CAPITULO 34. Una respuesta definitiva¿Podía pasar algo más? ¿Podía caerle un rayo en la cabeza? ¿Podía inundarse de aguas negras su oficina? ¿Podía caerle un árbol encima a su auto, con él dentro?Elijah se mesó los cabellos cuando se dio cuenta de que aquella ola de calamidades no iba a parar, y su rostro fue pétreo mientras interrogaba a su secretaria.—¿Disculpa? ¿Incendio? ¿Me estás diciendo que mi casa se incendió? —gruñó con impotencia y la señorita Voigh asintió.—Acaban de llamar del departamento de bomberos y de la empresa de seguros. Le solicitan que vaya inmediatamente allá.Y aunque aquella palabra se le atoraba en la garganta, Elijah no tuvo más remedio que preguntar.—¿Mi esposa?—La señora Evans está bien, fue todo lo que me dijeron.—Claro, no tengo tanta suerte —masculló para sí mismo, con un tono cargado de rabia—. Diles que ya salgo para allá.Entre la resaca, el despecho, la impotencia y la furia, Elijah Vanderwood llegó a la propiedad hecho un huracán, pero pront
CAPÍTULO 35. Una verdad paralizanteUn león hambriento habría sido de naturaleza más amable que Elijah Vanderwood, pero nadie se atrevió a discutirle cuando entró de nuevo en aquella habitación y anunció lo que había decidido.—Vendrá una ginecóloga de confianza a revisar tu embarazo. ¿Estás de acuerdo? —gruñó y Lynett sintió que sus ojos se llenaban de nuevas lágrimas.—Solo quiero que alguien me revise, quien sea… —susurró, porque estaba más que segura de que algo muy malo estaba pasando allí.—Mientras tanto, yo iré pidiendo un nuevo análisis de sangre, para descartar que este haya sido una equivocación del laboratorio —anunció el médico y salió de allí, dejándolos solos y en medio de un silencio aterrador.Elijah la miraba con tanto odio, como si apenas pudiera contenerlo, y Lynett miraba a la pared con desesperación, porque todavía era incapaz de entender las razones de aquel resentimiento.Una larga, infinita hora después, una mujer mayor y de expresión suave entraba seguida por
CAPÍTULO 36. Culpable—Tomas a una muchacha joven como Lynett, le sumas un análisis de sangre con los niveles disparados de hormona HCG, y es muy fácil lanzarse por la primera opción: el embarazo —declaró la doctora con un suspiro mientras Sebastian se acercaba a ellos en el corredor—. El problema es que el aumento de esa hormona, sin embarazo, significa que otras cosas están mal.Elijah se apoyó en la pared, sintiendo que una parte de él colapsaba de una manera extraña. Ni siquiera era capaz de describir cómo se sentía, pero estaba más que seguro de que “culpable” y “angustiado” eran sus emociones principales.—¿Qué tan mal? —preguntó con un hilo de voz y la doctora se encogió de hombros con preocupación.—Imposible saberlo todavía. Puede ir desde quistes en los ovarios hasta un tumor de células germinales, es imposible determinarlo sin más pruebas así que… necesitamos trasladarla a una clínica especializada. Si usted no quiere hacerse cargo yo puedo ver con su aseguradora médica si…
CAPÍTULO 37. Menos cruelElijah necesitaba respuestas, pero la doctora Leaderman parecía más interesada en dárselas a otra persona, así que se acercó a la cama de Lynett y le ajustó los medicamentos, esperando un par de minutos a que hicieran efecto para que fuera despertando lentamente.Él la vio abrir los ojos, aturdida, y su primer instinto fue largarse de allí, porque sabía que no tenía derecho a estar presente. Sin embargo en la mirada de Lynett solo había cansancio y algo parecido a la resignación.—Señora Evans, está en la Clínica Cedars para el Cuidado de la Mujer —le explicó la doctora—. La trajimos aquí porque este es un lugar especializado en casos como el suyo. ¿Me sigue?La muchacha pestañeó despacio y luego despegó los labios.—S… sí. ¿Qué…? ¿Ya sabe qué tengo? —preguntó con un hilo de voz que hizo que el estómago de Elijah se encogiera.—Tratamos de hacerte una biopsia guiada por TAC para determinar si tienes un tumor o solo un quiste —dijo Leaderman—. Pero nos detuvimo
CAPÍTULO 38. Cosa del destino—Espere… doctora, espere.Elijah intentó detener a la mujer mientras estaba a punto de ingresar a uno de los salones de observación del quirófano. —Señor Vanderwood, el cirujano ya está listo y le aseguro que es uno de los mejores de este hospital, por favor mantenga la calma y le avisaré de cualquier cambio.—Lo sé, no se trata de eso, es…Toda la noche, entre el desvelo y la tensión, aquellas palabras del médico que había atendido a Lynett durante el accidente no habían dejado de darle vueltas en la cabeza. “…Es una fractura muy compleja, hay muy poco margen de tiempo para solucionar esto sin que haya consecuencias permanentes… Si no operamos ahora arrastrará esto toda su vida, quizás no podrá caminar bien nunca más…”—Escuche, cuando Lynett tuvo el accidente hace una semana, el médico que la atendió dijo que no había mucho tiempo para operar la fractura que tiene. Dijo que tenían que hacerlo lo más pronto posible, pero como creí que estaba embarazada
CAPÍTULO 39. ¡Despierta!La descripción más cercana que tenía de un momento como aquel se resumía en una sola palabra y era “pesadilla”. Durante años se había preparado para un momento así, durante años había asumido que la mujer que quería podía estar en un momento crítico y había tomado todas las precauciones posibles.Pero ciertamente no había esperado que cuando el momento llegara, no estaría peleando por la vida de Josselyn, sino de otra mujer.—¿Alguna vez me vas a decir la verdad? ¿Por qué terminaste con Joss, Elijah? ¿Por qué cancelaste la boda?La voz de Sebastian lo hizo cerrar los ojos, porque hacía mucho tiempo que no pensaba en una respuesta, pero después de todo, de sus hermanos, Sebastian era el único que podía lidiar con su carácter sin darle la espalda, así que cuando sus labios se despegaron fue para ser totalmente honesto.—Cancelé la boda porque ella quiso regresar de los despliegues —respondió—. Iba a regresar del ejército, casarse conmigo, ser feliz para siempre.
CAPÍTULO 40. PesadillasInfinitos. Largos. Terribles.Minutos. Horas. Días.Elijah era como una sombra que iba de un lado a otro de la salita de hospital, y que hubiera olido a perro muerto de no ser porque al menos una vez al día Sebastian lo empujaba hacia un hotelito cercano donde había rentado una habitación y lo obligaba a bañarse y cambiarse.Lynett había rebasado aquel paro cardiaco, pero eso no significaba que había mejorado de inmediato. La habían llevado a terapia intensiva y aquel equipo médico no se separaba de su lado tal como Elijah no quería irse de aquella salita de espera.—Oye, tienes que comer —le insistió Sebastian un par de días después—. No entiendo lo que te está pasando, pero tienes que poner de tu parte. ¿De acuerdo? ¡Jamás te había visto así!Elijah apretó los dientes y esa parte fría de su corazón intentó tomar el control.—Es culpa. Me siento culpable por no haberle creído. Solo es eso —gruñó.—Culpa. Tentación. Tienes palabras muy extremas para lo que sien
CAPÍTULO 41. Un infierno disfrazado Tres enfermeras y un médico entraron corriendo solo unos segundos después, pero por más preocupado y asustado que estuviera Elijah, no pudo dejar de reconocer que el médico tenía razón. —No está consciente —le dijo. —¿Qué? ¿Pero cómo…? ¡Ella, abrió los ojos! —exclamó Elijah—. Se está quejando, dice que le duele. —Y es inconsciente, no está despierta —replicó le médico abriendo uno de los ojos de Lynett e iluminando su pupila—. A veces los analgésicos fuertes vienen con reacciones como estas, con… algunos delirios. Está teniendo algo parecido a un “mal viaje”, por decirlo de alguna manera; pero tampoco podemos quitarle los analgésicos, así que… —¿Qué? —Vamos a tener que inmovilizarla —le explicó el doctor antes de girarse hacia una enfermera—. Por favor traiga un cinturón de sujeción y algunas correas de restricción para… —¡No! —Elijah frunció el ceño, incrédulo—. ¡No la van a amarrar a la cama! —Señor Vanderwood, es por su seguridad. Se llama