—Señora Castelli, lamento decirle que no es muy probable que usted y su esposo puedan tener un hijo por vía natural —dijo el doctor arreglándose los lentes.
—No entiendo ¿Qué quiere decir? —preguntó Tamara sintiendo como si le hubieran dado un mazazo por la cabeza y la dejaran aturdida.—Justo lo que entendió, debemos probar varias maneras de poder fertilizarla, puede ser, en primer lugar, por inseminación artificial y si esa no funciona podremos probar por fertilización in vitro. Pero lo primero que necesitamos hacer, es que su esposo venga para tomarle las muestras que usaremos para el proceso.Ella suspiró con un poco de preocupación, rogando en su interior que su esposo no pusiera peros para ese asunto.—Está bien doctor, hablo con mi marido para que venga, aunque creo que me costará convencerlo —dijo ella sintiéndose preocupada.—Pero es necesario, de lo contrario no podremos hacer nada.Ella asintió y se fue a su casa, ese día llegó haciendo una deliciosa cena, la comida preferida de su marido, así esperaba convencerlo.Esperó por horas hasta que a las diez de la noche, casi cuando se estaba durmiendo en el sofá, apareció.—Joel —dijo ella emocionada—, necesito hablar contigo.—Ya lo estás haciendo ¿Me tienes noticia? ¿Por fin estás embarazada?—Aún no, pero… —antes de que ella pudiera decir algo más, él la interrumpió.—Ya veo cuál es el problema, tú eres infértil, solo así se explicaría que no hayas podido quedar embarazada.—El médico me dijo que podíamos intentarlo con una inseminación artificial, necesitan que vayas para que te tomen la muestra que usarán —pidió, pero su esposo hizo un gesto de molestia.—Mira Tamara, sabes que ya estoy cansado de esto, me siento como un animal siendo objeto de estudio, solo porque al parecer tú no puedes quedarte embarazada, no me vengas a querer hacerme pagar a mí por tus deficiencias.Las palabras del hombre la golpearon peor a como si le hubiera propinado un golpe físico, pero escondió su pesar y siguió insistiendo.—Por favor, Joel, intentemos de nuevo —pidió en tono suplicante—. Vayamos mañana.El hombre se quedó viéndola con desagrado, pero su voz fue tranquila.—Está bien, acepto, pero te voy a advertir que esta es la última vez que me someteré a esto, más te vale que funcione porque de lo contrario voy a pedirte el divorcio… después de todo, tú resultaste ser un fiasco, una mujer que no fue lo que pensé —expresó con molestia.—Tú no puedes estar hablando en serio… seguramente lo estás haciendo porque estás dolido, frustrado —declaró ella sin poder creer las palabras ofensivas de su esposo.—Nunca he hablado más en serio en toda mi vida… estás advertida y gracias por la cena, pero no tengo apetito —declaró y la dejó en la cocina con todo lo que había preparado.—¿Pero qué voy a hacer con toda esa comida? —preguntó ella con pesar.—¡Cómetelos tú! O ¡Bótalos a la basura! —exclamó retirándose.Tamara lo vio salir con una mezcla de sentimientos rabia, tristeza, suspiró profundo y comenzó a recoger la mesa que con tanto esmero había arreglado."No te molestes Tamara", se dijo "Quizás el estrés de esta situación lo tiene así" se dijo tratando de justificarlo y es porque cuando antes de casarse, él era un hombre detallista, preocupado, cariñoso, fue después de la boda que cambió, se puso frío y hasta un poco cruel, pero por más que le preguntó, nunca supo darle respuesta.Y luego, cuando se puso en tratamiento para salir embarazada, su cambio fue más notorio, tanto que ya no recordaba el hombre con quien se casó.Terminó de recoger la cocina, ni siquiera ella quiso comer, se le había quitado el apetito, se fue para la terraza con su teléfono y llamó a su mejor amiga.Después de varios repiques, su amiga la atendió.—Freya, ¿Estabas durmiendo?"Estaba a punto, pasa algo ¿Qué te hizo ahora tu adorado esposo?"—¿Cómo lo sabes? —ante el silencio de su amiga, no esperó respuesta—. Llegó molesto, le había preparado sus platos preferidos, pero ni siquiera los vio… debí recoger todo y ahora tengo comida para alimentar un regimiento por más de una semana —señaló con tristeza."Ay, muñeca, tú no aprendes, yo hubiera tomado las cazuelas de la comida y se las pongo de sombrero para que sea serio ¡Es un desconsiderado!"—Tal vez está estresado por la situación de que no hemos pedido tener hijo… yo lo entiendo"Tú también lo estás y no te veo comportándote de esa manera… te voy a decir algo y espero no te molestes, pero yo que tú simplemente me lo pensaría bien tener un hijo con ese hombre, creo que tipos como él, no deberían reproducirse, mejor para la raza humana si se extinguen, no le hacen ningún bien a la humanidad".—Ay Freya, no digas eso, sabes que él no siempre ha sido así… ahora está pasando por un mal momento, todos pasamos por malos momentos —lo justificó."Si solo que lo de él se ha prolongado", dijo la mujer al otro lado de la línea con un suspiro de resignación porque sabía que Tamara no iba a dejar de defenderlo, en la vida no había peor ciego que aquel que se niega a ver.