VICTORIARespiro hondo, intentando mantener la calma mientras Morgana avanza hacia nuestra mesa con una furia que parece hacer temblar las copas en el restaurante. Los clientes a nuestro alrededor se quedan en silencio, sus ojos fijos en el drama que se despliega ante ellos.—Zarco, dice Morgana, su voz cortante como el filo de un cuchillo—¿explícame que haces aquí con ella? Con... Victoria, con esta poca cosa.Su mirada me atraviesa, pero me mantengo firme, sosteniendo su desafío y me apena por los clientes que son mis amigos.—Por favor, Morgana, estoy con unos clientes, no armes un escándalo— le suplica Zarco con una voz que intenta mantenerse firme, pero Morgana está más allá de la razón.—No me importan tus malditos clientes— grita ella, su voz elevándose por encima del murmullo del restaurante.—Morgana por favor—le hablo yo pero creo que empeoro la situación. —Tu cállate perra estúpida—las personas nos miran y por la madre luna, que vergüenza. No solo por eso, tengo miedo, co
VICTORIAMe encuentro en un momento crucial, donde cada detalle parece más significativo y la verdad se despliega ante mí como un mapa de estrellas. La habitación se siente cerrada, y el silencio es tan intenso que cada latido de mi corazón resuena en el vacío.La luz luz de la luna, que antes parecía un abrazo cálido, ahora ilumina las sombras de mis dudas. Mis manos tiemblan ligeramente, tocando la superficie de algo desconocido y frío. La verdad es una revelación que me sacude al alma, una llave que abre puertas a lugares que nunca había imaginado.Siento una mezcla de alivio y temor; alivio por finalmente tener respuestas claras, pero temor por lo que estas respuestas significan para mi futuro. Es como si hubiera estado nadando en aguas tranquilas y de repente hubiera encontrado una corriente que me arrastra hacia profundidades oscuras. La verdad puede ser liberadora, pero también es un peso que no sé cómo llevar.Mis ojos reflejan la claridad de alguien que ha encontrado una luz
VICTORIAEl motor del auto ronronea como un felino dormido. Zarco y yo estamos sentados en el asiento delantero, compartiendo el espacio reducido.Su perfume me invade y la tensión flota en el aire, palpable, como una tormenta que amenaza con desatarse. Sé que él no me ama, que soy solo una carga para él, pero no puedo evitar querer más. Quiero que me rechace, que me libere de esta agonía.Pero lo que me dice, me hace arrepentirme de mi decisión.—¿Que? —apenas mi voz es un susurro.Él me mira, sus ojos tan hermosos y su mirada es penetrante.—Lo que escuchaste— dice con calma—Te rechazaré.Pero luego, como si quisiera complicar aún más las cosas, añade- —¿Qué tal si nos convertimos en nuestros lobos? Así podrán conocerse.Mi corazón se acelera. No tengo una loba. Ese es mi secreto, la verdad que oculto. No quiero que Zarco lo descubra. No quiero que vea mi debilidad.—No es necesario —respondo, tratando de sonar indiferente—. Prefiero dejarlo así.Zarco frunce el ceño.—¿Por qué no
VICTORIACuelgo el teléfono y me quedo mirando la pared. El amor no crece con el tiempo cuando solo fluye en una dirección. Y aunque mi madre quiera que luche por Zarco, sé que no puedo. No merezco un matrimonio basado en mentiras y conveniencia. Ninguno de nosotros lo merece.Esta semana ha sido un torbellino de emociones. Mis clases en la escuela han sido agotadoras, especialmente con ese niño problemático que parece empeñado en desafiar mi autoridad. El aula está en silencio, pero la tensión flota en el aire. El niño afectado, con los ojos llenos de lágrimas, me mira con desesperación. No puedo quedarme de brazos cruzados. Llamo a los padres, esperando que podamos resolver este problema juntos.El padre llega furioso, su rostro enrojecido. —¿Qué está pasando aquí? —gruñe, sin siquiera saludar— ¿Por qué mi hijo está llorando?Intento mantener la calma. —Hay un problema de acoso entre los niños—explico—Necesitamos abordarlo y encontrar una solución.Pero él no quiere escuchar. Sus
