CAPÍTULO 75 ÉL ERA SU FIN.
ÉL ERA SU FIN…

Alana sintió el calor del cuerpo de Ángelo, envolverla, el ritmo pausado de su respiración, la profundidad de sus pensamientos. Su corazón latía contra su espalda, acompasado, pero firme, mientras sus manos se posaban sobre su vientre con un derecho que la estremeció.

—Recordar a veces me devuelve la ira —murmuró con voz grave—. Pero quiero que prestes atención a cada maldit* detalle.

Alana cerró los ojos, preparándose para el peso de la verdad. Ángelo se inclinó, dejando un beso en su sien antes de comenzar.

—Me aferré al odio, Alana. Me alimenté de él día tras día. La ira que sentí al ver a mi hermana mancillada, no puedo describirla. Sabía que ella había perdido más que su inocencia, y odiaba saber que no podía hacer nada para devolverle sus sueños.

—No tenía dinero, no tenía nada —continuó Ángelo—. Solo mis puños y una rabia infinita. Me metí donde no debía, con hombres a los que no les importaba ni la moral ni la vida. Peleas clandestinas, trabajos sucios, favores q
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