DE RODILLAS…Alana sintió cómo el aire se volvía espeso a su alrededor. La presencia de Ángelo lo cambiaba todo. Su mirada fría e indescifrable la traspasó, esperando una respuesta. No podía cometer errores, no ahora que todo estaba sobre la mesa.—Mi plan… —murmuró, intentando ganar tiempo. Sabía que Ángelo no tenía paciencia para juegos, y mucho menos para traiciones. Aun así, su mente trabajaba a toda velocidad.Él soltó el humo de su cigarro y dejó que la pregunta flotara en el aire por unos segundos más.—No tengo toda la noche, Alana.Ruchina sonrió con malicia, disfrutando del espectáculo. Sabía que, si Alana no manejaba bien la situación, podría ser su sentencia de muerte.—No hay ningún plan —respondió finalmente ella, con la voz firme—. Solo una decisión. Quiero alejarme de todo esto, de los juegos, de las estrategias, de ti…Ángelo la observó en silencio. Su mandíbula se tensó ligeramente antes de que apagara el cigarro en el cenicero de cristal frente a él.—¿Y crees que s
UN DESTINO SELLADO…Alana despertó con un latido insistente en su cabeza. La luz de la habitación era tenue, pero lo suficiente para que distinguiera las sombras a su alrededor. Su cuerpo se sentía pesado, como si el sueño la hubiera atrapado en sus redes demasiado tiempo. Trató de incorporarse, pero una mano firme la detuvo con suavidad.—Tranquila, Piccola —la voz de Ángelo era profunda, y un murmullo que vibró en su piel.Ella giró el rostro y lo vio. Estaba sentado junto a la cama, con la expresión seria, pero en sus ojos brillaba algo diferente, una mezcla de cautela y algo más que no lograba descifrar. Alana intentó hablar, pero su garganta estaba seca.—¿Qué… pasó?Ángelo se inclinó un poco más hacia ella, rozándole la mejilla con los nudillos.—Te desmayaste —explicó, sin apartar la mirada de su rostro—. Estamos en una habitación exclusiva de la clínica—. Te están haciendo unos análisis.Alana frunció el ceño, desconcertada.—Estoy bien, solo…—Mucho estrés últimamente —Alana
CONFIARÉ CIEGAMENTE EN TI…Ivy se levantó del sofá cuando vio que Ángelo llegaba con Alana de la mano, y sonrió.—Gracias al cielo. ¿Cómo estás? Ángelo me dijo que…—Déjala respirar, no se siente bien —Alana miró a Ángelo.—Estoy bien, no es como si tuviese una enfermedad… —Ivy frunció el ceño y lo miró a ambos.—¿Qué ocurre?—Tendremos un hijo… —él lo dijo sin filtros, seco, y sin ninguna anticipación, mientras su hermana abrió los ojos.—¿Qué?—Alana está embarazada.Ivy abrió la boca mirando a Alana.—Yo… es increíble, no puedo ni imaginarlo, esto es… —Ivy se puso las manos en la boca—. No sé si estoy más emocionada que ustedes o que… pero ¡Dios mío!Entonces Ángelo sonrió.—¿Dónde está Luciano?—En su habitación… —Y se acercó a Alana para tomar su hombro—. Felicidades, Alana, esto es lo más, hermoso que puedas experimentar. Lo juro.Alana sonrió también.—Ni siquiera sé lo que significa para mí aún, yo apenas… —Su voz salió temblorosa—. No si…—Significa que eres mía —Ángelo lo di
ÉL ERA SU FIN…Alana sintió el calor del cuerpo de Ángelo, envolverla, el ritmo pausado de su respiración, la profundidad de sus pensamientos. Su corazón latía contra su espalda, acompasado, pero firme, mientras sus manos se posaban sobre su vientre con un derecho que la estremeció.—Recordar a veces me devuelve la ira —murmuró con voz grave—. Pero quiero que prestes atención a cada maldit* detalle.Alana cerró los ojos, preparándose para el peso de la verdad. Ángelo se inclinó, dejando un beso en su sien antes de comenzar.—Me aferré al odio, Alana. Me alimenté de él día tras día. La ira que sentí al ver a mi hermana mancillada, no puedo describirla. Sabía que ella había perdido más que su inocencia, y odiaba saber que no podía hacer nada para devolverle sus sueños.—No tenía dinero, no tenía nada —continuó Ángelo—. Solo mis puños y una rabia infinita. Me metí donde no debía, con hombres a los que no les importaba ni la moral ni la vida. Peleas clandestinas, trabajos sucios, favores q
