Tamara cortó la llamada con una sensación de pesar en su corazón, estaba sentada frente a su tocador, mientras miraba su reflejo en el espejo. No podía creer la insensibilidad de Joel hacia ella, sobre todo después de haberse sometido a un procedimiento tan personal.
Se sentía violada e indefensa, como si no tuviera control sobre su cuerpo ni sobre su vida, por un momento no dijo nada, solo pensando en lo que había ocurrido.
La frustración le recorrió el cuerpo. Sabía que las exigencias de Joel eran injustas, pero también sabía que no tenía más remedio que cumplirlas. Al fin y al cabo, era su esposa y no se atrevía a oponerse a su decisión, así una parte de ella quisiera liberarse.
Se volvió hacia su amiga, que miraba el teléfono como si fuera el propio Joel.—No puedo seguir así —dijo Tamara, con lágrimas en los ojos—, me siento atrapada, cada día más tengo la sensación de estar viviendo una vida que no me corresponde —dijo ahogándose con las lágrimas, no pudiendo ocultar más lo que sentía.
—Porque es así, porque te negaste a escuchar a todos quienes te decíamos que la vida no es de esa manera… no es simple, y aunque no he estado casada, sé que en una relación se trata de dos, de que cada uno da, no uno solo.—Yo también lo sé, vi ejemplos por doquier a mi alrededor.—¿Entonces por qué sigues si sabes que no es como los matrimonios exitosos en tu familia? —la recriminó su amiga.—¿Y cómo veré a la cara a mi papá? Yo lo reté… le dije que estaba equivocado con Joel y que se lo iba a demostrar… no puedo ir ahora a decirle que él tenía razón y que yo era la equivocada… además, quizás en el fondo… —iba a comenzar a defenderlo y Freya se levantó molesta.—¡Ya Tamara! ¡No me jodas! No va a cambiar, los hombres patanes no cambian, si no lo ha hecho en cinco años jamás lo hará, y con un hijo por venir, será peor, te hundirá, te chupará la vida, te exprimirá hasta volverte en un ser totalmente sin voluntad, primero son las acciones, las palabras, después las prohibiciones, luego serán golpes, así irá escalando este conflicto y lo peor es que llegará hasta un nivel que no puedas escapar.Tamara se pasó la mano por la cabeza, en un gesto desesperado mientras comenzaba a sollozar.
—¡Soy una fracasada! Todas en mi familia tienen una vida de felicidad y yo soy una fracasada — repitió como en un mantra.—¡No lo eres! Fracasa, quien no lo intenta de nuevo, quien deja que la vida se le vaya sin luchar, quien se cae y no se levanta, quien se acostumbra a lo malo porque cree que no puede conseguir nada bueno, quien no se ama lo suficiente para saber cuándo debe poner un alto en la vida y escoger otro rumbo.
—Tengo mucho miedo —le dijo en un sollozo.
—Lo sé, yo también lo tengo, es normal mi niña celeste —su amiga le rodeó el hombro con un brazo reconfortante —, nunca hagas algo que no quieras —le dijo con firmeza —. Y no tienes por qué dejar que te trate así. Vales mucho más que eso. Tamara amiga, por favor abre los ojos, no puedes seguir de esa manera, ese hombre no te merece. ¿Sabes lo que pasaría si los hombres de tu familia se enteraran de cómo te está tratando? —Tamara se quedó en silencio—, sería hombre muerto y lo sabes.
—El médico me dijo que debía tener reposo para asegurar el éxito del procedimiento, no puedo hacer esfuerzo físico, pero ahora Joel me está pidiendo que vaya.
De pronto sintió que una oleada de ira y determinación corría por sus venas. No iba a permitir que Joel dictara cada uno de sus movimientos y decisiones, y menos cuando se trataba de su propio cuerpo y su salud. Sintió que una chispa de esperanza se encendía en su interior. Quizá su amiga tenía razón. Quizá no tenía por qué seguir viviendo así.
—¡No voy a ir! Me iré contigo a tu casa, ¡¡¡No iré a esa fiesta!!! —dijo con firmeza.—No, si vas a ir y yo voy a acompañarte y vas a lucir todo lo espectacular que la elegancia de provenir de una de las familias líderes de la moda en el mundo te da. No te pondrás calzados altos, pero vas a lucir elegante… te vas a vestir, no de la forma sosa que Joel quiere, sino de la forma atrevida en que nosotras escojamos —declaró la mujer con firmeza.—La gente que Joel contrató para que me arregle ya viene con la selección que él hizo.—¡Cancélalos! Dile que te envíen el enlace y tú escogerás tu propia ropa y cancela lo de los estilistas y maquilladoras —declaró Freya con firmeza.
