—Prometo que volveré a visitarte —ese niño de ojos hermosos y claros hacía que mis mejillas se tintaran un poco de rojo.
—¿Por qué? ¿Por qué me prometes eso? Solo tiras de mi pelo y me molestas.
—Porque si no lo hago yo, ¿quién más lo hará? —Su sonrisa era todo lo que yo podía ver.
Y eso era suficiente para mi.
—¡Valeska! ¡Valeska! ¡Despierta! —sentí como tiraron de mis brazos con fuerza.
Abrí mis ojos y vi el techo sucio y con moho de mi pequeña habitación.
—¿Qué… Qué sucede? —pregunte aún dormida.
—Tu… Jonella. Viene para acá, te lleva llamando media hora y…
La puerta se abrió de golpe y Jonella con sus ojos profundos y fríos, llenos de ira tiró de mi brazo y clavó sus uñas.
—¡Despierta, holgazana!
Hubiese querido gritar, llorar, liberarme o decir algo, pero ya estaba tan acostumbrada al dolor que era imposible que un nuevo ataque por parte de mi madrastra me afectará.
Baje a la cocina y use el mismo delantal viejo que tenía desde los 10, habían pasado 17 años y un día como hoy, era mi número 18, el día que al fin sería libre, extrañamente Jonella estaba más molesta que nunca.
—Valeksa, nosotros hicimos para ti…
Las chicas de la cocina y yo, junto al jardinero no sumamos más que 4 personas, muy pocas para el mantenimiento de una casa tan grande como la que teníamos a cargo, pero desde la muerte de mis padres y que Jonella, mi madrastra quedó a cargo de mi y todo el dinero que mis padres me habían dejado, dinero que poco a poco vi como se iba entre sus manos.
Un pastel, como cada año ellos que eran como mi familia, preparan un pastel para mi. Este año había deseado algo diferente y entonces el jardinero se sorprendió.
El jardinero encendió las luces del exterior de la casa para poder ver bien de qué se trataba, de pronto un auto hizo que todo dentro de mi se sintiera extrañamente bien. Si la memoria no me fallaba aquel era el auto de mi abuela. Sentí mi corazón acelerarse, pero no estaba segura de nada pues los recuerdos se sentían como lejanas pesadillas que no eran reales.—Es... Es la señora…
—Es mi abuela. ¡Mi abuela regresó por mí! —grite emocionada y por primera vez no me importo si se despertaban todos o ninguno, solamente quería sentir sus brazos alrededor de mi cuerpo.
No me quité el horrible y grisáceo delantal que llevaba puesto, tampoco solté mi cabello para que se viera menos feo que en ese horrible moño que me obligaban a hacerme y tampoco limpie mis manos, solamente corrí a los brazos de mi abuela.
Cuando los dos autos se detuvieron frente a mi y la vi bajar, las presión de mi pecho hizo que las lagrimas sucumbieran ante el dolor, la alcance y la abrace sin esperar a que me dijera nada, solamente me quedé allí como en otros años donde yo era una niña que se podía refugiar en el cuerpo de su abuela. Y por primera vez me di cuenta que todo mi cuerpo dolía, tal vez porque ya no me sentía tan vulnerable o tan frágil. Sabía que con ella ya nada me podía lastimar.
—Mi niña ¿Que te han hecho?
—Por favor, sácame de aquí. Nada me importa, ni la casa, ni el dinero, solo sácame de aquí abuela —ella intentaba limpiar mis lágrimas pero era un trabajo imposible, pues el líquido se derramaba sin filtro.
Mi abuela me arrastro dentro de la casa, encendió todas las luces y comenzó a llamar a mi madrastra a gritos, Jonella al ver a mi abuela intentó regresar sobre sus pasos, ya era demasiado tarde. Su sorpresa fue tal que se quedó sin palabras y su piel se puso de un horrible color pálido.
—Suegra ¿qué haces aquí? Se supone que llegabas en una semana.
—¿Qué sucede? ¿No te dio tiempo de esconder la mugre bajo la alfombra, querida?
—No se de que hablas.
Entonces mi abuela con algo de brusquedad me tomó de un brazo y me puso al frente.
—Mira —le gritó—. Mira sus manos que ya no son las de una niña de buena familia, mira su pelo que ya no brilla, mira su rostro sucio como el de un sirviente. ¿Qué le hiciste, Jonella? No es sangre de tu sangre, pero mi hijo confío en ti y la dañaste hasta dejarla gris y vacía.
Jonella no decía nada, solo se veía su rostro tensionado y molesto. No había nada que excusara su comportamiento, mi abuela estaba demasiado agitada y poco a poco se fue desvaneciendo a mi lado. Hasta que sus ojos se cerraron.
