VALESKA
Durante cuatro años tuve que continuar trabajando sin parar, mi abuela tuvo que vender sus dos propiedades más grandes en las afueras de Copenhague y tuvimos que trasladarnos a un pequeño apartamento en la ciudad, era cómodo y cálido y lo manteníamos con cuidado. Los gastos médicos de mi abuela no paraban y Jonella prácticamente había vaciado sus cuentas, la venta de las casas nos alcanzó para vivir por un tiempo y para el costoso tratamiento de mi abuela y su tan necesitado corazón.
Mi trabajo como mesera me permitía estudiar en la universidad algunas pocas materias que podía pagar.
Mi vida se había vuelto una rutina estudiar, trabajar y llevar a mi abuela a sus controles médicos, tratamientos y exámenes.
—Hoy tienes tus exámenes.
—Sí abuela y mañana tengo una entrevista de trabajo para hacer algo parecido a unas prácticas.
—Debemos ahorrar, necesitarás ropa adecuada para...
—No te preocupes, no voy a renunciar al trabajo en la cafetería, solamente voy a cambiar el turno al de la noche y tendremos dos ingresos.
—Valeska mi niña, no puedes seguir sacrificando tu vida de esta manera.
—No es nada de eso abuela, es lo que mereces.
Por mi cabeza pasaba una loca idea, que no parecía tener norte o sur, pero no perdía nada con intentar.
—Abuela, este fin de semana te van a internar. Te vas a quedar sola.
—Si hija, sé que tienes que trabajar.
—Así es —le dije mientras le daba un dulce beso. Aquello era más bien una mentira piadosa, pero necesaria.
¿Acaso no estábamos los adultos destinados a mentir para obtener lo que queríamos?
No me gustaban las mentiras, pero si era necesario por mi abuela, estaba dispuesta.
Dejé a mi abuela en el hospital este sábado en la mañana, tomé el auto que pocas veces conducía y me dirigí hasta Noruega, allí en Oslo vivía Janella en una lujosa vida. Fueron casi 9 horas de viaje que resistí como mejor pude, con la poca comida que logré empacar, pues tuve que dejar prácticamente todo el dinero para mi abuela.
La casa era más grande de lo que la recordaba y solo me había ido por 4 años. Había más personas trabajando allí que la última vez que estuve al servicio de ellas dos y Derik.
—¿A quién busca? —me pregunto ese hombre con un tono demasiado arrogante.
—Dígale a Jonella que su hija Valeska está aquí.
El hombre dudo por breves instantes pero luego hizo la llamada y las rejas se abrieron para mí, por primera vez no tenía miedo de enfrentar a ese monstruo, su horrible hija o nada que se atravesara entre mi camino y el dinero que habían dejado mis padres para mi y que podía salvar a mi abuela.
La casa había cambiado también, las cosas aunque lujosas, gritaban excentricidad y eso era horrible, me arrodille y toque el piso de madera, aún era ese negro que mi madre tanto amaba, deje escapar una sonrisa y la salude. Aún en mi dolor y miseria, me gustaba imaginar que mis padres seguían conmigo, aunque no estaban a mi lado, tal como me lo había explicado mi abuela.
—Aún eres una arrodillada —la voz de Ragna hizo que me pusiera de pie y sonreí sin mostrarlo, porque al estar frente a frente me di cuenta que siempre fui ligera pero notoriamente más alta que ella.
—Y tú una invasora.
—¡Respeta mi casa! —La voz severa de Jonella hizo eco en el lugar.
—No es tu casa, es mía. Pero parece que te gusta vivir de ilusiones así que diré que es tuya, porque no vengo por esto.
—¿Entonces a qué vienes? —me miraba severamente desde la parte alta de la escalera.
—Vengo por el dinero que me dejaron mis padres, lo necesito.
—¿Para gastarlo en que? —sonrió y lentamente fue bajando los escalones sin quitarme los ojos de encima.
—No es problema tuyo, puedo hacer con ese dinero lo que quiera desde que tengo 18.
—Y sin embargo tienes 21 y hasta ahora vienes.