*****Una semana después—Señor Sebastini, llamó el médico hoy le hacen la inseminación a la señorita Castelli.—¿Es necesario que vaya? —preguntó aunque tenía una reunión de trabajo, le gustaría estar presente cuando inseminarán a la mujer.—No es necesario, señor, ya el médico le avisará cuando todo esté listo.—Perfecto, recuérdele a la señorita Castelli que se mantenga bajo perfil, cero declaraciones a la prensa, cuando ya esté embarazada, se trasladará conmigo a uno de los apartamentos, quiero ver todo el proceso de desarrollo de mi hijo en su vientre.—Así se hará, señor, tal como lo establece el contrato.El hombre tenía demasiada ansiedad, había decidido tener un hijo de esa manera porque no quería atarse a ninguna mujer, a lo largo de su vida había tenido muchas decepciones y no quería ninguna mujer reclamándole o queriéndolo chantajear a través de su hijo y pese a que le dijeron que no era necesario que fuera, terminó apareciéndose, es que no le gustaba dejarle nada al azar.Entretanto las dos mujeres esperaban en un consultorio, uno al lado del otro, la enfermera vio las dos especies de bandejas con las jeringas señora Tamara Castelli, señorita Tamara Castelli.La enfermera frunció el ceño y luego tomó una decisión, entró al consultorio donde estaba la mujer y preguntó.—¿Usted es la señorita Castelli?—Si soy yo —respondió con seguridad.—Perfecto —respondió.Dejó todo lo necesario allí para la inseminación y luego se fue al otro consultorio y dejó las muestras allí."¡Qué coincidencia! ¡Se llaman iguales! Menos mal que pregunté" dijo la mujer saliendo.Segundos después entró el doctor.—Empecemos con el procedimiento señora Castelli.La mujer asintió con la cabeza mientras se recostaba en la camilla, sintiendo una mezcla de nerviosismo y emoción correr por su cuerpo. Sabía que este era el comienzo de algo grande, algo que había anhelado durante años. Siempre quiso tener hijos. Rogaba al cielo que pudiera quedar embarazada, y que eso ayudara a su matrimonio y también hacer feliz a su familia que estaban ansiosos por tener un nieto, de solo pensar en su alegría, se le dibujaba una sonrisa en los labios. Ella era hija de una familia numerosa, y veía con nostalgia como sus primos y primas, tenían a sus bebés y ella no, y no es que le provocará envidia, para nada, más bien se alegraba cada vez que alguien daba la noticia de un nuevo embarazo; sino que era el deseo que más anhelaba en su corazón y aún no entendía por qué no podía cumplirlo. El doctor comenzó a preparar todo lo necesario para la inseminación mientras la mujer cerraba los ojos y se concentraba en respirar profundamente. El proceso fue rápido y sin dolor
Tamara se sentó en el auto por unos minutos, tratando de recuperar la compostura. No podía creer lo que acababa de pasar y la forma en que ese extraño la había dejado sin habla. Se sentía un poco mal, porque ella no estaba para ver a los lados, cuando tenía un esposo buen mozo y bien proporcionado en su casa. “Por favor, no tienen punto de comparación con Joel” dijo su conciencia “Ese viene siendo cuando mucho una catedral de alguna ciudad, mientras que el espécimen masculino que acabas de ver es la basílica, que digo basílica, ese hombre es el mismísimo vaticano.” —Ay diosito, saca esos malos pensamientos de mi mente —pronunció en voz alta, sintiéndose avergonzada consigo misma. El resto del trayecto no pudo dejar de pensar en ese hombre, condujo a su casa y allí afuera lo estaba esperando su amiga, quien había estado esperándola preocupada, casi arrancándose los pelos, pero al verla tan tranquila abrió los ojos desorbitados. —Mujer, tú me quieres hacer morir infartada, venía con
Tamara cortó la llamada con una sensación de pesar en su corazón, estaba sentada frente a su tocador, mientras miraba su reflejo en el espejo. No podía creer la insensibilidad de Joel hacia ella, sobre todo después de haberse sometido a un procedimiento tan personal.Se sentía violada e indefensa, como si no tuviera control sobre su cuerpo ni sobre su vida, por un momento no dijo nada, solo pensando en lo que había ocurrido.La frustración le recorrió el cuerpo. Sabía que las exigencias de Joel eran injustas, pero también sabía que no tenía más remedio que cumplirlas. Al fin y al cabo, era su esposa y no se atrevía a oponerse a su decisión, así una parte de ella quisiera liberarse.Se volvió hacia su amiga, que miraba el teléfono como si fuera el propio Joel.—No puedo seguir así —dijo Tamara, con lágrimas en los ojos—, me siento atrapada, cada día más tengo la sensación de estar viviendo una vida que no me corresponde —dijo ahogándose con las lágrimas, no pudiendo ocultar más lo que
