ESTA NOVELA ES PARTE DE UNA SERIE QUE CONTINÚA EN:
"LOS LABIOS DE AITANA"
CAPÍTULO 1.
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ALERTA DE SPOILER"Dos meses, ni un día más, ni un día menos". Aquella era la regla por la que Ian se había guiado toda su vida, en especial cuando se trataba de mujeres. Dos meses era también el tiempo que le tomaba entrenar a un cachorro, y cuando accedió (muy a su pesar) a cuidar de aquella chica, se dijo que no habría ninguna diferencia. La entrenaría como a uno de sus lobos, la obligaría a despertar, le enseñaría a sobrevivir... y luego la enviaría de vuelta a casa, de vuelta a su vida... lejos...<
Levantó la vista y se perdió lejos, lejos, donde el mar devoraba ferozmente la roca._ ¡Te lo suplico, Ian, hazlo por mí!Intentó escapar de su voz, de su ent
A la mirada de espanto de Katherine, Ian respondió con la seguridad que se precisaba._ Levántate. _ le ordenó, él siempre ordenaba _ Yo te llevaré.No necesitaba ser un genio para comprender que en el estado de zozobra en que se hallaba, la mujer no debía conducir.
_ ¿Qué? _ la pregunta de Katherine no expresaba sorpresa, sino indignación _ ¿Cómo que la vas a internar?_ Pues eso, precisamente. Ya hice los arregl
Katherine no se movió. Por un segundo creyó que no podría respirar y luego dejó escapar un suspiro, aliviada._ No lo haré. _ murmuró, como si esas ocho palabras de Ian le hubieran devuelto de un tirón todas las esperanzas _ Confío en ti._ ¿Estás consciente de lo que esta decisión significa? _ preguntó él, co
El salón principal de la casa era amplio, iluminado. A su alrededor doce ventanales enormes ofrecían un paisaje exquisito. Silencioso, relajante. Las puertas del fondo daban a la terraza, y la terraza al mar. Pero conocer aquel pequeño universo no parecía entrar dentro de los intereses inmediatos de su invitada; de modo que Ian la acomodó en uno de los sillones y regresó a la camioneta por sus cosas.Sombra lo esperaba afuera con actitud expectante, le acarició la cabeza y el lobo le obsequió un lengüetazo de cariño. Lo habí
_ Lía ¿puedes bañarte sola?Su silencio fue una clara respuesta, pero aun así no se atrevió a tocarla. Tenía el desamparo emocional de una chiquilla, pero su cuerpo era el de una mujer, el de una muy sensual mujer. Inclinada sobre el borde de la bañera, hacía círculos en el agua con las puntas de los dedos, y frente a ella estaba Ian, sin saber qué hacer, preguntándose qué tenía aquella mujer que no podía simplemente desnudarla y meterla en el baño.
Era viernes. Hacía solo cinco días que Lía estaba allí y el italiano casi podía decir que no había alterado mucho su rutina… salvo porque tenía que vigilarla siempre, darle de comer, bañarla, sacarla de paseo, cuidar de sus cosas... ¡Era un maldito amo de casa!El tiempo, sin embargo, se le iba volando. Ella continuaba dista