Mara se sentó en el frío suelo del portal sujetándose la cabeza con las manos.
— No lo es... ahora vete y no vuelvas nunca. — respondió sollozando.
Él no pudo evitar sentirse como una m****a al verla llorar así. Se sentó a su lado y la abrazó intentando consolarla pero Mara volvió a apartarlo. Sabía que tenerlo cerca era peligroso y eso le hacía casi imposible resistirse al deseo que sentía por él.
— Los años no nos han tratado bien a ninguno de los dos. Sé que tu madre no está bien y Alice me ha dicho que los gastos médicos son enormes.... —
— Alice es una bocazas
— Ella sólo está tratando de ayudar ... ya sabes, estos son tiempos difíciles para mí también. —
— Escuché algunos susurros sobre eso. —
— Tal vez podamos ayudarnos mutuamente... —, propuso con aire misterioso.
Mara alzó las cejas.
— Creo que he sido bastante clara... y... —
— Espera, espera... Escúchame primero. No es lo que piensas, luego si quieres puedes volver a ignorarme de por vida. —
Ella le miró en silencio dudando de sus intenciones.
—Mi padre murió hace poco...—
Mara apretó los labios y apartó la mirada cuando le oyó mencionarlo.
—Dejó más deudas de las que jamás podría imaginar y un férreo testamento en torno a los fondos de la familia. En conclusión, estoy hasta el cuello y no puedo acceder ni a un céntimo de su fortuna hasta que me case. —
— ¡Wao! ¡Qué sarta de tonterías! —respondió Mara asombrada.
— La cuestión es que si aceptas convertirte en mi esposa, por fin podría acceder a mi patrimonio y pagarte una generosa suma, además de hacerme cargo de todos los gastos de los tratamientos médicos de tu madre. —Mara se quedó sin habla. Por un momento la propuesta le estrujó el corazón y le pareció un sueño hecho realidad. Se casaría con el padre de su hijo, el hombre que hacía latir su corazón, pero poco a poco se convirtió en la imagen de pesadilla de lo que realmente sería vivir con lo que más amaba sin poder tenerlo nunca.
—¡No! ¡Estás loco!—, replicó poniéndose de pie de repente. — Ok... ok — le respondió alejándose con las manos en alto al ver su exagerada reacción. — Mira, no es ningún secreto que te sigo queriendo y saber que has tenido un hijo con otra persona me ha dolido mucho, pero estoy dispuesto a dejar a un lado todos mis sentimientos para que podamos seguir adelante y nunca haré nada que tú no quieras... así que piénsalo y pregúntate si puedes dejar pasar esta oportunidad... tú me conoces mejor que nadie... pregúntate si estoy mintiendo. —Volvió a su coche caminando por la hierba mojada por el rocío de la madrugada y la miró por última vez a través de la ventanilla soplándole un beso con la mano antes de arrancar el coche.
Mara borró completamente la idea de su mente sabiendo que no sería apropiado ni fácil para ella vivir con él y que muy probablemente caería bajo su hechizo y sucumbiría bajo su cuerpo al dormir en la misma cama. No obstante se quedó un rato hasta el amanecer sentada en el porche, acariciándose los labios y recordando aquel último beso.
Pasaron casi dos semanas. Dairon se dio por vencido y mirando a través de la ventana de su despacho empezó a imaginar a quien podría proponerle un matrimonio por conveniencia, para de una vez y por todas acceder al dinero de su padre.Su secretaria, agitada, entró de repente anunciando que había una chica en el vestíbulo armando un gran alboroto y exigiendo verle inmediatamente.
Nunca imaginó que sería Mara la que entraría por la puerta cuando aceptó reunirse con la misteriosa mujer. Se levantó asombrado y no pudo ocultar la felicidad en su rostro. — Tenemos que hablar . — le dijo ella .— Por supuesto. —Él aceptó encantado.
Fue sólo cuando ella se acercó a él que se dio cuenta de los ojos curiosos que se escondían detrás de su falda.
—Hola... — dijo acercándose al niño asustado. —¿Cómo te llamas?El niño no contestó.
—Felix. —dijo Mara acariciando la cabeza del pequeño.
—Hola Félix, ¿te gusta el chocolate?—
El niño asintió.
— Bueno, te cuento un secreto, Felicity, la señora rubia de la puerta puede llevarte a donde guardo todas mis golosinas y puedes comer todas las que quieras. —
Félix miró a su madre y ella asintió sonriendo. Dairon le cogió de la mano y le llevó hasta el escritorio de la secretaria.
Al verlos alejarse de la mano, Mara se sintió conmovida y tuvo que contenerse para no derramar una lágrima. La noche anterior se había encontrado, por primera vez en su vida, sin nada que darle de cenar a su hijito y había tenido que mandarlo a la cama con sólo un vaso de leche en el estómago.
— Tú dirás. — dijo Dairon al volver y sentarse seductoramente en el extremo de su escritorio con las manos cruzadas sobre su entrepierna.— Acepto. —
—¿Aceptas? —preguntó haciéndose el tonto.
