Joel se quedó mirándola, simulando angustia, no iba a dejar que se fuera, no después de haberse enterado de que la familia Castelli no estaba en ruinas, si antes no quería dejarla ir menos ahora, pero sabía que debía ser convincente para convencerla, solo esperaba que pudiera seguir teniendo el mismo control sobre ella. —¿Pero por qué te vas? —se atrevió a preguntar y ella negó con la cabeza. —¿Eres capaz de preguntarme después de lo ocurrido? —inquirió con un sollozo —. A pesar de nuestras discusiones en el pasado nunca me habías golpeado… pero hoy rebasaste todos los límites, me obligaste a tener intimidad contigo, me humillaste llamándome golfa… solo porque quise verme diferente y cambiar para lucirte a ti —pronuncio ella en tono entrecortado—, me di cuenta de que soy yo la que he dado siempre en este matrimonio… cambié mi forma de ser, por ti, para agradarte… y siento que ya no soy ni la sombra de lo que era, necesito reencontrarme conmigo misma y eso solo lo puedo lograr aleján
Tamara vio a Joel salir, con su maleta mientras él la miraba con una expresión de tristeza, sin embargo, a diferencia de lo que pensó, ella no sentía nada. Lo vio salir para alejarse de su vida y sintió alivio, parecía mentira, pero es como si un peso se le hubiera quitado de encima. Se dejó caer en el sofá, pareciéndole mentira de que se hubiera ido, tomó el teléfono y llamó a Freya, su amiga lo atendió al primer repique y las primeras palabras que pronunció fueron. —¡Se fue! Freya estaba adormitada y tardó un poco en procesar las palabras de Tamara. Con los ojos abiertos de par en par, se levantó de la cama como si hubiese sido impulsada por un resorte y se sentó en el borde, sosteniendo el teléfono bien en su oído porque le pareció increíble.“¿Quién se fue? ¿Joel?” —preguntó con curiosidad.—Sí, Joel se ha ido —respondió Tamara con un suspiro de alivio. “¿Es en serio? ¡No puedo creerlo! Cuando te vi irte con él de manera sumisa, prohibiéndote que te contactaras conmigo… perd
Xavier, no se había mantenido por mucho tiempo en la fiesta después que Tamara salió, escuchó algunas proposiciones de negocios, pero ni siquiera les respondió, no podía porque tenía sus pensamientos en la mujer que se había ido sin darle ninguna explicación.No podía evitar sentirse frustrado, porque nunca le había pasado eso que una mujer terminara huyendo de él, siempre ocurría todo lo contrario, era él quien huía y tenía que buscar la manera de quitárselas de encima.Salió de allí, al mismo tiempo que llevaba sus manos a su cuello y se comenzaba a quitar la corbata con frustración, sentía como si lo ahogara, tenía que hacer algo para sacarse esa calentura que cargaba y en todos los sentidos.Llamó a una de sus amantes, una de las muchas que tenía, y le pidió que fuera a un hotel distinto al suyo; aunque tenía una suite allí, no metía a mujeres ahí, porque ese era su santuario, solo dejaba entrar a las de su familia, pero del resto a ninguna le daba ese privilegio, ni siquiera el d
Xavier no podía dejar de relacionar en su mente el nombre Lorenzo Castelli con la chica de la noche anterior. ¿Qué relación tendría con su Tamara? Decidió que debía averiguarlo, y por eso había tomado la decisión de tomar un vuelo a Florencia lo más pronto posible, y aunque había rechazado que su jefe de seguridad le investigara sobre eso, y seguro le daría la información en tiempo récord, de pronto sintió la curiosidad de hacerlo por sí mismo. “¿Será que es su esposo?”, pensó, “Bueno, vamos a averiguarlo, porque si te sonrojabas ante mi presencia, quiere decir que ese idiota no te ha enseñado mucho”, dijo en su interior con irritación. Gianna, su secretaria, hizo todos los arreglos necesarios para que viajara ese mismo día en un vuelo comercial, y aunque no era su estilo, Xavier decidió hacerlo así para pasar desapercibido. Mientras esperaba los datos del vuelo, se dedicó a investigar todo lo que podía sobre Lorenzo Castelli y su empresa, Calvacanti Modas. ***** Cuando Tamara vi
