Cuando Freya lo vio, sintió que las piernas le temblaban como si estuvieran hechas de gelatina, porque nunca se imaginó que se iba a encontrar a su ex allí, y aunque se sintió un poco afectada por su presencia, alzó el mentón con firmeza.—Fabricio, tanto tiempo.—¡Qué alegría verte! Freya —señaló acercándose a ella, la abrazó con alegría como si fueran los mejores amigos del mundo.La incomodidad se dibujó en el rostro de la mujer y lo apartó de él.—Freya es impresionante cómo actúa el destino, no sabes cuántas veces durante este tiempo he deseado verte.—La verdad es que ni un solo momento he deseado verte… y ya ni siquiera recuerdo los momentos que estuvimos juntos.El hombre vio a Marco pendiente de ellos y le dijo.—¡Recoja la valija! —exclamó.—¡¡¿Perdón?!! —inquirió Marco conteniendo la risa, mientras pensaba que el hombre se había creído que era su sirviente.—¿No se supone que eres el chófer? —preguntó con un tono déspota, sin esperar respuesta continúo hablando— haz tu trab
—Señora Castelli, lamento decirle que no es muy probable que usted y su esposo puedan tener un hijo por vía natural —dijo el doctor arreglándose los lentes. —No entiendo ¿Qué quiere decir? —preguntó Tamara sintiendo como si le hubieran dado un mazazo por la cabeza y la dejaran aturdida. —Justo lo que entendió, debemos probar varias maneras de poder fertilizarla, puede ser, en primer lugar, por inseminación artificial y si esa no funciona podremos probar por fertilización in vitro. Pero lo primero que necesitamos hacer, es que su esposo venga para tomarle las muestras que usaremos para el proceso. Ella suspiró con un poco de preocupación, rogando en su interior que su esposo no pusiera peros para ese asunto. —Está bien doctor, hablo con mi marido para que venga, aunque creo que me costará convencerlo —dijo ella sintiéndose preocupada. —Pero es necesario, de lo contrario no podremos hacer nada. Ella asintió y se fue a su casa, ese día llegó haciendo una deliciosa cena, la comida pr
La mujer asintió con la cabeza mientras se recostaba en la camilla, sintiendo una mezcla de nerviosismo y emoción correr por su cuerpo. Sabía que este era el comienzo de algo grande, algo que había anhelado durante años. Siempre quiso tener hijos. Rogaba al cielo que pudiera quedar embarazada, y que eso ayudara a su matrimonio y también hacer feliz a su familia que estaban ansiosos por tener un nieto, de solo pensar en su alegría, se le dibujaba una sonrisa en los labios. Ella era hija de una familia numerosa, y veía con nostalgia como sus primos y primas, tenían a sus bebés y ella no, y no es que le provocará envidia, para nada, más bien se alegraba cada vez que alguien daba la noticia de un nuevo embarazo; sino que era el deseo que más anhelaba en su corazón y aún no entendía por qué no podía cumplirlo. El doctor comenzó a preparar todo lo necesario para la inseminación mientras la mujer cerraba los ojos y se concentraba en respirar profundamente. El proceso fue rápido y sin dolor
Tamara se sentó en el auto por unos minutos, tratando de recuperar la compostura. No podía creer lo que acababa de pasar y la forma en que ese extraño la había dejado sin habla. Se sentía un poco mal, porque ella no estaba para ver a los lados, cuando tenía un esposo buen mozo y bien proporcionado en su casa. “Por favor, no tienen punto de comparación con Joel” dijo su conciencia “Ese viene siendo cuando mucho una catedral de alguna ciudad, mientras que el espécimen masculino que acabas de ver es la basílica, que digo basílica, ese hombre es el mismísimo vaticano.” —Ay diosito, saca esos malos pensamientos de mi mente —pronunció en voz alta, sintiéndose avergonzada consigo misma. El resto del trayecto no pudo dejar de pensar en ese hombre, condujo a su casa y allí afuera lo estaba esperando su amiga, quien había estado esperándola preocupada, casi arrancándose los pelos, pero al verla tan tranquila abrió los ojos desorbitados. —Mujer, tú me quieres hacer morir infartada, venía con
