Entonces mi amada madrastra, tan dulce y amable como siempre sostenía entre sus manos un objeto que yo conocía muy bien y que había sido mi más grande tormento.
—¿Qué haces? —«No dejes que te tiemble la voz, Valeska»
—Solamente te quiero recordar que nada puede salir mal hoy.
—No es necesario que me amenaces. Ya no soy la niña que se dejaba golpear por ti, Jonella.
—Eso está por verse.
Ragna entró al estudio que era de mi padre y ahora parecía el lugar más rosado del mundo, con impresiones doradas por doquier y un asqueroso olor a flores. Cerró la puerta y se acercó hasta mí con una sonrisa socarrona que en otra ocasión hubiese disfrutado borrar.
—¿Ya le dijiste? —pregunto soberbia y mirando a su madre.
—Estoy por hacerlo —suspiro y me miró—. Querida Valeska, la situación es muy sencilla. Tu debes cumplir con un contrato por cerca de un año y luego serás libre.
—No vine aquí por un contrato, Jonella, vine por mi dinero. El que mi padre me dejó.
—Y te lo voy a entregar —casi sentí que podía respirar de nuevo—. Pero no ahora.
—No me puedes hacer eso, mi abuela está en el hospital y yo tengo que...
—¡Escuchame, insolente! —El objeto que tenía en su mano era una vara de madera muy delgada, con la que me golpeaba cada vez que yo no hacía las cosas como ella quería—. Si quieres tu dinero, me vas a obedecer, te daré adelantos cada mes, como una pensión y lo usaras a tu gusto y placer. Si quieres perder tu dinero en esa anciana decrépita, por mí está bien.
—¿Por qué no puedo tener mi dinero en totalidad? ¿Lo perdiste? —la estaba acusando.
—Ya te dije que es por tu bien. Si te entrego todo el dinero, tu vas a desperdiciarlo en esa mujer.
—¡Pero eso es problema mío! —me puse de pie y sentí el golpe sobre mi brazo derecho, allí lanzó esa vara de madera que con un golpe podía cortar la piel.
—¿Lo tomas o lo dejas? —estiró de nuevo la vara en dirección a mi rostro y aunque quería llorar, no hice ningún movimiento.
—¿De qué se trata el contrato? —pregunte ya con mi orgullo herido y resignada a que era la única manera rápida y fácil de obtener dinero para salvar a mi abuela.
—Debes casarte hoy con el hijo menor de los Isaken —ese apellido, lo recordaba por alguna razón, pero no tenía claro porque—. Son los hombres más ricos de todos los países Nórdicos juntos, tienen mucho poder y...
—No. No me voy a casar con nadie —el siguiente golpe llegó y dio en el mismo lugar que el anterior. Jonella quería abrirme la piel, eso era lo que hacía cuando yo era una niña, me golpeaba una y otra vez en el mismo lugar.
—No tienes dinero.
—Te voy a...
—Tampoco tienes poder legal para quitarme nada y mucho menos recursos para contratar a un abogado, las deudas de los hospitales te están apremiando y los bancos no te van a dar más dinero.
—¿Cómo sabes eso? —preguntó asombrada.
—Estaba adivinando y me alegra saber que tengo razón —mordí mi boca por dentro y no sabía qué hacer. Pero tampoco le creía que aquello era una mera casualidad o que estaba adivinando.
—Jonella, por favor —estaba suplicando a esa desgraciada.
—Ni aunque te arrodilles te voy a dar un solo centavo.
Los segundos pasaron y los minutos llegaron con su andar, el tiempo no era algo con lo que las personas podíamos jugar, pero el tiempo estaba jugando en mi contra.
—¿Por cuanto tiempo debo estar casada? —ya estaba resignada y mi cabeza inclinada, nuevamente estaba sometida a su voluntad.
—Un año, máximo, pero deberían ser meses —esta vez fue Ragna la que hablo—. Mirale el lado bueno, al menos te liberas de mi… de nosotras —y la risa estruendosa, que siempre odie, llegó.
—No pienso cumplir deberes maritales, ni dormir junto a ese hombre.
—Deben vivir juntos, pero no tienes que hacer nada que no quieras. Esto es solo por las apariencias.
—¡No puedo vivir aquí! Mi abuela, ella está...
