Punto de vista de Blake
Los ojos de Amy se abrieron de par en par, y un jadeo se quedó suspendido en el aire cuando Gilbert volteó a verme y su rostro palideció.
Sus cuerpos desnudos, el aroma a se.xo impregnado en el cuarto, y que me decía que no llevaban simples cinco minutos en eso… los zafiros de mi hermano, de la sangre de mi sangre, brillando con temor y satisfacción a partes iguales.
Tragué con dureza, y la blancura en mis pensamientos se extendió.
—¡¿Cómo pudiste?! —bramé y fulminé a Amy con la mirada.
Sus labios temblaron, y el cielo se le vino encima.
—¡Blake, no es…!
—¡Cállate, no quiero escucharte! —grité.
Di dos pasos largos hacia la cama y tomé a Gilbert por el hombro y lo empujé hacia atrás hasta casi hacerlo caer.
—¡Quítate! —espeté y lo atravesé con la vista.
—¡Oye, qué te pa…!
—¡Cállate!
Sentí mis sienes latir, y las náuseas me revolvieron el estómago con fuerza. Le puse una mano en el pecho y lo eché lejos.
—¡Lárgate de mi casa, me las arreglaré contigo más tarde!
Gilbert se paró en seco y, quizás dándose cuenta de que estaba furioso, asintió con la cabeza y comenzó a agarrar su ropa, desparramada por todas partes.
El llanto de Colin se agudizó, y escuché a Ryan consolarlo y dar unos pasos al pasillo, pero me centré en Amy, que se cubrió con las sábanas a pesar de que yo conocía su cuerpo a la perfección.
Unos segundos después, mi hermano salió casi corriendo del cuarto, y resoplé; en ese momento, el pecho se me apretó, y las ganas de vomitar solo crecieron.
—Amy… ¿por qué hiciste esto…?
Ella apretó los labios.
—Blake, yo… —Se quedó en silencio por unos segundos—. Esto no es…
—¿Desde cuándo? —espeté con dureza.
Mantuve una distancia entre nosotros porque, si me acercaba más, probablemente perdería los estribos y la clase y terminaría por abofetearla, o algo peor…
Yo no era el criminal aquí, y no quería serlo.
—No, no tienes que…
—¡¿Desde cuándo, Amanda?!
La castaña tragó entero ante mi mirar decisivo y sopló.
—Hace… cuatro años…
Me quedé boquiabierto, y mis brazos solo cayeron a los lados. Por un instante, cada espacio de mi cuerpo se quedó sin fuerzas y solo permaneció mi cerebro, que hizo una cuenta sencilla de dos más dos.
—Tú y yo nos casamos hace cinco años y medio, Amanda… —Tuve que hacer una pausa para poder controlar el vacío en mi voz, y soplé.
Me mojé los labios y respiré hondo un par de veces antes de continuar:
—¿Colin de verdad es mi hijo?
El arrepentimiento, la sorpresa y el dolor pintaron su rostro, y la vi bajar la cabeza a las sábanas. El llanto de Colin fue lo único que escuché por largos segundos, en los que la tensión solo creció y evolucionó.
Di un paso al frente.
—¡Dime!
—¡No lo sé! ¡No lo sé…! ¡No lo sé…!
Su revelación heló mi cuerpo, y por un momento tuve unas terribles ganas de llorar, tanto que las lágrimas se agolparon en mis ojos y comenzaron a quemarlos como ácido, pero las retuve, las suprimí tanto como pude.
Apreté los labios, y el corazón en mi pecho repiqueteó con ferocidad. De un momento a otro, la cabeza, que se encontraba en blanco, se llenó de furia, confusión, dolor y una gran ira que amenazaba con explotar en cualquier momento.
No podía quedarme aquí, no en estas circunstancias.
La miré de arriba abajo y resoplé. Estaba seguro de que esperaba que le dijera otra cosa, que le siguiera gritando o algo así, porque apretó las sábanas contra su cuerpo, pero no… no haría eso, pues sabía cómo terminaría.
Y no deseaba golpear a la mujer que amaba.
Solté una exhalación fuerte y apreté los puños, giré y caminé hasta mi vestidor, abrí la puerta, busqué una maleta y comencé a tirarle mi ropa, zapatos, corbatas… todo lo que se me aparecía delante; abrí las gavetas y saqué camisetas, ropa interior y más.
—¡¿Qué estás haciendo?! —chilló Amy y vino tras de mí, me agarró por un hombro y trató de darme la vuelta—. ¡Hablemos, por favor! ¡No tienes que hacer esto!
