ZARCO
—¿Quieras o no lo haras? —amenaza mi padre—y esperamos que a los cuatro meses de estar casados, ella quede embarazada.
Eso me toma por sorpresa porque no me lo espero y además de casarme con Victoria, tener un hijo con ella, no está en mis planes.
—Están locos—me pongo de pie, las ganas de desayunar se me quitaron.
—Hijo espera—pide mama, pero sacudo mi cabeza, esto ya es demasiado.
—Me voy mama.
Respiro hondo, sintiendo cómo el aire frío llena mis pulmones. Estoy parado frente a la puerta, la mano en el pomo, listo para dejar todo atrás. La ira hierve dentro de mí, una tormenta que amenaza con estallar. Pero entonces, su voz me detiene.
—Zarco espera—la voz de mi madre, Amanda, es un ancla que me arrastra de vuelta a la realidad.
Me giro para enfrentarla, la frustración palpable en cada palabra que escapo de mis labios.
—¿Qué pasa, mamá?"
Ella se acerca, sus ojos llenos de una súplica silenciosa.
—No puedes irte así, enojado y sin escuchar. Victoria es una mujer maravillosa, lo se hijo y te conviene, la madre luna asi lo dispuso.
—La madre luna puede equivocarse—ella niega con mis palabras.
—Nunca hijo, es sabia y Victoria es tu compañera, Esta unión es una oportunidad para nuestras empresas, para nuestras manadas. No puedes ser egoísta.
Mi mirada se desvía, evitando la suya.
—Mi corazón ya tiene dueña, aunque tú no lo entiendas.
Ella insiste, su mano buscando la mía.
—Entiendo que crees que es amor, pero a veces el amor es un capricho. Victoria es inteligente, dedicada, hermosa. Dale una oportunidad.
Con voz firme, rechazo la idea.
—No puedo fingir lo que no siento—le soy claro—y siento que la odio por aparecer justo ahora.
Amanda coloca su mano sobre mi hombro, su tono suave pero firme.
—No te pido que finjas. Solo te pido que abras tu corazón. Victoria podría sorprenderte."
Cierro los ojos, luchando con la marea de emociones que amenaza con ahogarme.
—No es justo para ella... ni para mí.
—La vida rara vez es justa, pero nos ofrece caminos inesperados. Este matrimonio podría ser más que un arreglo, podría ser un nuevo comienzo—dice ella, su voz un susurro de esperanza.
Abro los ojos, encontrándome con los suyos.
—Quiero creer eso, pero.
—No hay peros, hijo. A veces, el deber y el corazón van de la mano. Confía en mí," me interrumpe.
Con resignación, asiento.
—Lo pensaré, mamá—le doy un beso en la mejilla para no alargar más la situación—sabes, no sé por qué no tuvieron otro hijo.
—Iras a verla—me pregunta y asiento.
—Sabes que si madre, tenemos que reunirnos, quiera o no quiera.
—Llévale flores—sugiere y niego—ten un bonito gesto con Victoria.
Es lo que menos voy a tener con esa mujer. Me alejo, sintiendo el peso del mundo sobre mis hombros. La idea de este matrimonio arreglado me hace sentir atrapado, como si estuviera siendo forzado a vivir una vida que no elegí. A pesar de la lógica detrás de la unión, mi corazón anhela algo más, algo auténtico. La presión de conformarse y la posibilidad de descubrir un amor inesperado con Victoria crean un torbellino de emociones conflictivas dentro de mí.
Me subo a mi auto, el ronroneo del motor es un murmullo constante en el fondo, pero no es suficiente para acallar las voces en mi cabeza. El consejo de la manada no entiende la carga que llevo. No es solo la presión de producir un heredero, casarme, es el peso de un legado, la expectativa de continuar una línea que ha gobernado el Valle Plateado durante generaciones.
Quiero compartir ese poder, pero no con Victoria.
Miro Mi familia maneja un imperio de negocios que se extiende desde los viñedos hasta las altas esferas de la industria vinícola. No solo cultivamos las uvas más finas, sino que también innovamos en la producción y exportación de vinos, manteniendo un legado que se ha fortalecido con cada generación.
En nuestra manada, hay una regla ancestral: cuando dos miembros se unen en matrimonio, cada familia debe aportar un patrimonio. Es una tradición que simboliza la unión no solo de dos almas, sino también de dos linajes poderosos. Y ahora, con mi compromiso con Victoria, se espera que ambos cumplamos con este rito.
