—¿Qué hiciste? ¿Por qué le dijiste?
—Porque no decirle, que razón tengo para ocultarle a mi hijo que tiene un sobrino.
—Porque no es tu hijo, es mío. Y yo no quiero que haga parte de este mundo.
—Ese niño es parte de este mundo desde el día que nació. Pero lo más importante Alice es que ese niño es parte de nuestra familia y tú nos has negado durante 4 años, verlo, abrazarlo, jugar con él y me quitaste a tu madre y a mi, ese derecho a ser abuelos. No me digas que no tengo derecho, porque si lo tengo.
—Debiste decirme que eso era lo que querías, pero no exponerme de esta forma.
—¿Acaso crees que para tu hermano esto no es importante?
Me quedé en silencio y aunque intente decirle muchas cosas a mi padre, intente decirle la verdad, intente ser honesta y soltar todo eso que me estaba oprimiendo el pecho. Pero no quería que mi padre siguiera sumando decepciones.
Desde que tengo uso de razón, he sido una hija muy desgastante, siempre estaba en conflicto con mis maestros, en conflicto con mis compañeros, en conflicto con todos, menos con él. De alguna forma Stan era mi refugio, Stan estaba siempre para apoyarme y entenderme, siempre supo porque yo me comportaba de esa manera, siempre supo que mi comportamiento no era por simple rebeldía y gracias a él fue que todo cambio para mi, Stan se tomó el tiempo de actuar por mi y mi actitud cambio.
El conductor nos está llevando a mi padre y a mi hasta la casa, recuerdo el camino perfectamente y entonces cuando ingresamos allí está, al fondo por un segundo sendero se alcanza a ver la casa de Stan, es una casa más pequeña que la de mis padres una que el mando a construir para vivir junto a ellos. Me pregunto si aún vive allí.
—Tu hermano sigue viviendo allí, pero ahora vive junto a Paris, al principio creímos que se negaría, porque estaba muy cerca a nosotros, pero aceptó rápidamente, ella lo cuida muy bien y se aman.
—Me alegro por Stan, espero que sea feliz.
—No lo es, no desde que te fuiste. Se volvió odioso y algo grosero con las personas, tuvimos que hablar con él. Creo que le molesto que te fueras sin decir nada y que estuvieses por más de un año fuera de nuestro radar.
—No tenía que darle explicaciones a él, a mi padre tal vez. Pero a él no.
—Es tu hermano y sabes que te apoyó cuando más lo necesitaste.
Las puertas del vehículo se abrieron y allí estaba de pie junto a la puerta, no pude evitar que mis manos sudaban, estaba nerviosa, tenía miedo, 4 años sin verla, mi madre. Pero ella estaba allí con esa sonrisa de siempre, esa simpatía tan única en ella.
—Hola.
—¿Hola? Soy tu madre, creo que merezco un abrazo —y esa sonrisa de oro me hizo sonreír.
—Te amo mamá, te extrañe.
—Yo a ti mi princesa. Ven sigue, que tengo un invitado de honor que no ha querido hablarme para nada.
El recibidor ya no es igual a como estaba el último día que lo vi, ahora estaba lleno de fotos mías y de Stan, otras de mis padres. Pero al final había una foto imponente y elegante, una foto de los 4 que nos habían tomado 15 días antes de mi partida para un artículo en una de esas revistas de gente linda y famosa.
—¿Nos vemos hermosos verdad? —Es mi madre la que me saca de mis pensamientos, aunque en realidad estaba concentrada mirando esos ojos de Stan—. Aunque ya es hora de cambiarla, tenemos un nuevo miembro y es hora de que todos lo sepan.
Intento decirle algo, pero no se que puedo decir, ella tiene razón. Si tengo que asumir mi posición ante la junta y ante la sociedad, debo presentar a mi hijo y blindarlo que todo ataque que quieran hacer usandolo como blanco.
