CAPÍTULO 31. La traición.Si algo odiaba Elijah Vanderwood con toda su alma eran las mentiras. Pero más que eso odiaba los engaños de gente que se hacía pasar por inocente cuando en realidad solo eran unos lobos traicioneros, y por desgracia había tenido mucho de eso en su vida últimamente.Miró a los ojos de Lynett y aquellas lágrimas le revolvieron el estómago.—Es una puta broma ¿verdad? —siseó con tanta rabia que sentía que podía destruir el mundo él solo en ese momento—. ¿En serio esperas que me crea esa basura?—¡Es la verdad! —exclamó Lynett con desesperación—. ¡No había estado con nadie antes! ¡Jamás me había acostado con nadie, yo era…!—¡No digas “virgen”! —le gritó Elijah—. ¡No te atrevas a decir “virgen”, porque te juro que se me va a olvidar que mi padre me enseñó a no pegarle a las mujeres! ¡Eres una arpía mentirosa, eso es lo que eres! ¡Y por eso te acostaste conmigo, solo para poder disfrazar el embarazo que ya traías!—¡No es cierto! —gritó Lynett—. ¡No es cierto! ¡Yo
CAPÍTULO 32. Un hombre despechadoCuatro.Lynett no estaba segura de que aquello no fuera peligroso, pero el dolor era tan fuerte que no dudó en meterse aquellas cuatro pastillas en la boca y tragarlas con un poco de agua.Había comida en la nevera, pero su mente estaba tan embotada por la agonía que estaba pasando que apenas tenía conciencia de si el tiempo pasaba o si estaba comiendo o no.—¡Elijah!... ¡ELIJAH MALDIT@ SEA… ELIJAH! —gritó desesperada golpeando contra la puerta del despacho, a la tercera o la cuarta noche, ya no lo sabía.Apoyó la frente contra la puerta y sollozó sin poder evitarlo, se sentía tan mal que sentía que solo saldría de allí en un ataúd.—¡Te juro que no estoy embarazada! ¡Te lo juro por la memoria de mi padre! ¡Elijah! —gritó golpeando la puerta—. ¡Tienes que llevarme al hospital…! ¡Tienes que sacarme de aquí! ¡Por favor…! —las lágrimas corrían por sus mejillas desconsoladas—. ¡Te lo suplico, sácame de aquí… me duele mucho! ¡Elijah no estoy embarazada! ¡T
CAPÍTULO 33. Una parte cruelLo que ni Sebastian ni nadie era capaz de imaginar, ni en sus más retorcidos pensamientos, era dónde diablos estaba la oficina que Elijah quería limpiar o por qué quería hacerlo.Una parte de él, la que alguna vez había sido buena y amable, jamás habría actuado de aquella manera; pero desde hacía dos años, desde que había sabido toda la verdad, una nueva parte había ido tomando el control de su carácter, hasta convertirlo en el hombre con tan escasa compasión como el que era en aquel momento.¿Qué a veces lo olvidaba? Eso era muy cierto. Después de todo se había pegado los dedos tratando de arreglar aquella caja de música para Lynett, o se había lanzado de cabeza al pozo de cimentación de un rascacielos para salvarla… Pero luego, mientras aguardaba angustiado en la sala de espera de un hospital, un médico salía para confirmarle que en efecto la mujer por la que acababa de arriesgar su vida solo era como cualquiera de las demás arpías manipuladoras que habí
CAPITULO 34. Una respuesta definitiva¿Podía pasar algo más? ¿Podía caerle un rayo en la cabeza? ¿Podía inundarse de aguas negras su oficina? ¿Podía caerle un árbol encima a su auto, con él dentro?Elijah se mesó los cabellos cuando se dio cuenta de que aquella ola de calamidades no iba a parar, y su rostro fue pétreo mientras interrogaba a su secretaria.—¿Disculpa? ¿Incendio? ¿Me estás diciendo que mi casa se incendió? —gruñó con impotencia y la señorita Voigh asintió.—Acaban de llamar del departamento de bomberos y de la empresa de seguros. Le solicitan que vaya inmediatamente allá.Y aunque aquella palabra se le atoraba en la garganta, Elijah no tuvo más remedio que preguntar.—¿Mi esposa?—La señora Evans está bien, fue todo lo que me dijeron.—Claro, no tengo tanta suerte —masculló para sí mismo, con un tono cargado de rabia—. Diles que ya salgo para allá.Entre la resaca, el despecho, la impotencia y la furia, Elijah Vanderwood llegó a la propiedad hecho un huracán, pero pront
CAPÍTULO 35. Una verdad paralizanteUn león hambriento habría sido de naturaleza más amable que Elijah Vanderwood, pero nadie se atrevió a discutirle cuando entró de nuevo en aquella habitación y anunció lo que había decidido.—Vendrá una ginecóloga de confianza a revisar tu embarazo. ¿Estás de acuerdo? —gruñó y Lynett sintió que sus ojos se llenaban de nuevas lágrimas.—Solo quiero que alguien me revise, quien sea… —susurró, porque estaba más que segura de que algo muy malo estaba pasando allí.—Mientras tanto, yo iré pidiendo un nuevo análisis de sangre, para descartar que este haya sido una equivocación del laboratorio —anunció el médico y salió de allí, dejándolos solos y en medio de un silencio aterrador.Elijah la miraba con tanto odio, como si apenas pudiera contenerlo, y Lynett miraba a la pared con desesperación, porque todavía era incapaz de entender las razones de aquel resentimiento.Una larga, infinita hora después, una mujer mayor y de expresión suave entraba seguida por
CAPÍTULO 36. Culpable—Tomas a una muchacha joven como Lynett, le sumas un análisis de sangre con los niveles disparados de hormona HCG, y es muy fácil lanzarse por la primera opción: el embarazo —declaró la doctora con un suspiro mientras Sebastian se acercaba a ellos en el corredor—. El problema es que el aumento de esa hormona, sin embarazo, significa que otras cosas están mal.Elijah se apoyó en la pared, sintiendo que una parte de él colapsaba de una manera extraña. Ni siquiera era capaz de describir cómo se sentía, pero estaba más que seguro de que “culpable” y “angustiado” eran sus emociones principales.—¿Qué tan mal? —preguntó con un hilo de voz y la doctora se encogió de hombros con preocupación.—Imposible saberlo todavía. Puede ir desde quistes en los ovarios hasta un tumor de células germinales, es imposible determinarlo sin más pruebas así que… necesitamos trasladarla a una clínica especializada. Si usted no quiere hacerse cargo yo puedo ver con su aseguradora médica si…
CAPÍTULO 37. Menos cruelElijah necesitaba respuestas, pero la doctora Leaderman parecía más interesada en dárselas a otra persona, así que se acercó a la cama de Lynett y le ajustó los medicamentos, esperando un par de minutos a que hicieran efecto para que fuera despertando lentamente.Él la vio abrir los ojos, aturdida, y su primer instinto fue largarse de allí, porque sabía que no tenía derecho a estar presente. Sin embargo en la mirada de Lynett solo había cansancio y algo parecido a la resignación.—Señora Evans, está en la Clínica Cedars para el Cuidado de la Mujer —le explicó la doctora—. La trajimos aquí porque este es un lugar especializado en casos como el suyo. ¿Me sigue?La muchacha pestañeó despacio y luego despegó los labios.—S… sí. ¿Qué…? ¿Ya sabe qué tengo? —preguntó con un hilo de voz que hizo que el estómago de Elijah se encogiera.—Tratamos de hacerte una biopsia guiada por TAC para determinar si tienes un tumor o solo un quiste —dijo Leaderman—. Pero nos detuvimo
CAPÍTULO 38. Cosa del destino—Espere… doctora, espere.Elijah intentó detener a la mujer mientras estaba a punto de ingresar a uno de los salones de observación del quirófano. —Señor Vanderwood, el cirujano ya está listo y le aseguro que es uno de los mejores de este hospital, por favor mantenga la calma y le avisaré de cualquier cambio.—Lo sé, no se trata de eso, es…Toda la noche, entre el desvelo y la tensión, aquellas palabras del médico que había atendido a Lynett durante el accidente no habían dejado de darle vueltas en la cabeza. “…Es una fractura muy compleja, hay muy poco margen de tiempo para solucionar esto sin que haya consecuencias permanentes… Si no operamos ahora arrastrará esto toda su vida, quizás no podrá caminar bien nunca más…”—Escuche, cuando Lynett tuvo el accidente hace una semana, el médico que la atendió dijo que no había mucho tiempo para operar la fractura que tiene. Dijo que tenían que hacerlo lo más pronto posible, pero como creí que estaba embarazada