Punto de vista de Blake
¿Debería pensar en el divorcio como mi única salida? ¿Qué les diría a mis padres?, ¿que mi amada esposa me engañó con su flamante manzana de la discordia?
Apenas habían pasado veinticuatro horas, pero el mundo seguía sobre mis hombros, fuerte y duro, molesto y sofocante.
La sociedad, mi familia, el ruido de mis propios sentimientos apretando mi pecho, cosquilleando como sarna molesta…
Mientras mis ojos detallaban el contrato que Amy y yo firmamos antes de casarnos, me preguntaba si era lo correcto, si no debería darle otra oportunidad. Después de todo, era la mujer a la que amaba, ¿no?
A lo largo del día, hice arreglos para que la llevaran a un hotel, quién sabe si se revolcaría con Gilbert ahí también, pero… ¿acaso eso tenía que importarme ahora? ¿Cómo debía reaccionar? ¿Qué haría?
¿Tenía que ser el esposo herido que se moría por dentro porque la mujer a la que amaba lo engañó?, ¿o el sujeto frío y calculador que deseaba cortar esto de raíz y seguir con su vida?
Honestamente, ¿era sano que tuviera ese segundo pensamiento después de apenas un día? Incluso yo sentía que era oportunista y torpe, como si solo esperara la oportunidad para dejarlo ir todo sin ser responsable.
Era extraño, y me hacía sentir vacío.
Tal como recordaba, el contrato estipulaba que, en caso de infidelidad comprobable de su parte, Amy no recibiría ni un dólar de mi parte y que, en caso de tener hijos, yo me quedaría con su custodia completa.
Jamás esperé tener que usar esa cláusula alguna vez, pero Logan había tenido razón en colocarla «solo por si acaso» seis años atrás.
Resoplé y me removí el cabello. Sentado en el sofá en la casa de Ryan, sabía que él y mi abogado me veían con atención. Todavía debía esperar una semana por los resultados de la prueba para saber si esto sería aplicable.
Dejé los papeles sobre mi regazo y eché la cabeza hacia atrás, resoplé con fuerza y solo miré la blancura brillante del yeso.
—¿Vas a proceder con su aplicación? —preguntó Logan.
En la mesa estaba el bosquejo de la solicitud de divorcio, pero…
—No lo sé… no lo sé —murmuré.
Colin veía televisión en la habitación con la puerta abierta, y no pude evitar estremecerme al escuchar sus risas.
—Necesito unos días y… aclarar las cosas con Gilbert.
No pude verlo, pero mis dos amigos se miraron con dudas y preocupación, y guardaron silencio.
Unos momentos después, tomé a tientas mi teléfono, busqué un contacto y pulsé para llamar. El tono sonó cuatro veces, y supe que la persona al otro lado reflexionaba si debía contestar o no, pero, justo cuando el quinto tono terminó, descolgaron.
El sonido de la estática fue lo único que se escuchó por largos segundos.
—Quiero que vayas mañana a mi oficina, a primera hora. Necesito hablar contigo, de hombre a hombre y sin trucos —dije con cierta dureza.
Al otro lado, escuché un resoplido, y la voz ronca de Gilbert me contestó:
—Está bien, ahí estaré.
—Perfecto, voy a colgar —comenté y, sin más, colgué.
Dejé el celular a un lado y me incorporé, miré a los dos hombres frente a mí, y dije con toda la sinceridad del mundo:
—Si algún día desaparezco, o me pasa algo que me haga imposible contárselos… tengan por seguro que fue Gilbert. Espero poder razonar con él de buena forma, pero lo dudo.
La preocupación se instauró en los rostros ajenos, y los vi tragar.
—Solo no lo piensen demasiado.
Sonreí.
Era lo único que podía hacer en estas circunstancias.
• •
Ese viernes, como casi toda la semana, el cielo era un asco, anunciando una lluvia nocturna terrible. Llevé a Colin a la guardería y luego fui por mi auto al taller, para terminar en la empresa.
Oliver liberó mi mañana de compromisos, pero tenía algo pendiente.
—Señor Maier, buenos días, el señor Gilbert Maier lo espera en su oficina —anunció mi asistente con extrañeza.
De seguro mi mirada ensombrecida le dijo que las cosas no iban tan bien conmigo, pero solo asentí con la cabeza y dije:
—Perfecto. No nos molesten, por favor.
