LA EMPRESA

ZARCO

Recorro los pasillos de la empresa vinícola que pronto será parte de mi legado si me llego a casar con Victoria. Tiene que ser ella quien lo rompa, que me de el indicio y mi diga, no quiero casarme contigo para tomar acciones y rechazarla como mate y como mi luna.

Cada paso que doy resuena con la autoridad que me ha sido conferida, no solo por mi posición, sino también por la tradición. A mi lado, Victoria intenta mantenerse al día con las operaciones, pero sus ojos revelan su desconexión con este mundo de negocios y vinos.

Observo las estructuras y las máquinas con un ojo crítico.

—Y tus padres donde estan—le pregunto con voz gélida.

—No quisieron venir—me dice ella, estando a mi lado—pensaron que era un buen momento para que nosotros dos habláramos y pasar un rato juntos.

—¿Qué mala idea? —le digo—contigo jamás me sentiría a gusto.

No la veo directamente pero siento como su cuerpo se tensa con mis palabras.

—Solo quiere que nos conozcamos mejor—me dice despacio.

—¿En verdad quieres conocerme? —la tomo del brazo y la suelto de inmediato porque no se que paso, pero senti un corrientazo—¿quieres saber quien soy yo?

—Vas a ser mi esposo, es lógico que quiera saber con quien voy a compartir mi vida.

Ella se pone en bandeja de plata y solo sonrio con sus palabras porque si me quiere conocer, hare que me conozca.

—Estos soportes no parecen lo suficientemente robustos— comento, más para mí que para ella—Y estas máquinas, están desfasadas. No son adecuadas para lo que tenemos en mente para el futuro de la vinicultura.

—No tenia idea—me responde ella con dulce voz.

Sigo quejándome, Victoria escucha en silencio, su rostro es una máscara de cortesía profesional. Sé que ella es una profesora, que su pasión y su experiencia yacen en la educación, no en la fermentación de uvas. Pero esto es más que una fusión de negoción y fusión de linajes, necesito que me odie como yo a ella.

—¿Ves esa prensa allí? —señalo hacia una máquina antigua en la esquina—Es ineficiente. Necesitamos equipos que no solo mantengan la calidad de nuestro producto, sino que también mejoren la eficiencia. La innovación es clave en nuestro negocio.

Ella asiente, su expresión inmutable. No puedo evitar preguntarme si realmente comprende la magnitud de lo que significa este matrimonio, no solo para nosotros, sino para el futuro de nuestras familias. Mientras tanto, sigo adelante, mi mente ya trazando planes y estrategias para asegurar que me diga que no, antes o justo en la boda.

—Como se nota que eres una niña caprichosa que no entiende de nada—le digo y los ejecutivos voltean la cara—no sabes nada.

Le digo y pone nerviosa, como también he de admitir que esta linda, ese vestido le queda espectacular y no puedo obviar el que los ejecutivos la admiren, pierdan sus ojos en su cuerpo.

—No me especializo en esto.

—Y como saberlo—le digo enojado—no te conozco.

La expresión que hace de tristeza por un momento me hace cuestionarme porque siento que realmente le afectaron mis palabras. Mi lobo se queja de mi comportamiento pero ya no hay vuelta atrás.

—Dame un momento por favor—me pide ella alejándose.

Cierro la puerta de la oficina con un gesto decidido, y el sonido sordo resuena en el aire cargado de tensión. Victoria se vuelve hacia mí, sus ojos destellan con una mezcla de indignación y desconcierto.

—¿Qué estás tratando de hacer, Zarco? — su voz es firme, pero detecto un temblor subyacente—Frente a los empleados, me haces parecer incompetente, ¿es esa tu intención?

—Porque lo eres—traga grueso con mis palabras.

Respiro hondo, enfrentando la tormenta que he desatado.

—No me trates así, y respétame por favor—pide con voz ahogada y con ganas de llorar.

—No se trata de respeto, Victoria— comienzo, mi tono es calmado pero firme—Es sobre la realidad de nuestro negocio, y sí, quiero que entiendas la seriedad de lo que estamos emprendiendo.

Ella cruza los brazos, su postura defensiva.

—Pareces disfrutar señalando cada pequeño defecto, ¿acaso es un juego para ti? ¿O es que realmente me consideras tan caprichosa?

La acusación me golpea, aunque no más que la verdad detrás de mis acciones.

—No es un juego—replico—y no es sobre caprichos, solo quiero que conozcas al hombre el cual le darás el sí.

Victoria se acerca, su mirada ahora inquisitiva.

—Entonces, ¿por qué la dureza? ¿Por qué la ironía?"

—Porque—hago una pausa, luchando con la verdad que no quiero admitir—Porque quizás, en algún lugar, espero que te des cuenta de que este matrimonio... no es lo que ninguno de los dos desea.

Ella retrocede, sorprendida por mi confesión.

—Entonces, ¿todo esto es una prueba? ¿Una forma de empujarme a renunciar?"

Asiento lentamente, la admisión pesa como una losa.

—Sí, y lamento que sea así. Pero es mejor enfrentar la amarga verdad ahora que vivir una mentira que nos consumirá a ambos.

Victoria se sienta, su figura parece encogerse ante la revelación.

—Y ahora, ¿qué se supone que haga con esta verdad, Zarco?"

—Lo que tu corazón te dicte—digo suavemente—Pero sea lo que sea, debemos ser honestos el uno con el otro, por el bien de nuestras familias y por nosotros mismos.

Siento un nudo en la garganta cuando veo que alza la mirada y tiene sus ojos llenos de lagrimas pero eso no me detiene.

—No seré un buen hombre para ti, te hare sufrir y lloraras mas de lo que lo haces si continuas con el matrimonio, solo tienes que negarte y ahorrarnos a los dos malos momentos.

—Sabia que eras un idiota, pero no que tenías la corona—me sorprende lo que me dice—¿crees que me alegra tener que casarme con un hombre el cual se supone es mi destino pero me desprecia?

Pregunta y no sé qué responderle.

—No Zarco, esto lo hago por mi manada, mi familia, para que seamos más fuerte unidos, no por ti o porque te ame, porque nada más eres un egoísta que piensa en sí mismo.

No me esperaba esa reacción de ella y mucho menos que me enfrentara de esta manera.

—Piensa lo que quieras—me acerco a ella, quedando a centímetros de su cuerpo caliente—sin embargo eso es lo que obtendrás de un hombre al cual le pareces una mujer insípida, sin gracia y la cual le genera asco.

Veo el dolor en su mirada, escucho los gritos de mi lobo que me dice no tratarla así y capto el movimiento de la mano que se alza con intenciones de darme una bofetada pero la detengo antes de que llegue a golpearme.

—Suéltame—me pide forcejeando pero no lo hago—egoísta.

Llora.

—Si, lo soy, pero eso en que te convierte a ti, en una mujer sin amor propio que acepta un matrimonio por conveniencia sabiendo que aquel que será su esposo no la ama.

—Ya—suplica con lagrimas en los ojos y no entiendo porque mis palabras le duelen tanto—suéltame, suéltame.

—No—seguimos forcejeando, no le suelto la muñeca e intento no agarrarla con mucha fuerza para no causarle daño—hasta que entiendas que lo único que puedo ofrecerte es sufrimiento.

Llora, quiere liberarse y con la mano libre me da con los puños en el pecho mientras llora y me pide que la deje ir. Se descontrola y trago grueso al ver su estado pero…

—Suéltala ya—la voz masculina que entra de la nada detiene todo.

Y observo al hombre parado en el umbral de la muerte el cual me mira a los ojos con odio.

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