—La abuela está enferma, te deje cientos de mensajes, correos y llamadas. Su corazón está fallando y...
—¿Y entonces para qué desperdiciar dinero en una vieja moribunda? —sus palabras fueron dolorosas, ¿que clase de monstruo era esta mujer? que no se compadece con el enfermo que un día la recibió con los brazos abiertos.
—Es mi abuela, es mi dinero. Lo quiero para ella.
—No voy a dejar que lo desperdicies de esta manera.
—No es tu problema en que lo gasto.
—¡Claro que lo es! —advirtió severamente— Por eso tu padre lo dejó para mi, para cuidar que no lo gastaras mal.
—Mi abuela lo necesita, eso no es gastarlo mal.
—No —cedió un poco con una sonrisa y poniendo sus afiladas uñas rojas en mi rostro, para moverlo de lado a lado. Me estaba analizando, luego miró a Ragna, pero continuó—. Pero tampoco es una inversión, cuando tu abuela gaste todo en tratamientos y al final igualmente muera ¿de qué vas a vivir?
—De mi trabajo, se trabajar.
—¡Valeska, Valeska, Valeska! Soñadora como tu madre e ingenua como tu padre.
¿Acaso ella conoció a mi madre?
—No hables de ellos, o...
—¿O qué? —estás en mi casa, no lo olvides.
Dos hombres jóvenes y apuestos se acercaron a mi previniendo algún acto imprudente que no iba a cometer.
—Jonella, por favor dame al menos la mitad, es para la abuela. Ya no tengo demasiados ahorros y...
—Ven mañana. A esta hora y tendrás un trato.
—¿Un trato?
—Así es, ahora vete niña. Tu rostro feo me perturba —mis manos se movieron incómodas hasta mi cara y salí de allí.
No tenía donde pasar la noche y tampoco podía pagar un hotel, no tenía dinero ni para comer un pasabocas ligero, así que decidí aparcar frente a un gran supermercado. Me cubrí con la manta que mantenía dentro del auto para mi abuela y cerré mis ojos intentando conciliar el sueño, sin embargo minuto a minuto el lugar se llenó de ruido y varios autos tenían la música en un volumen exagerado, se escuchaba a la gente vitorear y chiflar, la curiosidad le gano a la prudencia y camine hasta ellos.
Había al menos 20 autos todos con la música altísima, chicas casi desnudas en ese penetrante frío de Oslo.
Me moví con cuidado de no molestar a nadie, pero choque contra una espalda dura y tras varios traspiés, una mano rodeó mi cintura antes de tocar el piso.
—¿Eres ciega o soy demasiado pequeño para ti, que no me viste? —una voz masculina y algo ronca hablo.
Sin embargo no quise levantar mis ojos y ver su rostro. Me liberé como pude y corrí de vuelta a mi auto, no quería problemas y sabía que ese lugar significaba problemas.
Justo antes de abrir la puerta de mi auto, una mano grande y llena de tatuajes la cerró.
—¿No tienes modales? —era el hombre que había evitado que me cayera.
—No te debo explicaciones —intente abrir la puerta de nuevo, pero su mano no me dejo.
—Eres una niña muy linda y fina, para un lugar y un auto como este —¿Cómo podía detallar tanto sin mirarme a los ojos?
—Déjame subir a mi auto.
—Mírame.
—No tengo porque.
—Mírame.
—¡Jodete! —le grité.
—Una boquita sucia, con una carita linda —parecía disfrutar molestarme.
Estaba a punto de girar mi cuerpo y lanzarle una bofetada para quitarmelo de encima. Pero un grito me salvó de aquel vergonzoso acto.
—Déjeme en paz, por favor.
—Mírame y me iré.
Gire mi cuerpo con cautela y me di cuenta que el aspecto de ese hombre no iba acorde con el lugar, un traje completamente ngegro, camisa blanca con corbata, unas mancuernas con iniciales I. I. Dos i.
Pero justo cuando estaba por llegar a su rostro, lo llamaron.
¿Qué hace un hombre tan fino y elegante en un lugar como ese?