La familia de Victoria, conocida por su diversidad de empresas, ha decidido aportar una de sus joyas más preciadas: una empresa dedicada a la fabricación de vinos. Muy conveniente para las familias ya que nuestro potencial, son los viñedos. Hoy me dirijo hacia allí, para observar y evaluar este patrimonio que se sumará a nuestro legado compartido.
Mientras conduzco por los caminos que serpentean entre los viñedos, no puedo evitar sentir la pesadez de la responsabilidad que recae sobre mis hombros.
Mi teléfono suena y aunque eso me emociona, no a mi lobo.
—¡Hola mi amor! ¿Cómo te ha ido en tus viajes? —pregunto enamorado.
No lo estas imbécil.
Mi lobo Dasthan me habla y lo ignoro.
—¡Hola! Ha sido una experiencia increíble. He llevado mi arte a tantos lugares, desde las calles coloridas de Buenos Aires hasta las galerías modernas de Berlín.
— Eso suena maravilloso. ¿Y qué tal han sido las reacciones a tus obras?
—Han sido muy positivas. He recibido varias propuestas para futuras exposiciones y algunas ventas importantes. Pero lo más gratificante es ver cómo la gente se conecta con mis pinturas.
—Me alegra mucho escuchar eso. A pesar de la distancia, saber que estás cumpliendo tus sueños me hace feliz.
— Eso significa mucho para mí. Aunque estemos lejos, siento que me apoyas en cada pincelada que doy.
No se como decirle lo que esta pasando en este momento.
—Siempre lo haré—le digo— Y aunque no sepamos cuándo, estoy esperando el día en que regreses.
—Yo también lo espero. Cada nuevo lugar me inspira, pero también me recuerda lo mucho que te extraño—por eso la amo.
—Y yo a ti. Pero mientras tanto, sigue brillando, Morgana. El mundo merece ver la belleza que creas—respiro—y quiero que sepas Morgana, cada momento contigo es un recuerdo que atesoro.
—Y yo, Zarco, te amo más allá de las palabras—me dice con tierna voz.
Respiro hondo, sabiendo que lo que viene a continuación podría cambiarlo todo.
—Morgana, hay algo que debes saber. He encontrado a mi luna, mi mate, pero no es por elección. Mis padres, la manada, el consejo... me están forzando a casarme.
El silencio se extiende entre nosotros, un abismo de incertidumbre.
Morgana: (después de una pausa)
—No entiendo—la voz se le pone pesada.
—He encontrado a mi mate, y el consejo ya la declaro mi luna, por ello en pocos días me voy a casar con ella.
—Malditos—exclama—¿Y qué vamos a hacer, Zarco? —su tono se vuelve autoritario—vas a permitir que nos separen de esta manera, es injusto y quien es esa insignificante mujer, es mas bonita que yo.
—Nadie es más bonita que tu y no te preocupes haré lo imposible para estar juntos. No permitiré que nada nos separe.
Morganna llora.
—Me parece muy injusto que nos quieran separar—llora mas—no lo permitas mi amor.
— Shh, Morgana, encontraremos una salida. No llores, por favor.
Logro calmarla mientras conduzco y cuelgo el teléfono, sintiendo cómo mi corazón se divide entre el deber y el amor. La manipulación de Morgana es un veneno dulce, pero incluso su influencia no puede cambiar lo que siento por ella. La carretera se despliega ante mí, y con cada kilómetro, me alejo más de la vida que conozco y me acerco a un futuro incierto.
Victoria se encuentra en la entrada de la empresa, una figura que captura la atención de todos a su alrededor. Lleva un vestido que abraza su cintura con delicadeza, resaltando su silueta con elegancia y sutileza. El tejido del vestido parece danzar con cada movimiento que ella hace, como si estuviera sincronizado con su respiración. Su cabello crespo negro cae sobre sus hombros en cascadas brillantes, cada rizo perfectamente definido, enmarcando su rostro y añadiendo un aire de misterio a su presencia.
Ella se asemeja a una deidad moderna, una visión de poder y gracia que desafía la mundanidad de la vida cotidiana. Su porte es regio, y aunque está quieta, hay una energía que irradia de ella, como si estuviera a punto de transformar todo lo que toca.