Me quité su agarre de encima y cerré la maleta.
—No estoy de humor para hablar —dije con crudeza y me la quedé viendo un par de segundos.
La furia seguía allí, y mi esposa dio cuenta de eso, porque se quedó callada.
—Y vístete… Ryan y tu hijo están aquí, no des más vergüenza.
La vi abrir los ojos, como que por fin se fue dando cuenta de lo que sucedía, y corrió por su ropa en lo que yo salí del cuarto.
Dejé la maleta en el pasillo y fui hasta la habitación de Colin, de la que saqué su pañalera y llené un bolso de viaje con su ropa, pañales y todos los elementos de primera necesidad que requería.
—Ryan, ¿puedes tomar por mí los biberones de Colin que están en la cocina, por favor?
Él me miró, y distinguí la sorpresa en sus orbes, pero asintió con la cabeza y, con mi hijo en brazos, bajó con cuidado las escaleras, en lo que yo dejé las maletas al pie.
—Blake… ¡¿Qué estás haciendo?!
Escuché a Amanda desde la puerta cuando iba a medio camino con las pertenencias de Colin.
—Me voy, ¿no es obvio? Si me quedo aquí más tiempo, probablemente cometa un error y esta m****a se convierta en una desgracia —brame furibundo y sentí la garganta ácida.
—Pero… ¿Te llevarás a Colin?
Su vocecita de víctima caló en mí con asco, y un temblor nauseabundo me llenó el cuerpo. Volví a subir las escaleras para bajar mi maleta y, tras tomarla, la miré y dije con firmeza:
—Sí, me lo llevo. ¿Qué crees que hiciste aquí? Colin lloraba abajo, solo y quién sabe desde cuándo, mientras tú te revolcabas en mi cuarto con el maldito de mi hermano… Créeme que si apelarás a tus derechos de madre, tengo mucho más a mi favor. No hay forma de que deje a mi hijo contigo.
—¡No puedes! ¡Es mi hijo, tu ni siquiera…!
Apreté las mandíbulas ante su insinuación y, antes de que continuara, espeté:
—¡¿Qué?! ¡¿Ni siquiera sé si soy su padre?, ¿es eso lo que quieres decir?! Eres una sinvergüenza…
La miré de arriba abajo con desprecio, y la pena pintó sus facciones, lo que poco me importó. Bajé las escaleras y vi a Ryan, cuyo rostro reflejaba la sorpresa del momento, con el niño en un brazo y sus cosas en el otro.
—Ryan… ¿Crees que puedas llevarme a un hotel, por favor? Y disculpa todo esto…
—Claro… —musitó él.
Tiré la vista hacia arriba, desde donde venía Amy, trastabillando.
—¡No te lleves a mi hijo, no tienes derecho! —se quejó.
—Es mi hijo hasta que una prueba de ADN diga lo contrario, y me lo llevo a dónde me dé la gana —dije y, sin importarme nada más, trasladé mis cosas hasta la puerta.
La castaña siguió gritando y se me tiró encima cuando casi llegaba al auto de Ryan; quien corrió bajo la lluvia para dejar al pequeño en el asiento trasero y se apresuró a abrir el baúl, absorto a la discusión.
—¡Aun así, no puedes hacer lo que te dé la gana!
Sus ojos me destruyeron, o eso quiso hacer, pero chasqué con la lengua y la encaré.
—¿Y tú sí te puedes revolcar con mi hermano, en mi casa, en mi cama, desde hace cuatro años, desatendiendo a mi hijo? ¡No me jodas, Amanda! Déjame en paz por esta noche, y te sugiero que saques tus cosas para la mañana.
Ryan se detuvo a mi lado y tomó la maleta que tenía, le dedicó un breve mirar dudoso a la castaña y siguió en lo suyo.
—¿Qué quieres decir?
—Enviaré a mis abogados mañana y espero que no estés aquí. Esta es la casa de Colin, pero no la tuya —sentencié.
Se quedó boquiabierta y cayó a llorar en la entrada. Me di la vuelta y llegué al auto, donde Ryan y un curioso Colin me esperaban, listos para irnos.
Entré en la parte trasera y tomé a mi hijo en brazos, pues el otro no tenía asiento para bebés, así que debía acompañarlo y, al arrancar el auto, dejando a una Amanda casi agonizando, resoplé.
Fijé la mirada en mis piernas, y dudé de mí mismo por largos segundos.
—Los llevaré a mi casa, ¿sí?
Escuché la voz de Ryan y subí la vista de golpe.