Cuando llegó a la sala, los muebles son nuevos y algo más minimalistas, comparados con los últimos que había visto. Allí sentado en uno de los 3 sofás lo veo, tan pequeño y tan tierno como es, sus ojos son idénticos a los de su padre y el miedo se instala en mi pecho, tengo un miedo que me está quemando y no quiero que mi pequeño sufra.
—Señortia Alice, lo siento. Los guardias llegaron acompañados de su madre y nos ordenaron venir… Yo… Yo no pude evitarlo.
Le sonrío a Antonia, la niñera de mi pequeño y mi amiga, esa amiga que se volvió mi amiga desde el día que mi luz nació.
—No te preocupes, no es tu culpa. ¿Ya te asignaron una habitación?
—Si, gracias.
—Puedes retirarte y tomarte lo que queda del día.
—Pero el niño debe…
—Yo me encargo de sus tareas, tranquila.
Me acerco y mi presencia lo distrae de los dibujos animados que estaba viendo en la televisión.
—Hola.
—Hola. ¿Cómo estás?
—Molesto.
—¿Por qué?
—Esas personas nos sacaron del hotel y ni siquiera se presentaron mamá, es demasiada descortesía.
—Entonces, eres todo un caballero —interrumpe mi padre.
—Debo serlo, soy el caballero de mi madre y lo que hicieron fue irrespetuoso.
Sonrío por dentro pero es inevitable que este pequeño tenga una lengua tan afilada, para su edad es demasiado inteligente, está por encima del promedio y eso es fascinante.
—Quiero presentarte unas personas.
—De acuerdo —apago el televisor y se puso de pie, me tomó de la mano y me jaló hacía él, sabía que solo quería un abrazo y lo tomé en mis brazos, justo cuando ingresaban más personas al lugar. Stan y Paris.
Sus ojos se clavan en los míos y mi niño, mi pequeño que está metido entre mi cuello. No quiero que lo vea, no quiero que Stan se haga ideas equivocadas, pero sé que va a ser inevitable.
—¡Llegaron! —mi madre sonríe ampliamente y se abraza de Paris, es obvio que se quieren—. Vamos a cenar.
—Creo que es momento de que sepamos del niño —dice molesto, sus ojos están inyectados de sangre y mis piernas tiemblan. Lo odio, odio que logre ponerme de ese modo, odio que su sola presencia me debilite, odio que con una mirada me doblegue.
Mi pequeño, que escuchó las palabras se enderezo entre mis brazos y volteo su rostro, quedando expuesto ante todos. Casi parecía que sus serias miradas estaban batallando.
—Les presento a Ismael, es mi hijo. Hijo, ellos son tus abuelos y tu tío.
Ismael se continuó mirando fijamente a Stan que estaba rojo de ira.
—Mucho gusto, soy Ismael.
—¿Podemos? —preguntó tímido mi padre, acercándose a mi pequeño y estirando sus brazos para tomarlo entre los suyos.
—¿Tu eres mi abuelo?
—Si, soy tu abuelo —vi las lágrimas de mi padre y me di cuenta que tal vez mi orgullo y mi dolor, ese que seguía intacto habían llegado demasiado lejos, había separado a mi hijo de una gran familia.
