NO CONFÍES EN NADIE.El beso de Ángelo fue devastador, una invasión total que dejó a Alana sin aliento, incapaz de pensar con claridad. Sus labios se movían sobre los de ella con una intensidad voraz, mientras sus manos la sujetaban con firmeza, impidiendo cualquier intento de resistencia. Era un beso que hablaba de posesión, de dominio, de un poder que él no tenía intención de ceder jamás.Alana respondió, y pensó que el sabor de Ángelo era intoxicante, una mezcla de peligro y seducción que embriagaba sus sentidos. Su mente gritaba que se alejara, que rompiera el contacto, pero su cuerpo respondía a la intensidad del momento de una manera que nunca había experimentado antes. La lengua de Ángelo exploraba cada rincón de su boca con una precisión que la hacía temblar, como si supiera exactamente dónde tocar para encender su deseo.Ella se encontró atrapada en ese momento, era evidente que su propio cuerpo la traicionaba al responder al contacto, a pesar de las advertencias que resonaba
ES NUESTRA HABITACIÓNHabía pasado un día desde el momento en que Ángelo le informó a Alana que le cedía cierto poder, además de hacerla de alguna forma, trabajar para él.Sentada en una enorme mesa, Alana miró a Ángelo desde su distancia, y a su hermana Ivy, mientras alguien del servicio de la casa, servía la cena.Para el día de mañana ella comenzaría a trabajar en una de las empresas de Ángelo, y ella no sabía ni tenía idea de cómo hacerlo. Era como, trabajar con su enemigo para hundir a su propia familia, pero a la vez, no dejando pisotear su orgullo y mostrándole que ella podía ser capaz de tener un pensamiento racional.El sonido de los cubiertos contra los platos era lo único que rompía la quietud, mientras Alana observaba de reojo a los hermanos Denaro.Ángelo, aparentemente ajeno a la incomodidad, cortaba su carne con precisión, y una expresión neutral. De repente, levantó la vista y se dirigió a Ivy, con una voz plana que hizo que Alana lo mirara.—Mi querida esposa, comenza
¿DE DÓNDE HABÍA SACADO TODO?Alana despertó con una sensación de agotamiento que se aferraba a cada fibra de su cuerpo mientras abrió los ojos, y miró la hora. La noche anterior había sido una tormenta de emociones y tensiones que la dejaron sin un verdadero descanso, y cuando ella se sentó, notó la habitación vacía, y Ángelo ya no estaba en esa cama. Por un momento, se permitió relajarse, agradecida por la soledad. Sin embargo, sabía que debía levantarse porque el día que le esperaba sería cualquier cosa menos fácil.Se obligó a salir de la cama con el cuerpo pesado por el cansancio, y se dirigió al baño. El agua caliente de la ducha le ofreció un breve respiro. Pero mientras el agua corría por su piel, los recuerdos de la noche anterior volvieron a su mente. Recordó cómo, en medio de la noche, sus piernas habían rozado las de Ángelo, y cómo el calor de su cuerpo había traspasado la distancia que intentaba mantener. El recuerdo la agitó, despertando una sensación que luchaba por repri
RÁFAGA DE ARDOR Y RECUERDOSÁngelo se encontraba en una de sus oficinas más discretas, ubicada en un edificio antiguo y apartado del bullicio de la ciudad. La habitación estaba impregnada de un aroma a cuero viejo y madera pulida, con una luz tenue que se filtraba a través de las gruesas cortinas. Era uno de sus sitios favoritos, y sentado en su sillón, con una copa de whisky en la mano por la tarde, escuchaba atentamente al hombre frente a él.—Ha estado generalmente revisando los archivos toda la mañana. Según mis fuentes, dedicó varias horas a organizar las carpetas y pidió repetidamente los documentos relacionados con los Duncan a su secretaria.Ángelo apretó la mandíbula, pero su rostro se mantuvo inmutable. Se tomó un momento para sopesar la información, tomando un sorbo de su bebida antes de responder.—¿Y qué más? —preguntó con una voz que no dejaba entrever ni una pizca de sus pensamientos.El hombre asintió ligeramente, como si anticipara la pregunta.—Por ahora, parece que