—¿Y entonces? —interrogó ella.
—Contrataremos a los propios… hoy te demostraré que las hadas madrinas de los cuentos de hadas si existen y son las amigas, solo que ahora no vienen con una varita mágica, sino un teléfono con acceso a internet y una tarjeta de crédito. Así que toma ese maldit0 teléfono y saca a la verdadera Tamara Castelli que hay dentro de ti y no permitas que ni un minuto más un hombre te diga lo que tienes que hacer y gobierne tu vida… demuestra que eres una fiera y no una cachorra.
Con nuevas fuerzas, Tamara cogió el teléfono y marcó el número de la diseñadora que Joel le había enviado. Pidió que le enviara un nuevo enlace para ver los trajes disponibles y diez minutos después había escogido y ordenado que le trajeran tres vestidos sexys, nada recatados ni colores neutros como le gustaban a su esposo, así como cualquier otra opción que pudiera tener. Tamara iba a elegir su propio traje y no iba a permitir que Joel tuviera nada que decir al respecto. Tamara canceló a los otros profesionales y después de colgar el teléfono, Freya llamó a su estilista y maquilladora de confianza para que la ayudaran a prepararse. Mientras esperaba la llegada de su ropa, Tamara comenzó a imaginarse cómo se vería en los nuevos vestidos que había elegido. Se sentía emocionada por la oportunidad de tomar el control de su propia imagen y estilo por una vez. Incluso comenzó a considerar cortarse el cabello y cambiar su peinado para darle el estilo que le gustaba. Se preguntaba que iba
Tamara se sintió hipnotizada por la presencia del hombre que la había rescatado de la grosería del guardia. Su mirada se clavó en sus ojos verdes, que parecían escudriñarla con tanta intensidad que la hacía sentir vulnerable y expuesta. Se mordió el labio inferior, tratando de recuperar el aliento.—Gracias por intervenir —murmuró ella con un hilo de voz, tratando de recobrar la compostura que había perdido.Sebastini le sonrió de nuevo, con una sonrisa ladeada que le hizo estremecer las fibras más sensibles de su cuerpo y se dio cuenta que su expresión se veía más suave de cuando lo conoció.—No hay problema. Me alegra mucho haber llegado a tiempo, siempre me resulta placentero, rescatar a una dama en apuros —pronunció con cierto aire de arrogancia, que a Tamara la irritó.—Yo no necesitaba ser rescatada —dijo de pronto sintiéndose incómoda.Ante sus palabras el soltó una carcajada que le erizó los vellos de la piel.—Entonces tenemos percepciones diferentes.Esa voz provocó en Tamar
Joel terminó de arreglarse la corbata del traje sin dejar de mirarse en espejo, en la habitación que tenía en su oficina. Escuchó unos pasos y al girarse vio a la secretaria parada con una expresión de preocupación. —¿Qué pasa? ¿Por qué esa cara? —interrogó sin apartar la mirada de su rostro. —Es que hay un problema, señor, le juro que es algo que escapó de mis manos —dijo la mujer haciendo una pausa, sintiéndose un poco temerosa—, mandé al chofer a dejar la entrada de su esposa en la recepción de la cena, pero tuvo un contratiempo y no la pudo a entregar… así que lo más probable es que ella esté allí, no haya podido entrar o se haya regresado a su casa. El hombre chasqueó la lengua en un gesto de absoluta indiferencia. —No te preocupes, Tamara no se va a mover de allí hasta que no me vea, ella no hará nada distinto a como le digo… parece un robot, solo actúa como se le programa, es tan estúpida que no parece que fuera hija de una de las familias que llegó a ser la más poderosas d
Tamara sintió terror al ver la expresión molesta de Joel, intentó liberarse del agarre de su esposo, pero él la sujetó con más fuerza.—¡Quédate quieta! Habla de una m4aldita vez ¿Te quedaste muda? ¿No tienes nada qué decir? ¿Por qué andas vestida como una furcia? —Joel escupió las palabras con rabia.Tamara temblaba de miedo, pero trató de mantener la calma. No quería que su esposo la viera débil.—Yo… me vestí así porque quería darte una sorpresa… gustarte —respondió ella con voz aparentemente serena, aunque por dentro estaba atemorizada.Pero a Joel no le agradaron sus palabras.—Te dije de manera exacta cómo te ibas a vestir, si hubiese querido una put4 le habría pedido a alguna que me acompañe ¿Acaso no tienes vergüenza vestida como una zorr4 mostrando tu cuerpo a los hombres? Un cuerpo que lo más seguro es no les provoque nada, ¿Crees que viendo tantas mujeres altas, elegante, van a poner su mirada en una enana siniestra como tú? Tamara se quedó viendo a Joel con los ojos anega