Capítulo 15. Lo siento mamá. Ella se quedó sin palabras ante su respuesta, no podía creer que de todas las personas en el mundo, su vecino de asiento fuera precisamente al hombre en quien, a pesar de su oposición, no había dejado de pensar y de quién estaba tratando de huir. Se sintió nerviosa porque la atracción que sentía hacia él, era innegable, no era tonta. Era un hombre demasiado tentador y tan atractivo con la apariencia de un dios griego. Tomó asiento mientras le respondía. —No, no hay ningún problema —dijo finalmente, tratando de sonar indiferente—. Pero tengo la impresión que me estás siguiendo. Ante su acusación, él soltó una carcajada ronca, que la dejó por un momento hipnotizada, y le produjo una revolución en su interior. —De haber alguien aquí, qué está siguiendo al otro, creo que eres tú, porque yo llegué primero… no me digas que estás arrepentida de haber huido de manera abrupta de mí y ahora quieras continuar en donde lo dejamos —expresó Xavier con una sonrisa
La rabia en el interior de Isabel estaba a niveles exorbitantes, le hubiese gustado tener al desgraciado de Joel en frente, para deformarle a golpes su estúpido rostro, pensó tratando de contenerse, porque no quería asustar a su hija y que terminara alejándose y sin contarle nada. Se quedó estupefacta, mirando el moretón en la mejilla de su hija. Quería preguntar qué había pasado, pero sabía que Tamara hablaría cuando estuviera lista, no deseaba presionarla. Después de un momento de silencio, Tamara respiró profundamente y comenzó a hablar, con la voz temblorosa por la emoción. —Joel, me ha estado maltratando, mamá… casi desde que nos casamos, no físicamente, hasta ayer, pero ha sido abusivo, emocionalmente, me ha… —respiró profundo, conteniendo las lágrimas, por unos segundos quedó privada, sin poder hablar mientras su madre le acariciaba con suavidad su mano—, discúlpame, es difícil hablar de esto… yo quería estar casada para toda la vida… tenía tanto miedo a decirles que me había
Xavier llegó a Cavalcanti moda, pasó por la recepción principal como si fuera el dueño del lugar, ni siquiera los hombres de seguridad hicieron intento de detenerlo, es que con su más de metro noventa, con ese cuerpo como si fuera esculpido por los mismos dioses, y su imponente presencia, nadie se atrevía a decirle nada. Por el contrario, las mujeres lo miraban con los ojos nublados por el deseo y los hombres con envidia, nadie se atrevía a contrariarlo y él tampoco se detenía para dar ninguna explicación. Llegó a la recepción de la oficina del CEO y la mirada de las dos secretarias se posaron en él, a pesar de que una de ella era de casi sesenta años, miró al hombre con admiración. La más joven se dio cuenta y le reclamo. —Ay, señora Tulia, usted está pasada, mira cómo se queda viendo al hombre, usted no está para eso, está casada y hasta nieto tiene. Pero antes de que la señora pudiera defenderse lo hizo Xavier, se quitó los lentes, dejando ver esos ojos verdes que eran capaces d
Lorenzo se levantó de su asiento y apretó los puños con fuerza, siguiendo al atrevido ese que había osado ir a su oficina a decirle que le gustaba su esposa. No podía creer lo que acababa de escuchar. ¿Cómo se atrevía ese hombre a hablar de esa manera sobre Isabel? Su mujer era suya, y nadie más tenía derecho a acercarse a ella de esa manera, primero le rompía la cara. Sin pensarlo dos veces, Lorenzo salió corriendo detrás del hombre dispuesto a alcanzarlo y darle su merecido.—Si eres tan hombre, ven y repíteme lo que acabas de decir en mi oficina, aquí en mi cara —espetó furioso.Xavier se detuvo y se giró, los dos hombres estaban furiosos, unos ojos verdes turbulentos, y los otros azules, ambos casi del mismo tamaño, el más joven apenas un par de centímetros más alto y el cuerpo más musculoso que Lorenzo, pero nadie tenía duda de que si esos dos hombres se enfrentaban, iba a haber un duelo de titanes.La señora Tulia vio la escena y sabía que bajo ninguna circunstancia los dejaría