Con nuevas fuerzas, Tamara cogió el teléfono y marcó el número de la diseñadora que Joel le había enviado. Pidió que le enviara un nuevo enlace para ver los trajes disponibles y diez minutos después había escogido y ordenado que le trajeran tres vestidos sexys, nada recatados ni colores neutros como le gustaban a su esposo, así como cualquier otra opción que pudiera tener.
Tamara iba a elegir su propio traje y no iba a permitir que Joel tuviera nada que decir al respecto.Tamara canceló a los otros profesionales y después de colgar el teléfono, Freya llamó a su estilista y maquilladora de confianza para que la ayudaran a prepararse.Mientras esperaba la llegada de su ropa, Tamara comenzó a imaginarse cómo se vería en los nuevos vestidos que había elegido. Se sentía emocionada por la oportunidad de tomar el control de su propia imagen y estilo por una vez.Incluso comenzó a considerar cortarse el cabello y cambiar su peinado para darle el estilo que le gustaba. Se preguntaba que iba a opinar su esposo cuando la viera, estaba ansiosa porque la observara, aunque en el fondo esperaba su reconocimiento.Cuando llegaron los vestidos, Tamara se apresuró a probárselos. El primer vestido era un hermoso vestido rojo con escote pronunciado en la espalda y una abertura lateral que dejaba su muslo descubierto. El segundo era un vigoroso vestido negro con lentejuelas de corte alto y espalda descubierta y el tercero era un vestido ajustado de color púrpura oscuro que le quedaba como un guante.Después de probarse los tres, Freya le dijo que el primero era el correcto.Entretanto esperaba la llegada del estilista y maquilladores, Tamara se sentó en su cama y comenzó a pensar en cómo se había dejado influenciar tanto por Joel durante su matrimonio.Recordó cómo había controlado cada aspecto de su vida, desde su carrera hasta su ropa, cómo se peinaba, lo que comía y cómo ella había cedido ante él cada vez.Pero hoy era diferente. Hoy se sentía fuerte y decidida. Quería demostrarle a Joel que ella podía elegir su propia ropa y ser sexy y atrevida si así lo deseaba.Cuando la estilista y maquilladora de Freya llegaron, Tamara les mostró los vestidos que había ordenado y el que escogió, es pidió que la ayudaran a elegir el maquillaje para ello.Mientras trabajaban en su apariencia, Tamara comenzó a sentirse más confiada y lista para enfrentar a Joel.Horas después, estuvo lista, Freya le entregó unos zapatos de tacón medio y un bolso a juego, luego la ayudó a ponerse unos pendientes y un collar de diamantes. Cuando la mujer se miró en el espejo, no pudo evitar sonreír. Casi ni se reconocía, había olvidado su verdadero rostro, lo hermosa que era y segura de sí misma, Se sentía como una diosa.De pronto su teléfono repicó y se dio cuenta por la pantalla que se trataba de su esposo, ni siquiera la saludó, de inmediato le dio las órdenes como si fuera su empleada.“No puedo buscarte, estoy ocupado, se me hizo tarde, toma un taxi y te vas al hotel donde se celebrará la fiesta. Le di las instrucciones a la secretaria para que te mandara a dar la entrada en la puerta, tomas asiento a penas entre y me esperas sentada, espero que no le estés sacando conversación a nadie, no llames la atención, allí estará la gente más poderosa… mantente en la sombra”, le dijo con firmeza sin siquiera permitirle hablar.Freya, se quedó viendo la expresión de dolor de su amiga y se acercó a animarla.—No te decaigas, yo buscaré una limusina, porque quiero que llegues a lo grande y llames la atención de todos, para que esa estúpida mierd4 se trague sus palabras… quiero que brilles como nunca —dijo Freya emocionada.Enseguida marcó el número de una agencia de alquiler y en media hora, estaba la limusina en la puerta de la casa.Cuando Tamara llegó a la fiesta, caminaba con elegancia, decidida a triunfar con su nuevo look. Las miradas de los presentes se posaban en ella con admiración y ella sentía que la energía que salía de ella era irresistible, mientras caminaba por la alfombra roja con su amiga.Sin embargo, cuando llegó al lugar, estaba a punto de arruinar su plan cuando se encontró cara a cara con el guardia de seguridad.—Lo siento —dijo el guardia—. Esta fiesta está limitada a invitados. ¿Tiene una invitación?Ella afirmó.—Sí, la secretaria de mi esposo Joel Prato, me la dejaría aquí —expresó y el guardia la miró con lástima.