Durante la cena mis padres le hicieron cientos de preguntas a Ismael, preguntas que iban de lo básico a lo más complejo, preguntas que él respondía con toda la inteligencia de la que era dueño.Mis padres quedaron sorprendidos por su habilidad y carisma, parecía un niño frío o poco sociable pero una vez que se sentía en confianza era demasiado alegre y relajado.—Queremos mostrarte algo.—Claro.Se pusieron de pie y los seguimos, varias puestas después estaba allí una habitación solo para jugar, llena de todo tipo de juguetes y videojuegos, tenía una pequeña casa allí adentro y el piso era como el cielo, el techo como el espacio y casi parecía que estábamos en otro lugar.Por primera vez en mi vida, vi a mi padre ponerse de rodillas ante alguien y fue ante mi pequeño.—Ismael, eres inteligente y sé que comprenderás que esto no compensa el tiempo que estuvimos lejos y no pudimos ser tus abuelos, pero esto es una muestra mínima del amor que sentimos por tu y de lo que estamos dispuestos
Mi primer ataque de pánico lo tuve a los 7 años, fue Stan quién me ayudó, luego de esos, llegaron muchos más. Y siempre estuvo allí para mi, se que hacerme a la idea de que Stan tiene una vida, una vida propia y aparte de mi es lo normal, es como debían ser las cosas, pero me cuesta porque de alguna manera estar lejos me hizo creer que él estaba igual que yo, solo.Abro la puerta de la que siempre fue mi habitación y enciendo la luz, limpió las lágrimas que salen dolorosas de mis ojos y queman en mis manos que están temblando, lo veo en todas partes.Cada cosa sigue intacta, el cuarto es tan grande que parece un pequeño departamento.Veo las paredes, el piso, la cama, los tendidos, el armario, los posters, miro todo y siendo que todo me está dando vueltas, me sostengo de la cama con fuerza y sin darme cuenta estoy de rodillas en el suelo, llorando de nuevo. Llorando por él.Lloró porque de alguna manera lo deje ir, lloró porque me duele saber que pudo seguir sin mí, lloró porque ante
Nuestras frentes están unidas y el calor de su mano, no me abandona, no entiendo ni sé y tampoco quiero entender ni saber, porque Alice no ha quitado su mano de allí, porque se siente malditamente bien.—¿Stan? ¿Estás aquí? —La voz de Paris hace que Alice me suelte y la magia se rompa por completo.Me siento impotente, verla y tenerla tan cerca, sentirla aunque fuese en una mínima parte de su cuerpo, me llevo al cielo, me llevo al pasado, mis pies se despegaron del suelo y escape por un segundo a ese lugar seguro que eran estar entre sus brazos.—Debo irme —la escucho decir y la veo perderse en medio de los amplios jardines de mi padre.Sin embargo su aroma queda en mi.—¿Por qué sigues aquí? —siento los brazos de Paris rodearme.—Estaba mirando unos detalles de la construcción.—Entiendo —dice Paris, mientras me rodea con sus largos y finos brazos por la espalda.—¿Pero qué? —La conozco muy bien y sé que su escueto comentario viene acompañado de una parte racional que yo no he visto.
Voy caminando por el parque, es un parque bastante alejado de la bulliciosa y caótica ciudad, cada día que salía del colegio venía hasta acá para tener algo de paz y calma. Fue doloroso venir, pero necesario. De esa manera evitaba destruirme de maneras menos ortodoxas, como vomitar todo lo que comía o golpearme el cuerpo con mis propias manos, todo para sentirme menos sucia.Porque en esa época de mi vida, siempre me culpe de todo lo que me había sucedido.Inclusive cuando los terapeutas que pagaba Stan a escondidas de nuestros padres, me decían que no.Venir y pararme frente al lago y lanzarle comida a los patos me daba cierta paz que no encontraba ni siquiera en sus brazos. Tal vez porque estaba sola y no tenía miedo, aquí en este lugar no tengo miedo, me siento en la banca que siempre me sentaba y sonrío recordando a Aiden. Sus finos modales y la gracia con la que me hablaba eran admirables, parecía que nada le daba pena y a nada le tenía miedo.Excepto claro, a Stan, que siempre e