Tamara estaba petrificada, jamás había visto a Freya tan enfurecida. Joel soltó a su mujer, pero en vez de dejar todo así, se giró, miró a Freya con absoluto odio y se enfrentó ella mientras esta seguía sujetando la zapatilla de manera peligrosa.Le tomó la mano y se la apretó con fuerza, pero Freya con la otra mano comenzó a golpearlo.—¡Tú eres la culpable de todo! Mal influencias a Tamara y la pones en mi contra y como no eres más que una mujer de cascos ligeros, que no le importa amanecer en la cama de cualquiera, solo estás buscando que mi mujer se comporte de la misma manera, seguro que se vistió así aconsejada por ti… quiero que te alejes de ella, no vuelvas a acercarte porque voy a pedir una orden de alejamiento —espetó con molestia.—¡Eres una Bestia! Sientes placer amedrentando un par de mujeres, pero seguro que tu valentía sale corriendo cuando ve a un verdadero hombre, ya vas a ver cómo hago un escándalo y saco a todos esos hombres de negocios para que vean el tipo tan des
Tamara no dijo nada de su acto de violencia contra ella, se sentía tan mal, que por un momento quiso que todo eso le estuviera ocurriendo a otra persona, pese a ello de manera automática se terminó de despojar de la ropa, por eso no se dio cuenta como él la miraba con desprecio. Cuando ella estuvo completamente desnuda, Joel la apretó contra su cuerpo y le dijo: —Mira Tamara, no quiero volver a verte acercarte a Sebastini. Si lo haces, te juro que me encargaré de que pagues las consecuencias. Tú eres mi mujer y tienes que estar dispuesta para mí cuando yo quiera —le dijo mientras pasaba sus manos por el cuerpo estrujándole la piel.Sus caricias no eran suaves, sino dolorosas, la masajeaba sin ninguna delicadeza, le apretaba sus senos haciéndola gemir, pero no de placer, sino del dolor. Ella no se opuso, dejo que él hiciera con su cuerpo como quisiera, mientras las lágrimas salían a borbotones de sus ojos, bañando su rostro.Lo único que se escuchaba en la habitación era el sonido de
Joel se quedó mirándola, simulando angustia, no iba a dejar que se fuera, no después de haberse enterado de que la familia Castelli no estaba en ruinas, si antes no quería dejarla ir menos ahora, pero sabía que debía ser convincente para convencerla, solo esperaba que pudiera seguir teniendo el mismo control sobre ella. —¿Pero por qué te vas? —se atrevió a preguntar y ella negó con la cabeza. —¿Eres capaz de preguntarme después de lo ocurrido? —inquirió con un sollozo —. A pesar de nuestras discusiones en el pasado nunca me habías golpeado… pero hoy rebasaste todos los límites, me obligaste a tener intimidad contigo, me humillaste llamándome golfa… solo porque quise verme diferente y cambiar para lucirte a ti —pronuncio ella en tono entrecortado—, me di cuenta de que soy yo la que he dado siempre en este matrimonio… cambié mi forma de ser, por ti, para agradarte… y siento que ya no soy ni la sombra de lo que era, necesito reencontrarme conmigo misma y eso solo lo puedo lograr aleján
Tamara vio a Joel salir, con su maleta mientras él la miraba con una expresión de tristeza, sin embargo, a diferencia de lo que pensó, ella no sentía nada. Lo vio salir para alejarse de su vida y sintió alivio, parecía mentira, pero es como si un peso se le hubiera quitado de encima. Se dejó caer en el sofá, pareciéndole mentira de que se hubiera ido, tomó el teléfono y llamó a Freya, su amiga lo atendió al primer repique y las primeras palabras que pronunció fueron. —¡Se fue! Freya estaba adormitada y tardó un poco en procesar las palabras de Tamara. Con los ojos abiertos de par en par, se levantó de la cama como si hubiese sido impulsada por un resorte y se sentó en el borde, sosteniendo el teléfono bien en su oído porque le pareció increíble.“¿Quién se fue? ¿Joel?” —preguntó con curiosidad.—Sí, Joel se ha ido —respondió Tamara con un suspiro de alivio. “¿Es en serio? ¡No puedo creerlo! Cuando te vi irte con él de manera sumisa, prohibiéndote que te contactaras conmigo… perd