—Todas dicen eso, solo para colarse en una fiesta que no está a su altura, porque creen que terminarán cazando a un millonario. Lo siento, pero no va a entrar, por favor retírese por propia voluntad, si no quiere que la mande a sacar de aquí.El guarda de seguridad la empujó y justo, Tamara escuchó unos pasos detrás de ella y la voz ronca de un hombre mientras sentía unos brazos firmes sostenerla.—La señorita viene conmigo ¿Hay algún problema? —preguntó mientras el rostro del guardia palidecía.—Lo siento, señor Sebastini, no sabía que era su acompañante.Cuando Tamara se dio vuelta para ver quién era el dueño de voz y se encontró con los ojos verdes que la habían cautivado esa mañana, era más alto, con una hermosa piel aceitunada y una complexión fuerte, estaba allí luciendo la sonrisa más sexy que había visto en su vida.—¡Usted! —exclamó ella con un hilo de voz.—Nos volvemos a encontrar, señorita y exactamente de la misma forma que la primera vez —pronunció y la voz del hombre tuvo el efecto en su cuerpo, a las de las cuerdas de un violín cuando son tocadas por un experto, quedándose casi sin aliento.Tamara se sintió hipnotizada por la presencia del hombre que la había rescatado de la grosería del guardia. Su mirada se clavó en sus ojos verdes, que parecían escudriñarla con tanta intensidad que la hacía sentir vulnerable y expuesta. Se mordió el labio inferior, tratando de recuperar el aliento.—Gracias por intervenir —murmuró ella con un hilo de voz, tratando de recobrar la compostura que había perdido.Sebastini le sonrió de nuevo, con una sonrisa ladeada que le hizo estremecer las fibras más sensibles de su cuerpo y se dio cuenta que su expresión se veía más suave de cuando lo conoció.—No hay problema. Me alegra mucho haber llegado a tiempo, siempre me resulta placentero, rescatar a una dama en apuros —pronunció con cierto aire de arrogancia, que a Tamara la irritó.—Yo no necesitaba ser rescatada —dijo de pronto sintiéndose incómoda.Ante sus palabras el soltó una carcajada que le erizó los vellos de la piel.—Entonces tenemos percepciones diferentes.Esa voz provocó en Tamar
Joel terminó de arreglarse la corbata del traje sin dejar de mirarse en espejo, en la habitación que tenía en su oficina. Escuchó unos pasos y al girarse vio a la secretaria parada con una expresión de preocupación. —¿Qué pasa? ¿Por qué esa cara? —interrogó sin apartar la mirada de su rostro. —Es que hay un problema, señor, le juro que es algo que escapó de mis manos —dijo la mujer haciendo una pausa, sintiéndose un poco temerosa—, mandé al chofer a dejar la entrada de su esposa en la recepción de la cena, pero tuvo un contratiempo y no la pudo a entregar… así que lo más probable es que ella esté allí, no haya podido entrar o se haya regresado a su casa. El hombre chasqueó la lengua en un gesto de absoluta indiferencia. —No te preocupes, Tamara no se va a mover de allí hasta que no me vea, ella no hará nada distinto a como le digo… parece un robot, solo actúa como se le programa, es tan estúpida que no parece que fuera hija de una de las familias que llegó a ser la más poderosas d
Tamara sintió terror al ver la expresión molesta de Joel, intentó liberarse del agarre de su esposo, pero él la sujetó con más fuerza.—¡Quédate quieta! Habla de una m4aldita vez ¿Te quedaste muda? ¿No tienes nada qué decir? ¿Por qué andas vestida como una furcia? —Joel escupió las palabras con rabia.Tamara temblaba de miedo, pero trató de mantener la calma. No quería que su esposo la viera débil.—Yo… me vestí así porque quería darte una sorpresa… gustarte —respondió ella con voz aparentemente serena, aunque por dentro estaba atemorizada.Pero a Joel no le agradaron sus palabras.—Te dije de manera exacta cómo te ibas a vestir, si hubiese querido una put4 le habría pedido a alguna que me acompañe ¿Acaso no tienes vergüenza vestida como una zorr4 mostrando tu cuerpo a los hombres? Un cuerpo que lo más seguro es no les provoque nada, ¿Crees que viendo tantas mujeres altas, elegante, van a poner su mirada en una enana siniestra como tú? Tamara se quedó viendo a Joel con los ojos anega
Tamara estaba petrificada, jamás había visto a Freya tan enfurecida. Joel soltó a su mujer, pero en vez de dejar todo así, se giró, miró a Freya con absoluto odio y se enfrentó ella mientras esta seguía sujetando la zapatilla de manera peligrosa.Le tomó la mano y se la apretó con fuerza, pero Freya con la otra mano comenzó a golpearlo.—¡Tú eres la culpable de todo! Mal influencias a Tamara y la pones en mi contra y como no eres más que una mujer de cascos ligeros, que no le importa amanecer en la cama de cualquiera, solo estás buscando que mi mujer se comporte de la misma manera, seguro que se vistió así aconsejada por ti… quiero que te alejes de ella, no vuelvas a acercarte porque voy a pedir una orden de alejamiento —espetó con molestia.—¡Eres una Bestia! Sientes placer amedrentando un par de mujeres, pero seguro que tu valentía sale corriendo cuando ve a un verdadero hombre, ya vas a ver cómo hago un escándalo y saco a todos esos hombres de negocios para que vean el tipo tan des
