Me quedo de pie mirando la puerta, entran y salen personas del edificio, todos elegantes y muy formales, mientras que estoy aquí con mi casco en la mano y con la ropa no tan formal como debía haber usado para presentarme ante mi padre luego de 4 años de ausencia.
Se que mi padre no se va a molestar por verme así, siempre supo que no era la clase de chica que usaba tacones o faldas.
Pero se que cuando Stan me vea, se pondrá tan molesto como un troglodita y aunque no quiero subir, mi deber es el cargo de todo lo que mi padre ya no quiere, debo ser adulta aunque llevo siéndolo hace un tiempo una adulta muy ocupada y muy comprometida con mi vida, una que no quiere ser lastimada, pero que se que va a sufrir al final de todo esto.
—¡Señorita Alice, qué placer verla! —veo a Susanita, la asistente de mi padre desde que tengo uso de razón— Sus ojos brillan como siempre, esa alegría, la extrañe tanto, no tenía a quién darle los dulces de café.
—¿Aún los tienes?
—Una bolsa, siempre guardé la esperanza —la escucho decir orgullosa y me lanzó a sus brazos, un poco de calor de hogar no le sienta mal a nadie.
—4 años y no aprendiste a vestirte adecuadamente, sigues siendo la misma ridícula adolescente de siempre.
Me quedo inmobil entre los brazos de Susanita, mi pecho arde, mi pecho quema, mi pecho está a mil por hora y siento un frío recorrer mi espalda. Pero al mismo tiempo me siento lastimada, a pesar de todo lo que pasó, a pesar de todo lo que le entregue nunca me dejo de ver como la niña. Me duele y me duele mucho cada palabra que dice con el mismo veneno de siempre.
—4 años y no dejaste de ser un hijo de puta con las personas —mi corazón está acelerado y por fin me atrevo a soltarme de Susanita y enfrentarlo. Pero el golpe de realidad es más duro de lo que esperaba, está tan o más hermoso que la última vez que lo ví. Perfectamente peinado y vestido, ese masculino e invasivo olor, esos labios delgados y lascivos, esos ojos felinos y claros. Es perfecto—. No vine a verte, vine porque mi padre lo pidió.
—No peleen, son hermanos y a partir de ahora se van a necesitar más de lo que pueden aceptar —Susanita es una mujer dulce, pero cuando habla con firmeza, produce miedo y había hablado con firmeza.
—Voy hasta donde mi padre, gracias por los dulces Susi.
—No es nada mi niña —acaricia mi mejilla y me dispongo a ir hasta la oficina de mi padre, al pasar por su lado me toma con fuerza de mi brazo derecho, lo aprieta con fuerza y me mira molesto, le respondo la mirada igual.
—¡Te llenaste de tatuajes, tenías solo uno! —se queda mirando mi brazo que está cubierto de ellos. Y me doy cuenta entonces que está más molesto de lo que quería aceptar.
—No es tu problema, “hermano” —escupo molesto y me suelto con más fuerza de la que él esperaba.
Cuando entro a la oficina de mi padre, veo que está vacía, bufo algo molesta y me siento a esperar, pero enseguida la puerta de madera, grande y fina del lugar es cerrada con fuerza, cierro mis ojos mientras intento calmar mi respiración.
Me levanta de la silla con fuerza y me arrincona contra el escritorio, se queda por unos breves segundos mirándome a los ojos sin decir nada, está allí apretando su mandíbula y casi lastimándose.
—Aún recuerdo, Alice. Y lo recuerdo muy bien.
—¿Qué recuerdas, Stan? Porque para mi estas muerto hace mucho tiempo.
Entonces siento sus labios sobre los míos y aunque la sensación es decadente y la estuve extrañando por más tiempo del que quisiera admitir, lo empujo. Lo empujó justo cuando la puerta se abre y entra una hermosa rubia, elegante, alta, fina y enamorada. Sus ojos sólo me muestran lo enamorada que está.
—Amor, pensé que tu padre ya había llegado —lo besó con tanta delicadeza, que me quedé absorta observandolos.
—Estaba justo bajando del ascensor —interrumpe la voz de mi padre y lo veo, a mi padre, tan grande y firme como siempre, pero sus ojos están cansados y eso también es perceptible.
—¡Mi princesa! —dice con dulzura y se desarma esa imagen de hombre fuerte.
—Hola, Pa. Estoy aquí en tu oficina esperando, hace poco llegue.
Se acerca mientras se apoya de un bastón.
—¿No le dijiste Stan? —sigue sonriendo, casi parece un papá Noél.
—¿Qué sucede? —pregunto entre extrañada y preocupada.
—Esta oficina ahora es mía, Alice.
—¿Qué? No, no es posible, papá tu…
—Hija, por eso te pedí que vinieras, de no ser necesario no te hubiese molestado en la tranquilidad de tu vida en Londres.
—Mucho gusto —la rubia nos interrumpió y la miro—. Soy Paris, la novia de Stan y la gerente financiera de las empresas de tu padre —me extiende la mano y sonrió apenas.
—Mucho gusto soy…
—Alice. Tu hermano no dejaba de hablar de ti cuando nos conocimos. Eres su mayor orgullo —sus palabras me tomaron desprevenida y busco los ojos de Stan, pero está demasiado ocupado mirando por la ventana.
—Gracias, el placer es mío, Alice.
—Debemos hablar, los tres. Ahora —mi padre ordenó y Paris se despidió muy educadamente de todos y de Stan.
Me senté en la silla y Stan junto a mi, mi padre nos miraba fijamente y sin ningún ápice de expresión en su rostro. Estaba allí, como frío y pegado a la silla. De pronto sonrío como un niño pequeño.
—Aún no puedo creer que el tiempo pase tan rápido. Y menos que ustedes crecieran tanto. Los amo y los admiro —suspira—. Su madre y yo les enseñamos lo mejor que pudimos y les dimos la mejor educación que nuestro amor y dinero pudo pagar. Eso lo saben bien —se puso de pie y dio varias vueltas en círculos—. Nos vamos a vivir lejos de aquí, queremos descansar por fin y serán ustedes dos quienes se hagan cargo de todo.
—Pero papá, sabes que yo…
—Por una vez en tu vida, puedes poner de tu parte y madurar —Stan está visiblemente molesto, casi rojo de rabia y me mira con algo de odio.
—Alice, sé que no es lo que quieres en tu vida, ni para tu vida. Pero es necesario que te desempeñes aquí en la empresa. Es más que necesario.
—¿De qué hablas?
—La junta de accionistas quiere quitarnos el mando. Son 7 generaciones al mando, el mismo apellido y no pienso cambiar eso, pero si tu no estas aquí…
—Entonces no habrá una octava generación —digo en un susurro muy bajo.
—Así es Alice. Eres la única que puede ocupar ese lugar en la mesa y tu decides llenarte de tatuajes.
—¡Mis tatuajes no tienen nada que ver! —digo molesta, pero con un poco de decepción, intento que Stan no note, porque por una extraña tonta razón creí que se había molestado con mis tatuajes porque odiaba que me tocaran personas extrañas.
—Ella tiene razón —mi padre es firme con sus palabras y me siento apoyada.
—Sabes que la van a devorar.
—Stan, por eso tienes 6 meses para que la entrenes. Se tienen que fijar en su inteligencia, su trabajo, su habilidad para manejar la empresa. No en sus tatuajes.
—Nadie me tiene que entrenar, yo puedo con esto.
—Te amo hija, pero esto es más fuerte de lo que crees. Te van a atacar sin descanso.
Trague saliva y me quedé en blanco y pálida, casi muerta enfrente de mi padre y Stan.
—¿Estás bien? —lo escucho tan preocupado que no puedo creer lo que dice.
—Si, si. Es que creo que tengo que ir a mi hotel y…
—Tus maletas están en casa Alice. Y las del niño también.
Entonces siento que la tierra se abre en dos y mi boca se seca, no puedo casi respirar y sus ojos, esos feroces y fríos ojos me miran.
—¿Qué niño?
—Padre…
—Tu hermana tuvo un hijo. Se fue porque estaba embarazada y no quiere decirnos de quién es.
Se levanta de golpe y se va, tirando la puerta con fuerza, el sonido me asusta y mis ojos se llenan de lágrimas.
