SUSURROS…Alana sintió el corazón en la garganta mientras todas sus fibras palpitaban como una sola célula. Podía desde su distancia escuchar la respiración errante de Ángelo, y si no estaba exagerando, podía sentir su temblor. Además, era muy evidente. El chico, alto, delgado, de unos once años, cabello oscuro, y mirada idéntica a Ángelo, debía ser Luciano. Su postura era rígida, como si intentara aparentar más confianza de la que realmente sentía.—Ivy… —La voz ronca de Ángelo lo delató. Estaba nervioso como todos.Ivy tenía los ojos nublados, pero tomando un aliento, se giró, le sonrió a su hijo y lo instó a caminar.—Está bien, ven conmigo… —Ambos caminaron, uno más seguro que el otro, y Alana retrocedió un paso mirando el rostro de Ángelo que se había puesto pálido.Pero su compostura permaneció como una roca.—Ángelo, él es Luciano, mi hijo… —Ángelo miró los ojos de Ivy y luego los desvió a Luciano. Habían ganado en genética. Podía ver que era como verse en el espejo a su edad.
ELLA TAMBIÉN TE AMA…Alana sintió cómo el agua caliente cayó por su cuerpo entumecido y cerró los ojos solo para desear que su mente se pusiera en blanco, pero este anhelo era casi imposible.Sus ojos se irritaron cuando le ardieron bajo el agua y dejó caer unas lágrimas.Ella quería huir, pero ¿a dónde? Su familia ya no era su familia, y odiaba ver a Ángelo como parte de su vida.Recordó los ojos de su sobrino, la mirada de William en el hospital. Las palabras de su madre retumbaban en su cabeza. Ella pensaba que pronto iba a volverse loca.Enjabonó su cuerpo y sintió que le dolía la piel físicamente. El estrés era mucho, y todo por lo que había pasado solo la dejaban agotada cada vez más.En un momento cerró la ducha y tomó algunas toallas, y cuando iba a abrir la puerta del baño, ella se quedó quieta cuando vio la figura de pie en el marco.Su corazón comenzó a palpitar rápidamente y su cuerpo se tensó.—¿Escuchaste mucho? —su ceño se frunció.—¿De qué hablas?—De ti, mirándonos hab
HAY UN PLAN…Los ojos de Alana se abrieron, y lo primero que vio fue la luz filtrarse por las cortinas. Ella se movió un poco tocando la cama vacía a su lado y luego hizo una mueca cuando hizo un movimiento en sus piernas.Si había dormido unas horas, era mucho a cómo fue su noche de pasión con Ángelo Denaro.“La mujer que me dio la vida” se estremeció al recordar las palabras y luego se sentó con una puntada en su vientre.Ella batió su cabello, y puso los pies en el suelo, cuando en el siguiente momento, escuchó un mensaje de texto en su celular.«Tenemos que hablar. Hay un plan»No había un remitente, pero ella escribió rápidamente.«¿En el mismo lugar pasado?»«Sí»«¿Dentro de cuánto?»«Una hora»Alana tomó una aspiración y comenzó a arreglarse con rapidez para salir, pedir que la dejaran en algún sitio y luego desviarse a la casa del marido de su madre. Y fue lo que hizo.Para su suerte, cuando salió no estaba ni Ángelo, ni Ivy, ni Luciano, cosa que le facilitó mucho las cosas.Pi
SE LO DICES TÚ, O LO HAGO YO—¿Dónde está William ahora? —preguntó con un hilo de voz.—Tu hermana consiguió un lugar provisional para nosotros. Es cómodo, después que el maldit* de Denaro nos desalojó de nuestras pertenencias, no pudimos hacer mucho. —Hubo un silencio incómodo, y Oliver prosiguió—. Hablé con los médicos; parece que William se recuperará por completo. Tu hermano está bien, Alana, pero necesita apoyo.Ella cerró los ojos con fuerza, sintiendo el peso de las palabras. Por un lado, el alivio de saber que William estaba mejor; por el otro, el tormento de saber que su lucha estaba lejos de terminar. Carlo tenía razón en algo: su familia estaba rota, y por más que quisiera ignorarlo, había grietas imposibles de reparar.—¿Alana? —insistió su padre al otro lado de la línea.—Estoy aquí, papá. Lo visitaré pronto, envíame la dirección —dijo, sintiendo que su voz sonaba más firme de lo que en realidad se sentía.—Hazlo. Él te necesita, ahora mismo te envío la dirección. ¿Tú est