—Eres tan aburrida, Valeska —Ragna dio un bostezo y dio varios pasos con sus finos tacones hacía mi—. Solo tienes que dejar a la vieja por unos meses, puedes visitarla los fines de semana o pedir un traslado del hospital hasta acá. Cumples con tu parte, tu abuela se cura y tienes tu dinero. ¿No es tan fácil de entender? —Sus ojos me estaban diciendo algo más.
Ragna tenía razón, había soluciones, pero no garantías.
—Quiero que me asegures que me vas a dar el dinero mes a mes, para poder pagar las cuentas del hospital.
—Tienes mi palabra.
—Y eso no vale nada, una vez dijiste que me ibas a cuidar y...
—¡Y es lo que estoy haciendo, malagradecida! —El tercer golpe llegó y la ligera blusa que llevaba puesta se rasgó, dejando salir un hilo de sangre.
—Madre, no seas bruta —Ragna le recrimino y al fin le quitó esa arma—. No podemos llevarla al altar en esas condiciones —para ese momento estaba llorando silenciosamente, como había aprendido a llorar desde hacía mucho tiempo. Ragna se acercó a mí, pero con cautela.
—Tienes razón, mi princesa. Tan inteligente como siempre —Jonella se sentó de nuevo.
—Valeska, para que veas que en mi corazón ahí compasión, yo misma te ayudare a maquillar y peinar y te prestaré uno de mis vestidos, el más blanco que tenga —Ragna parecía realmente tierna y buena, bajo esa capa de crueldad que solía cargar.
—Antes de ir con Ragna, necesito mis garantías.
—¿Qué quieres? —Jonella suspiraba de aburrimiento.
—Si me estas casando a mi, es porque no quieres casar a Ragna —finalmente obtuve toda su atención—. No soy tan tonta como crees, así que si durante este tiempo te atrasas con mi dinero un solo día, arruinó lo que sea que tienes pensado hacer a esa familia, te voy a exponer, Jonella.
—Finalmente tienes mi atención, Valeska. Te aseguro que aunque esto es una amenaza y no lo voy a soportar, el 5 de cada mes tendrás dinero suficiente para tu abuela.
—De acuerdo.
No dije nada más, porque no tenía ganas de hablar con nadie, solamente quería ir y firmar el puto contrato que decía que estaba casada, el vestido blanco y el maquillaje eran solamente una fachada y una cosa completamente innecesaria para lo que era un trámite nada más.
Sin embargo Ragna se esforzó demasiado y no podía negarlo, frente al espejo estaba una mujer que no se parecía mucho a mi, maquillaje perfecto y suave, aunque al principio mis prejuicios me dictaron que me maquillaría fuerte como ella, el vestido era una pieza sencilla pero elegante, tenía una caída que arrastraba por el piso y unas sandalias rojas que contrastan con ese vestido que era de inocente apariencia.
—Gracias —le dije con suavidad.
—Valeska, sabes que solamente somos presas de las circunstancias. Me gustaba cuando jugabas conmigo, aunque lo hacías porque mi madre te obligaba, pero eran la única que soportaba mis berrinches. Aún así —su voz estaba triste—. Me caes bien, eres tonta, pero eres demasiado buena para ser verdad, hoy cuando te encuentres frente a ese hombre solo muestrate como eres, así es como enamoras a todos los que te rodean.
—¿De qué hablas?
—¿Sabes por qué dejé de venir con mis novios o amigos a casa? Todos se fijaban en la dulce Valeska. Atraes a las personas con esos ojos dulces y esa actitud sumisa. Usa eso en tu favor Valeska y cuando te liberes de mi madre, ya que tu si puedes, vuela tan lejos y tan alto de ella como puedas.
—Ragna tu...
—Es hora, tonta. Vamos.
Mis pasos iban rápidos, pues Ragna me llevaba de la mano prácticamente arrastrada hasta una pequeña y linda cabaña que antes mi padre y yo usábamos como capilla, ahora era como un lugar extraño y lleno de recuerdos para mi, pero de objetos lujosos para ellas.
Vi a dos hombres allí, ambos mayores, demasiado para mi gusto y me detuve enseguida.
—Ellos no son, están demasiado viejos, conserva la calma. Sigue caminando.
Ya no había rastro de la Ragna gentil y dulce de unos momentos atrás.
—Ragna, yo no quiero...
—Yo tampoco, pero en la vida para mantenernos a salvo y vivos, debemos hacer lo que no nos gusta. Las mujeres como tu y como yo no tenemos elección, inclusive traicionar a los que amamos es un deber para sobrevivir, Valeska —limpio una lagrima y continuamos caminando.