ERES MI REDENCIÓN.Alana abrió poco a poco sus ojos, y lo primero que vio fue esa mirada, pero esta vez con una sonrisa natural.—Buenos días…Ella sonrió también, y le dio una caricia en la mejilla.—¿Espías mis sueños?—Por supuesto. ¿Esperabas menos? —Alana negó y luego recibió un beso en la boca—. No puedo despegarme de ti, aunque quiera.Ella sintió el peso de las palabras de Ángelo como un sello en su alma.—Gracias, Ángelo, gracias por todo esto…Ángelo cerró los ojos unos segundos, como si quisiera absorber su toque. Luego, tomó su mano y la besó con devoción, con una ternura que contrastaba con la brutalidad de su esencia.—Tú eres mi redención, piccola —susurró con gravedad, clavando su mirada en la de ella—. La única luz que he conocido en este infierno.Alana sintió que su corazón latía con tanta fuerza que temió que él lo escuchara. No quería ser su salvación, no quería cargar con un peso que ni él mismo había podido soportar.Ella lo abrazó y sus dedos se aferraron a su
YA NO LE IMPORTABAN…—¿De qué se trata ahora? —William negó ante la pregunta de Isabella.—Aún no lo sé, estaremos todos, así que espera.—¿Y qué puedo pensar? ¿Qué ahora eres, su amigo? ¿Por qué te contactó a ti…? —Y William tomó el aire algo exasperado. Que Ángelo le hubiese mencionado a su hijo, cambiaba todo.—No tengo una mínima idea, Isabella…—En segundo lugar —Ella continuó—. ¿Por qué accediste?—Basta, Isabella —Oliver intervino—. ¿No ves en la posición que estamos?—Gracias, estoy que no la soporto —William agradeció a su padre mientras el rostro de Isabella se puso rojo.—Ni tú mismo te soportas después del accidente, William, realmente… —Y la conversación quedó a medias cuando la puerta se abrió.Todos se giraron ante la entrada de Ángelo Denaro, y William fue el primero que se enderezó ante su entrada. Parecía buscar algo o alguien detrás de él, pero Ángelo entró con algunos hombres.—Parece que hubiesen visto un fantasma… —se burló Ángelo—. Pero no lo soy.—Al grano —Oli
PRONTO TODO TERMINARÁ…Alana se despertó cuando unos labios besaron su cuello. Se giró de forma lenta, la lámpara estaba medianamente encendida, y al ver las cortinas, notó que aún estaba oscuro.—Ángelo…—El mismo.Ella trató de levantarse, pero la palma de Ángelo se posicionó en su pecho.—No, quédate donde estás —él besó su frente de forma lenta y ella aspiró su aroma.—¿Pudiste…? —Ángelo la besó de forma apasionada, y ella sintió cómo su lengua profundizó el beso.Apenas tenía una bata fina, las manos de Ángelo bajaron por sus pechos, y luego se posicionó en su estómago.—Deseo tanto ver tu vientre abultado.—Tiempo al tiempo.Y él sonrió.—Quiero que nos vayamos de vacaciones en un mes, tal vez —Y Alana se detuvo en el abrazo.—¿Vacaciones?—¿No te gustaría? Nunca tuvimos una noche de bodas.—¿No es muy tarde para eso? —él negó.—Nunca es tarde para nada, a menos que estés bajo tierra.Alana soltó el aire y asintió.—Tienes razón. ¿A dónde te gustaría ir?—¿A dónde quieres ir tú?
UNA ÚLTIMA JUGADAAlana se quedó en la cama unos minutos más después de que Ángelo bajó. Acarició suavemente la sábana a su lado, aún caliente por su cuerpo. Suspiró, sabiendo que cada vez estaban más cerca del final de todo. ¿Pero qué significaba realmente el final? ¿Era paz o simplemente el inicio de otra batalla?Se levantó y se dirigió al baño. Se miró en el espejo, y su reflejo le devolvió una imagen distinta. Ya no era la mujer insegura que había sido meses atrás. Algo en sus ojos brillaba con determinación. Se mojó la cara con agua fría y salió del baño con la cabeza en alto.Bajó las escaleras en bata, encontrándose con Ivy, quien aún parecía perturbada por la partida de Luciano y Ángelo. La mujer la observó en silencio, con los ojos brillantes de preocupación.—Alana… buenos días.—Buenos días. Te ves preocupada.Ivy sonrió y se sentó en el sofá, ofreciendo a que se sentara con ella.—Ángelo se acabó de ir con… Luciano.Alana asintió y soltó el aire.—Lo sé. ¿Hay algo que sie