No podía perder a mi abuela el mismo día que había regresado.
Los gritos de varios en la casa no se hicieron esperar, de pronto los empleados de mi abuela la subieron al auto y yo me uní a ellos, había un chico mayor que yo, de rostro amable que me tranquilizo pues todo el camino hasta el hospital iba llorando y suplicando a los Dioses que un día mi padre me mostró en dibujos antiguos de vikingos que no me la arrebatará porque de lo contrario yo me iría con ella.
—Su abuela está enferma, no puede tener ningún tipo de emociones fuertes o puede ser fatal.
—¿Hace cuanto? —le pregunté al doctor.
—Por la historia clínica y los resultados del examen, ella debe tener al menos un año enferma.
Puse mi cabeza sobre la cama y acaricié su mano con tanta delicadeza como podía, era una clínica privada bastante elegante y yo estaba allí con mi ropa vieja y sin esperanzas.
—Señorita Valeska, puede ir por un café yo haré la guardia —me dijo el chico joven.
—Gracias, pero no tengo dinero —sonreí y volví a poner mi cabeza junto a la mano de mi abuela.
—Tomé —me extendió un billete y una sonrisa.
—¡No, yo no puedo aceptar esto! —Era un acto bondadoso, pero no podía aceptarlo.
—No es mi dinero, si es lo que le preocupa, es de su abuela y estoy seguro que ella quisiera que comiera algo. Por ahora no puede hacer más, vaya, por favor.
El hombre se acercó un poco más a mi y limpio las manchas de mi rostro, eran las cenizas de esa m*****a chimenea, tome el billete sin decir nada y me fui hasta el primer piso, donde había una máquina dispensadora, quería algo caliente y con un sabor diferente a esa amarga sensación de cada comida en la casa de mi tía.
Pero entonces los gritos de dos hombres me asustaron, un hombre alto con sus brazos llenos de tatuajes y corpulento estaba peleando para que lo dejaran ir de allí, contra dos enfermeros que tenían la mitad de su tamaño. El tipo tenía la camiseta llena de sangre y el labio roto, además de una hermosa y perfilada nariz sangrando. Parecía que lo habían atacado. Entonces un hombre igual de alto, pero con el pelo más oscuro y vestido con un impecable traje se le acercó, susurró un par de palabras y finalmente el chico se dejó atender.
Sus ojos verdes penetrantes se fijaron por un momento en mí y parecía que mi cuerpo había dejado de responder por completo, no podía moverme, me dio una sonrisa perfecta y trague grueso, se levantó de la camilla y se acercó a mi.
—Eres tú —dijo y acarició un mechón de pelo que se había escapado de mi moño —Abrí la boca e intente decir muchas cosas, sentía que esos ojos ya los conocía pero no podía decir nada, ¿quién era ese hombre?—No… No sé de qué habla —dije muy nerviosa y con mi estómago hecho un nudo.
—Eres tú, eres real. Después de todo este tiempo eres real —continuaba sonriendo y acariciando mi pelo.
—Iv… —el hombre parecido al chico ensangrentado pero con traje elegante se acercó—, hermano dejala, estás alucinando otra vez.
—No, mirala. Es ella, la niña de mis sueños —intento tomar mi mano, pero me aleje enseguida, aunque en sus ojos hubo tristeza, yo logré dar dos pasos hacía atrás.
—Lo… siento.
—No me tengas miedo, soy…
Pero un enfermero con cautela y mucha prisa inyectó algo en su brazo y en segundos se desplomó, lo subieron a una camilla y se alejaron de allí. El hombre elegante iba a decirme algo, pero ya había puesto rumbo a la habitación de mi abuela. Sin embarazo esa extraña sensación no se iba de mi cuerpo.
Sentía como las mariposas y los nudos daban vueltas en mi estómago, regresé con mi abuela que aún dormía y me recoste junto a ella.
—Hija mía, perdóname —las palabras de mi abuela me obligaron a abrir los ojos.
—Abuela, todo está bien, ¿Cómo te sientes?
—Horrible.
—Voy a llamar al médico —le dije corriendo hacia la puerta.
—¡No! Valeska. Me siento horrible porque deje que esa mujer hiciera esto contigo...
—No es tu culpa que ella sea una mala persona.
—Nos iremos de aquí.
—El dinero que me dejaron mis padres...
—Podrás reclamarlo cuando tengas 18 años, si es que queda algo de eso.
—¿De qué hablas? Es imposible que ella...