—Señoritas —dijo un hombre canoso que nos miraba despectivamente.
Ambas saludamos de manera cordial y los 4 junto a Jonella que llegó tomada de la mano de Derik entramos en la capilla.
—En unos instantes llegaran mis hijos —dijo el hombre canoso.
Pero los minutos pasaron, y el tiempo se pasó volando, yo había decidido sentarme y estaba agradecida de que el hombre se hubiese arrepentido, de esa manera no me vería obligada a aceptar semejante locura. Pero 90 minutos después el rugido de un motor nos sobresaltó a todos, en especial al hombre canoso que no había dejado de caminar de un lado a otro dentro de la capilla y había hecho al menos unas 100 llamadas telefónicas que nunca le contestaron.
—Es hora —nos informó, uno de los hombres se dispuso sobre el altar y mi confusión fue mayor, pues no sabía si era un hombre de iglesia o un abogado.
Primero ingresó un hombre joven, atractivo y elegante, perfectamente peinado y con un paso firme, los ojos de Ragna se concentraron en él y le dio su sonrisa más coqueta. Pero el hombre me miró enseguida y sus ojos aunque eran muy claros, casi transparentes, daban un confort y calidez que hacía mucho tiempo no veía en nadie, si él era el hombre con quien debía casarme, tal vez no todo iba a ser tan malo.
Se acercó al hombre canoso y mayor, le susurró un par de cosas y este se puso rojo de ira. Ambos se quedaron de pie y dirigieron sus ojos a la entrada, nuevamente pude ver la sombra de otro hombre y sentí un frío recorrer mi cuerpo.
Era alto, mucho más alto que el primer joven que entró, sus pantalones eran jeans ne.gros un poco gastados y me di cuenta de lo innecesario que había sido el vestido, peinado y maquillaje, traía una camiseta blanca que dejaba ver sus músculos grandes y voluminosos, mis ojos siguieron subiendo y en sus manos vi una chaqueta de cuero, cuando llegue a sus labios me di cuenta que traía un cigarrillo encendido y luego sus ojos, esos ojos ya los había visto.
Es él.
Por un segundo creí verlo sonreír, pero yo estaba paralizada por la presencia y la imponencia de aquel hombre que se veía más joven que el primero, pero fuertemente más rudo, sus ojos si eran fríos y aterradores, igual que su caminar. Tal vez eran sus brazos llenos de tatuajes que llegaban hasta sus manos, su peinado desordenado o simplemente era él, pero sentía pánico con su sola presencia.
—Ivar, apaga eso. Estamos en una iglesia —el hombre más joven lo reprendió.
—¡Qué escándalo! Un cigarrillo en una iglesia —dijo sarcástico y cuando llegó a mi lado, lo lanzó al piso y lo apago con el pie sin quitarme los ojos de encima —comencemos —dio la orden, porque eso fue, una orden.
—Estamos aquí reunidos para...
—¡No, no, no! —interrumpió al hombre que iba a celebrar la boda—. No vamos a andar con hipocresías innecesarias, esto no es un matrimonio por amor y nadie va a venir a interrumpir esta farsa, puede saltarse todos esos protocolos, porque estoy seguro que mi padre le pagó una fuerte suma de dinero para que esté haciendo esto y de esta forma. tan poco legal.
Mis mejillas estaban rojas, me sentía completamente humillada y maltratada, pero era verdad. Nadie allí iba a detener esa boda y escuchar una ceremonia no era necesario.
—Ivar Isaken ¿Acepta usted a Va...
—Si acepto —interrumpió de nuevo—. Y ella me acepta como su legítimo esposo, porque por eso está aquí, así que ambos aceptamos y yo ya puedo besar a la novia.
Yo esperaba todo, menos que me tomara de la cintura y me besara, sus labios eran suaves y aunque el aliento a alcohol y cigarrillo me molesto, primo esa fragancia masculina. Fue un beso corto pero interesante.
Solo hubo silencio y yo tampoco sabía qué decir.
—Te dije anoche que me esperaras 5 minutos junto a tu auto. Ahora tendrás que estar conmigo toda una vida, esposa —sus palabras hicieron que mis ojos se abrieran de par en par como platos y lo miré, mientras sostenía esa arrogante sonrisa que derretiría las bragas de cualquiera.