Con nuevas fuerzas, Tamara cogió el teléfono y marcó el número de la diseñadora que Joel le había enviado. Pidió que le enviara un nuevo enlace para ver los trajes disponibles y diez minutos después había escogido y ordenado que le trajeran tres vestidos sexys, nada recatados ni colores neutros como le gustaban a su esposo, así como cualquier otra opción que pudiera tener. Tamara iba a elegir su propio traje y no iba a permitir que Joel tuviera nada que decir al respecto. Tamara canceló a los otros profesionales y después de colgar el teléfono, Freya llamó a su estilista y maquilladora de confianza para que la ayudaran a prepararse. Mientras esperaba la llegada de su ropa, Tamara comenzó a imaginarse cómo se vería en los nuevos vestidos que había elegido. Se sentía emocionada por la oportunidad de tomar el control de su propia imagen y estilo por una vez. Incluso comenzó a considerar cortarse el cabello y cambiar su peinado para darle el estilo que le gustaba. Se preguntaba que iba
Tamara se sintió hipnotizada por la presencia del hombre que la había rescatado de la grosería del guardia. Su mirada se clavó en sus ojos verdes, que parecían escudriñarla con tanta intensidad que la hacía sentir vulnerable y expuesta. Se mordió el labio inferior, tratando de recuperar el aliento.—Gracias por intervenir —murmuró ella con un hilo de voz, tratando de recobrar la compostura que había perdido.Sebastini le sonrió de nuevo, con una sonrisa ladeada que le hizo estremecer las fibras más sensibles de su cuerpo y se dio cuenta que su expresión se veía más suave de cuando lo conoció.—No hay problema. Me alegra mucho haber llegado a tiempo, siempre me resulta placentero, rescatar a una dama en apuros —pronunció con cierto aire de arrogancia, que a Tamara la irritó.—Yo no necesitaba ser rescatada —dijo de pronto sintiéndose incómoda.Ante sus palabras el soltó una carcajada que le erizó los vellos de la piel.—Entonces tenemos percepciones diferentes.Esa voz provocó en Tamar
Joel terminó de arreglarse la corbata del traje sin dejar de mirarse en espejo, en la habitación que tenía en su oficina. Escuchó unos pasos y al girarse vio a la secretaria parada con una expresión de preocupación. —¿Qué pasa? ¿Por qué esa cara? —interrogó sin apartar la mirada de su rostro. —Es que hay un problema, señor, le juro que es algo que escapó de mis manos —dijo la mujer haciendo una pausa, sintiéndose un poco temerosa—, mandé al chofer a dejar la entrada de su esposa en la recepción de la cena, pero tuvo un contratiempo y no la pudo a entregar… así que lo más probable es que ella esté allí, no haya podido entrar o se haya regresado a su casa. El hombre chasqueó la lengua en un gesto de absoluta indiferencia. —No te preocupes, Tamara no se va a mover de allí hasta que no me vea, ella no hará nada distinto a como le digo… parece un robot, solo actúa como se le programa, es tan estúpida que no parece que fuera hija de una de las familias que llegó a ser la más poderosas d
Tamara sintió terror al ver la expresión molesta de Joel, intentó liberarse del agarre de su esposo, pero él la sujetó con más fuerza.—¡Quédate quieta! Habla de una m4aldita vez ¿Te quedaste muda? ¿No tienes nada qué decir? ¿Por qué andas vestida como una furcia? —Joel escupió las palabras con rabia.Tamara temblaba de miedo, pero trató de mantener la calma. No quería que su esposo la viera débil.—Yo… me vestí así porque quería darte una sorpresa… gustarte —respondió ella con voz aparentemente serena, aunque por dentro estaba atemorizada.Pero a Joel no le agradaron sus palabras.—Te dije de manera exacta cómo te ibas a vestir, si hubiese querido una put4 le habría pedido a alguna que me acompañe ¿Acaso no tienes vergüenza vestida como una zorr4 mostrando tu cuerpo a los hombres? Un cuerpo que lo más seguro es no les provoque nada, ¿Crees que viendo tantas mujeres altas, elegante, van a poner su mirada en una enana siniestra como tú? Tamara se quedó viendo a Joel con los ojos anega
Tamara estaba petrificada, jamás había visto a Freya tan enfurecida. Joel soltó a su mujer, pero en vez de dejar todo así, se giró, miró a Freya con absoluto odio y se enfrentó ella mientras esta seguía sujetando la zapatilla de manera peligrosa.Le tomó la mano y se la apretó con fuerza, pero Freya con la otra mano comenzó a golpearlo.—¡Tú eres la culpable de todo! Mal influencias a Tamara y la pones en mi contra y como no eres más que una mujer de cascos ligeros, que no le importa amanecer en la cama de cualquiera, solo estás buscando que mi mujer se comporte de la misma manera, seguro que se vistió así aconsejada por ti… quiero que te alejes de ella, no vuelvas a acercarte porque voy a pedir una orden de alejamiento —espetó con molestia.—¡Eres una Bestia! Sientes placer amedrentando un par de mujeres, pero seguro que tu valentía sale corriendo cuando ve a un verdadero hombre, ya vas a ver cómo hago un escándalo y saco a todos esos hombres de negocios para que vean el tipo tan des