—¿Qué haces aquí?—Llevas dos semanas sin ir a terapia.—¿Y? —digo ya fastidiado.—No puedes faltar y lo sabes —lo escucho suspirar, está cansado y yo igual—. Aunque te hagas el desentendido.—No, no te equivoques. No puedo faltar porque tu así lo quieres. Pero no necesito ir a terapia.—Eso no dice tu terapista.—Y nunca te va a decir lo contrario, pagas una alta suma de dinero. Eres como un cajero automático para esa mujer.—Aiden, hijo. Es por tu bien. Es porque te amamos, tu madre está preocupada y ahora más.—¿Por qué?—Alice regresó.—¿Y?—Y eso no es bueno para ti, para nadie en la familia en realidad.—¿Qué tanto sabes de su regreso? —pregunto intrigado, aunque ya se la respuesta, conozco a mi padre perfectamente y es más controlador que yo.—Aiden —me dice de manera recriminatoria.—Papá —le digo aburrido y mirando por la ventana de mi apartamento.—No queremos volver a pasar por lo mismo, no lo mereces. Ni tu, ni tu madre, ni mucho menos yo.—Ya sé que soy una carga para ust
Desde esa noche, Alice y yo nos veíamos a escondidas, hasta que descubrimos que nuestros padres eran amigos, no quise preguntarle sobre su tatuaje y la influencia de su hermano en su vida, que era obvio importaba y mucho. Quería que ella me contará cuando se sintiera cómoda.—¿Y si nuestros padres dicen que no?—¿Por qué dirían que no? —la sigo besando mientras ella está sobre mí—. Ya no somos niños Alice, el único que se opone es tu hermano y aún no entiendo porque.—Solamente me está cuidando.—Ni siquiera me conoce, sabes que te quiero y no te haría daño, coneja.—¿Nunca? —me pregunta mientras sonríe y se quita la blusa, ver sus pecho en ese pequeño y delicado top transparente hace que mis pantalones comiencen a estorbar.—Nunca, Alice.—Quiero estar contigo, Aiden.La sonrisa se me borra de la cara, porque no estoy listo, me refiero a que deseo a Alice con muchas ganas, pero al mismo tiempo siento esa necesidad de poseerla de forma correcta y no impulsivamente.—Alice, te deseo pe
Estoy más nervioso de lo que debería estar, pero no puedo evitarlo, le envíe un ramo de rosas rojas a Paris, son sus favoritas y se que me las va a devolver porque odia que intente disculparme con regalos, pero por esa razón lo envíe. Es la única forma de que acepte verme.No tuve una buena noche, no pude dejar de pensar en Alice, en su cuerpo, en sus besos, en todo lo que pasó entre nosotros y mi pantalón empieza a incomodar, tengo que hacer algo para sacarla de la cabeza.Hoy empiezan las clases en la oficina y aunque no quiero tenerla tan cerca, porque no pienso controlar mis impulsos, tengo miedo de que sea ella la que me rechace nuevamente.Quisiera que el amor tuviese fecha de vencimiento como lo tienen los productos en el supermercado, pero contrario a lo que yo creía, mi amor enfermizo y corrupto por Alice no se acaba. Es intenso y profundo, sin embargo está demasiado mal y no pienso hacer que nuestra familia cambie o se dañe. Sin embargo la sonrisa de Ismael no sale de mi cab
No estoy tan segura de poder seguir con esta locura, la presencia de Stan es demasiado para mi, su aroma masculino, su cuerpo, sus labios, mi mente y mi corazón no ayudan en nada, pero lo peor es que no paro de pensar en Aiden y la emoción que siento por verlo en el almuerzo es más grande que yo.Tengo miedo de lastimarlo de nuevo y tengo miedo de lastimar a Stan. Por alguna razón dejo de pensar en mí y en lo único que pienso es en ellos dos.Estoy mal de la cabeza, pero desde que llegué no puedo evitar pensar en lo mucho que los deseo a ambos. Cada uno tiene algo que me atrapa y me hipnotiza, algo que hace que me rinda a sus pies de formas muy diferentes.Muerdo mi labio y aprieto mis piernas, mientras recuerdo el candente sueño que tuve, se sintió demasiado real y satisfactorio.—Alice, ¿me estás escuchando?—Si, claro —me siento tan estúpida—. Dijiste que yo debo encargarme de informar cada cosa que suceda a la junta, finalizando cada mes.—Exacto, el viernes es la próxima reunión,
Una semana después y yo continuaba trabajando como loca, aprendiendo de manera desenfrenada y al ritmo acelerado que Stan me estaba imponiendo, de alguna manera me sentía frustrada, porque no podía lidiar con todo. Mi pequeño estuvo más tiempo con sus abuelos que conmigo, algunas noches salimos tarde de la oficina y al llegar a casa ya estaba profundamente dormido.—Hoy vamos a trabajar hasta tarde, ya le avisé a nuestros padres.—¿Paris no se molesta por esto?—Ella sabe que mi trabajo es demandante. No tiene problemas por eso.—Cualquier mujer quisiera dormir con su pareja.—Eso no es tu incumbencia, Alice.—Stan, crees que ella se merece esto.—¡Estoy trabajando por un futuro para ella y para mi, para la familia que queremos tener! —su respuesta es un grito frustrado y me sobresalto de mi lugar.—Lo siento, no quería ser imprudente.—Alice, de verdad lo intento, pero esto es…Me quedo callada y mirando al piso, no se exactamente que decirle, no quiero terminar de arruinar todo.—Qu
Cerca de las 3 de la mañana mi cuerpo está completamente destrozado, las marcas, los arañazos, la piel roja me delata, la miro en el suelo y su pecho sube y baja con rapidez, lleno de besos su pecho, su abdomen, sus brazos, sus piernas. Estoy cansado y me quiero detener, pero una vez más fue mía y estoy intentando grabarla nuevamente en mis labios, ella sabe que amo recorrer su cuerpo dejando besos ligeros que se los lleva el viento.De pronto su pecho comienza a agitarse con brusquedad.—¿Qué sucede, Alice? ¿Por qué lloras? —me inclino sobre su rostro y limpio sus delgadas lágrimas con mis labios.—Stan, esto está mal. Lo que volvimos a hacer, mírame, mírate, somos hermanos maldita sea —ella sigue llorando.—Alice… sabes que…—¡No! —se intenta sentar, pero no se lo permito. Me pongo sobre ella nuevamente—. Stan, todo esto es inaceptable de nuestra parte, Aiden y yo… mi hijo… Paris ¿Acaso nada te importa?—Me importas tú Alice, nada más. Y nuestro hijo.—No es…—No te mientas más, no
Cuando llegué a casa, eran apenas las 5 de la mañana, todo estaba en completo silencio. Sabía que mi casa nueva, la que Stan había mandado a hacer para mi ya estaba disponible. Así que decidí ir allí en lugar de ir a casa de mis padres, quería y necesitaba un poco de soledad.Al entrar mi pecho se llenó de dolor, todo allí era perfecto, tal y como lo habíamos planeado Stan y yo durante largas conversaciones, el color de las paredes, los muebles, las fotografías. Pase a las habitaciones y la de mi lindo hijo era simplemente perfecta, luego entre a la mía y era tan gris y lila como yo siempre la soñé, acaricie una almohada y la abrace, recordando todo lo que había pasado en esa oficina.Y entonces justo al lado de la cama en una mesa reposaba ese portarretratos, era la foto que nos habíamos tomado luego de una larga caminata un fin de semana que nos fuimos a acampar a las montañas y en la noche todo se salió de control.Fue la primera vez que sus labios recorrieron mi cuerpo y por eso l
Mis manos tiemblan, estoy de pie y no puedo sostenerme más. Me quedo mirando al hombre que está frente a mí y lo veo sonreír con arrogancia.—Pensé que eras más fuerte, Aiden.—Vete a la mierda, coach.—¿Por qué no te vas a la mierda tú? —el hombre se ríe de mí y yo estoy sudando al punto de caer desmayado.Desde el día en que mis padres me encontraron en el baño erio y medio ahogado, su atención sobre mí se volvió una completa locura, estuve internado en una clínica por dos meses, luego salí bajo la condición de permanecer siempre con atención psiquiátrica cada 8 días, luego cada mes, cada tres meses y luego cada 4.No era nada agradable la situación, me habían obligado a vivir con ellos y casi parecía un maldito minisbalido.Ese día había bebido demasiado y había ido a un bar de prostitutas, me acosté con un par y luego simplemente no recordaba cómo había llegado a casa, sabí aque había tenido demasiado sexo y había bebido varias botellas. tal vez algo de drogas, pero no recordaba b