—Te salvo un angelito, niña linda. Quiero que sigas aquí para cuando acabe con este asunto, no tardaré ni 5 minutos, lo prometo. Pero contigo tal vez tarde toda la noche —susurro con sus labios demasiado cerca a mis oídos y pude sentir perfectamente ese aliento a licor y cigarrillo.
Mi estómago subió hasta mi garganta y por instinto mordí mi labio, pero no dije nada. No podía hablar tampoco.
Sentí que sus pasos se alejaron de mí y abrí la puerta, con prisa encendí el auto y me moví hasta un lugar cerca a la que un día fue mi casa, esperando paciente y tristemente el amanecer.
—¿No conoces los baños?
—Jonella vengo por mi dinero, no para que me des clases de aseo personal —las ojeras, el hambre y el frío estaban acabando con mi paciencia.
—Siéntate querida mía —tanta dulzura nunca la había visto de su parte para conmigo.
Y justo cuando estaba por tomar asiento, los gritos de Ragna venían llegando por el pasillo, se oía a varios hombres también, luego el estruendo de algo quebrándose en el piso y silencio.
—¡MAMÁ! —grito Ragna su voz resonó chillona por la casa. Nos miramos y en sus ojos como siempre solo había tristeza.
Mi inofensiva hermanastra Ragna estaba envuelta en una sábana, evidentemente desnuda por toda la ropa que estaba regada por la habitación que un día había sido mía, ya solamente era un recuerdo. Mientras que Derik tenía del cuello a un joven de nuestra edad.
—¿Qué hiciste Ragna?
—Madre, yo amo a Aren y es algo que no puedo evitar —su llanto era tan falso que aburría.
—¿Ahora qué vamos a hacer, Jonella? —por primera vez vi a Derik molesto, realmente molesto, pero también preocupado—. Esto es culpa tuya, te dije que no... —soltó al muchacho que cayó de rodillas y tosía con debilidad para poder volver a respirar—. Los Isaken van a querer el pago de su deuda y esta niña se está revolcando un día antes con otro hombre.
—¡Ya me casé! —grito Ragna y todo se quedó en silencio.
—¡¿Qué?! Es imposible Ragna tu y yo... —el pobre chico ahora estaba pálido, mientras intentaba vestirse.
—El pago a los Isaken ya está —dijo Jonella señalando a mi prima Ragna—, tu, encargate de que nadie se entere de la desvergüenza que nos acabas de hacer pasar.
—¿Con que le piensas pagar? —pregunto de nuevo y muy insistente Derik.
—Con Valeska, después de todo este niño —señalo al chico que ya estaba vestido—, vale más que el vago e inútil hijo menor de los Isaken, solo lo casan para intentar controlar la bestia salvaje que es y no voy a sacrificar a mi hermosa hija por nada, por un hombre como ese que no vale la pena —me miró y sus ojos eran como afilados cuchillos de hielo—. ¿Quieres el dinero para tu abuela? te lo daré, mañana te espero aquí a las 10 de la mañana. Tendrás que obedecerme una vez más, Valeska.
Mi cuerpo estaba frío y mis pies caminaron solos, ya me sabía el camino a la puerta, así que solamente tenía que salir de allí, conducir de nuevo a Copenhagen y pedir un préstamo, otro, Tal vez los bancos tendrían piedad de mí y yo conseguiría un buen trabajo en una linda oficina y mi abuela mejoraría con su impagable tratamiento.
¿A quién trataba de engañar? Era una ilusión a largo plazo y el tratamiento mi abuela lo necesitaba enseguida.
Tenía dos opciones, dejar morir a mi abuela o hacer un sacrificio más. Sólo uno y esperar lo que el destino quisiera de mi.