—Tuve que regresar porque los contadores encargados de mi dinero me enseñaron las cuentas y algo no cuadraba, investigaron y por alguna razón las inversiones de Jonella están conectadas directamente a las mías, según ellos por un mal movimiento que hizo tu padre. Lleva años desviando mi dinero a sus cuentas, lo que me queda es muy poco y solo rezo para que no haya gastado el tuyo igual. Regrese para enfrentarla, pero... mírame, ya soy una vieja enferma.
—Y yo te voy a cuidar, no importa si no tenemos dinero, mientras estemos lejos de aquí, todo estará bien, te lo prometo.
Ese mismo día mi abuela y yo salimos del hospital con rumbo a Dinamarca, para intentar solucionar todo el daño que la bruja de Jonella había causado, no solo en mí, también en las finanzas de mi abuela y muy seguramente sobre el dinero que habían dejado mis padres para mi.
VALESKADurante cuatro años tuve que continuar trabajando sin parar, mi abuela tuvo que vender sus dos propiedades más grandes en las afueras de Copenhague y tuvimos que trasladarnos a un pequeño apartamento en la ciudad, era cómodo y cálido y lo manteníamos con cuidado. Los gastos médicos de mi abuela no paraban y Jonella prácticamente había vaciado sus cuentas, la venta de las casas nos alcanzó para vivir por un tiempo y para el costoso tratamiento de mi abuela y su tan necesitado corazón.Mi trabajo como mesera me permitía estudiar en la universidad algunas pocas materias que podía pagar. Mi vida se había vuelto una rutina estudiar, trabajar y llevar a mi abuela a sus controles médicos, tratamientos y exámenes.—Hoy tienes tus exámenes.—Sí abuela y mañana tengo una entrevista de trabajo para hacer algo parecido a unas prácticas.—Debemos ahorrar, necesitarás ropa adecuada para...—No te preocupes, no voy a renunciar al trabajo en la cafetería, solamente voy a cambiar el turno al
IVAR.El camino por los pasillos de mi vieja casa está lleno de recuerdos, que aunque no quiera reconocer, son agradables. Mi casa solía ser un lugar agradable y cómodo, alegre y lleno de luz, pero ahora era un lugar sombrío, sin flores ni fotografías, las paredes eran grises y no tenían ese fino papel tapiz que mi madre solía comprar.Las alfombras emotivas y de países extranjeros tampoco estaban, era solamente un piso frío y aburrido, como mi padre, así siempre fue mi padre.Y como siempre mis pies se sienten pesados en esta casa, me parece tan difícil moverlos, es atemorizante, siento que vuelvo a ser un niño frágil, pero no tengo más opción que obedecer, por ahora.Voy enredando las mangas nuevamente sobre mis brazos, un poco divertido, un poco travieso.La condición para poder entrar en esta casa es que mis tatuajes deben estar cubiertos, por eso siempre llego con una prenda de cuello muy alto y mangas largas, mi cabello perfectamente peinado y lentes oscuros para cubrir esa peq
Entonces mi amada madrastra, tan dulce y amable como siempre sostenía entre sus manos un objeto que yo conocía muy bien y que había sido mi más grande tormento.—¿Qué haces? —«No dejes que te tiemble la voz, Valeska»—Solamente te quiero recordar que nada puede salir mal hoy.—No es necesario que me amenaces. Ya no soy la niña que se dejaba golpear por ti, Jonella.—Eso está por verse.Ragna entró al estudio que era de mi padre y ahora parecía el lugar más rosado del mundo, con impresiones doradas por doquier y un asqueroso olor a flores. Cerró la puerta y se acercó hasta mí con una sonrisa socarrona que en otra ocasión hubiese disfrutado borrar.—¿Ya le dijiste? —pregunto soberbia y mirando a su madre.—Estoy por hacerlo —suspiro y me miró—. Querida Valeska, la situación es muy sencilla. Tu debes cumplir con un contrato por cerca de un año y luego serás libre.—No vine aquí por un contrato, Jonella, vine por mi dinero. El que mi padre me dejó.—Y te lo voy a entregar —casi sentí que
Ese tipo tomó mi mano y sin dejar que yo me despidiera de nadie o que pudiera pronunciar algo, me arrastro hasta las afueras de la pequeña capilla, allí pude ver una moto y me lanzó un casco a las manos mientras volvía a encender un cigarrillo.—Yo no...— Eres mi esposa, debemos vivir juntos, no soporto a esta gente, te vienes conmigo o llegas a casa sola. Tu decides.Era obvio que ese hombre no sabía el significado de cortesía, me puse el casco y me subí a la moto, no sabía cómo sostenerme en la moto, así que puse mis manos hacía atrás.—Rodea mi cintura —dijo botando humo por la boca.—¿Qué? ¡No! —le dije enseguida y puso sus ojos en blanco.—Mira, no tengo paciencia para niñas mimadas como tú, rodeas mi cintura o sales disparada de la moto y no pienso regresar por ti. Tengo cosas que hacer.Mi cabeza y mi estómago estaban fuertemente confundidos, la voz de ese hombre era muy masculina, seductora y por alguna razón mi cuerpo respondía obedeciendo. Pero por otra parte, me daba mucha
