PEQUEÑA REBELDE. CAPÍTULO 5. Una chiquilla extrañaEra un maldito volcán. Aquella condenada chiquilla era un maldito volcán en plena erupción, y lo peor de todo era que en aquel mismo momento Ranger Walllis no estaba del todo seguro de si se merecía que la nalguearan de la peor manera por darle semejante respuesta, o si se merecía que le reconociera el hecho de que no tenía ni un pelo de tonta.No le había dado su identidad ni a él, no había confiado ni en él y después de todo eso era lo más sensato, porque en algo tenía razón: tenía que ser medio idiota para reconocer su nombre frente a un tipo que llegaba buscándola con un arma en la mano. Así que definitivamente podía estar tranquilo en aquel aspecto, la niña era inteligente... El problema era que ya no era una niña.—No tenemos tiempo ahora para hacer una catarsis filial aquí —sentenció Ranger acercándose a ella—. Debiste decirme quién eras cuando te dije quién era yo.—Y lo habría hecho si lo hubiera reconocido —respondió la much
PEQUEÑA REBELDE. CAPÍTULO 6. Una chica extrañaGabriella era callada, vigilante, como si siempre estuviera alerta.Ranger tenía que reconocer que era extremadamente rara la forma en que ella reaccionaba, como si nada la sorprendiera o la asustara, porque después de recibir aquella información de que uno de sus profesores estaba muerto, solo había hecho una mueca un poco fastidiada antes de preguntarle:—¿Herson tenía algo que ver con… nosotros?Ranger asintió en silencio y rodeó la propiedad a la que habían llegado, usando uno de los portones traseros para meterse sin que nadie pudiera verlo.—Será mejor que no salgas hasta que estemos en el estacionamiento techado, los cristales de la camioneta están entintados, pero con todo lo que ha pasado últimamente ya no se sabe quién pueda estar observando.Ella ni siquiera le respondió, se limitó a observar alrededor, como si quisiera asegurarse de saber por dónde quería salir. Así que si el exmilitar esperaba encontrar una chica aprensiva de
PEQUEÑA REBELDE. CAPÍTULO 7. Peligrosas revelacionesGabriella respiró profundo y se llevó una mano a los cabellos, peinándolos con los dedos como si estuviera demasiado agotada después de un largo día de trabajo. Su corazón debía estar desbocado, de verdad que sí, pero en cambio solo latía con el mismo ritmo acompasado de siempre. Al final iba a resultar que era verdad todo lo que decían sobre ella.Ranger la vio caminar por toda la habitación como si necesitara espacio, o como si estuviera haciendo un esfuerzo intenso por controlarse, pero algo le decía que lo que quería controlar no era precisamente el miedo ni la angustia.—OK, OK… supongo que ahora es cuando se destapa el pozo de mierd@. ¿Vas a decirme quiénes exactamente eran mis padres? —preguntó girándose hacia él y el ex militar supo que no habría otro momento para sacarse aquello que tenía atorado entre pecho y espalda desde hacía trece años.Así que le señaló una de las butacas y la vio sentarse con los codos apoyados en la
PEQUEÑA REBELDE. CAPÍTULO 8. Una pieza que mover.Y el problema era que no lo sabía. Ranger era incapaz de asegurar si de verdad la madre de Gabriella, fuera quien fuera, estaba muerta o no. Solo tenía aquella voz de una mujer en el teléfono, pero después de tantos años y sobre todo en medio de aquel ataque, era imposible que la reconociera.—No lo sé, Gabriella. No tengo idea de si tu madre logró sobrevivir o no, pero ella me pidió que te sacara de allí, me pidió que te escondiera, que te protegiera y me dijo… —el ex militar se detuvo porque estaba tratando de encontrar las palabras adecuadas sin espantarla.—¿Qué? ¿Qué te dijo? —lo increpó la muchacha.—Me dijo que aquel ataque, la gente que había matado a tu padre, me dijo que no eran los hombres de Arek Sargsyan, sino italianos —le explicó porque la verdad era que a pesar de los años que habían pasado no había podido desentrañar aquel misterio en particular—. No te voy a negar que no quise investigarlo. Le pasé el caso a otro equi
PEQUEÑA REBELDE. CAPÍTULO 9. Una reacción inesperada—¿¡Disculpa?! —La rabia y la incredulidad de Ranger casi le latía en las palabras y Gabriella contuvo el aliento, aunque no era precisamente porque sintiera miedo de él—. ¿¡Cómo que pasaporte!? ¡¿Cómo que adulta?! —rugió deteniéndola por un brazo antes de que ella se alejara—. ¡Tú todavía no estás en edad ni de limpiarte el trasero sola! ¡¿Cómo se te ocurre que voy a dejar que te vayas a Italia a meterte en la boca del lobo!?Gabriella achicó los ojos, bajándolos hasta aquella mano enorme que la sujetaba, pero ni él pareció inmutarse por eso ni ella hizo un solo gesto para liberarse.—Bueno, te has perdido trece años de limpiarme el trasero, pero si quieres puedes empezar ahora, a ver cómo te va —replicó con un tono tan sarcástico y desafiante que a Ranger se le erizó hasta el cabello de la nuca.—¡Maldit@ sea, Gabriella, ¿qué demonios pasa contigo?! —espetó sin poder creer que ella reaccionara de aquella forma, pero al parecer no e
PEQUEÑA REBELDE, CAPÍTULO 10. Gente como yo"—¡Demonios, ¿qué pasa contigo?! ¡¿Cómo es que puedes reaccionar así?! ¡¿No…?! ¡¿No te asusta lo que está pasando, no te conmueve lo que te acabo de contar sobre tus padres, no…?! ¡Maldición, ¡¿no tienes conciencia de lo que pueden hacerte?!"Gabriella repetía en su mente una y otra vez aquellas palabras de Ranger, sabiendo que en el fondo tenía razón, y también que no podía hacer absolutamente nada acerca de eso.Quería llorar... Se suponía que la gente llorara en momentos como aquel. Se suponía que saber sobre la muerte de sus padres, o siquiera la posibilidad de recuperar a alguno de ellos le provocara... algo, cualquier cosa.Sin embargo, Gabriella no podía recordar la última vez que había llorado, era como si fuera una cosa absurda y sin sentido. Llorar ¿para qué? ¿Qué se lograba con llorar? Quizás por eso precisamente en el internado se habían aventurado a hacerle una evaluación psicológica completa cuando ya había sido capaz de comuni
PEQUEÑA REBELDE. CAPÍTULO 11. Una familia perdidaEl avión había despegado hacía ocho horas, pero no sin antes de que Ranger se comunicara con Max, y al menos media docena de ex agentes de las Fuerzas Especiales se reunieron de inmediato en Europa para acompañarlo. El pago no era un problema, y la lealtad mucho menos, porque cada uno de aquellos hombres había servido en el mismo equipo con él aunque solo fuera por algunos meses. Así que había confianza y seguridad como para poder informarles de lo que estaba pasando.Sus ojos se apartaron de la ventanilla y se concentraron en la muchacha que dormía frente a él. No podía negar que era extraña, había algo raro en ella, en su personalidad, como si simplemente estuviera... cansada del mundo. Esa era la personalidad de muchos de los veteranos de guerra, precisamente por eso era demasiado extraño verla en una chiquilla de dieciocho años.El problema era todo lo demás que no podía evitar ver.Era fuerte, era determinada, era extremadamente i
PEQUEÑA REBELDE. CAPÍTULO 12. Un sentimiento desconocidoY por supuesto que no era la idea más descabellada del mundo. La muerte tenía toda clase de motivos, desde la envidia, la avaricia, el despecho, o incluso la sed de venganza que nacía en el seno de la propia familia. Y definitivamente una amante con una hija de la edad exacta del más pequeño de los hijos legítimos, podía ser una causa más que suficiente como para que alguno de los Salvatore hubiera decidido tomar la venganza por su mano.La verdad era que había pasado demasiado tiempo desde que la madre de Gabriella le había balbuceado aquellas palabras suplicantes, de lo contrario Ranger quizás habría podido recordar que uno de sus intentos de palabras había sido “familia”.Sin embargo, en ese mismo momento lo único que podían hacer era seguirle la corriente a los que estaban reclamando a Gabriella para poder llegar al fondo de aquel asunto.“Sí, definitivamente la familia es una opción tan buena como otra cualquiera” sentenció