LA OTRA

VICTORIA

—Usa este vestido, te queda bien y es mejor que el que tiene puesto—respiro profundo porque hasta eso me quiere controlar.

—Mama, me siento bien con este vestido—insisto y le digo con tranquilidad.

Me mantengo firme frente al espejo, la imagen de mi vestido sencillo reflejándose en él. Mi madre, con esa mirada que entrelaza preocupación y esperanza, sostiene ante mí un vestido mucho más llamativo

—Victoria, hija mía—comienza ella—este vestido podría cambiar nuestro destino. Zarco... él debe verte deslumbrante, debe desearte por esposa."

Respiro hondo, sintiendo la presión de generaciones pesando sobre mis hombros.

—Madre—le digo volteándome para verla—mi valor no está en las lentejuelas ni en los brillos. Si Zarco ha de quererme, será por lo que soy, no por una fachada que no me representa.

Ella suspira, su desilusión es palpable.

—Pero piensa en la manada, en el legado que debemos proteger. Un casamiento fallido sería devastador para todos."

—Lo sé, madre—respondo, mi voz no traiciona la firmeza de mi decisión—se la responsabilidad que cargo en mis hombros y el porque de esta unión pero ustedes también saben que no me quiere, y este vestido no hará la diferencia.

Mi madre me sostiene la mirada, sus ojos llenos de una confianza que desearía poder sentir en su totalidad.

—Victoria, tienes que ver en ti lo que los demás vemos. Eres hermosa, y no tengo dudas de que Zarco terminará amándote.

Las palabras de mi madre deberían ser un bálsamo, pero en lugar de eso, siento una punzada de temor. No es la falta de amor de Zarco lo que me aterra, sino la posibilidad de un matrimonio sin amor.

—Madre—le digo con un hilo de voz—no puedo vivir una vida de apariencias. No quiero un matrimonio vacío, una unión de conveniencia y mas cuando mi propio esposo me rechaza porque quiere a otra, es amable conmigo pero sabes bien que no me quiere.

—Morganna no significa nada, tu eres su pareja destinada—me lo recalca pero no tengo esa firmeza porque cuando el habla de ella, lo hace con el amor que quiero que tenga por mi.

—Solo se madre que voy a sufrir.

Ella se acerca y toma mis manos entre las suyas, cálidas y firmes.

—No será así, hija. El amor puede crecer con el tiempo, como un árbol que se fortalece con cada estación.

Pero yo ya amo a Zarco. Lo amo en silencio, con un amor que ha echado raíces profundas en mi corazón. No es solo su fuerza o su linaje lo que me atrae, sino la promesa de un compañero que entienda mi espíritu indomable, que respete mi necesidad de ser más que una figura decorativa en la manada.

—Quiero que me ame por quien soy— confieso finalmente—y yo... yo ya lo amo, madre. Pero no por la alianza que representa, sino por el hombre que es.

Mi madre me abraza, y en su abrazo encuentro la fuerza que necesito.

—Eres la mujer que Zarco debe amar y que note la mujer extraordinaria y sexi que eres, a los hombres en ocasiones hay que despertarlo y cuando los ojos de otros hombres se posan en lo que les pertenece, cambian, yo se porque te lo digo.

Me resigno.

—Esta bien, me pondré ese vestido.

—Te amo hija y se lo maravillosa que eres.

Con esas palabras, siento que un peso se levanta de mis hombros. No importa lo que pase en la reunión de hoy, sé que mi madre cree en mí, y eso me da el valor para enfrentar lo que venga, con la cabeza en alto y el corazón abierto.

El vestido ajustado a mi figura es un compromiso entre lo que mi madre desea y lo que yo estoy dispuesta a aceptar. Al ponérmelo, siento cómo resalta cada curva de mi cuerpo, y no puedo evitar la esperanza de que Zarco me vea y me encuentre bonita. No es vanidad, es el deseo de ser apreciada por quien soy, incluso en mi forma más vulnerable.

Mientras me maquillo frente al espejo, mi mente vaga hacia mi secreto más profundo, ese que he mantenido oculto de todos, incluso de mi propia familia. La ausencia de una loba interior en mí es algo que no puedo explicar. ¿Por qué yo, nacida en una línea tan poderosa, carezco de esa conexión espiritual que todos los demás dan por sentado?