Tamara no dijo nada de su acto de violencia contra ella, se sentía tan mal, que por un momento quiso que todo eso le estuviera ocurriendo a otra persona, pese a ello de manera automática se terminó de despojar de la ropa, por eso no se dio cuenta como él la miraba con desprecio. Cuando ella estuvo completamente desnuda, Joel la apretó contra su cuerpo y le dijo: —Mira Tamara, no quiero volver a verte acercarte a Sebastini. Si lo haces, te juro que me encargaré de que pagues las consecuencias. Tú eres mi mujer y tienes que estar dispuesta para mí cuando yo quiera —le dijo mientras pasaba sus manos por el cuerpo estrujándole la piel.Sus caricias no eran suaves, sino dolorosas, la masajeaba sin ninguna delicadeza, le apretaba sus senos haciéndola gemir, pero no de placer, sino del dolor. Ella no se opuso, dejo que él hiciera con su cuerpo como quisiera, mientras las lágrimas salían a borbotones de sus ojos, bañando su rostro.Lo único que se escuchaba en la habitación era el sonido de
Joel se quedó mirándola, simulando angustia, no iba a dejar que se fuera, no después de haberse enterado de que la familia Castelli no estaba en ruinas, si antes no quería dejarla ir menos ahora, pero sabía que debía ser convincente para convencerla, solo esperaba que pudiera seguir teniendo el mismo control sobre ella. —¿Pero por qué te vas? —se atrevió a preguntar y ella negó con la cabeza. —¿Eres capaz de preguntarme después de lo ocurrido? —inquirió con un sollozo —. A pesar de nuestras discusiones en el pasado nunca me habías golpeado… pero hoy rebasaste todos los límites, me obligaste a tener intimidad contigo, me humillaste llamándome golfa… solo porque quise verme diferente y cambiar para lucirte a ti —pronuncio ella en tono entrecortado—, me di cuenta de que soy yo la que he dado siempre en este matrimonio… cambié mi forma de ser, por ti, para agradarte… y siento que ya no soy ni la sombra de lo que era, necesito reencontrarme conmigo misma y eso solo lo puedo lograr aleján
Tamara vio a Joel salir, con su maleta mientras él la miraba con una expresión de tristeza, sin embargo, a diferencia de lo que pensó, ella no sentía nada. Lo vio salir para alejarse de su vida y sintió alivio, parecía mentira, pero es como si un peso se le hubiera quitado de encima. Se dejó caer en el sofá, pareciéndole mentira de que se hubiera ido, tomó el teléfono y llamó a Freya, su amiga lo atendió al primer repique y las primeras palabras que pronunció fueron. —¡Se fue! Freya estaba adormitada y tardó un poco en procesar las palabras de Tamara. Con los ojos abiertos de par en par, se levantó de la cama como si hubiese sido impulsada por un resorte y se sentó en el borde, sosteniendo el teléfono bien en su oído porque le pareció increíble.“¿Quién se fue? ¿Joel?” —preguntó con curiosidad.—Sí, Joel se ha ido —respondió Tamara con un suspiro de alivio. “¿Es en serio? ¡No puedo creerlo! Cuando te vi irte con él de manera sumisa, prohibiéndote que te contactaras conmigo… perd
Xavier, no se había mantenido por mucho tiempo en la fiesta después que Tamara salió, escuchó algunas proposiciones de negocios, pero ni siquiera les respondió, no podía porque tenía sus pensamientos en la mujer que se había ido sin darle ninguna explicación.No podía evitar sentirse frustrado, porque nunca le había pasado eso que una mujer terminara huyendo de él, siempre ocurría todo lo contrario, era él quien huía y tenía que buscar la manera de quitárselas de encima.Salió de allí, al mismo tiempo que llevaba sus manos a su cuello y se comenzaba a quitar la corbata con frustración, sentía como si lo ahogara, tenía que hacer algo para sacarse esa calentura que cargaba y en todos los sentidos.Llamó a una de sus amantes, una de las muchas que tenía, y le pidió que fuera a un hotel distinto al suyo; aunque tenía una suite allí, no metía a mujeres ahí, porque ese era su santuario, solo dejaba entrar a las de su familia, pero del resto a ninguna le daba ese privilegio, ni siquiera el d