Nuestras frentes están unidas y el calor de su mano, no me abandona, no entiendo ni sé y tampoco quiero entender ni saber, porque Alice no ha quitado su mano de allí, porque se siente malditamente bien.—¿Stan? ¿Estás aquí? —La voz de Paris hace que Alice me suelte y la magia se rompa por completo.Me siento impotente, verla y tenerla tan cerca, sentirla aunque fuese en una mínima parte de su cuerpo, me llevo al cielo, me llevo al pasado, mis pies se despegaron del suelo y escape por un segundo a ese lugar seguro que eran estar entre sus brazos.—Debo irme —la escucho decir y la veo perderse en medio de los amplios jardines de mi padre.Sin embargo su aroma queda en mi.—¿Por qué sigues aquí? —siento los brazos de Paris rodearme.—Estaba mirando unos detalles de la construcción.—Entiendo —dice Paris, mientras me rodea con sus largos y finos brazos por la espalda.—¿Pero qué? —La conozco muy bien y sé que su escueto comentario viene acompañado de una parte racional que yo no he visto.
Voy caminando por el parque, es un parque bastante alejado de la bulliciosa y caótica ciudad, cada día que salía del colegio venía hasta acá para tener algo de paz y calma. Fue doloroso venir, pero necesario. De esa manera evitaba destruirme de maneras menos ortodoxas, como vomitar todo lo que comía o golpearme el cuerpo con mis propias manos, todo para sentirme menos sucia.Porque en esa época de mi vida, siempre me culpe de todo lo que me había sucedido.Inclusive cuando los terapeutas que pagaba Stan a escondidas de nuestros padres, me decían que no.Venir y pararme frente al lago y lanzarle comida a los patos me daba cierta paz que no encontraba ni siquiera en sus brazos. Tal vez porque estaba sola y no tenía miedo, aquí en este lugar no tengo miedo, me siento en la banca que siempre me sentaba y sonrío recordando a Aiden. Sus finos modales y la gracia con la que me hablaba eran admirables, parecía que nada le daba pena y a nada le tenía miedo.Excepto claro, a Stan, que siempre e
Regreso tan pronto rápido como puedo a casa, llego agitada y con lágrimas en mi rostro, lastimosamente el primero con el que me topo es Stan, que al verme tan agitada se acerca preocupado, limpia las lágrimas de mis mejillas y le pide a los empleados que me traigan agua.—Alice, debes calmarte. ¿Qué sucede?—Es… Es Aiden… Él… Dios, ¿cómo pude ser tan estúpida? No debí regresar nunca.—¡Alice! ¡Alice! Mírame —sé que Stan me llama, pero tengo los ojos fijos en la nada, estoy pensando demasiadas cosas al tiempo y sin duda la posibilidad de que Aiden me quite al único rayo de luz que existe en mi vida.—Tengo que hacer algo, no puedo dejar que…—¿Qué hizo Aiden? ¿Qué te hizo? —la última pregunta entra en mi pecho y lo atraviesa, allí es donde me doy cuenta que si algo va a suceder es por mi culpa y nada más, no es culpa de nadie más que mía.—Aiden es bueno y lo sabes Stan —le digo mientras cierro los ojos y niego con mi cabeza, veo que me extiende el vaso de agua y lo bebo—. El siempre h
Estaba frente a la casa de la familia Harper, las rejas eran tan imponentes como las de la casa en la que yo había crecido. No sabía si me dejarían entrar luego de anunciar mi llegada, habían pasado dos días desde mi encuentro en el parque con Alice. Casi parecía que los años no habían pasado, sus ojos brillaban con esa chispa que me había enamorado desde el primer día que la vi, allí mismo sentada y lanzando comida a los patos.Cuando las rejas se abren, para que podamos ingresar a la enorme propiedad, mi corazón late muy deprisa. No sé qué va a suceder.Al bajarme del auto, veo en la puerta al señor Harper, con esa sonrisa tan amable y cálida de siempre.—Aide, hijo, que placer volver a verte luego de tantos años.—Señor Harper, es un gusto verlo.—No me digas señor, sabes que puedes llamarme por mi nombre.—Gracias por la confianza.—Sigue, sigue. Tenemos mucho que conversar.Ingresamos y la casa es muy diferente, pasamos por las puertas y reconozco la que era la habitación de Alic