—¿Qué hiciste? ¿Por qué le dijiste?—Porque no decirle, que razón tengo para ocultarle a mi hijo que tiene un sobrino.—Porque no es tu hijo, es mío. Y yo no quiero que haga parte de este mundo.—Ese niño es parte de este mundo desde el día que nació. Pero lo más importante Alice es que ese niño es parte de nuestra familia y tú nos has negado durante 4 años, verlo, abrazarlo, jugar con él y me quitaste a tu madre y a mi, ese derecho a ser abuelos. No me digas que no tengo derecho, porque si lo tengo.—Debiste decirme que eso era lo que querías, pero no exponerme de esta forma.—¿Acaso crees que para tu hermano esto no es importante?Me quedé en silencio y aunque intente decirle muchas cosas a mi padre, intente decirle la verdad, intente ser honesta y soltar todo eso que me estaba oprimiendo el pecho. Pero no quería que mi padre siguiera sumando decepciones.Desde que tengo uso de razón, he sido una hija muy desgastante, siempre estaba en conflicto con mis maestros, en conflicto con mi
Durante la cena mis padres le hicieron cientos de preguntas a Ismael, preguntas que iban de lo básico a lo más complejo, preguntas que él respondía con toda la inteligencia de la que era dueño.Mis padres quedaron sorprendidos por su habilidad y carisma, parecía un niño frío o poco sociable pero una vez que se sentía en confianza era demasiado alegre y relajado.—Queremos mostrarte algo.—Claro.Se pusieron de pie y los seguimos, varias puestas después estaba allí una habitación solo para jugar, llena de todo tipo de juguetes y videojuegos, tenía una pequeña casa allí adentro y el piso era como el cielo, el techo como el espacio y casi parecía que estábamos en otro lugar.Por primera vez en mi vida, vi a mi padre ponerse de rodillas ante alguien y fue ante mi pequeño.—Ismael, eres inteligente y sé que comprenderás que esto no compensa el tiempo que estuvimos lejos y no pudimos ser tus abuelos, pero esto es una muestra mínima del amor que sentimos por tu y de lo que estamos dispuestos
Mi primer ataque de pánico lo tuve a los 7 años, fue Stan quién me ayudó, luego de esos, llegaron muchos más. Y siempre estuvo allí para mi, se que hacerme a la idea de que Stan tiene una vida, una vida propia y aparte de mi es lo normal, es como debían ser las cosas, pero me cuesta porque de alguna manera estar lejos me hizo creer que él estaba igual que yo, solo.Abro la puerta de la que siempre fue mi habitación y enciendo la luz, limpió las lágrimas que salen dolorosas de mis ojos y queman en mis manos que están temblando, lo veo en todas partes.Cada cosa sigue intacta, el cuarto es tan grande que parece un pequeño departamento.Veo las paredes, el piso, la cama, los tendidos, el armario, los posters, miro todo y siendo que todo me está dando vueltas, me sostengo de la cama con fuerza y sin darme cuenta estoy de rodillas en el suelo, llorando de nuevo. Llorando por él.Lloró porque de alguna manera lo deje ir, lloró porque me duele saber que pudo seguir sin mí, lloró porque ante
Nuestras frentes están unidas y el calor de su mano, no me abandona, no entiendo ni sé y tampoco quiero entender ni saber, porque Alice no ha quitado su mano de allí, porque se siente malditamente bien.—¿Stan? ¿Estás aquí? —La voz de Paris hace que Alice me suelte y la magia se rompa por completo.Me siento impotente, verla y tenerla tan cerca, sentirla aunque fuese en una mínima parte de su cuerpo, me llevo al cielo, me llevo al pasado, mis pies se despegaron del suelo y escape por un segundo a ese lugar seguro que eran estar entre sus brazos.—Debo irme —la escucho decir y la veo perderse en medio de los amplios jardines de mi padre.Sin embargo su aroma queda en mi.—¿Por qué sigues aquí? —siento los brazos de Paris rodearme.—Estaba mirando unos detalles de la construcción.—Entiendo —dice Paris, mientras me rodea con sus largos y finos brazos por la espalda.—¿Pero qué? —La conozco muy bien y sé que su escueto comentario viene acompañado de una parte racional que yo no he visto.
