_ Lía ¿puedes bañarte sola?
Su silencio fue una clara respuesta, pero aun así no se atrevió a tocarla. Tenía el desamparo emocional de una chiquilla, pero su cuerpo era el de una mujer, el de una muy sensual mujer. Inclinada sobre el borde de la bañera, hacía círculos en el agua con las puntas de los dedos, y frente a ella estaba Ian, sin saber qué hacer, preguntándose qué tenía aquella mujer que no podía simplemente desnudarla y meterla en el baño.
Era viernes. Hacía solo cinco días que Lía estaba allí y el italiano casi podía decir que no había alterado mucho su rutina… salvo porque tenía que vigilarla siempre, darle de comer, bañarla, sacarla de paseo, cuidar de sus cosas... ¡Era un maldito amo de casa!El tiempo, sin embargo, se le iba volando. Ella continuaba dista
_ ¡Lía!Despertó sobresaltado. De repente le martillearon en la cabeza las palabras de Johan: “Llevo tres meses sin dormir, no descanso, tengo que estar vigilándola a toda hora porque me da miedo que vaya a hacer alguna estupidez…”
Ian se desperezó mentalmente, tratando de alejarse. Pero ella sintió la barrera de aire cruzando entre los dos cuerpos y se negó, no quería que se fuera, no quería perder aquella sensación de tenerlo cerca, de ser acariciada. No quería dejar ir aquel olor, aquellas manos, aquellos ojos azules atormentados que la miraron con el más irrefrenable deseo.Más allá de la niebla estaba esa sensación de excitación profunda que la embargaba, y no quiso desprenderse de ella.
Ian se apoderó de su cintura con un brazo y la levantó hasta dejarla a horcajadas sobre él. Sentado en la cama, sin salir de su cuerpo, prendido de su garganta, de sus pechos, del lóbulo de su oreja… Cada movimiento era una espiral de deseo que se rompía, que los golpeaba, que los arrastraba con una fuerza que ninguno de los dos había conocido hasta entonces._ Lía, mírame. _ le suplicó, porque a pesar de tenerla, temblorosa y entregada como ninguna otra amante se le había entregado jamás, Ian estaba aterrorizado, a
_ Mmm… ¡Me gusta! _ Ian tragó en seco y contempló sin una gota de pudor el cuerpo esbelto y delicado de su cachorrita _ ¿Te gusta?Pasó por encima de la cabeza los tirantes superiores y estiró los provocativos triángulos sobre sus pechos. La forma en que se marcaban en la tela era más que tentadora, y como si eso no bastara ella as
Quiso olvidarlo, sacarlo de su cabeza, centrar toda su atención en el enorme progreso que significaba el hecho de que Lía estuviera jugando con los lobos… pero no pudo. La rabia le cosquilleaba en cada inhalación y si no mandaba recuerdos a los progenitores de Katherine era únicamente porque no conocía sus nombres.Lía dejó de jugar desp
Ian esperó el auto de Katherine en el jardín y aguardó a que la mujer bajara. Ambos estaban incómodos por el inminente enfrentamiento, de modo que apenas se saludaron. Dentro de la casa, el insipiente trabajo de parto de Sammy tenía a Lía ocupada, por completo absorta en cada uno de sus quejidos de dolor.
“¡Lía…!”¿Cómo era posible que soñara con ella incluso teniéndola a su lado, después de hacerle el amor con tanta intensidad? Era algo increíble aquello de dormir con Lía. No podía recordar todas las mujeres con las que había compartido su cama, sin embargo aquella chiquilla era la primera con la qu