Cuando vi entrar a Aiden a la piscina, me imagine lo peor, busque a mi pequeño y lo tomé en brazos, me aferre con fuerza a su frágil cuerpo, pero luego me di cuenta que Aiden estaba calmado y venía solo, así que no iba a intentar una locura allí mismo.Sentí como sus ojos recorrieron mi cuerpo, me sentí como una adolescente y algo en mi interior se calento, 4 años sin sexo y sin ser tocada por un hombre, estaban pasando factura.Con Aiden y Stan a mi alrededor, tal vez sería cuestión de tiempo para caer en las redes de alguno de ellos dos. Estaban jugando sucio conmigo y yo soy demasiado débil.Verlo hablar con Ismael, fue fascinante, tienen la misma actitud, honestos y francos al hablar, lo que para los demás parece una ofensa para ellos no es más que un mal chiste. Tiene más cosas en común de lo que yo misma podía recordar y sobre todo esa sonrisa tan tranquila.Pregunté por Stan, que también había entrado a la piscina y me dijeron que había decidido salir a tomar el almuerzo con Pa
La noche llega a mis ojos, estoy sentada en una silla frente a la ventana, tengo una taza de té entre mis manos y contemplo desde mi habitación la única luz encendida en la casa de Stan, son casi las 12 de la noche, tengo que madrugar para iniciar con mi entrenamiento, pero no puedo dormir.Estoy mal de la cabeza y lo sé, pero de mi cabeza no sale la imagen de Stan sobre mi, sus labios casi los puedo seguir sintiendo. Mi pecho se acelera, pero entonces esos labios se cruzan con los de Aiden, que son casi como un algodón, cierro mis ojos y no puedo evitar fantasear con besarlos y estar de nuevo entre sus brazos.Tomó una bocanada de aire y mis recuerdos son más fuertes, me voy hasta esa noche en la que salí de aquí y aprieto con algo de fuerza las sabanas.Muerdo mis labios y aprieto mis piernas, me quedo en esa posición, buscando un poco de calma, pero no la encuentro. Simplemente no puedo sacar los recuerdos de Stan desnudo debajo mío, no puedo olvidar esos tatuajes tan bien cubierto
—¿Qué haces aquí?—Llevas dos semanas sin ir a terapia.—¿Y? —digo ya fastidiado.—No puedes faltar y lo sabes —lo escucho suspirar, está cansado y yo igual—. Aunque te hagas el desentendido.—No, no te equivoques. No puedo faltar porque tu así lo quieres. Pero no necesito ir a terapia.—Eso no dice tu terapista.—Y nunca te va a decir lo contrario, pagas una alta suma de dinero. Eres como un cajero automático para esa mujer.—Aiden, hijo. Es por tu bien. Es porque te amamos, tu madre está preocupada y ahora más.—¿Por qué?—Alice regresó.—¿Y?—Y eso no es bueno para ti, para nadie en la familia en realidad.—¿Qué tanto sabes de su regreso? —pregunto intrigado, aunque ya se la respuesta, conozco a mi padre perfectamente y es más controlador que yo.—Aiden —me dice de manera recriminatoria.—Papá —le digo aburrido y mirando por la ventana de mi apartamento.—No queremos volver a pasar por lo mismo, no lo mereces. Ni tu, ni tu madre, ni mucho menos yo.—Ya sé que soy una carga para ust
Desde esa noche, Alice y yo nos veíamos a escondidas, hasta que descubrimos que nuestros padres eran amigos, no quise preguntarle sobre su tatuaje y la influencia de su hermano en su vida, que era obvio importaba y mucho. Quería que ella me contará cuando se sintiera cómoda.—¿Y si nuestros padres dicen que no?—¿Por qué dirían que no? —la sigo besando mientras ella está sobre mí—. Ya no somos niños Alice, el único que se opone es tu hermano y aún no entiendo porque.—Solamente me está cuidando.—Ni siquiera me conoce, sabes que te quiero y no te haría daño, coneja.—¿Nunca? —me pregunta mientras sonríe y se quita la blusa, ver sus pecho en ese pequeño y delicado top transparente hace que mis pantalones comiencen a estorbar.—Nunca, Alice.—Quiero estar contigo, Aiden.La sonrisa se me borra de la cara, porque no estoy listo, me refiero a que deseo a Alice con muchas ganas, pero al mismo tiempo siento esa necesidad de poseerla de forma correcta y no impulsivamente.—Alice, te deseo pe