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CAPÍTULO CINCO

El resto del día transcurrió con su habitual normalidad, a medio dio los chiquillos que salían de sus clases venían por sus postrecitos y los adultos que habían salido para almorzar se sentaban en mi local a merendar antes de volver al trabajo. Tamy y John se despidieron de mí para irse a sus clases por la tarde.

Me quede sola atendiendo a una que otra persona que venían eventualmente a comprar, pronto se hicieron las siete de la noche y me preparaba para cerrar el negocio.

–Catarina– escuche mi nombre pero esta vez no solo en mi cabeza sino en mis oídos me di vuelta para encontrar en el marco de la entrada al hombre de piel oscura y poseedor de aquellos ojos maravillosos que para mí se habían vuelto aterradores, había algo en el que siempre me paralizaba no sabía decir si eran sus ojos o su sonrisa afilada, su sonrisa jamás era cálida, parecía haber algo más detrás de esos perfectos dientes blancos, los nervios se dispararon por mi cuerpo recordando lo que me había dicho Soria esa mañana.

–Ya estamos cerrando– le dije lo más controlada que pude, el ladeó un poco su cabeza y su sonrisa se agrando.

–ya lo veo, esperaba tener suerte hoy y comer algo dulce– algo brillo en su mirada cuando dijo aquellas palabras y un escalofrío mie recorrió la espalda, empecé a sentir como se helaba mi cuerpo, con cada paso que él daba adentrándose en el local sin permiso, sentí que mi corazón se aceleraba y me temblaban las manos, no podía pronunciar palabra me miraba directo a los ojos, mi cerebro nuevamente me gritaba peligro pero yo no podía moverme.

–una torta de chocolate quizás Catarina– dijo manteniendo aun la magnífica sonrisa tan segadora y señalando las que estaban en el mostrador. Tenía que moverme él sólo era un cliente y tenía que atenderlo, conté mentalmente hasta tres, suspire, sonreí y le serví una rebana de torta en una cajita para llevar

–Que la disfrute– le dije poniendo mi mejor sonrisa

–Jackson Montego– me tendió la mano presentándose.

–Catarina Lancaster– el apretón fue rápido pero sentí una descarga eléctrica viajar hasta mi hombro. El pareció darse cuenta porque pregunto en seguida

¿Te encuentras bien?- en sus ojos parecía haber genuina preocupación.

-Sí, perfectamente- mentí tratando de mantener la sonrisa en vano.

- te has puesto pálida niña- su voz seguía igual pero vi en sus ojos que se había arrepentido inmediatamente después de haber pronunciado aquellas palabras. no es asunto mío- dijo volviéndose de repente y salió de prisa de mi local. Una vez más me dejaba con las palabras en la boca sin oportunidad de responderle. No supe con exactitud cuánto tiempo había transcurrido cuando al fin me moví para terminar de cerrar.

Estaba en la cera frente a la pastelería, sí que estaba oscuro a parte de mi había una pareja que iba del otro lado de la calle tomado de las manos, a mis dieciocho años no me había gustado jamás un chico lo suficiente como salir con él, sonreí para mis adentros, debía de ser algo lindo, parecían reír, la chica era más pequeña y levantaba la cabeza para decirle algo con un brillo tan intenso, lleno de amor, parecía algo intimo por lo que sentí que estaba mal mirarlos y aparte rápidamente la mirada.

Me debatía internamente si contarle lo ocurrido ese día a Soria, no era necesario preocuparla más, pero como iba a ocultarle aquello, a veces creía que ella podía leer las mentes, se me escapo una risa al pensar aquello, tenía buena imaginación.

Escuche el ruido de una moto y esta a su vez se detuvo a mi lado, di un respingo y pensé que me robarían, el chico levanto su casco y lo primo que mire fue sus ojos de color miel tan brillante que parecían pequeños solecitos en su cara.

¿Te llevo a algún lado?- sonreía igual que antes.

No, estoy bien gracias.- le dije tajante.

Siento mucho haberte dejado así hace un rato en la tienda, he pensado que te estaba molestando así que preferí dejarte sola, y ahora te he visto y decidí disculparme- parecía realmente arrepentido. La voz de Soria vino a mi mente.

Gracias pero estoy bien, de veras- y empecé a caminar, había avanzado solo unos pasos cuando escuche nuevamente aquel ronroneo en mi cabeza, esta vez el ronroneo se convirtió en risa, me gire bruscamente aterrorizada, Jackson me miraba con expresión seria.

¿Has cambiado de parecer?- pregunto esperanzado.

Dime que has escuchado eso- fue lo que pronuncie y rápidamente me lleve las manos a la boca, si seguía así la gente terminaría creyendo que perdí la cordura, era evidente que solo yo escuchaba esas voces. Se bajó de la moto a una velocidad impresionante y me alcanzo al tiempo que me estaba cayendo, no me había dado cuenta que gracias al terror que sentía había perdido la fuerza de mi cuerpo. Me sujeto gentil mente con una mano en mi espalda y otra en mi brazo, me miraba con expresión alarmada.

Te llevare al hospital- dijo guiándome con cuidado hacia la moto, proteste recobrando la compostura y soltándome de su agarre, lo vi fruncir el ceño pero no dijo nada, solo me miraba de la cabeza a los pies intensamente, me abrace, incomoda por la situación, él pareció entenderlo bastante bien porque suspiro y se subió otra vez a su moto.

está bien, perdón por asustarte- en sus voz había un mínimo de dolor cuando dijo esas palabras, pero antes de que bajara su casco en sus ojos vi diversión.

Vi la moto alejarse rápidamente y las lágrimas empezaron a llenar mis ojos, ocurriría de nuevo me pregunte en el interior, tendría un problema interno en mi memoria y así como la había perdido en una ocasión cuando era una chiquilla ahora me estaba enloqueciendo. Doblaba la esquina de la casa, iba tan distraída que no vi a Soria hasta que estuvo en frente de mí

Ya iba a buscarte- dijo aquello con voz alarmada lo cual me trajo a la realidad.

- ¿Qué ha sucedido?- mi voz me delato, mi amiga abrió mucho los ojos.

Has estado llorando- no era una pregunta por su puesto ya lo había pillado.

estoy bien- le dije, me estaba cansado de repetir esa palabra y esta vez salió con amargura, Soria retrocedió ante esto y solo se hizo a un lado haciendo gesto con la cabeza para que siguiera caminando, suspire y pase a su lado sin mirarla, me dolía pensar que la había herido pero yo ya no tenía ganas de hablar nada, caminamos en silencio hasta la casa.

Te guarde cena- dijo la africana sin ningún atisbo de resentimiento en su voz.

Gracias no comeré- sabía que esto lo empeoraría todo pero no creía poder comer algo, necesitaba descansar y esperar que mi mente se acomodara. Ella solo asintió, me sorprendió que no me reprendiera, a veces actuaba como una mamá.

Entre a mi cuarto y me tumbe en la cama boca abajo. Me dije a mi misma que no lloraría, que todo estaba bien con mi cabeza, que solo era cansancio. No me quedo dormida así que desidia bañarme, tal vez el agua fría me ayudaría, estuve un tiempo realmente largo debajo de la regadera hasta que empecé a sentir el relajamiento, me envolví en la toalla y así mismo me fui a la cama y me quede dormida.

Esa noche así como la noche que la precedió, soñé con él, me llamaba con la misma voz que había oído en mi cabeza.

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