—Hola —le dije aún algo adormilado y me di cuenta que ya se había cambiado de ropa. Se veía jodidamente sensual, como para rasgar esos leggings de cuero y palmear ese firme trasero, la blusa era holgada y tenía impresa la imagen de una vieja banda de rock, su pelo en un chongo alto y mechones sueltos, le daban un aire juvenil que no había percibido.—Ya tengo lista la cena, ¿puedes comer antes de irte?—Valeska, no debes cocinar para mi. Si la despensa está llena es por ti —era la verdad, yo no comía, ni cocinaba y si eso estaba allí era para que no muriera de hambre.—Bueno tu hiciste algo por mi hoy, así que yo haré algo por ti también —¿algo por mi?—. No tengo dinero, pero puedo cuidarte.¿Cuidarme? ¿Por qué iba a cuidarme? Eso solo lo había hecho mi madre y mi hermano por mi.Su hermosa sonrisa, allí estaba dándome esa hermosa sonrisa a mi. ¿Le sonreía acaso a alguien más? De esa forma tan genuina. Preferiría que fuese solo para mí.—Lamento lo de Grete, prometo que no va a volve
Había caminado todo el día, afortunadamente metí entre el bolso un par de tenis nuevos, de los que Ivar había comprado para mi y me permitían no estar tan adolorida de las piernas. Sin embargo pasaba el mediodía y el hambre me atacaba, pero tenía que seguir buscando un empleo, recorrer la ciudad y dejar curriculums por doquier parecía una buena idea esa mañana. Esa mañana.Mi mente seguía divagando y recordando esa mañana. Cuando abrí mis ojos, lo primero que sentí fue su olor golpear directo en mi nariz, era invasivo pero delicioso, no era la luz del día lo que estaba invadiendo mis ojos, se trataba del color de su piel, el peso de su brazo lo sentí en mi cintura y... y allí estaba. Había pasado la noche dormida junto a Ivar. ¿Cómo? Ni siquiera lo podía recordar con exactitud. Mi último recuerdo es haber caído rendida sobre el sofá y nada más. No sabía si estaba despierto o se hacía el dormido, pero no lo moví, no quería tener una conversación incómoda sobre el porque estába
Debía regresar a casa, ya era tarde y eran casi las 10 de la noche. Busqué mi celular, para encontrar la ruta de bus más rápida, pero mi sorpresa fue ver que tenía más de 20 llamadas perdidas.Algunas pertenecían a un número desconocido y otras eran de Jonella.¡Mi.erda, mi abuela! Fue lo primero que pensé y me asusté temiendo lo peor. El tiempo se me había pasado tan rápido y tan ligero, que le reste total importancia a los demás. Tal vez porque me sentí normal de nuevo. Me sentí normal como hacía mucho no me sentía. De alguna forma era bueno que ellos no conocieran mi historia, ni sintieran lástima por mi situación como me sucedía antes. —Jonella, ¿qué suce...—¡¿Dónde carajos estás metida?! —Me gritó y estaba molesta, ¿cuándo llegaría el día en que al fin me libraría de esa mujer?—¿Pasó algo con mi abuela? —pregunte prevenida y advirtiendo lo peor.—Podría importarme menos esa mujer, es Ivar, tu esposo el que... —pero su voz se cortó y alguien más tomó el teléfono. Ragna.—Vales
—¿Qué hiciste, qué? —Eran las 3 de la mañana y mi hermano Isak estaba llamándome para regañarme.—Isak, soy el menor, pero...—Pero nada, se que estas haciendo mucho por mí, más de lo que tendrías que hacer. Pero lo de hoy fue una...—Ya lo sé. Lo jodí, lo arruine. —Mucho. No tenías que ir hasta esa casa a romper nada. Esa mujer dice que va a enviar la cuenta y…—Es que no la encontraba —continúe hablando y restando importancia a las palabras de Ivar sobre esa mujer. —Valeska no es tu esposa, joder. Es una chica por la que nuestro padre hizo un negocio.—¿Averiguaste lo que te pedí? —nuevamente cambié de tema. —Si, pero no te mereces esa información.—Isak, no seas gilipoll@s —le advertí.—Lo digo en serio, eres un idiota. Uno muy grande, un grandísimo idiota, Ivar.—¿Qué sabes?—Te espero en la oficina mañana en la mañana. Llega temprano, necesito que firmes unos papeles y te entrego la información.—No, no pienso ir, no pienso pisar ese edificio.—Ivar, si sabes que en menos de d