Voy caminando por el parque, es un parque bastante alejado de la bulliciosa y caótica ciudad, cada día que salía del colegio venía hasta acá para tener algo de paz y calma. Fue doloroso venir, pero necesario. De esa manera evitaba destruirme de maneras menos ortodoxas, como vomitar todo lo que comía o golpearme el cuerpo con mis propias manos, todo para sentirme menos sucia.Porque en esa época de mi vida, siempre me culpe de todo lo que me había sucedido.Inclusive cuando los terapeutas que pagaba Stan a escondidas de nuestros padres, me decían que no.Venir y pararme frente al lago y lanzarle comida a los patos me daba cierta paz que no encontraba ni siquiera en sus brazos. Tal vez porque estaba sola y no tenía miedo, aquí en este lugar no tengo miedo, me siento en la banca que siempre me sentaba y sonrío recordando a Aiden. Sus finos modales y la gracia con la que me hablaba eran admirables, parecía que nada le daba pena y a nada le tenía miedo.Excepto claro, a Stan, que siempre e
Regreso tan pronto rápido como puedo a casa, llego agitada y con lágrimas en mi rostro, lastimosamente el primero con el que me topo es Stan, que al verme tan agitada se acerca preocupado, limpia las lágrimas de mis mejillas y le pide a los empleados que me traigan agua.—Alice, debes calmarte. ¿Qué sucede?—Es… Es Aiden… Él… Dios, ¿cómo pude ser tan estúpida? No debí regresar nunca.—¡Alice! ¡Alice! Mírame —sé que Stan me llama, pero tengo los ojos fijos en la nada, estoy pensando demasiadas cosas al tiempo y sin duda la posibilidad de que Aiden me quite al único rayo de luz que existe en mi vida.—Tengo que hacer algo, no puedo dejar que…—¿Qué hizo Aiden? ¿Qué te hizo? —la última pregunta entra en mi pecho y lo atraviesa, allí es donde me doy cuenta que si algo va a suceder es por mi culpa y nada más, no es culpa de nadie más que mía.—Aiden es bueno y lo sabes Stan —le digo mientras cierro los ojos y niego con mi cabeza, veo que me extiende el vaso de agua y lo bebo—. El siempre h
Estaba frente a la casa de la familia Harper, las rejas eran tan imponentes como las de la casa en la que yo había crecido. No sabía si me dejarían entrar luego de anunciar mi llegada, habían pasado dos días desde mi encuentro en el parque con Alice. Casi parecía que los años no habían pasado, sus ojos brillaban con esa chispa que me había enamorado desde el primer día que la vi, allí mismo sentada y lanzando comida a los patos.Cuando las rejas se abren, para que podamos ingresar a la enorme propiedad, mi corazón late muy deprisa. No sé qué va a suceder.Al bajarme del auto, veo en la puerta al señor Harper, con esa sonrisa tan amable y cálida de siempre.—Aide, hijo, que placer volver a verte luego de tantos años.—Señor Harper, es un gusto verlo.—No me digas señor, sabes que puedes llamarme por mi nombre.—Gracias por la confianza.—Sigue, sigue. Tenemos mucho que conversar.Ingresamos y la casa es muy diferente, pasamos por las puertas y reconozco la que era la habitación de Alic
Cuando vi entrar a Aiden a la piscina, me imagine lo peor, busque a mi pequeño y lo tomé en brazos, me aferre con fuerza a su frágil cuerpo, pero luego me di cuenta que Aiden estaba calmado y venía solo, así que no iba a intentar una locura allí mismo.Sentí como sus ojos recorrieron mi cuerpo, me sentí como una adolescente y algo en mi interior se calento, 4 años sin sexo y sin ser tocada por un hombre, estaban pasando factura.Con Aiden y Stan a mi alrededor, tal vez sería cuestión de tiempo para caer en las redes de alguno de ellos dos. Estaban jugando sucio conmigo y yo soy demasiado débil.Verlo hablar con Ismael, fue fascinante, tienen la misma actitud, honestos y francos al hablar, lo que para los demás parece una ofensa para ellos no es más que un mal chiste. Tiene más cosas en común de lo que yo misma podía recordar y sobre todo esa sonrisa tan tranquila.Pregunté por Stan, que también había entrado a la piscina y me dijeron que había decidido salir a tomar el almuerzo con Pa