Xavier llegó a Cavalcanti moda, pasó por la recepción principal como si fuera el dueño del lugar, ni siquiera los hombres de seguridad hicieron intento de detenerlo, es que con su más de metro noventa, con ese cuerpo como si fuera esculpido por los mismos dioses, y su imponente presencia, nadie se atrevía a decirle nada. Por el contrario, las mujeres lo miraban con los ojos nublados por el deseo y los hombres con envidia, nadie se atrevía a contrariarlo y él tampoco se detenía para dar ninguna explicación. Llegó a la recepción de la oficina del CEO y la mirada de las dos secretarias se posaron en él, a pesar de que una de ella era de casi sesenta años, miró al hombre con admiración. La más joven se dio cuenta y le reclamo. —Ay, señora Tulia, usted está pasada, mira cómo se queda viendo al hombre, usted no está para eso, está casada y hasta nieto tiene. Pero antes de que la señora pudiera defenderse lo hizo Xavier, se quitó los lentes, dejando ver esos ojos verdes que eran capaces d
Lorenzo se levantó de su asiento y apretó los puños con fuerza, siguiendo al atrevido ese que había osado ir a su oficina a decirle que le gustaba su esposa. No podía creer lo que acababa de escuchar. ¿Cómo se atrevía ese hombre a hablar de esa manera sobre Isabel? Su mujer era suya, y nadie más tenía derecho a acercarse a ella de esa manera, primero le rompía la cara. Sin pensarlo dos veces, Lorenzo salió corriendo detrás del hombre dispuesto a alcanzarlo y darle su merecido.—Si eres tan hombre, ven y repíteme lo que acabas de decir en mi oficina, aquí en mi cara —espetó furioso.Xavier se detuvo y se giró, los dos hombres estaban furiosos, unos ojos verdes turbulentos, y los otros azules, ambos casi del mismo tamaño, el más joven apenas un par de centímetros más alto y el cuerpo más musculoso que Lorenzo, pero nadie tenía duda de que si esos dos hombres se enfrentaban, iba a haber un duelo de titanes.La señora Tulia vio la escena y sabía que bajo ninguna circunstancia los dejaría
Xavier en el hotel buscaba otra tela que le sirviera para la elaboración de las cortinas del hotel que iba a inaugurar, podía encargar las mismas en otra parte del mundo, pero estaba contra reloj, tardaría mucho tiempo en llegar y la inauguración era en escasos dos meses, aunque también podía escoger otras, pero él quería esas, tiró el catálogo sintiéndose frustrado.Se pasó la mano por la cabeza con preocupación, alborotando sus cabellos y enseguida sus pensamientos volvieron a lo que había ocurrido horas antes.—¡Idiota! ¿Llamándome gallina a mí? Es que si lo vuelvo a ver vamos a ver quién será la gallina —expresó en voz alta.Se sentía ahogado y necesitaba conversar con alguien, los candidatos para eso eran su hermano Evans o su primo Piero. Cuando llamó al primero no lo atendió, por eso le marcó al segundo.“¿Qué pasó? ¿Ocurrió algo?”, preguntó Piero al otro lado de la línea, apenas le atendió.—No han secuestrado ni herido a nadie… solo quiero hablar, se trata de un lío de faldas
Xavier se quedó en silencio por un momento, procesando la información que le habían dado, se sentía emboscado, su problema es que era demasiado desconfiando, quizás por el estatus de su familia, porque siempre la gente se acercaba a ellos por un interés, por quienes eran, se apretó la nariz con impotencia, porque realmente no sabía cómo reaccionar, hasta que segundos después por fin respondió.—¿Por qué despacho las telas exonerando el pago? ¿Cuál es la trampa en todo esto, señor Castelli? Lo siento, pero soy desconfiado y me cuesta creer que la gente haga algo sin razón aparente ¿Por qué quiere obsequiarle a un simple gerente de hotel una cantidad de telas de valor considerable para dárselos a una de las familias más pudientes del mundo?—No hay trampa, Xavier, quizás fue un acto impulsivo de mi parte, sin embargo, me pregunto ¿Por qué un simple gerente de hotel piensa que mi familia y yo podemos tener un interés en particular? —suspiró profundo y agregó—. Paga las telas si tanta des