—Me casaré contigo. —
— Parece que vas a un velatorio en vez de a una boda. — intentó bromear el joven nervioso.
—En primer lugar, tenemos que dejar claras mis condiciones. —
— Te escucho... — respondió mordiéndose el labio para ocultar la sonrisa. Estaba eufórico y albergaba la enorme esperanza de poder recuperarla una vez que la tuviera bajo su techo.
— Quiero dejarte muy claro que nunca volveremos a ser pareja.... —
Mara no era capaz de mirarle a los ojos mientras hablaba y en su lugar jugaba con sus dedos, lo que restaba seriedad a sus argumentos y aumentaba las esperanzas de Dairon.
— Por supuesto que el sexo queda fuera del trato... no podrás ponerme una mano encima y nunca compartiremos la cama. —
Un silencio incómodo los rodeó a ambos. Dairon se levantó y se acercó a la silla donde estaba sentada Mara. Podía sentir el calor de su cuerpo circulando a su alrededor y la sangre empezó a hervirle en las venas mientras un montón de mariposas le revoloteaban en el estómago.— Organizaré todo lo antes posible y me encargaré de que trasladen a tu madre a una clínica de inmediato. —
— Muchas gracias. —Mara contestó y se levantó alisándose la falda del vestido.Estaba tensa, ni siquiera levantaba la vista del suelo, y su respiración se entrecortaba al sentirle tan cerca de ella una vez más.
Félix corrió hacia ella con las manos llenas de caramelos y la boca repleta de chocolate. Sonriendo y haciéndola a ella reír . — No te preocupes pequeño... Enviaré a alguien esta tarde con una caja llena de golosinas y comida para ti... y mamá. —murmuró Dairon. Mara, de espaldas a él, no pudo contener las lágrimas.La boda fue el acontecimiento más anunciado de todo el pueblo. Prestigiosos hombres de negocios venían de todo el país para honrar la memoria de su difunto amigo asistiendo a la boda de su hijo. Mara estaba preciosa vestida de blanco y cuando Dairon la vio caminar hacia el altar supo que haría lo que fuera para librarse del hombre que la había separado de él.Entre los presentes Mara no pudo encontrar ni a un solo pariente más y en su mente no dejaba de repetir una y otra vez las palabras de su amiga cuando la llamó para darle la noticia. —¡Estás loca! Esto es una completa indecencia, ni siquiera puedes decirle que es su hijo, pero puedes casarte con él por su dinero. M
El grito agudo que rebotó en la mansión la arrancó del sueño pesado que la envolvía. — ¡ Felix ! — gimió sentándose en la cama con el corazón acelerado. — ¿ Qué ha pasado? — preguntó al llegar a la puerta de la habitación del pequeño. — Shh. — él le hizo señas llevándose el dedo índice a los labios,mientras abrazaba al niño canturreandole despacio. Mara esperó afuera de mala gana, escuchando como el canto se desvanecía en el silencio absoluto. — Solo ha sido un mal sueño. — le dijo entrecerrando la pùerta para que dejar un rayo de luz. — No tienes asunto alguno en venir aquí en el medio de la noche. — ¿ Ah no? — protestó Dairon insultado. — No, y mucho menos apestando awhisky. Yo soy su madre, yo debo cuidar de él. Tu eres solo... — Mara calló de golpe. — ¿ Solo qué ?! Vamos, termina la frase! — gritó Dairon herido profundamente. Mara bajó la vista al suelo. — Solo soy tu esposo... solo un desconocido... solo el hombre que lo está criando.... solo el hombre que t
No supo con exactitud lo que había ocurrido, pero el cambio en Dairon era imposible de negar. El luto, el funeral y todas las dolorosas cuestiones que rodeaban a la muerte la mantuvieron ocupada durante algunos días. — Aun me parece mentira, como si fuese un mal sueño del que voy a despertar en cualquier momento. Una pesadilla vívida... demasiado vívida. — suspiró déjandose caer al lado de Dairon en el sofá. — Todos los recuerdos de mi infancia inundan mi mente y una avalancha de sentimientos incontrolables me domina. Creo que nunca me he sentido tan perdida... — Se abrazó a su cuello, buscando por primera vez en mucho tiempo el alivio de su cálido abrazo. Dairon se puso de pie con el rostro transformado por el asco. — ¿ Estás bien? — preguntó Mara extrañada por su comportamiento frío. — ¿ Cómo puedes pretender que nada ha pasado? — ¿De qué hablas? — frunció el ceño confundida. — ¿ Cómo has podido hacerme esto ? — ¿ De qué hablas ? — tomó su mano, él se la arranc