—Pero…
—No digas nada, no te dejaré en un hotel. Eres mi hermano, y mi casa es tu casa. No aceptaré un no por respuesta.
Espiré con fuerza y no le dije nada, tan solo tomé a mi pequeño en brazos, lo acuné contra mi pecho y miré al techo, en medio del ruido del aguacero, sintiendo que toda la m****a del mundo me caía en la cabeza.
Punto de vista de BlakeLa «casa» de Ryan era un departamento nuevo en las Royal Towers, en el centro de San Francisco. Luego de una turbulenta relación de tres años, y de estar a punto de casarse, entre todo esto que había pasado, me acababa de enterar que él y Libi tenían problemas.La cabeza me latía con fuerza al bajar del auto con un medio dormido Colin en brazos; me tercié la pañalera, y el vigilante del estacionamiento vino a ayudarnos al darse cuenta de que traíamos equipaje. Ryan se llevó mi maleta, y este hombre el bolso con las cosas de mi hijo.Al entrar al ascensor, acomodé a Colin contra mi pecho y resoplé. Las ganas de vomitar se agudizaron y, a pesar de que sentí los ojos del rubio sobre mí, permanecí en silencio hasta que la puerta se abrió.Quería ir a dormir, despertar y que todo fuera un maldito sueño, eso deseaba la pequeña parte de mí que pensaba que esto de verdad estaba sucediendo… porque el resto de mi ser no se lo terminaba de creer.—Vamos —murmuró el dueño
Punto de vista de BlakeTras largos minutos de hundirme en la mierda que me cayó encima, respiré hondo y me separé de Ryan, quien me miraba preocupado y consternado. Quizás él tampoco podía creer que todo esto, que salió de la nada, fuese real.—¿Estás mejor? —preguntó.Asentí con la cabeza y dije muy bajo:—Sí… creo que me hizo bien llorar, pero… —Resoplé.—Está bien, tienes que salir de la sorpresa, esto no es fácil, no es simple. ¿Te gustaría beber algo?, ¿quizás un whisky o una cerveza?Exhalé con fuerza y lo pensé por unos segundos. No me gustaba ahogar las penas en licor, pero, honestamente…—Un whisky, pero solo uno… —Sonreí apenas.Él asintió y se levantó, en tanto yo tomé mi teléfono y marqué el número de Oli, Oliver Kim, mi asistente, un chico coreano a quien conocía desde hacía años, y al que le encargué entrenar allá por un tiempo para traerlo a la casa matriz de la empresa. Tenía planes para él en el futuro, sí señor.—Hola, señor Maier, ¿qué sucede?Su voz era tranquila
Punto de vista de RyanNo les voy a mentir… se hicieron las seis de la mañana y, cuando mi despertador sonó, pensé que todo había sido un mal sueño; sin embargo, poco a poco, los sucesos de la tarde anterior me embargaron y llenaron de un profundo pesar.¿Cómo esa mujer pudo hacerle eso a Blake?Sin levantarme, tomé el teléfono y llamé a Morgan, mi asistente. Sabía que ella salía de la cama temprano para regar sus plantas y todo eso, así que no temí despertarla. Apenas me contestó, solté:—Necesito que canceles mis compromisos de hoy y mañana… o de los próximos días, no lo sé…—¡Señor Daft, ¿qué está diciendo?! —espetó ella, alarmada—. ¡Estamos en medio de las firmas y…!—Ya lo sé, Morgan, y créeme que no te estaría ordenando esto si no fuese importante. Algo pasó y requiere toda mi atención, es importante y no puedo dejarlo de lado, no es tan simple… Voy a necesitar dos o tres días, así que reprográmalos. Respecto a las firmas, si el equipo lo hace bien, solo tráeme los documentos y
Punto de vista de Blake¿Debería pensar en el divorcio como mi única salida? ¿Qué les diría a mis padres?, ¿que mi amada esposa me engañó con su flamante manzana de la discordia?Apenas habían pasado veinticuatro horas, pero el mundo seguía sobre mis hombros, fuerte y duro, molesto y sofocante.La sociedad, mi familia, el ruido de mis propios sentimientos apretando mi pecho, cosquilleando como sarna molesta…Mientras mis ojos detallaban el contrato que Amy y yo firmamos antes de casarnos, me preguntaba si era lo correcto, si no debería darle otra oportunidad. Después de todo, era la mujer a la que amaba, ¿no?A lo largo del día, hice arreglos para que la llevaran a un hotel, quién sabe si se revolcaría con Gilbert ahí también, pero… ¿acaso eso tenía que importarme ahora? ¿Cómo debía reaccionar? ¿Qué haría?¿Tenía que ser el esposo herido que se moría por dentro porque la mujer a la que amaba lo engañó?, ¿o el sujeto frío y calculador que deseaba cortar esto de raíz y seguir con su vid
