EL PASADO SIEMPRE NOS ALCANZA…Alana observó cómo el ambiente en el comedor se tornaba cada vez más tenso. Ivy mantenía la mirada fija en Ángelo, con el rostro pálido, mientras Luciano esperaba, claramente con mucha ansiedad y sobre todo sabiendo que ahora tendría una persona que haría cualquier cosa por él.—¿Qué quieres decir? —Ivy preguntó, finalmente, con un temblor en la voz que traicionaba su intento de mantener la compostura.Ángelo apoyó los codos sobre la mesa y entrelazó las manos frente a él, como un depredador acechando a su presa.—Es simple, Ivy. Luciano merece saber la verdad. Ya no es un niño y él quiere saberlo todo. Mereces respuestas, aunque no sean lo él espera.—¡Basta, Ángelo! —gritó Ivy, golpeando la mesa con ambas manos. Su voz estaba cargada de desesperación, y sus ojos se llenaron de lágrimas—. No tienes derecho a decidir cuándo o cómo debo hablar con mi hijo.Luciano observó a su madre con una mezcla de sorpresa, pero rápidamente frunció el ceño.Alana obser
DECIDIDALa mañana siguiente, Alana miraba al vacío, con las manos en sus rodillas, mientras el aire fresco pegaba en su cara.Era una mañana soleada, pero su mente solo registraba la mirada de Luciano ayer por la noche.Ella había pasado de ser la esposa de su ídolo, a la hermana del hombre que, a penas conocía por encima, había sido la desgracia de su madre. Y eso sabiendo que no sabía mucho al respecto.Ella se levantó de la silla, se puso unos pantalones holgados junto a una camiseta, y bajó a la cocina para encontrarse a Ivy sirviéndole jugo de naranja a su hijo.Parecían sostener una conversación.—Buenos días —ambos se giraron hacia ella. Ivy le sonrió, pero Luciano la miró serio.—Buenos días. Ana nos hizo desayuno a todos. Siéntate.Alana se sentó de inmediato y luego le sonrió a Luciano.—¿Cómo amaneces? —Ivy también se sentó y luego miró a Luciano.—Bien, creo. Extraño a mi tío ya.Alana sonrió.—La verdad es que cuando no está, todo está muy silencioso.Luciano asintió nue
IBA A COMENZAR EL JUEGO…Carlo: ¿Estás lista?Alana: Lo estoy… voy saliendo para el lugar.Carlo: Bien, te esperoAlana terminó de mirar el mensaje y luego se miró en el espejo, para luego ver cómo William abría la puerta de la pequeña habitación y luego la cerraba.—¿Entonces una cena con Ivy?Ella asintió.—Sí. Tenemos asuntos que tratar.—¿Y quién cuida a Luciano si Denaro no está? —Alana se giró y luego alzó los hombros.—Deberías saber cosas de ricos. Obviamente, tiene gente a su alrededor, y no demoraremos mucho en la cena.William cojeó un poco y frunció el ceño.—Yo también sé de cosas, Alana, y vas vestida como si quisieras impresionar a alguien.Alana pasó un trago. Tenía un vestido negro, ajustado hasta los tobillos, y una gargantilla cara. Su cabello estaba en un moño y William tenía razón, iba preparada para lo que fuera, ella necesitaba salir de esta situación con esa vieja, su familia, y, sobre todo, para salir de la vida de los Denaro para siempre…—Déjame —manoteó la
TODO CAMBIÓ.Alana se apoyó en el lavamanos y respiró profundo. Su corazón latía con fuerza, y sentía una mezcla de ansiedad y expectativa. Sabía que estaba jugando con fuego, que cada movimiento debía ser calculado, y que cualquier error podría costarle caro. Pero ya no había vuelta atrás.Se miró en el espejo una vez más, tratando de recuperar la compostura. El vestido negro ajustado la hacía ver imponente, pero su expresión delataba su incertidumbre. Se pasó la mano por la nuca y cerró los ojos por un momento. Tenía que enfocarse.Cuando regresó a la mesa, el hombre la esperaba con una sonrisa indescifrable.—Espero que estés más tranquila ahora —comentó, girando levemente su copa.Alana asintió y tomó asiento con elegancia.—Lo suficiente —respondió sin titubear.El hombre la observó con detenimiento, como si intentara descifrar cada gesto de ella. Luego apoyó los codos en la mesa y entrelazó los dedos.—Dime, Alana, ¿estás segura de lo que estás haciendo? ¿Sabes que una vez que e