EL PASADO SIEMPRE NOS ALCANZA…Alana observó cómo el ambiente en el comedor se tornaba cada vez más tenso. Ivy mantenía la mirada fija en Ángelo, con el rostro pálido, mientras Luciano esperaba, claramente con mucha ansiedad y sobre todo sabiendo que ahora tendría una persona que haría cualquier cosa por él.—¿Qué quieres decir? —Ivy preguntó, finalmente, con un temblor en la voz que traicionaba su intento de mantener la compostura.Ángelo apoyó los codos sobre la mesa y entrelazó las manos frente a él, como un depredador acechando a su presa.—Es simple, Ivy. Luciano merece saber la verdad. Ya no es un niño y él quiere saberlo todo. Mereces respuestas, aunque no sean lo él espera.—¡Basta, Ángelo! —gritó Ivy, golpeando la mesa con ambas manos. Su voz estaba cargada de desesperación, y sus ojos se llenaron de lágrimas—. No tienes derecho a decidir cuándo o cómo debo hablar con mi hijo.Luciano observó a su madre con una mezcla de sorpresa, pero rápidamente frunció el ceño.Alana obser
DECIDIDALa mañana siguiente, Alana miraba al vacío, con las manos en sus rodillas, mientras el aire fresco pegaba en su cara.Era una mañana soleada, pero su mente solo registraba la mirada de Luciano ayer por la noche.Ella había pasado de ser la esposa de su ídolo, a la hermana del hombre que, a penas conocía por encima, había sido la desgracia de su madre. Y eso sabiendo que no sabía mucho al respecto.Ella se levantó de la silla, se puso unos pantalones holgados junto a una camiseta, y bajó a la cocina para encontrarse a Ivy sirviéndole jugo de naranja a su hijo.Parecían sostener una conversación.—Buenos días —ambos se giraron hacia ella. Ivy le sonrió, pero Luciano la miró serio.—Buenos días. Ana nos hizo desayuno a todos. Siéntate.Alana se sentó de inmediato y luego le sonrió a Luciano.—¿Cómo amaneces? —Ivy también se sentó y luego miró a Luciano.—Bien, creo. Extraño a mi tío ya.Alana sonrió.—La verdad es que cuando no está, todo está muy silencioso.Luciano asintió nue
IBA A COMENZAR EL JUEGO…Carlo: ¿Estás lista?Alana: Lo estoy… voy saliendo para el lugar.Carlo: Bien, te esperoAlana terminó de mirar el mensaje y luego se miró en el espejo, para luego ver cómo William abría la puerta de la pequeña habitación y luego la cerraba.—¿Entonces una cena con Ivy?Ella asintió.—Sí. Tenemos asuntos que tratar.—¿Y quién cuida a Luciano si Denaro no está? —Alana se giró y luego alzó los hombros.—Deberías saber cosas de ricos. Obviamente, tiene gente a su alrededor, y no demoraremos mucho en la cena.William cojeó un poco y frunció el ceño.—Yo también sé de cosas, Alana, y vas vestida como si quisieras impresionar a alguien.Alana pasó un trago. Tenía un vestido negro, ajustado hasta los tobillos, y una gargantilla cara. Su cabello estaba en un moño y William tenía razón, iba preparada para lo que fuera, ella necesitaba salir de esta situación con esa vieja, su familia, y, sobre todo, para salir de la vida de los Denaro para siempre…—Déjame —manoteó la
TODO CAMBIÓ.Alana se apoyó en el lavamanos y respiró profundo. Su corazón latía con fuerza, y sentía una mezcla de ansiedad y expectativa. Sabía que estaba jugando con fuego, que cada movimiento debía ser calculado, y que cualquier error podría costarle caro. Pero ya no había vuelta atrás.Se miró en el espejo una vez más, tratando de recuperar la compostura. El vestido negro ajustado la hacía ver imponente, pero su expresión delataba su incertidumbre. Se pasó la mano por la nuca y cerró los ojos por un momento. Tenía que enfocarse.Cuando regresó a la mesa, el hombre la esperaba con una sonrisa indescifrable.—Espero que estés más tranquila ahora —comentó, girando levemente su copa.Alana asintió y tomó asiento con elegancia.—Lo suficiente —respondió sin titubear.El hombre la observó con detenimiento, como si intentara descifrar cada gesto de ella. Luego apoyó los codos en la mesa y entrelazó los dedos.—Dime, Alana, ¿estás segura de lo que estás haciendo? ¿Sabes que una vez que e