VICTORIAAl entrar en la lujosa sala, siento la presión del ambiente. Mis padres y los de Zarco nos observan con expectación, mientras que los señores Lalaban nos esperan con una sonrisa. Zarco me presenta con un orgullo que no llega a sus ojos.Me siento extraña y más cuando el mantiene esa mascara de prometido encantado cuando todos sabemos muy bien que no es así.—¡Vaya, Zarco! No exagerabas al hablar de la belleza de tu prometida. Victoria, eres un verdadero encanto.El señor me mira, es un miembro de nuestra manada, de hecho, todos los presentes sin familias importantes de nuestras manadas, de ambas que están felices por nuestra unión.—Es cierto, querida—le responde la señora Lalaban— Tienes una gracia y una hermosura que deslumbran.—Sí, soy un hombre muy afortunado—Zarco responde con una sonrisa forzada, antes de tomarme de la cintura sorprendiéndome— Victoria es más de lo que un hombre podría desear.Siento su mano en mi cintura, y aunque debería sentirme segura, solo me inva
VICTORIAMe devuelvo con el corazon destrozado, soy su luna, pero esta besándose con otra mujer y prefiero mejor irme y no seguir aguantando mas esto.Lo amo, lo amo demasiado y siento que no podre aguantar el que este con esa mujer. Además le dará un hijo, asi que no tengo nada mas que hacer aquí.El mundo se detiene, y un silencio ensordecedor precede al caos de mi corazón destrozado. Me doy la vuelta para huir, para escapar de la escena que desgarra mi alma, pero antes de que pueda desaparecer, siento la mano firme de mi suegra en mi brazo.—Victoria—es Amanda—¿Dónde esta Zarco?—Yo prefiero irme de aquí, no tengo nada que hacer—le digo con mi corazón roto.La traición se desliza fría y cruel por mi espalda mientras mis ojos, incrédulos, capturan la imagen de mi prometido, Zarco, besando a Morgana. Yo se que no debería sentirme asi, pero me siento de todas maneras.—Victoria, espera."Me detengo, las lágrimas ya inundando mis ojos, y me enfrento a la matriarca de nuestra manada, la
VICTORIALas caricias continúan, los besos ardientes y los gemidos extasiados. Besa mi cuello mientras desliza el vestido por mi cuerpo dejándome desnuda para el. De pie da un paso para observarme de una manera que me enciende las mejillas y bajo la mirada al piso al sentirme avergonzada.—Eres muy hermosa Victoria—me dice tomándome de la cintura y llevándome contra la cama donde me abre las piernas.Se mete entre ellas respirando cerca de mi vagina, estremeciéndome, los pliegues me los abre con los pulgares y su lengua acaricia mi vagina, curvándome la espalda con los lengüetazos que me da. Siento que veo colores mientras la luz de la habitación es tenue y la música afuera, se mezcla con mis jadeos extasiados con todo lo que me hace. Los pies se me engarrotan atrapando la sabana que tengo abajo y las sensaciones me calan de una forma arrolladora que no se como asimilar.Levanto la cadera y los dedos los entierro en las hebras de su cabello hermoso y sedoso mientras continúa pegado a
VICTORIA¿Por la madre luna que hice?La luz de la ventana se filtra y despierto con los brazos de Zarco rodearme. La angustia me golpea el pecho y aparto el brazo con cuidado, seguimos desnudos y me pongo el vestido rápidamente, organizo mi cabello, el vientre me duele, pero es un dolor delicioso, que me gusta, miro a Zarco y cuando intento salir el….—Victoria—se despierta dejándome estática.La noche que pasamos se me viene a la cabeza y no se como darle la cara con la vergüenza que me invade.—¿Si? —quería irme de su habitación pero no me lo permite.—Mierda, mi cabeza—se queja—¿Qué me paso?La luz del amanecer se filtra por las rendijas de la ventana, bañando la habitación en un suave resplandor dorado. Zarco yace en la cama, su semblante es una mezcla de confusión y desorientación. Sus ojos, normalmente claros y alertas, ahora parecen nublados, como si una bruma espesa se hubiera asentado sobre su conciencia. Su cabello, siempre impecable, ahora yace desordenado sobre la almohad