Detrás de ella, un grupo de hombres la sigue. Visten trajes impecables, la definición de profesionalismo y eficiencia. Son ejecutivos, empleados que se mueven con propósito y determinación, pero incluso ellos no pueden evitar lanzar miradas de admiración hacia Victoria. Su presencia comanda respeto, y aunque están allí para trabajar, es evidente que reconocen la singularidad de Victoria.
Es hermosa, no lo puedo negar, sin embargo a partir de ahora, inicia mi plan para sabotear nuestros compromiso sea como sea.
VICTORIA—Usa este vestido, te queda bien y es mejor que el que tiene puesto—respiro profundo porque hasta eso me quiere controlar.—Mama, me siento bien con este vestido—insisto y le digo con tranquilidad.Me mantengo firme frente al espejo, la imagen de mi vestido sencillo reflejándose en él. Mi madre, con esa mirada que entrelaza preocupación y esperanza, sostiene ante mí un vestido mucho más llamativo—Victoria, hija mía—comienza ella—este vestido podría cambiar nuestro destino. Zarco... él debe verte deslumbrante, debe desearte por esposa."Respiro hondo, sintiendo la presión de generaciones pesando sobre mis hombros.—Madre—le digo volteándome para verla—mi valor no está en las lentejuelas ni en los brillos. Si Zarco ha de quererme, será por lo que soy, no por una fachada que no me representa.Ella suspira, su desilusión es palpable.—Pero piensa en la manada, en el legado que debemos proteger. Un casamiento fallido sería devastador para todos."—Lo sé, madre—respondo, mi voz no
ZARCORecorro los pasillos de la empresa vinícola que pronto será parte de mi legado si me llego a casar con Victoria. Tiene que ser ella quien lo rompa, que me de el indicio y mi diga, no quiero casarme contigo para tomar acciones y rechazarla como mate y como mi luna.Cada paso que doy resuena con la autoridad que me ha sido conferida, no solo por mi posición, sino también por la tradición. A mi lado, Victoria intenta mantenerse al día con las operaciones, pero sus ojos revelan su desconexión con este mundo de negocios y vinos.Observo las estructuras y las máquinas con un ojo crítico. —Y tus padres donde estan—le pregunto con voz gélida.—No quisieron venir—me dice ella, estando a mi lado—pensaron que era un buen momento para que nosotros dos habláramos y pasar un rato juntos.—¿Qué mala idea? —le digo—contigo jamás me sentiría a gusto.No la veo directamente pero siento como su cuerpo se tensa con mis palabras.—Solo quiere que nos conozcamos mejor—me dice despacio.—¿En verdad q
VICTORIA—Alan por favor—me interpongo cuando mi mejor amigo le pide que me suelte.—¿Y tu quien diablos eres? —le dice Zarco muy enojado pero no me suelta el brazo haciéndome daño.—Un hombre el cual no va a permitir que traten a su mejor amiga como tú la estas tratando en estos momentos—le dice serio mi amigo—así que suéltala ya animal.Lo hace, Zarco me suelta, pero da un paso dejándome detrás de el, para enfrentar a mi amigo Alan que no le baja la mirada, por el contrario, siento que esto en cualquier momento se puede salir de control.—No te metas que ella es mi prometida—su espalda ancha, no me permite ver y tengo que hacerme a un lado.—Alan no pasa nada, solo estamos discutiendo algo sin importancia.—Te trataba mal y en mi presencia eso no va a pasar.—Largate de aquí—le dice Zarco de manera despectiva—no se quien eres, pero no debes meterte en donde nadie te ha llamado.—Alan es ginecologo y mano derecha de mi padre—le aclaro—es un amigo.Sudo frio con la mirada que se dedic
VICTORIA—¿Todo bien por aquí? —pregunta Zarco, su voz baja y controlada, pero sus ojos revelan una tormenta de emociones. Alan responde con calma, asegurándole que simplemente estamos disfrutando de la velada. Pero la mirada que Zarco me dirige es intensa, buscando una verdad que no está dispuesto a preguntar en voz alta. En ese momento, sé que hemos logrado nuestro objetivo, pero también me pregunto si este juego de celos nos llevará a un final feliz o si solo complicará más las cosas.—¿Pasa algo? —le pregunta Alan siguiendo el juego —no sabía que estabas aquí.—No me creas estúpido —dice Zarco con la mandíbula apretada y siento que este juego se torno peligroso.Sarko me toma del brazo con una firmeza que me sorprende, cortando abruptamente mi charla con Alan. Me levanta de la mesa y me lleva hacia un corredor sombrío, donde las sombras del restaurante se entrelazan con nuestras figuras. Su mirada es un remolino de emociones que no alcanzo a interpretar.—¿Qué estás haciendo, Vict
