CAPÍTULO DOS

La tarde estaba un poco fría, el cielo repleto de nubes negras que corrían de prisa y se juntaban unas con otras volviéndose más espesas amenazando con volverse tormenta en cualquier momento mientras el viento soplaba sin contemplación trayendo consigo las hojas sueltas de los árboles. Bajaba a paso seguro por una calle empedrada que daba a un pequeño bosquecillo en el cual la gente solía hacer picnic, pasear y acampar, a mí en particular me gustaba sentarme debajo de un gran pino para contemplar el atardecer y esperar la llegada de la luna. No podía contar las veces en que Soria una chica muy sobreprotectora la cual era mi mejor amiga desde hace muchos años, me había sermoneado con que aquello era peligroso, que una chica como yo no debería de andar sola en el bosque, pero mi alma ahí se sentía libre y en paz.

Acabe de bajar la pendiente y me interne en aquel hermoso lugar maravillándome al igual que siempre con cada cosa que veía a mi alrededor, era mágico, como atravesar un portal y aparecer en una escena de un libro de cuentos de hadas, inmediatamente mis fosas nasales se llenaron con aquel característico olor de aire puro. Era impresionante habían flores silvestres de todos los colores e incluso algunas plantas venenosas, arbustos de bayas, una gran variedad de plantas medicinales, inspire con fuerza, cerré mis ojos y me llene de todo aquello que me rodeaba.

Me tome mi tiempo antes de abrir mis ojos y cuando lo hice me encontré con un joven tendiéndome un folleto del lugar, di un respingón sobresaltándome por su aparición tan silenciosa, no lo había oído acercarse, pero había algo más en él, algo que alertaba mis sentidos de supervivencia y gritaba en mi interior ¡peligro!

Mis ojos se abrieron de par en par mientras lo contemplaba, tenía piel oscura y un infierno en sus ojos, si, sus ojos eran diferentes, casi sobrenatural pensé, no podía apartar la mirada, tome el papel con manos temblorosas, Sonreí apunto de agradecerle pero él no me dio oportunidad ya se había ido dejándome ahí pasmada pensando en sus ojos.

No sé cuánto tiempo transcurrió cuando salí de mi transe al sentir el revoloteo de un ave al pasar cerca de mi cara, las pequeñas se sentían tan en confianza en esta área que parecían no temerle a los humanos que rondábamos por el bosque. Meneando mi cabeza de lado a lado para disipar las telarañas reanude mi marcha, era increíble como siempre terminaba perdida en mis pensamientos cuando me rodeaba la hermosa naturaleza.

Volví hacer una parada para contemplar el pequeño riachuelo que serpenteaba el lugar, me arrodille cerca de la orilla para acariciar el musgo y meter mis manos en el agua fría, esta se sentía como si tuviera vida propia y se abriera paso orgullosamente por donde pasaba. Salpique un poco de agua en mi cara y me levante sacudiendo las rodillas de mis pantalones, cruce el puente elevado hasta mi lugar favorito, el lugar más alejado del bosque y el que menos frecuentaban las personas, había un enorme pino cerca del borde de un risco desde ahí se podía contemplar el océano igual que un gran pedazo de cielo sin el bloqueo de los árboles, te daba la sensación de estar en la cima del mundo.

Me senté recostada del árbol pensando en lo que haría al dejar la escuela, mientras esperaba a que sucediera la magia, pero no llego, no hubo atardecer como solía ser, el cielo lleno de amarillo y naranjas rojizos con destellos de purpura, en su lugar las nubes negras parecían haber ocupado lugar por todo el cielo, aun así me seguía pareciendo hermoso todo aquello hasta místico, sentí la primera gota de lluvia caer en mi cara por lo que me levante y me dispuse a salir del lugar, trate de hacer mi camino de vuelta lo más rápido posible ya que había oscurecido a gran velocidad, no parecía haber alguien más dentro del bosque, me pego un escalofrío repentino que me erizo los bellos de la nuca y vi una gran mancha negra moverse veloz entre los arboles por lo que apresure mis pasos.

Iba casi a la carrera cuando me tropecé con la raíz de un gran árbol, me fui de bruces refrenando el golpe por poco con las palmas de mis manos, estas dolieron en gran medida por el impacto repentino, me tome un momento para calmarme y me levante siguiendo mi camino con mas cuidado, ya en la entrada me quede mirando hacia arriaba respirando con un poco de dificultad, sí que era empinada la calle, mas valía tener cuidado, con la lluvia la roca se pondría resbaladiza y podría caer.

Camina lento a paso seguro ya iba a mitad de camino subiendo con cuidado de no resbalar o torcerme un tobillo cuando empezó a caer verdadero aguacero pinchándome con sus enormes gotas haciendo así que mi visión se volviera más borrosa mientras mi cuerpo se ponía pensado por estar empapada en agua helada, avance con el mismo paso cuidadoso un poco más y sentí mi pies resbalar en una roca, en esta ocasión no fui lo suficientemente rápida para interponer mis manos solo sentí el golpe fuerte en la cabeza y me deslice torpemente cuesta abajo, quede tendida sobre mi espalda, me dolía todo y no podía moverme, estaba perdiendo el conocimiento y lo vi, una mancha borrosa bajo la lluvia y unos ojos brillando con la intensidad del sol.

Desperté horas después en el hospital local, me habían tomado ocho puntos en la parte trasera de mi cabeza y tres en la frente, mi cuerpo dolía una barbaridad, llame a Soria para que fuera a por mí. Sabía que me esperaba un gran sermón de su parte, pero no tenía a nadie más a quien llamar.

Pase el resto del día soñando despierta con aquel joven cuyos ojos eran de color dorado tan brillantes como nunca jamás los había visto, trate de recordar algo más de él, pero no pude una vez que había visto sus ojos me había quedado hipnotizada en su brillar.

Desde esa noche empecé a tener pesadillas cada noche con un infierno en llamas y unos ojos que decían mi nombre.

Con el paso del tiempo ya que no volví a ver a aquel joven fui dejando su recuerdo y las pesadillas en el fondo de mi memoria.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo