CAPÍTULO 24 NO CAIGAS

NO CAIGAS.

Alana caminó de forma recta con Ángelo, sintiendo su mano fría en su espalda hasta que se subieron en el coche que los esperaba.

Ella no se esmeró en ver a su alrededor, peor se dio cuenta de que Ivy no estaba por ninguna parte, ni parte de su familia tampoco.

Estaban en una especia de limusina, donde ella pudo sentarse, y tener de frente a Ángelo, que se desabotonó la chaqueta, y al mismo tiempo le ordenó algo a los hombres.

El auto comenzó a moverse, pero ella no pudo quitarle los ojos de encima, mientras los dedos de Denaro, toqueteaban el pasamanos.

Finalmente, fue Ángelo quien rompió el silencio, la miró de pies a cabeza, y luego le sonrió.

—Has estado mirándome de una manera que me hace preguntarme si quieres algo de mí, piccola —dijo, sin apartar de ella—. Y si es así, deberías saber que voy a tomar esa mirada intensa como una insinuación.

Alana sintió que el corazón daba un vuelco ante sus palabras. Sabía que Ángelo estaba jugando con ella y tal vez parte de lo que
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