CAPÍTULO 76 ERES MI REDENCIÓN

ERES MI REDENCIÓN.

Alana abrió poco a poco sus ojos, y lo primero que vio fue esa mirada, pero esta vez con una sonrisa natural.

—Buenos días…

Ella sonrió también, y le dio una caricia en la mejilla.

—¿Espías mis sueños?

—Por supuesto. ¿Esperabas menos? —Alana negó y luego recibió un beso en la boca—. No puedo despegarme de ti, aunque quiera.

Ella sintió el peso de las palabras de Ángelo como un sello en su alma.

—Gracias, Ángelo, gracias por todo esto…

Ángelo cerró los ojos unos segundos, como si quisiera absorber su toque. Luego, tomó su mano y la besó con devoción, con una ternura que contrastaba con la brutalidad de su esencia.

—Tú eres mi redención, piccola —susurró con gravedad, clavando su mirada en la de ella—. La única luz que he conocido en este infierno.

Alana sintió que su corazón latía con tanta fuerza que temió que él lo escuchara. No quería ser su salvación, no quería cargar con un peso que ni él mismo había podido soportar.

Ella lo abrazó y sus dedos se aferraron a su
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