Tamara cortó la llamada con una sensación de pesar en su corazón, estaba sentada frente a su tocador, mientras miraba su reflejo en el espejo. No podía creer la insensibilidad de Joel hacia ella, sobre todo después de haberse sometido a un procedimiento tan personal.Se sentía violada e indefensa, como si no tuviera control sobre su cuerpo ni sobre su vida, por un momento no dijo nada, solo pensando en lo que había ocurrido.La frustración le recorrió el cuerpo. Sabía que las exigencias de Joel eran injustas, pero también sabía que no tenía más remedio que cumplirlas. Al fin y al cabo, era su esposa y no se atrevía a oponerse a su decisión, así una parte de ella quisiera liberarse.Se volvió hacia su amiga, que miraba el teléfono como si fuera el propio Joel.—No puedo seguir así —dijo Tamara, con lágrimas en los ojos—, me siento atrapada, cada día más tengo la sensación de estar viviendo una vida que no me corresponde —dijo ahogándose con las lágrimas, no pudiendo ocultar más lo que
Con nuevas fuerzas, Tamara cogió el teléfono y marcó el número de la diseñadora que Joel le había enviado. Pidió que le enviara un nuevo enlace para ver los trajes disponibles y diez minutos después había escogido y ordenado que le trajeran tres vestidos sexys, nada recatados ni colores neutros como le gustaban a su esposo, así como cualquier otra opción que pudiera tener. Tamara iba a elegir su propio traje y no iba a permitir que Joel tuviera nada que decir al respecto. Tamara canceló a los otros profesionales y después de colgar el teléfono, Freya llamó a su estilista y maquilladora de confianza para que la ayudaran a prepararse. Mientras esperaba la llegada de su ropa, Tamara comenzó a imaginarse cómo se vería en los nuevos vestidos que había elegido. Se sentía emocionada por la oportunidad de tomar el control de su propia imagen y estilo por una vez. Incluso comenzó a considerar cortarse el cabello y cambiar su peinado para darle el estilo que le gustaba. Se preguntaba que iba
Tamara se sintió hipnotizada por la presencia del hombre que la había rescatado de la grosería del guardia. Su mirada se clavó en sus ojos verdes, que parecían escudriñarla con tanta intensidad que la hacía sentir vulnerable y expuesta. Se mordió el labio inferior, tratando de recuperar el aliento.—Gracias por intervenir —murmuró ella con un hilo de voz, tratando de recobrar la compostura que había perdido.Sebastini le sonrió de nuevo, con una sonrisa ladeada que le hizo estremecer las fibras más sensibles de su cuerpo y se dio cuenta que su expresión se veía más suave de cuando lo conoció.—No hay problema. Me alegra mucho haber llegado a tiempo, siempre me resulta placentero, rescatar a una dama en apuros —pronunció con cierto aire de arrogancia, que a Tamara la irritó.—Yo no necesitaba ser rescatada —dijo de pronto sintiéndose incómoda.Ante sus palabras el soltó una carcajada que le erizó los vellos de la piel.—Entonces tenemos percepciones diferentes.Esa voz provocó en Tamar
Joel terminó de arreglarse la corbata del traje sin dejar de mirarse en espejo, en la habitación que tenía en su oficina. Escuchó unos pasos y al girarse vio a la secretaria parada con una expresión de preocupación. —¿Qué pasa? ¿Por qué esa cara? —interrogó sin apartar la mirada de su rostro. —Es que hay un problema, señor, le juro que es algo que escapó de mis manos —dijo la mujer haciendo una pausa, sintiéndose un poco temerosa—, mandé al chofer a dejar la entrada de su esposa en la recepción de la cena, pero tuvo un contratiempo y no la pudo a entregar… así que lo más probable es que ella esté allí, no haya podido entrar o se haya regresado a su casa. El hombre chasqueó la lengua en un gesto de absoluta indiferencia. —No te preocupes, Tamara no se va a mover de allí hasta que no me vea, ella no hará nada distinto a como le digo… parece un robot, solo actúa como se le programa, es tan estúpida que no parece que fuera hija de una de las familias que llegó a ser la más poderosas d