IVAR.El camino por los pasillos de mi vieja casa está lleno de recuerdos, que aunque no quiera reconocer, son agradables. Mi casa solía ser un lugar agradable y cómodo, alegre y lleno de luz, pero ahora era un lugar sombrío, sin flores ni fotografías, las paredes eran grises y no tenían ese fino papel tapiz que mi madre solía comprar.Las alfombras emotivas y de países extranjeros tampoco estaban, era solamente un piso frío y aburrido, como mi padre, así siempre fue mi padre.Y como siempre mis pies se sienten pesados en esta casa, me parece tan difícil moverlos, es atemorizante, siento que vuelvo a ser un niño frágil, pero no tengo más opción que obedecer, por ahora.Voy enredando las mangas nuevamente sobre mis brazos, un poco divertido, un poco travieso.La condición para poder entrar en esta casa es que mis tatuajes deben estar cubiertos, por eso siempre llego con una prenda de cuello muy alto y mangas largas, mi cabello perfectamente peinado y lentes oscuros para cubrir esa peq
Entonces mi amada madrastra, tan dulce y amable como siempre sostenía entre sus manos un objeto que yo conocía muy bien y que había sido mi más grande tormento.—¿Qué haces? —«No dejes que te tiemble la voz, Valeska»—Solamente te quiero recordar que nada puede salir mal hoy.—No es necesario que me amenaces. Ya no soy la niña que se dejaba golpear por ti, Jonella.—Eso está por verse.Ragna entró al estudio que era de mi padre y ahora parecía el lugar más rosado del mundo, con impresiones doradas por doquier y un asqueroso olor a flores. Cerró la puerta y se acercó hasta mí con una sonrisa socarrona que en otra ocasión hubiese disfrutado borrar.—¿Ya le dijiste? —pregunto soberbia y mirando a su madre.—Estoy por hacerlo —suspiro y me miró—. Querida Valeska, la situación es muy sencilla. Tu debes cumplir con un contrato por cerca de un año y luego serás libre.—No vine aquí por un contrato, Jonella, vine por mi dinero. El que mi padre me dejó.—Y te lo voy a entregar —casi sentí que
Ese tipo tomó mi mano y sin dejar que yo me despidiera de nadie o que pudiera pronunciar algo, me arrastro hasta las afueras de la pequeña capilla, allí pude ver una moto y me lanzó un casco a las manos mientras volvía a encender un cigarrillo.—Yo no...— Eres mi esposa, debemos vivir juntos, no soporto a esta gente, te vienes conmigo o llegas a casa sola. Tu decides.Era obvio que ese hombre no sabía el significado de cortesía, me puse el casco y me subí a la moto, no sabía cómo sostenerme en la moto, así que puse mis manos hacía atrás.—Rodea mi cintura —dijo botando humo por la boca.—¿Qué? ¡No! —le dije enseguida y puso sus ojos en blanco.—Mira, no tengo paciencia para niñas mimadas como tú, rodeas mi cintura o sales disparada de la moto y no pienso regresar por ti. Tengo cosas que hacer.Mi cabeza y mi estómago estaban fuertemente confundidos, la voz de ese hombre era muy masculina, seductora y por alguna razón mi cuerpo respondía obedeciendo. Pero por otra parte, me daba mucha
—Sabes que no tienes que cocinar para mi. No tienes que hacer nada para mi.—Lo sé.—¿Entonces por qué lo hiciste?—No lo hice para ti, lo hice para mi, pero es tu cocina y tu comida, lo mínimo que podía hacer para agradecer era darte un plato a ti también.—Entiendo —me miró un par de segundo más y luego sonrío.—¿Cómo... Cómo te llamas? —detuvo su mano a mitad de camino, iba directo con la cuchara para su boca.—¿En serio, Valeska? —¡Mierda! él sí recordaba mi nombre—. Se supone que estamos felizmente casados y no sabes el nombre de tu amado esposo.—No estamos felizmente casados, falsamente si, pero felizmente no. Y no te amo, tu tampoco a mi, lo siento estaba nerviosa, no presté atención.—Ivar, el menor de los Isaken.—Ivar —su nombre en mis labios sonaba bien.—Cocinas delicioso, hace mucho tiempo que no comía algo casero.—¿Entonces qué comes? —Era extraño conversar tan naturalmente con alguien que solo había visto por instantes.—No sé, tal vez lo que se cruza por mis narices,