La teoría de que un primer beso de amor podría despertar a mi loba interior es algo que me aferra a un hilo de esperanza. Quizás, en el fondo de mi ser, hay una chispa esperando ser encendida por el toque de un amor verdadero. Tal vez, solo tal vez, Zarco sea la llave que desbloquee esa parte de mí que tanto anhelo conocer.

Siento una mezcla de miedo y anticipación. Si Zarco y yo compartimos ese beso, si él es capaz de despertar a mi loba, ¿cambiará eso la forma en que me veo a mí misma? ¿O simplemente confirmará que hay más en mí de lo que incluso yo misma comprendo?

Con cada trazo de maquillaje, refuerzo mi armadura, preparándome para dentro de unas horas. No solo para enfrentar a Zarco o las expectativas de mi manada, sino para enfrentar la verdad de mi propia existencia. Hoy, sea cual sea el resultado, estaré un paso más cerca de descubrir quién soy realmente.

—Estas hermosa hija—dice mi padre—estoy muy orgulloso de ti.

—Gracias papa—recibo los dos besos en mi mejilla—vamos entonces.

—Hemos decidido que iras sola—eso me toma por sorpresa.

—Pero madre.

—Madre nada—me dice ella—es un momento donde puedes hablar con Zarco, conocerse mejor y planear mas sobre la boda.

No van a cambiar de opinión y por eso  me despido de ellos, llegando a la empresa que daremos como familia. Los hombres me esperan, son los directivos de esta empresa y con ellos me tomo un tiempo saludándolos a espera de que llegue Zarco que esta retrasado.

Me alejo de la conversacion, el murmullo de las conversaciones se desvanece a medida que me adentro en la penumbra del corredor. Mi teléfono vibra con insistencia y respondo la llamada.

—Escucha algo estúpida—es Morganna y un escalofrío recorre mi espalda.

—¿Morganna? —pregunto con un hilo de voz.

—Victoria— su voz es como una serpiente que se desliza entre las hojas secas—no te hagas ilusiones. Zarco es mío, siempre lo ha sido. Tú... tú nunca podrás tener su amor.

Las palabras me golpean con la fuerza de una tormenta.

—Morganna—digo, luchando por mantener la calma—el amor no se posee. No se puede forzar ni reclamar como propiedad.

Ella ríe, un sonido cruel y vacío.

—Ingenua. ¿Crees que un hombre como Zarco podría amar a alguien como tú? No tienes lo que él necesita, eres solo un poco cosa con suerte, pero te advierto que si no rompes con ese matrimonio te voy hacer la vida imposible.

Cada palabra es una espina que se clava en mi corazón. Siento las lágrimas acumulándose, pero las retengo.

—Quizás sea un poco cosa, pero tengo algo más, Morganna. Tengo un corazón dispuesto a amar sin condiciones, sin esperar nada a cambio lo que creo no tienes tu.

—Patético—escupe ella—Zarco necesita a alguien que pueda caminar a su lado, no detrás de él. Alguien que pueda compartir su poder, su vida. No una sombra sin sustancia.

Cierro los ojos, las lágrimas ruedan por mis mejillas en silencio.

—Se que te molesta, pero seré su esposa, quieras o no.

—Si, pero tendras el titulo de la otra—me restriega en la cara.

—Callate Morgana, y voy a colgar porque no tengo porque aguantar tus insusltos.

Respira con dificultad, se lo puedo sentir y debe ser de pura rabia.

—Notaras la diferencia cuando te haga el amor, cuando te bese, cuando te toque, sabrás, y te darás cuenta que lo hace pensando en mi porque hemos compartido cama y soy la única que sabe cómo satisfacerlo, por eso me ama a mí, porque solo yo lo hago sentir, lo hago gemir como nunca y no le gusta las inexpertas como tú, que no deben servir para nada y…

Siento que me rompe el corazón y prefiero terminar la llamada para no escucharla mas. La llamada termina, y me quedo sola en el corredor, el eco de sus palabras resonando en mi mente. Me siento desgarrada, pero en el fondo, una llama de desafío comienza a arder. No permitiré que las palabras de Morganna definan quién soy o lo que valgo.

Seco mis lágrimas, respiro profundamente y me enderezo cuando veo a una persona acercase y me indica que el auto de Zarco esta estacionado en la entrada.

Me recompongo rápidamente y salgo a recibir a mi prometido ocultándole la llamada que acaba de hacerme su amante.

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