Punto de vista de BlakeSentía que explotaría y volaría hacia el espacio en un segundo; la cabeza me palpitaba con ferocidad, al igual que las manos, y resoplé al entrar al ascensor y subir un piso, para terminar en la azotea.Al salir, tomé una escalerilla y abrí la puerta, para encontrarme con el frío aire del exterior, que golpeó contra mi cuerpo con ferocidad. Metí las manos en mis bolsillos y contemplé las nubes.Desde el techo de la doceava planta, la vista de la ciudad era preciosa incluso con este clima, pero yo solo quería caminar al borde y lanzarme. Un cosquilleo me recorrió de pies a cabeza y solté un fuerte resoplido, cerré los ojos por un par de segundos y traté de calmarme.La mano con la que golpeé a Gilbert me latía, pero necesitaba dejarlo ir por ahora, pues se suponía que estaba en el trabajo, que era el jefe…Volví a respirar hondo y tragué.Escuché la puerta de la azotea abrirse, y alguien se detuvo tras de mí; sus pasos fueron ligeros, y permaneció a una distanci
Punto de vista de BlakeMis compromisos restantes de la tarde se postergaron gracias a un retraso en un vuelo de parte del presidente de uno de mis socios comerciales, por lo que terminé por ir a buscar a Colin a la guardería a eso de las cinco, y los dos nos fuimos juntos a la casa de Ryan para recoger nuestras cosas.Faltaban cuatro días, lo tenía más que apuntado, para saber si mi pequeñito era realmente mío, o si Amy también jugó conmigo en eso… Debía verla antes de que ese día llegara y lo sabía, pero… ¿de verdad podría enfrentarla?¿Qué sentía por ella ahora mismo?La amaba, claro que sí, la amaba como nunca amé a ninguna mujer, porque en realidad fue la primera chica de la que me enamoré con todas sus letras, a pesar de que lo nuestro no fue como en las películas, esa tontería del amor a primera vista; sin embargo, ¿qué gané con eso?Ser tratado como basura, así de simple. Y ahora pagaba mis errores.Una media hora después de que llegamos, escuché la puerta abrirse, y el chilli
Punto de vista de Ryan¿Qué mierda había hecho?El pasmo en el rostro de Blake, su confusión, sus dudas y dolor…Después de un momento fugaz de falsa valentía, de cumplir un anhelo egoísta de mi juventud, tan solo observé a ese hombre grande, normalmente seguro y recio, tal cual un niño perdido con ojos en blanco y sin saber qué hacer.Lo vi marcharse, y fui incapaz de decir ni media palabra hasta que escuché, en el fondo, el ruido del ascensor abrirse y cerrarse.—Yo… —musité, pero no pude emitir nada más.Resoplé con fuerza y comencé a dar vueltas alrededor del área que separaba la sala de la cocina, me llevé las manos a la cabeza y removí mis cabellos, y llegué hasta el sofá, donde caí de sentón.El calor fue succionado de mi cuerpo como por obra de un vampiro, y el estómago me pegó un vuelco. Una arcada se quedó prensada en mi pecho y comencé a sudar frío.No tenía que haber hecho eso, lo sabía, mi cerebro me dijo mil veces que solo lo aguantara, que Blake estaba molesto, que él a
Punto de vista de BlakeLa casa se encontraba vacía, tal como lo ordené.Cambié a un Colin adormilado y lo recosté en su cama, donde se durmió casi al instante. Lo notaba cansado, quizás porque se divirtió mucho hoy en la guardería, pero me gustaba ese lado suyo de Bello Durmiente.Caminé por todo el lugar y, tras dejar la maleta en mi habitación, abrí el vestidor y descubrí que las pertenencias de Amy ya no estaban. Se me apretó el pecho y giré: la mesa de noche, la cómoda, el tocador… no quedaba nada suyo allí, salvo una sola cosa, que yacía curiosa sobre un papel claro.Me acerqué y leí las palabras «Lo siento, ¿podemos hablar como se debe?» en la pequeña hoja y, al abrir la caja, descubrí el anillo con el que le había pedido matrimonio, aunque no vi la alianza por ninguna parte.Respiré hondo y, de repente, fue como si todo se me viniera encima.Las piernas me fallaron y, antes de darme cuenta, caí de rodillas al suelo, y tuve que poner las manos para no irme de boca y romperme la