Era el hombre del hospital, era el hombre que ahora era mi esposo y yo no podía cambiar. Y me había reconocido por completo.
Ese tipo tomó mi mano y sin dejar que yo me despidiera de nadie o que pudiera pronunciar algo, me arrastro hasta las afueras de la pequeña capilla, allí pude ver una moto y me lanzó un casco a las manos mientras volvía a encender un cigarrillo.—Yo no...— Eres mi esposa, debemos vivir juntos, no soporto a esta gente, te vienes conmigo o llegas a casa sola. Tu decides.Era obvio que ese hombre no sabía el significado de cortesía, me puse el casco y me subí a la moto, no sabía cómo sostenerme en la moto, así que puse mis manos hacía atrás.—Rodea mi cintura —dijo botando humo por la boca.—¿Qué? ¡No! —le dije enseguida y puso sus ojos en blanco.—Mira, no tengo paciencia para niñas mimadas como tú, rodeas mi cintura o sales disparada de la moto y no pienso regresar por ti. Tengo cosas que hacer.Mi cabeza y mi estómago estaban fuertemente confundidos, la voz de ese hombre era muy masculina, seductora y por alguna razón mi cuerpo respondía obedeciendo. Pero por otra parte, me daba mucha
—Sabes que no tienes que cocinar para mi. No tienes que hacer nada para mi.—Lo sé.—¿Entonces por qué lo hiciste?—No lo hice para ti, lo hice para mi, pero es tu cocina y tu comida, lo mínimo que podía hacer para agradecer era darte un plato a ti también.—Entiendo —me miró un par de segundo más y luego sonrío.—¿Cómo... Cómo te llamas? —detuvo su mano a mitad de camino, iba directo con la cuchara para su boca.—¿En serio, Valeska? —¡Mierda! él sí recordaba mi nombre—. Se supone que estamos felizmente casados y no sabes el nombre de tu amado esposo.—No estamos felizmente casados, falsamente si, pero felizmente no. Y no te amo, tu tampoco a mi, lo siento estaba nerviosa, no presté atención.—Ivar, el menor de los Isaken.—Ivar —su nombre en mis labios sonaba bien.—Cocinas delicioso, hace mucho tiempo que no comía algo casero.—¿Entonces qué comes? —Era extraño conversar tan naturalmente con alguien que solo había visto por instantes.—No sé, tal vez lo que se cruza por mis narices,
Esa chica era como un pequeño frasco de miel, dulce, rubio, tierno.Me ponía con solo mirarla a los ojos, el vestido le quedaba bien, pero simplemente no parecía ella, en realidad no se parecía en nada a la chica que Isak me dijo que era.«Le encanta ir de compras, no sabe cocinar, en realidad no sabe hacer nada y es arrogante»Pero sus palabras parecían describir a otra persona, Valeska no criticó mi casa, tampoco hizo mala cara, y sin necesidad de preparar comida para mi, me sirvió un plato de cada cosa, que sabía a gloria y sobre todo, era comida de verdad.No comía un plato de comida decente desde que me había marchado de casa, en realidad no comía nada rico desde la muerte de mi madre.Y por supuesto que la nobleza de sus palabras fue algo que no espere. «Ropa de segunda».Claro como si yo fuese a permitir que mi mujer, aunque fuese de mentiras y en un papel, se vistiera con ropa de segunda mano. Sin embargo me di cuenta que cuando estaba analizando sus palabras se sintió avergon
Deje la moto a un lado y camine hasta encontrarme con la melena roja de mi mejor amigo desde hacía varios años. Un tonto norteamericano de nombre Joshua, que había llegado desde Dallas, huyendo de unos cobradores que le iban a arrancar la lengua.Era él el que por lo general organizaba las peleas, las carreras o las fiestas.—¿Dónde estuviste todo el día?—Yo también me alegro de verte —le conteste mientras bebía la cereza que me acababa de entregar.—Tienes dos peleas esta noche.—No voy a pelear hoy.—Pero Ivar...—Sin peros.—¿Por qué?—Tengo que llegar a casa temprano.Hubo un silencio extraño, casi glorioso entre los dos porque podía asegurar que no había música, ni barullo, ni voces, nada. Pero luego de unos segundos de mirarnos fijamente explotamos en carcajadas y por poco escupo la cerveza.—Son las 10 de la noche, creo que ya estás llegando tarde.—No es tu problema.—¿Sucede algo? —Joshua sabía que las cosas con mi familia no eran fáciles, quería a mi hermano, porque mi herm
