VICTORIAAl entrar en la lujosa sala, siento la presión del ambiente. Mis padres y los de Zarco nos observan con expectación, mientras que los señores Lalaban nos esperan con una sonrisa. Zarco me presenta con un orgullo que no llega a sus ojos.Me siento extraña y más cuando el mantiene esa mascara de prometido encantado cuando todos sabemos muy bien que no es así.—¡Vaya, Zarco! No exagerabas al hablar de la belleza de tu prometida. Victoria, eres un verdadero encanto.El señor me mira, es un miembro de nuestra manada, de hecho, todos los presentes sin familias importantes de nuestras manadas, de ambas que están felices por nuestra unión.—Es cierto, querida—le responde la señora Lalaban— Tienes una gracia y una hermosura que deslumbran.—Sí, soy un hombre muy afortunado—Zarco responde con una sonrisa forzada, antes de tomarme de la cintura sorprendiéndome— Victoria es más de lo que un hombre podría desear.Siento su mano en mi cintura, y aunque debería sentirme segura, solo me inva
VICTORIAMe devuelvo con el corazon destrozado, soy su luna, pero esta besándose con otra mujer y prefiero mejor irme y no seguir aguantando mas esto.Lo amo, lo amo demasiado y siento que no podre aguantar el que este con esa mujer. Además le dará un hijo, asi que no tengo nada mas que hacer aquí.El mundo se detiene, y un silencio ensordecedor precede al caos de mi corazón destrozado. Me doy la vuelta para huir, para escapar de la escena que desgarra mi alma, pero antes de que pueda desaparecer, siento la mano firme de mi suegra en mi brazo.—Victoria—es Amanda—¿Dónde esta Zarco?—Yo prefiero irme de aquí, no tengo nada que hacer—le digo con mi corazón roto.La traición se desliza fría y cruel por mi espalda mientras mis ojos, incrédulos, capturan la imagen de mi prometido, Zarco, besando a Morgana. Yo se que no debería sentirme asi, pero me siento de todas maneras.—Victoria, espera."Me detengo, las lágrimas ya inundando mis ojos, y me enfrento a la matriarca de nuestra manada, la
VICTORIALas caricias continúan, los besos ardientes y los gemidos extasiados. Besa mi cuello mientras desliza el vestido por mi cuerpo dejándome desnuda para el. De pie da un paso para observarme de una manera que me enciende las mejillas y bajo la mirada al piso al sentirme avergonzada.—Eres muy hermosa Victoria—me dice tomándome de la cintura y llevándome contra la cama donde me abre las piernas.Se mete entre ellas respirando cerca de mi vagina, estremeciéndome, los pliegues me los abre con los pulgares y su lengua acaricia mi vagina, curvándome la espalda con los lengüetazos que me da. Siento que veo colores mientras la luz de la habitación es tenue y la música afuera, se mezcla con mis jadeos extasiados con todo lo que me hace. Los pies se me engarrotan atrapando la sabana que tengo abajo y las sensaciones me calan de una forma arrolladora que no se como asimilar.Levanto la cadera y los dedos los entierro en las hebras de su cabello hermoso y sedoso mientras continúa pegado a
VICTORIA¿Por la madre luna que hice?La luz de la ventana se filtra y despierto con los brazos de Zarco rodearme. La angustia me golpea el pecho y aparto el brazo con cuidado, seguimos desnudos y me pongo el vestido rápidamente, organizo mi cabello, el vientre me duele, pero es un dolor delicioso, que me gusta, miro a Zarco y cuando intento salir el….—Victoria—se despierta dejándome estática.La noche que pasamos se me viene a la cabeza y no se como darle la cara con la vergüenza que me invade.—¿Si? —quería irme de su habitación pero no me lo permite.—Mierda, mi cabeza—se queja—¿Qué me paso?La luz del amanecer se filtra por las rendijas de la ventana, bañando la habitación en un suave resplandor dorado. Zarco yace en la cama, su semblante es una mezcla de confusión y desorientación. Sus ojos, normalmente claros y alertas, ahora parecen nublados, como si una bruma espesa se hubiera asentado sobre su conciencia. Su cabello, siempre impecable, ahora yace desordenado sobre la almohad