NOS DESEAMOS CON FUERZA.Alana se sintió inquieta cuando fue informada de que uno de los conductores de Ángelo, la estaba esperando para llevarla a la mansión. Ella trató de permanecer serena, como si esto no le afectara, pero el hecho de que él no hubiera aparecido en todo el día la tenía ligeramente preocupada, aunque no quería admitirlo.No sabía por qué, pero tenía esta sensación de que estaba sola, pero al mismo tiempo monitoreada por todos, así que donde pusiera los ojos, no podía encontrar a alguien que le produjera confianza.—Hasta mañana, señora Denaro… —ella se giró hacia Lisa que se despidió y solo asintió la cabeza para hundir el botón del ascensor.Luego de salir del edificio, al menos dos hombres la esperaban y abrieron la puerta para ella. Durante el trayecto de regreso a la mansión, sus pensamientos estaban centrados en la investigación que había realizado y en las respuestas que aún no tenía, y aunque intentara quitarse el pensamiento, no podía de escuchar a su herma
DEBO HACER, LO QUE TENGO QUE HACER.Alana se frotó el cuello con fuerza mientras se inclinaba sobre su escritorio en la oficina. No había descansado bien, y el cansancio pesaba sobre sus hombros como una carga imposible de ignorar. La noche anterior había sido una tormenta de emociones, y la falta de sueño se reflejaba en cada fibra de su cuerpo, pero justo cuando ella se estaba rascando los ojos, su secretaria llamó a la puerta antes de entrar con una caja elegante en las manos.Entonces Alana se levantó curiosa.—Señora Denaro… Esto llegó hace unos minutos —dijo Lisa, depositando la caja en el escritorio con una sonrisa—. Es para usted.Alana asintió y, con un gesto, le indicó que podía retirarse. Una vez que estuvo sola, abrió la caja. Dentro, encontró un teléfono móvil nuevo y un reloj inteligente que claramente estaba diseñado para sincronizarse con el dispositivo.Frunció el ceño mientras tomaba el teléfono en sus manos y la pantalla se encendió automáticamente, mostrando un men
EN SUS MANOS.El aire frío de la tarde golpeaba suavemente el rostro de Alana mientras caminaba por un sendero apartado, rodeado de árboles. Había pasado todo el día sin ir a la oficina, buscando consuelo en la naturaleza, en el aire libre. Sin embargo, por más que intentara escapar de sus pensamientos, estos la alcanzaban una y otra vez, cargados de un peso insoportable. Su pecho se oprimía con cada paso, mientras las lágrimas resbalaban amargas por su rostro.Se detuvo en seco, apoyándose en un tronco cercano, y miró hacia unos metros de distancia, donde estaban esos mismos hombres que no se despegaban de sus espaldas, haciendo como si no la miraban. Ella pasó un trago y luego miró sus manos. Allí, brillando bajo la luz tenue de la tarde, estaba el anillo de casada que a decir verdad no significaba nada para nadie. Ese anillo, era solo un símbolo de una unión surreal, incluso ahora le parecía una pesada cadena que la mantenía encerrada en una jaula invisible.Alana hizo un puchero c
DETRÁS DE ELLA.Alana quiso correrse en el asiento, literalmente sentía el cuerpo encendido y lleno de deseo, cuando sintió que Ángelo apretó su muslo.—No… me encanta tu calor, la cercanía —él se acercó a su oído—. Incluso puedo olerte… —Alana soltó el aire y no lo miró, pero preguntó.—¿De qué es la fiesta?—La hija de un empresario celebra su cumpleaños. Tú lo sabes bien, los esnobs no soportan un desplante.Alana lo miró a los ojos, pero no dijo nada, además era suficiente como la estaba martirizando. Y una vez que se estacionaron, ella notó la mansión en donde estaba.Era la familia Ellison, grandes empresarios que se codearon con su familia, de hecho, ahora estaba entendiendo quién era la chica de la fiesta, porque Alana misma estudió en su misma universidad, y tenían la misma edad.No supo por qué esto no le sentaba bien. Pero tenía un vestido elegante, un maquillaje perfecto, y el hombre que estaba a su lado, era más rico que todos ellos, así que, al menos el único que sabría