Al fin deje de escuchar los gritos de esa peli roja demente que gritaba improperios en mi contra y parecía que los casi inexistentes muebles de Ivar estaban rotos. Si es que eso era posible.Quería tomar una ducha, desayunar, ir por la poca ropa que aún me quedaba a donde la bruja de Jonella y regresar con mi auto además de salir a buscar un empleo.Necesitaba un empleo y también necesitaba empezar a buscar un departamento pequeño para cuando mi abuela saliera del hospital, no podía vivir con ella en este frío lugar.Pero contrario a todo lo que tenía planeado, llegó una loca que casi me pega y me entero que soy la cornuda de la casa.Es claro que Ivar y yo no somos nada, que no me debe nada, que ni siquiera la comida que prepare es parte del trato, porque además no tengo un trato con él, lo tengo con Jonella. Pero que en la primera noche saliera a foll.ar y sobre todo que el polvo de su noche viniera a la que se supone es "nuestra casa" a hacer un escándalo, era no solo vergonzoso. T
Esa chica era como un torbellino en mi cabeza."Valeska, Valeska, Valeska"Se comportó como toda una dama frente al show que hizo Grete, justo cuando la vi parada en la puerta, gritando y rompiendo, fue que caí en cuenta de las palabras de mi hermano Isak.La noticia estaba en todos los medios."El rebelde y menor de los Isaken, se casó" "El rebelde Isaken, contrajo nupcias en secreto" "El rebelde y más pequeño de los Isaken...Los titulares eran interminables e insoportables, mientras que Valeska tomaba su ducha, me puse un pantalón, barri un poco y sostuve una conversación con Isaken, un poco subida de tono, porque él sabía lo mucho que yo odiaba que los medios y la prensa amarillista se metieran en mi vida, me gustaba pasar de incógnito y ambos teníamos claro que él había sido el que había filtrado la información.Pero el puño se lo daría cuando nos viéramos. Mientras tanto le pedí que enviara personal a la casa para limpiar y organizar los muebles que iba a ir a comprar con Valesk
—Hola —le dije aún algo adormilado y me di cuenta que ya se había cambiado de ropa. Se veía jodidamente sensual, como para rasgar esos leggings de cuero y palmear ese firme trasero, la blusa era holgada y tenía impresa la imagen de una vieja banda de rock, su pelo en un chongo alto y mechones sueltos, le daban un aire juvenil que no había percibido.—Ya tengo lista la cena, ¿puedes comer antes de irte?—Valeska, no debes cocinar para mi. Si la despensa está llena es por ti —era la verdad, yo no comía, ni cocinaba y si eso estaba allí era para que no muriera de hambre.—Bueno tu hiciste algo por mi hoy, así que yo haré algo por ti también —¿algo por mi?—. No tengo dinero, pero puedo cuidarte.¿Cuidarme? ¿Por qué iba a cuidarme? Eso solo lo había hecho mi madre y mi hermano por mi.Su hermosa sonrisa, allí estaba dándome esa hermosa sonrisa a mi. ¿Le sonreía acaso a alguien más? De esa forma tan genuina. Preferiría que fuese solo para mí.—Lamento lo de Grete, prometo que no va a volve
Había caminado todo el día, afortunadamente metí entre el bolso un par de tenis nuevos, de los que Ivar había comprado para mi y me permitían no estar tan adolorida de las piernas. Sin embargo pasaba el mediodía y el hambre me atacaba, pero tenía que seguir buscando un empleo, recorrer la ciudad y dejar curriculums por doquier parecía una buena idea esa mañana. Esa mañana.Mi mente seguía divagando y recordando esa mañana. Cuando abrí mis ojos, lo primero que sentí fue su olor golpear directo en mi nariz, era invasivo pero delicioso, no era la luz del día lo que estaba invadiendo mis ojos, se trataba del color de su piel, el peso de su brazo lo sentí en mi cintura y... y allí estaba. Había pasado la noche dormida junto a Ivar. ¿Cómo? Ni siquiera lo podía recordar con exactitud. Mi último recuerdo es haber caído rendida sobre el sofá y nada más. No sabía si estaba despierto o se hacía el dormido, pero no lo moví, no quería tener una conversación incómoda sobre el porque estába