Regreso tan pronto rápido como puedo a casa, llego agitada y con lágrimas en mi rostro, lastimosamente el primero con el que me topo es Stan, que al verme tan agitada se acerca preocupado, limpia las lágrimas de mis mejillas y le pide a los empleados que me traigan agua.—Alice, debes calmarte. ¿Qué sucede?—Es… Es Aiden… Él… Dios, ¿cómo pude ser tan estúpida? No debí regresar nunca.—¡Alice! ¡Alice! Mírame —sé que Stan me llama, pero tengo los ojos fijos en la nada, estoy pensando demasiadas cosas al tiempo y sin duda la posibilidad de que Aiden me quite al único rayo de luz que existe en mi vida.—Tengo que hacer algo, no puedo dejar que…—¿Qué hizo Aiden? ¿Qué te hizo? —la última pregunta entra en mi pecho y lo atraviesa, allí es donde me doy cuenta que si algo va a suceder es por mi culpa y nada más, no es culpa de nadie más que mía.—Aiden es bueno y lo sabes Stan —le digo mientras cierro los ojos y niego con mi cabeza, veo que me extiende el vaso de agua y lo bebo—. El siempre h
Estaba frente a la casa de la familia Harper, las rejas eran tan imponentes como las de la casa en la que yo había crecido. No sabía si me dejarían entrar luego de anunciar mi llegada, habían pasado dos días desde mi encuentro en el parque con Alice. Casi parecía que los años no habían pasado, sus ojos brillaban con esa chispa que me había enamorado desde el primer día que la vi, allí mismo sentada y lanzando comida a los patos.Cuando las rejas se abren, para que podamos ingresar a la enorme propiedad, mi corazón late muy deprisa. No sé qué va a suceder.Al bajarme del auto, veo en la puerta al señor Harper, con esa sonrisa tan amable y cálida de siempre.—Aide, hijo, que placer volver a verte luego de tantos años.—Señor Harper, es un gusto verlo.—No me digas señor, sabes que puedes llamarme por mi nombre.—Gracias por la confianza.—Sigue, sigue. Tenemos mucho que conversar.Ingresamos y la casa es muy diferente, pasamos por las puertas y reconozco la que era la habitación de Alic
Cuando vi entrar a Aiden a la piscina, me imagine lo peor, busque a mi pequeño y lo tomé en brazos, me aferre con fuerza a su frágil cuerpo, pero luego me di cuenta que Aiden estaba calmado y venía solo, así que no iba a intentar una locura allí mismo.Sentí como sus ojos recorrieron mi cuerpo, me sentí como una adolescente y algo en mi interior se calento, 4 años sin sexo y sin ser tocada por un hombre, estaban pasando factura.Con Aiden y Stan a mi alrededor, tal vez sería cuestión de tiempo para caer en las redes de alguno de ellos dos. Estaban jugando sucio conmigo y yo soy demasiado débil.Verlo hablar con Ismael, fue fascinante, tienen la misma actitud, honestos y francos al hablar, lo que para los demás parece una ofensa para ellos no es más que un mal chiste. Tiene más cosas en común de lo que yo misma podía recordar y sobre todo esa sonrisa tan tranquila.Pregunté por Stan, que también había entrado a la piscina y me dijeron que había decidido salir a tomar el almuerzo con Pa
La noche llega a mis ojos, estoy sentada en una silla frente a la ventana, tengo una taza de té entre mis manos y contemplo desde mi habitación la única luz encendida en la casa de Stan, son casi las 12 de la noche, tengo que madrugar para iniciar con mi entrenamiento, pero no puedo dormir.Estoy mal de la cabeza y lo sé, pero de mi cabeza no sale la imagen de Stan sobre mi, sus labios casi los puedo seguir sintiendo. Mi pecho se acelera, pero entonces esos labios se cruzan con los de Aiden, que son casi como un algodón, cierro mis ojos y no puedo evitar fantasear con besarlos y estar de nuevo entre sus brazos.Tomó una bocanada de aire y mis recuerdos son más fuertes, me voy hasta esa noche en la que salí de aquí y aprieto con algo de fuerza las sabanas.Muerdo mis labios y aprieto mis piernas, me quedo en esa posición, buscando un poco de calma, pero no la encuentro. Simplemente no puedo sacar los recuerdos de Stan desnudo debajo mío, no puedo olvidar esos tatuajes tan bien cubierto