VICTORIAMi corazón late con fuerza, cada pulsación resuena en mis oídos mientras espero. Las manos me tiemblan, apenas puedo mantenerlas quietas en mi regazo. El doctor se acerca con una carpeta en sus manos, y sé que dentro están las respuestas a todas mis preguntas, a todos mis miedos.Respiro hondo, intentando calmar la tormenta que se desata dentro de mí. El doctor me mira a los ojos, y por un momento, el tiempo parece detenerse. Abre la carpeta, saca los resultados y, con una voz que intenta ser reconfortante, confirma lo que ya sospechaba y aunque no dice nada, ya lo se.—Morgana— mira a la bruja con una expresión seria —los resultados han confirmado que estás embarazada. Tienes cuatro semanas de gestación.—¿Cuatro semanas? — dice ella con voz temblorosa y hace una pausa—Eso significa que...—Sí, es un embarazo muy reciente. Es importante que comiences a cuidarte desde ahora y que programemos las siguientes citas para el seguimiento prenatal.En silencio, las lágrimas comienzan
MORGANNADespierto con la sensación de que algo pesa sobre mi pecho, una mezcla de ansiedad y deber. Mis ojos se abren lentamente, ajustándose a la luz tenue que se filtra por las cortinas. Puedo escuchar a mis padres antes de verlos; sus voces son como un eco distante que poco a poco se va haciendo más claro, más insistente.Alla vienenMe dice mi loba amber.—Es hora de despertar, Morgana. Tenemos que hablar— dice mi padre con esa firmeza que siempre me ha intimidado. No necesito preguntar de qué se trata; lo sé. Es Zarco, siempre es Zarco.Mi madre se une a la conversación, su tono es insistente, casi desesperado. —Debes entender, hija, la unión con Zarco es vital para nosotros. Tú y el futuro de la manada dependen de ello—Asiento, no porque esté de acuerdo, sino porque es lo que se espera de mí.El asco que siento hacia Zarco es un secreto que guardo en lo más profundo de mi ser. Su sola presencia me repugna, y la idea de casarme con él, de compartir mi vida, mi espacio, mi intim
VICTORIARespiro hondo, sintiendo cómo el aire frío llena mis pulmones, intentando calmar el torbellino de emociones que me asalta. Zarco me agarra del brazo, su voz es un susurro urgente que corta el silencio de la noche.—Sí, Alan, estoy lista—digo mirando a Zarco—Y tú y yo hablaremos, pero más tarde. Ahora tengo planes.Doy un paso hacia el auto de Alan, mi decisión tomada.—Tenemos que hablar—insiste.—No hoy, Zarco.—No puedes dejarme así, tenemos que hablar— dice él, pero me suelto con un movimiento firme—No hay nada que hablar—le respondo con voz que intenta ser firme, aunque por dentro me siento temblar—tengo un compromiso con Alan, y no pienso faltar a mi palabra.Zarco se interpone, su presencia es como una barrera que no me deja pasar. Alan, sin decir palabra, lo empuja, y una confrontación está a punto de estallar entre ellos.—Déjala, ella ya tomó su decisión y me eligió a mí—dice Alan, desafiante.Los dos hombres se miran fijamente, como dos gladiadores en la arena, y y
VICTORIARespiro hondo, sintiendo el peso de la puerta ceder bajo mi mano. Al abrir, el aire cambia, se vuelve más denso, como si cada molécula portara la carga de un secreto no dicho. Zarco está ahí, su figura recortada contra la luz del pasillo, y algo en su postura me alerta.—¿Qué haces aquí? — le pregunto, aunque una parte de mí ya conoce la respuesta.Sin embargo les digo que me alegra tanto verlo.—Te lo dije, Victoria, esta tarde teníamos que hablar—responde Zarco, su voz es un trueno bajo, cargado de una tensión que no presagia nada bueno.Observo su rostro, buscando indicios de lo que viene, pero es como leer un libro en un idioma olvidado.—¿Qué hiciste con Alan? —Su pregunta me golpea, inesperada, y por un momento, me siento perdida en un mar de recuerdos. —Fuimos a visitar el albergue— le digo—el lugar donde los niños son abandonados. Mi voz suena distante, como si hablara de alguien más, no de nosotros, no de lo que hicimos.Zarco me mira, intentando descifrar mis pala