—Sabes que no tienes que cocinar para mi. No tienes que hacer nada para mi.—Lo sé.—¿Entonces por qué lo hiciste?—No lo hice para ti, lo hice para mi, pero es tu cocina y tu comida, lo mínimo que podía hacer para agradecer era darte un plato a ti también.—Entiendo —me miró un par de segundo más y luego sonrío.—¿Cómo... Cómo te llamas? —detuvo su mano a mitad de camino, iba directo con la cuchara para su boca.—¿En serio, Valeska? —¡Mierda! él sí recordaba mi nombre—. Se supone que estamos felizmente casados y no sabes el nombre de tu amado esposo.—No estamos felizmente casados, falsamente si, pero felizmente no. Y no te amo, tu tampoco a mi, lo siento estaba nerviosa, no presté atención.—Ivar, el menor de los Isaken.—Ivar —su nombre en mis labios sonaba bien.—Cocinas delicioso, hace mucho tiempo que no comía algo casero.—¿Entonces qué comes? —Era extraño conversar tan naturalmente con alguien que solo había visto por instantes.—No sé, tal vez lo que se cruza por mis narices,
Esa chica era como un pequeño frasco de miel, dulce, rubio, tierno.Me ponía con solo mirarla a los ojos, el vestido le quedaba bien, pero simplemente no parecía ella, en realidad no se parecía en nada a la chica que Isak me dijo que era.«Le encanta ir de compras, no sabe cocinar, en realidad no sabe hacer nada y es arrogante»Pero sus palabras parecían describir a otra persona, Valeska no criticó mi casa, tampoco hizo mala cara, y sin necesidad de preparar comida para mi, me sirvió un plato de cada cosa, que sabía a gloria y sobre todo, era comida de verdad.No comía un plato de comida decente desde que me había marchado de casa, en realidad no comía nada rico desde la muerte de mi madre.Y por supuesto que la nobleza de sus palabras fue algo que no espere. «Ropa de segunda».Claro como si yo fuese a permitir que mi mujer, aunque fuese de mentiras y en un papel, se vistiera con ropa de segunda mano. Sin embargo me di cuenta que cuando estaba analizando sus palabras se sintió avergon
Deje la moto a un lado y camine hasta encontrarme con la melena roja de mi mejor amigo desde hacía varios años. Un tonto norteamericano de nombre Joshua, que había llegado desde Dallas, huyendo de unos cobradores que le iban a arrancar la lengua.Era él el que por lo general organizaba las peleas, las carreras o las fiestas.—¿Dónde estuviste todo el día?—Yo también me alegro de verte —le conteste mientras bebía la cereza que me acababa de entregar.—Tienes dos peleas esta noche.—No voy a pelear hoy.—Pero Ivar...—Sin peros.—¿Por qué?—Tengo que llegar a casa temprano.Hubo un silencio extraño, casi glorioso entre los dos porque podía asegurar que no había música, ni barullo, ni voces, nada. Pero luego de unos segundos de mirarnos fijamente explotamos en carcajadas y por poco escupo la cerveza.—Son las 10 de la noche, creo que ya estás llegando tarde.—No es tu problema.—¿Sucede algo? —Joshua sabía que las cosas con mi familia no eran fáciles, quería a mi hermano, porque mi herm
Al fin deje de escuchar los gritos de esa peli roja demente que gritaba improperios en mi contra y parecía que los casi inexistentes muebles de Ivar estaban rotos. Si es que eso era posible.Quería tomar una ducha, desayunar, ir por la poca ropa que aún me quedaba a donde la bruja de Jonella y regresar con mi auto además de salir a buscar un empleo.Necesitaba un empleo y también necesitaba empezar a buscar un departamento pequeño para cuando mi abuela saliera del hospital, no podía vivir con ella en este frío lugar.Pero contrario a todo lo que tenía planeado, llegó una loca que casi me pega y me entero que soy la cornuda de la casa.Es claro que Ivar y yo no somos nada, que no me debe nada, que ni siquiera la comida que prepare es parte del trato, porque además no tengo un trato con él, lo tengo con Jonella. Pero que en la primera noche saliera a foll.ar y sobre todo que el polvo de su noche viniera a la que se supone es "nuestra casa" a hacer un escándalo, era no solo vergonzoso. T