no tengo derecho, porque si lo tengo.

—Debiste decirme que eso era lo que querías, pero no exponerme de esta forma.

—¿Acaso crees que para tu hermano esto no es importante?

Me quedé en silencio y aunque intente decirle muchas cosas a mi padre, intente decirle la verdad, intente ser honesta y soltar todo eso que me estaba oprimiendo el pecho. Pero no quería que mi padre siguiera sumando decepciones.

Desde que tengo uso de razón, he sido una hija muy desgastante, siempre estaba en conflicto con mis maestros, en conflicto con mis compañeros, en conflicto con todos, menos con él. De alguna forma Stan era mi refugio, Stan estaba siempre para apoyarme y entenderme, siempre supo porque yo me comportaba de esa manera, siempre supo que mi comportamiento no era por simple rebeldía y gracias a él fue que todo cambio para mi, Stan se tomó el tiempo de actuar por mi y mi actitud cambio.

El conductor nos está llevando a mi padre y a mi hasta la casa, recuerdo el camino perfectamente y entonces cuando ingresamos allí está, al fondo por un segundo sendero se alcanza a ver la casa de Stan, es una casa más pequeña que la de mis padres una que el mando a construir para vivir junto a ellos. Me pregunto si aún vive allí.

—Tu hermano sigue viviendo allí, pero ahora vive junto a Paris, al principio creímos que se negaría, porque estaba muy cerca a nosotros, pero aceptó rápidamente, ella lo cuida muy bien y se aman.

—Me alegro por Stan, espero que sea feliz.

—No lo es, no desde que te fuiste. Se volvió odioso y algo grosero con las personas, tuvimos que hablar con él. Creo que le molesto que te fueras sin decir nada y que estuvieses por más de un año fuera de nuestro radar.

—No tenía que darle explicaciones a él, a mi padre tal vez. Pero a él no.

—Es tu hermano y sabes que te apoyó cuando más lo necesitaste.

Las puertas del vehículo se abrieron y allí estaba de pie junto a la puerta, no pude evitar que mis manos sudaban, estaba nerviosa, tenía miedo, 4 años sin verla, mi madre. Pero ella estaba allí con esa sonrisa de siempre, esa simpatía tan única en ella.

—Hola.

—¿Hola? Soy tu madre, creo que merezco un abrazo —y esa sonrisa de oro me hizo sonreír.

—Te amo mamá, te extrañe.

—Yo a ti mi princesa. Ven sigue, que tengo un invitado de honor que no ha querido hablarme para nada.

El recibidor ya no es igual a como estaba el último día que lo vi, ahora estaba lleno de fotos mías y de Stan, otras de mis padres. Pero al final había una foto imponente y elegante, una foto de los 4 que nos habían tomado 15 días antes de mi partida para un artículo en una de esas revistas de gente linda y famosa.

—¿Nos vemos hermosos verdad? —Es mi madre la que me saca de mis pensamientos, aunque en realidad estaba concentrada mirando esos ojos de Stan—. Aunque ya es hora de cambiarla, tenemos un nuevo miembro y es hora de que todos lo sepan.

Intento decirle algo, pero no se que puedo decir, ella tiene razón. Si tengo que asumir mi posición ante la junta y ante la sociedad, debo presentar a mi hijo y blindarlo que todo ataque que quieran hacer usandolo como blanco.

Cuando llegó a la sala, los muebles son nuevos y algo más minimalistas, comparados con los últimos que había visto. Allí sentado en uno de los 3 sofás lo veo, tan pequeño y tan tierno como es, sus ojos son idénticos a los de su padre y el miedo se instala en mi pecho, tengo un miedo que me está quemando y no quiero que mi pequeño sufra.

—Señortia Alice, lo siento. Los guardias llegaron acompañados de su madre y nos ordenaron venir… Yo… Yo no pude evitarlo.

Le sonrío a Antonia, la niñera de mi pequeño y mi amiga, esa amiga que se volvió mi amiga desde el día que mi luz nació.

—No te preocupes, no es tu culpa. ¿Ya te asignaron una habitación?

—Si, gracias.

—Puedes retirarte y tomarte lo que queda del día.

—Pero el niño debe…

—Yo me encargo de sus tareas, tranquila.

Me acerco y mi presencia lo distrae de los dibujos animados que estaba viendo en la televisión.

—Hola.

—Hola. ¿Cómo estás?

—Molesto.

—¿Por qué?

—Esas personas nos sacaron del hotel y ni siquiera se presentaron mamá, es demasiada descortesía.

—Entonces, eres todo un caballero —interrumpe mi padre.

—Debo serlo, soy el caballero de mi madre y lo que hicieron fue irrespetuoso.

Sonrío por dentro pero es inevitable que este pequeño tenga una lengua tan afilada, para su edad es demasiado inteligente, está por encima del promedio y eso es fascinante.

—Quiero presentarte unas personas.

—De acuerdo —apago el televisor y se puso de pie, me tomó de la mano y me jaló hacía él, sabía que solo quería un abrazo y lo tomé en mis brazos, justo cuando ingresaban más personas al lugar. Stan y Paris.

Sus ojos se clavan en los míos y mi niño, mi pequeño que está metido entre mi cuello. No quiero que lo vea, no quiero que Stan se haga ideas equivocadas, pero sé que va a ser inevitable.

—¡Llegaron! —mi madre sonríe ampliamente y se abraza de Paris, es obvio que se quieren—. Vamos a cenar.

—Creo que es momento de que sepamos del niño —dice molesto, sus ojos están inyectados de sangre y mis piernas tiemblan. Lo odio, odio que logre ponerme de ese modo, odio que su sola presencia me debilite, odio que con una mirada me doblegue.

Mi pequeño, que escuchó las palabras se enderezo entre mis brazos y volteo su rostro, quedando expuesto ante todos. Casi parecía que sus serias miradas estaban batallando.

—Les presento a Ismael, es mi hijo. Hijo, ellos son tus abuelos y tu tío.

Ismael se continuó mirando fijamente a Stan que estaba rojo de ira.

—Mucho gusto, soy Ismael.

—¿Podemos? —preguntó tímido mi padre, acercándose a mi pequeño y estirando sus brazos para tomarlo entre los suyos.

—¿Tu eres mi abuelo?

—Si, soy tu abuelo —vi las lágrimas de mi padre y me di cuenta que tal vez mi orgullo y mi dolor, ese que seguía intacto habían llegado demasiado lejos, había separado a mi hijo de una gran familia.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo