CAPÍTULO 29. ¡El que caí fui yo!

CAPÍTULO 29. ¡El que caí fui yo!

Si el maldito gancho de la grúa lo hubiera golpeado en pleno pecho, destrozándolo, Elijah hubiera tenido quizás una mejor reacción.

—¿Qué…? ¿Disculpe? ¿Cómo dijo…? ¿Emb… embarazada? —balbuceó a media voz, como si se estuviera ahogando con aquella palabra.

—¿No lo sabía? —El médico frunció el ceño al darse cuenta de su sorpresa—. Lamento que tenga que enterarse en estas circunstancias, señor Vanderwood, pero sí, su esposa está embarazada. Cuando hay operaciones en puerta hacemos exámenes de sangre de emergencia y los de la señora Evans, bueno, sus niveles de la hormona GCH son elevados.

Elijah sintió que toda aquella angustia, toda aquella ansiedad y desesperación que había sentido en las últimas dos horas se convertía en rabia.

¿Qué tan altos…? ¿Cuánto tiempo…?

—Por el análisis, unas nueve semanas más o menos. Por eso es tan importante que usted firme el consentimiento para operarla —le explicó el médico—. El embarazo está en una etapa vulnerable, hare
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