— Me das asco. ¡Estás enferma! No quiero verte nunca más . — Fueron las últimas palabras de Dairon, ante la mirada perpleja de Mara, que lloraba desconsolada. Quería odiarla, borrarla para siempre de su mente, pero no lo conseguía. Solo en su cama, fantaseaba con el calor de su piel; mientras libraba en su interior la peor de las batallas. Su corazón se había convertido en su peor enemigo. — Nunca pensé que pudiese ocurrir esto...— Sollozaba Mara acurrucada en el regazo de su mejor amiga. — ¿ Cómo puedes decir eso ? — protestó Alice. Mara alzó la cabeza, limpiándose las lágrimas. — Tenías que saber que esto no podía terminar bien. — añadió Alice, intentando esconder su desprecio hacia la decisiones de su amiga. — No soy ilusa, Alice. Siempre supe que corría el riesgo de perderlo para siempre, y que todo lo que rodea a este sentimiento que no consigo arrancar de mi pecho es una aberración, pero... — rompió en llanto. Alice la abrazó estrechándola en su pecho. — No vale la
— Es el chisme de milenio. —¿Que dices? ¡No me lo creo! — Pues créelo. No te miento amiga, cómo lo oyes… lo vieron salir, casi cayéndose del nuevo club ese que abrio en la calle principal. — ¿Ese que me contaste de las bailarinas exóticas? — Si… un antro de perdición…lleno de mujerzuelas de la gran ciudad. — Pero no sabía que además de ser el dueño, lo frecuentaba. — Dicen que prácticamente vive allí. Que ha nombrado un sustituto temporal en su empresa para ocuparse por completo de su nueva inversión y se la pasa borracho y drogado persiguiendo a las prostitutas desde el repentino divorcio. —Shhh .. baja la voz. — dijo la señora canosa a su amiga al advertir la vista curiosa de Alice, demasiado interesada en su conversación . — No es un secreto… toda la ciudad lo sabe, Dairon se ha vuelto loco… — acotó la segunda decidida a enterrar la conversación regalando el nombre del personaje aludido, mientras se subía a un taxi a la salida del pequeño aeropuerto. Alice sintió lást
— Alice, por favor, abréme... sé que estás allí adentro. — Dairon hablaba con la puerta cerrada, intentando llegar a la chica que sabía había agaraviado gravemente la noche anterior. — Venga, dame la oportunidad de disculparme contigo... te he traído un regalo. Alice lo escuchaba, de pie al borde de las escaleras, aun con su camisón de dormir. Se volvió dispuesta a regresar a la cama, ignorando el llamado de Dairon. Prefería lamentarse otro par de horas por ser increíblemente estúpida al creer que sus amoríos infantiles podrían realizarse, que tener que mirar la lástima en los ojos del magnate; pero un crujido caprichoso de la madera bajo sus pies la delató y su sentido de la educación formal la obligó a abrir la puerta. — ¡Vaya! Perdona si te he despertado. No atino una. — Se lamentó Dairon. — Llevas la misma ropa de anoche... — Aún no me he ido a casa. — Ya veo. — Alice mantenía la puerta entreabierta, sin dejarlo entrar. — Alice, perdóname. Estaba fuera de mí, no quiero que
En el tenue fulgor dorado de las cálidas luces, Alice parecía brillar. Casi no conseguía contener la sonrisa. La felicidad la inundaba a tal punto que no conseguía ver la magia del momento era diferente para Dairon. — Has vivido una existencia maravillosa, Alice, y de manera tan callada, que creo que pocas personas conocen tus logros. — — La arqueología, contrario a lo que se cree, no es un campo muy glamuroso. Nos pasamos la vida entre ruinas y polvo. — Has visto los restos de las grandes civilizaciones, estudiado las culturas más impresionantes. ¡Cómo te envidio!— Pero lo he hecho todo sola.— Una gota de angustia tiñó de azul profundo la mirada antes entusiasmada de Alice. — Nunca te he conocido un novio. ¿ Te puedo ser sincero? — Lo prefiero ante todo.— Siempre pensé que eras lesbiana. Alice se atragantó con el sorbo de vino que pasaba por su garganta. — Sí. — Reafirmo Dairon abochornado. — Pensaba que estabas enamorada de Mara, en secreto. — ¡Madre mía! — exclamó ella,
A veces el silencio es respuesta por sí solo. Las palabras no logran expresar lo que un silencio consigue y Mara supo bien lo que significaba el de Dairon. Con el teléfono aún en la mano intentaba contener las lágrimas. La vibración la hizo volver la vista hacia la pantalla. En el mismo segundo sintió alivio y desilusion. Pensó que era él llamándola de vuelta, pero era solo su jefe. — Mara...¿ me escuchas? — Sí, dígame señor Vásquez... — Necesito que vayas a la oficina. Al parecer ha ocurrido un error con los envíos y tu eres quien maneja todas las facturas y la información de los clientes. — Pero, es imposible. Ya son pasadas las once yo... — Esto no puede ocurrir y en su descripción de trabajo decía que tenía que estar disponible las veinticuatro horas. — Pero mi hijo... no puedo sacarlo de la cama. — Su vida privada no es mi preocupación, o se presenta de inmediato en la oficina y arregla el error que cometió o puede considerarse despedida. — No, por favor. Necesito