Esa chica era como un pequeño frasco de miel, dulce, rubio, tierno.Me ponía con solo mirarla a los ojos, el vestido le quedaba bien, pero simplemente no parecía ella, en realidad no se parecía en nada a la chica que Isak me dijo que era.«Le encanta ir de compras, no sabe cocinar, en realidad no sabe hacer nada y es arrogante»Pero sus palabras parecían describir a otra persona, Valeska no criticó mi casa, tampoco hizo mala cara, y sin necesidad de preparar comida para mi, me sirvió un plato de cada cosa, que sabía a gloria y sobre todo, era comida de verdad.No comía un plato de comida decente desde que me había marchado de casa, en realidad no comía nada rico desde la muerte de mi madre.Y por supuesto que la nobleza de sus palabras fue algo que no espere. «Ropa de segunda».Claro como si yo fuese a permitir que mi mujer, aunque fuese de mentiras y en un papel, se vistiera con ropa de segunda mano. Sin embargo me di cuenta que cuando estaba analizando sus palabras se sintió avergon
Deje la moto a un lado y camine hasta encontrarme con la melena roja de mi mejor amigo desde hacía varios años. Un tonto norteamericano de nombre Joshua, que había llegado desde Dallas, huyendo de unos cobradores que le iban a arrancar la lengua.Era él el que por lo general organizaba las peleas, las carreras o las fiestas.—¿Dónde estuviste todo el día?—Yo también me alegro de verte —le conteste mientras bebía la cereza que me acababa de entregar.—Tienes dos peleas esta noche.—No voy a pelear hoy.—Pero Ivar...—Sin peros.—¿Por qué?—Tengo que llegar a casa temprano.Hubo un silencio extraño, casi glorioso entre los dos porque podía asegurar que no había música, ni barullo, ni voces, nada. Pero luego de unos segundos de mirarnos fijamente explotamos en carcajadas y por poco escupo la cerveza.—Son las 10 de la noche, creo que ya estás llegando tarde.—No es tu problema.—¿Sucede algo? —Joshua sabía que las cosas con mi familia no eran fáciles, quería a mi hermano, porque mi herm
Al fin deje de escuchar los gritos de esa peli roja demente que gritaba improperios en mi contra y parecía que los casi inexistentes muebles de Ivar estaban rotos. Si es que eso era posible.Quería tomar una ducha, desayunar, ir por la poca ropa que aún me quedaba a donde la bruja de Jonella y regresar con mi auto además de salir a buscar un empleo.Necesitaba un empleo y también necesitaba empezar a buscar un departamento pequeño para cuando mi abuela saliera del hospital, no podía vivir con ella en este frío lugar.Pero contrario a todo lo que tenía planeado, llegó una loca que casi me pega y me entero que soy la cornuda de la casa.Es claro que Ivar y yo no somos nada, que no me debe nada, que ni siquiera la comida que prepare es parte del trato, porque además no tengo un trato con él, lo tengo con Jonella. Pero que en la primera noche saliera a foll.ar y sobre todo que el polvo de su noche viniera a la que se supone es "nuestra casa" a hacer un escándalo, era no solo vergonzoso. T
Esa chica era como un torbellino en mi cabeza."Valeska, Valeska, Valeska"Se comportó como toda una dama frente al show que hizo Grete, justo cuando la vi parada en la puerta, gritando y rompiendo, fue que caí en cuenta de las palabras de mi hermano Isak.La noticia estaba en todos los medios."El rebelde y menor de los Isaken, se casó" "El rebelde Isaken, contrajo nupcias en secreto" "El rebelde y más pequeño de los Isaken...Los titulares eran interminables e insoportables, mientras que Valeska tomaba su ducha, me puse un pantalón, barri un poco y sostuve una conversación con Isaken, un poco subida de tono, porque él sabía lo mucho que yo odiaba que los medios y la prensa amarillista se metieran en mi vida, me gustaba pasar de incógnito y ambos teníamos claro que él había sido el que había filtrado la información.Pero el puño se lo daría cuando nos viéramos. Mientras tanto le pedí que enviara personal a la casa para limpiar y organizar los muebles que iba a ir a comprar con Valesk