Xavier se sintió un poco incómodo al ver la reacción de Tamara al abrir la puerta. No esperaba que fuese ella quien le abriera, trató de disimular lo mejor que pudo, la emoción que le produjo verla. Dio un paso hacia adelante y saludó a Lorenzo con una sonrisa.—Muchas gracias por invitarme, señor Castelli. Es todo un honor cenar con su familia.Lorenzo le dio una palmada en el hombro, como dándole la bienvenida a su casa.—No hay de qué, Xavier. Es un placer tenerte aquí con nosotros. Ven, vamos a la —mesa, ya nos van a servir la cena.La casa era grande y lujosa, con muebles elegantes y una decoración impecable.Cuando llegaron al comedor, Xavier se encontró con una mesa preparada para seis personas y vio unos gemelos jóvenes, los cuales le fueron presentados de inmediato por Lorenzo, eran hermanos de Tamara.Por su parte, la joven, no podía creer que de todas las personas en el mundo, su padre le diera por invitar precisamente a ese hombre a quien no podía sacarse de la cabeza, hab
Xavier ni se inmutó ante los gritos de Joel, ni siquiera se giró, como si el otro no existiera, se centró en Tamara y en la tensión de su cuerpo, incluso pudo darse cuenta de la palidez de su rostro, levantó la mano y acarició con suavidad sus mejillas mientras la consolaba, sin mirar a Joel.—Tranquila, te prometo que todo va a salir bien… no dejaré que te inoportune —declaró con voz suave tratando de tranquilizarla.No obstante, Joel estaba fuera de sí, primero, porque le molestaba que el hombre con quien estaba Tamara ni siquiera se girara para darle la cara, dos, ella ni siquiera intentaba correr hacia él para darle alguna explicación y tres, sus padres parecían bastante complacidos por lo que estaba ocurriendo.—Ustedes son unos padres alcahuetes que le toleran a su hija meter hombres a su propia casa para coquetear sin importar que es una mujer casada ¿Qué clases de padres permiten esto? —expresó.—¡Y tú eres el hombre más descarado que conocemos! ¿Te atreves a presentarte en nu
Joel miró a Lorenzo y tragó saliva al notar la seriedad de su tono, mientras lo veía acercarse de manera peligrosa.—¿Rendir cuenta por qué? —preguntó Joel tratando de evadir el tema.Lorenzo se acercó a él, mientras que Isabella se tapaba el rostro con la mano para no ver lo que iba a pasar porque conociendo a su esposo tendrían que recoger a Joel con pala.—Ya sabes por qué, eres un ser despreciable que te mereces el peor de los castigos, porque te atreviste a golpear a mi hija, y mal estaría yo si te dejara pasar esa afrenta —afirmó Lorenzo con tono autoritario. Joel miró al padre de Tamara y entonces se dio cuenta de que estaba hablando en serio, sintió miedo porque no quería ser blanco de su ira, trató de disculparse para evitar su furia.—Lo siento señor, no sé qué me pasó, yo no estaba en mis cinco sentidos, había tomado, pero pregúntele a Tamara, yo jamás le había levantado la mano antes, por favor no… —sus palabras se ahogaron cuando el padre de Tamara le colocó la mano en e
Lorenzo sintió un nudo en la garganta, sabía que no podía contarle nada a Isabella, porque enseguida daría la orden a los hombres de no dejar entrar a Xavier y él estaba seguro de que ese hombre podría hacer feliz a su hija.Aunque al principio se sintió molesto porque no les hubiera dicho la verdad, al pensar en frío se dio cuenta de que tenía razón, era difícil cuando tenías dinero saber quiénes te buscaban porque tenían un interés auténtico en ti y no por el dinero, además, tampoco es que eran cercanos o de confianza, para abrirse a ellos.Pese a nunca haberle mentido a Isabella, esta vez debía hacerlo, porque en verdad, mientras vio a su hija esa noche, pudo notar a esa antigua Tamara allí en la superficie, a esa que hacía bromas, que no le importaba lo que los demás pensaran de ella, necesitaba recuperar a su hija, y ese muchacho podía lograrlo, lo había visto también como la miraba y se atrevía a decir que lo hacía tal y como él miraba a su esposa.Así que estaba dispuesto a apo