DE RODILLAS…Alana sintió cómo el aire se volvía espeso a su alrededor. La presencia de Ángelo lo cambiaba todo. Su mirada fría e indescifrable la traspasó, esperando una respuesta. No podía cometer errores, no ahora que todo estaba sobre la mesa.—Mi plan… —murmuró, intentando ganar tiempo. Sabía que Ángelo no tenía paciencia para juegos, y mucho menos para traiciones. Aun así, su mente trabajaba a toda velocidad.Él soltó el humo de su cigarro y dejó que la pregunta flotara en el aire por unos segundos más.—No tengo toda la noche, Alana.Ruchina sonrió con malicia, disfrutando del espectáculo. Sabía que, si Alana no manejaba bien la situación, podría ser su sentencia de muerte.—No hay ningún plan —respondió finalmente ella, con la voz firme—. Solo una decisión. Quiero alejarme de todo esto, de los juegos, de las estrategias, de ti…Ángelo la observó en silencio. Su mandíbula se tensó ligeramente antes de que apagara el cigarro en el cenicero de cristal frente a él.—¿Y crees que s
UN DESTINO SELLADO…Alana despertó con un latido insistente en su cabeza. La luz de la habitación era tenue, pero lo suficiente para que distinguiera las sombras a su alrededor. Su cuerpo se sentía pesado, como si el sueño la hubiera atrapado en sus redes demasiado tiempo. Trató de incorporarse, pero una mano firme la detuvo con suavidad.—Tranquila, Piccola —la voz de Ángelo era profunda, y un murmullo que vibró en su piel.Ella giró el rostro y lo vio. Estaba sentado junto a la cama, con la expresión seria, pero en sus ojos brillaba algo diferente, una mezcla de cautela y algo más que no lograba descifrar. Alana intentó hablar, pero su garganta estaba seca.—¿Qué… pasó?Ángelo se inclinó un poco más hacia ella, rozándole la mejilla con los nudillos.—Te desmayaste —explicó, sin apartar la mirada de su rostro—. Estamos en una habitación exclusiva de la clínica—. Te están haciendo unos análisis.Alana frunció el ceño, desconcertada.—Estoy bien, solo…—Mucho estrés últimamente —Alana
CONFIARÉ CIEGAMENTE EN TI…Ivy se levantó del sofá cuando vio que Ángelo llegaba con Alana de la mano, y sonrió.—Gracias al cielo. ¿Cómo estás? Ángelo me dijo que…—Déjala respirar, no se siente bien —Alana miró a Ángelo.—Estoy bien, no es como si tuviese una enfermedad… —Ivy frunció el ceño y lo miró a ambos.—¿Qué ocurre?—Tendremos un hijo… —él lo dijo sin filtros, seco, y sin ninguna anticipación, mientras su hermana abrió los ojos.—¿Qué?—Alana está embarazada.Ivy abrió la boca mirando a Alana.—Yo… es increíble, no puedo ni imaginarlo, esto es… —Ivy se puso las manos en la boca—. No sé si estoy más emocionada que ustedes o que… pero ¡Dios mío!Entonces Ángelo sonrió.—¿Dónde está Luciano?—En su habitación… —Y se acercó a Alana para tomar su hombro—. Felicidades, Alana, esto es lo más, hermoso que puedas experimentar. Lo juro.Alana sonrió también.—Ni siquiera sé lo que significa para mí aún, yo apenas… —Su voz salió temblorosa—. No si…—Significa que eres mía —Ángelo lo di
ÉL ERA SU FIN…Alana sintió el calor del cuerpo de Ángelo, envolverla, el ritmo pausado de su respiración, la profundidad de sus pensamientos. Su corazón latía contra su espalda, acompasado, pero firme, mientras sus manos se posaban sobre su vientre con un derecho que la estremeció.—Recordar a veces me devuelve la ira —murmuró con voz grave—. Pero quiero que prestes atención a cada maldit* detalle.Alana cerró los ojos, preparándose para el peso de la verdad. Ángelo se inclinó, dejando un beso en su sien antes de comenzar.—Me aferré al odio, Alana. Me alimenté de él día tras día. La ira que sentí al ver a mi hermana mancillada, no puedo describirla. Sabía que ella había perdido más que su inocencia, y odiaba saber que no podía hacer nada para devolverle sus sueños.—No tenía dinero, no tenía nada —continuó Ángelo—. Solo mis puños y una rabia infinita. Me metí donde no debía, con hombres a los que no les importaba ni la moral ni la vida. Peleas clandestinas, trabajos sucios, favores q