—Puedo pasar por ti —le aseguré mientras me entregaba el casco, eran las 9:55 de la mañana y estábamos frente a un pequeño restaurante de una zona de la ciudad que era conocida por su amplio catálogo cultural.—No... —sonrío—. No es necesario. Tu debes trabajar y...—Está bien, prefiero venir por ti a que tomes el transporte público, llegar a casa puede ser peligroso y demasiado solitario —dudo antes de aceptar.—De acuerdo, te llamo antes de salir, para que no tengas que esperar demasiado. —Espero la llamada. Mi número es del que te llame anoche...—Tan insistentemente —completo mi frase—, lo tengo. Ya lo guarde.—¿Cómo? —tenía curiosidad.—Bueno, solamente lo agregue a mi lista de contactos y… —dijo obvia, aunque ella sabía a lo que yo me refería. —¿Esposo o amorcito? —pregunté mientras me reía y ella se alejaba igual de divertida, pude ver aquel sentimiento reflejado en ella también.—De acuerdo, ya tengo tu número, te llamaré cuando salga de aquí. Debo entrar, no quiero que me d
—¡Joder, Ivar! ¿Desde cuándo te volviste una hermanita de la caridad? Esto te va a quitar tiempo y energías que vas a necesitar cuando yo no esté a tu lado. —No te preocupes por mí, yo puedo con esto y más. Eso lo sabes muy bien. —Si, pero es esto más papá. —¿Cuánto quieres apostar? —Intente parecer divertido—. No te has detenido a analizar que si me divorcio de Valeska no podemos continuar con el plan, ella es solo una transacción y entre más limpio esté su nombre, más fácil será que los medios la dejen en paz y que se enfoquen en lo importante. —Al pagar la deuda de Jonella con papá no tendrás razones para mantenerte casado con Valeska. —Pero si no estoy casado en los próximos dos meses ¿No te puedes ir o si, hermanito? —lo vi rascarse la nuca, él sabía que yo tenía razón—. De todas formas, nadie tiene porque saberlo, ni Jonella, ni Valeska, es nuestro secretito —sonreí. —¿Que la chica va a estar atada a ti sin necesidad de estarlo? Ivar, el matrimonio sigue siendo necesario,
VALESKA.31 días que trajeron el primer mes y con aquello también llegaron cambios que no esperaba.—Hola —saludé a Ivar por la mañana después de mi primer día de trabajo. Me di cuenta que estaba sentado en la mesa haciendo algo parecido a trabajar en un computador, lo que era extraño porque creí que su trabajo solamente era pelear.—¿Descansaste? ¿Hace cuanto llegaste? —no entendía porque estaba preguntando cosas que no me corresponden.—Sí y hace un par de horas—escuche su respuesta, mientras preparaba café para los dos y unas tostadas—. Creo que... tenía muchas razones para descansar tranquilamente.—¿A qué te refieres? —le pregunté mientras cerraba la computadora y se ponía de pie para llegar hasta mí y ponerme atención.—Ayer pasaron muchas cosas buenas, eso me dijiste antes de irme y aquí estoy ansioso por escuchar.—Bueno —suspire y deje la cafetera a un lado mientras recordaba la llamada del doctor encargado del caso de mi abuela—, para empezar mi abuela está más estable y un
Los golpes ligeros me sacaron de mis meditación. Me asuste porque desde que vivía allí, nadie, excepto la pelirroja salvaje, había venido.Los golpes continuaron y esta vez eran más fuertes, deje la sopa a fuego bajo y camine hasta la puerta.—¿Quién? —pregunté indecisa. —Ivar, abre, maldito loco. —Ivar... No te puede atender —dije suavemente, tal vez ni me había escuchado porque se quedó en silencio todo. Estaba por marcharme cuando la voz del chico me llamó de nuevo.—Dile que es urgente, por favor. —Está enfermo, no ha tenido un buen día.—Soy Joshua, el mejor amigo de Ivar. Solo quiero saber como esta, anoche durante las peleas… No fueron fáciles y él no quiso quedarse a que lo revisaran.Abrí, era un pelirrojo gracioso y sus palabras me convencieron. —Ha tenido fiebre todo el día.—Lo sacudieron —hablo más bien para él mirando al suelo.—¿De qué hablas? Necesito saber si debo llevarlo al hospital —esas últimas palabras me dieron atención.—Nunca lo lleves a un hospital —era