ZARCOReparo el apartamento de Victoria, mi lobo me insiste que fui muy duro con ella y en cierta medida creo que tiene algo de razón. Por eso me apresuro a su habitación, la puerta esta abierta y lo que veo me deja sin respiración.Voltea y la boca se me seca al notar sus senos, son hermosos, tiene una pequeña cintura y su piel se ve muy sedosa. La hombría me palpita con lo veo y se cubre apenada el torso.Maldición, se ve muy hermosa y tiene un cuerpo espectacular.—Ya me voy—Le digo—nos vemos.—Esta bien—dice cubriéndose el cuerpo que quiero tocar.Mi lobo me dice que me acerque, que es hermosa, que la toque, que quiere sentirla, pero me niego hacerlo, porque amo a una sola mujer y es normal admirar la belleza de otra, nada más.Salgo de su apartamento y llego al mío, donde sostengo una conversación con Morganna que esta preocupada por nuestra situación pero le insisto que ya lo voy resolver.—Solo quiero estar contigo amor—le digo—cree en mi.Cuelgo la llamada antes de irme al bañ
VICTORIAMe pongo de pie con el amanecer, sintiendo el suelo frío bajo mis pies descalzos. Respiro hondo, tratando de calmar la tormenta que se agita en mi interior. No hay loba aquí, solo yo, Victoria, con mi corazón dividido y mi mente en conflicto. Me dirijo a la cinta de correr, cada paso es un recordatorio de la farsa que vivo. Mientras mis piernas comienzan a moverse, mi mente vaga hacia Zarco, el hombre con quien estoy comprometida y no se que decirle cuando me pregunte sobre mi loba.El ritmo constante de mis pasos en la cinta se sincroniza con el latir de mi corazón. ¿Cómo le digo la verdad? ¿Cómo rompo las cadenas de un matrimonio sin amor? La velocidad aumenta, y con ella, mi determinación. Al llegar a la escuela, el sudor de mi frente no es solo por el ejercicio, sino también por la ansiedad de enfrentar otro día ocultando mi verdad. Preparo mi clase, cada palabra que escribo en la pizarra es un paso más hacia la libertad que busco. Hoy puede ser el día en que finalmente
ZARCOMe quedo paralizado, las palabras de Morgana retumban en mi cabeza como un trueno inesperado. "¿Embarazada?" repito, mi voz apenas un susurro. El mundo a mi alrededor parece desvanecerse, dejando solo a Morgana, con su revelación que cambia todo, y a Victoria, la mujer con la que estoy comprometido.¿Tendre un hijo lobo?Zarco escuchame un momento..mi lobo quiere hablar pero lo corto de inmediato porque ahora no puedo pensar.Zarco no confies en esa mujer, escucha que...Dasthan silencio...Establezco un muro entre los dos para que no me hable mas.Siento como si el suelo bajo mis pies se hubiera convertido en arena movediza. —¿Cómo... cómo es posible? — pregunto, aunque la respuesta ya se está formando en mi mente. Morgana, la mujer que he amado en secreto, lleva ahora la prueba más definitiva de nuestra conexión prohibida.Miro a Victoria, buscando alguna señal de comprensión, o impacto, pero su rostro es una máscara de serenidad aunque sus ojos me revelan otra cosa. Sin em
VICTORIARespiro hondo, intentando mantener la calma mientras Morgana avanza hacia nuestra mesa con una furia que parece hacer temblar las copas en el restaurante. Los clientes a nuestro alrededor se quedan en silencio, sus ojos fijos en el drama que se despliega ante ellos.—Zarco, dice Morgana, su voz cortante como el filo de un cuchillo—¿explícame que haces aquí con ella? Con... Victoria, con esta poca cosa.Su mirada me atraviesa, pero me mantengo firme, sosteniendo su desafío y me apena por los clientes que son mis amigos.—Por favor, Morgana, estoy con unos clientes, no armes un escándalo— le suplica Zarco con una voz que intenta mantenerse firme, pero Morgana está más allá de la razón.—No me importan tus malditos clientes— grita ella, su voz elevándose por encima del murmullo del restaurante.—Morgana por favor—le hablo yo pero creo que empeoro la situación. —Tu cállate perra estúpida—las personas nos miran y por la madre luna, que vergüenza. No solo por eso, tengo miedo, co