El pelinegro hizo una leve reverencia y se sentó, ante la atenta mirada de las secretarias.
Me encaminé hacia la oficina con una carpeta de documentos entre manos y, justo al dar un paso al interior, los pies se me congelaron por unos segundos. Fijé la vista en el varón rubio y resoplé.
Mi hermano era un hombre prepotente y acostumbrado a gozar de los placeres de una vida por la que no se esforzó a llegar. Para ser claros, si Gilbert no fuese hijo de mi padre, probablemente ahora estaría preso por robo o e****a en algún lugar del país.
Él siempre veía a todos hacia abajo, a pesar de que Dios no lo había favorecido con una gran estatura, por lo que esperaba ese aire superior de siempre en él.
Sin embargo, lo que encontré me sorprendió.
—Buenos días —saludé con voz oscura, pero tratando de sonar normal—. Gracias por venir.
—Buenos días —soltó él sin más y enderezó su postura—, no esperaba una invitación tan formal.
Lo notaba intranquilo, como si esperara algo específico, pero ignoré eso y caminé alrededor del pequeño recibidor, dejé la carpeta sobre mi escritorio y fui hasta el mini bar, tomé un vaso y me serví un whisky seco.
—¿Quieres un trago? —pregunté.
Gil dudó por un segundo, pero aceptó.
—Está bien.
¿Mi hermano estaba temeroso de mí? ¿Por qué? ¿Después de tener los cojones de acostarse con mi esposa por cuatro años, temía las consecuencias?
Le serví un whisky seco y caminé hacia la estancia, dejé el vaso frente a él y regresé al escritorio para tomar la carpeta negra con la que llegué; regresé, me senté en el sillón que se encontraba frente con frente al suyo y bebí un sorbo.
—¿No vas a golpearme, gritarme o algo así? —curioseó él.
Una sonrisa cínica pintó mis labios y, tras darle otro trago a mi vaso, negué despacio con la cabeza.
—Creo que lo mejor es tratar estas cosas como hombres que somos, ¿no? —Dejé el vaso sobre la mesa y resoplé—. No necesito hacer de esto un espectáculo.
Gil también tomó de su vaso, lo puso sobre la mesa y me miró.
—Eso me sorprende, aunque siempre has sido un tipo demasiado frío y calculador —apuntó—. En fin… ¿qué es lo que quieres saber?
Ante su cuestionamiento, una sonrisa seca pintó mis labios, y tomé la carpeta que había traído para ofrecérsela.
—Está allí dentro.
Él la tomó sin dilaciones y comenzó a revisar el interior hoja por hoja.
—Nuestro Grupo, como bien sabes, se está abriendo paso al mercado internacional y, luego de extendernos en Asia, el mercado radicado en la Unión Europea es el siguiente gran blanco.
El rubio alzó la mirada y me escudriñó con extrañeza.
—Hace unos meses abrimos una oficina en Reino Unido. Quiero que te conviertas en el Director General de la empresa para la Unión Europea —declaré con calma.
—¿Quieres poner tierra de por medio entre Amy y yo? ¿En serio?
Su voz resonó en mis tímpanos, y la sirena del asco se encendió al escucharlo pronunciar su nombre, pero la apagué al instante.
—No —pronuncié relajado—, simplemente no quiero verte la cara.
Una risilla suya llenó la habitación, y negó con la cabeza.
—¿Y piensas que me voy a ir solo porque me saques estos papeles, así como así? —Cerró la carpeta y la dejó sobre la mesa—. ¿Planeas divorciarte? No… tú jamás te divorciarías de ella.
»Debajo de esa máscara de frialdad que tienes ahora, de seguro te estás muriendo, porque la tenías como a tu Reina, ¿no es así?
Sus burlas chocaron directo con mi paciencia, y tuve que hacer gala de un enorme autocontrol para no levantarme y dejarle un puñetazo entre ceja y ceja ahí mismo.
Resoplé.
—Piensa lo que quieras, no me importa; sin embargo, quiero que consideres tus opciones: puedo despedirte con agravantes y perderás todos tus beneficios, o puedo sacar a la luz que mi esposa me fue infiel contigo por cuatro años… ¿qué crees que pensarán nuestros padres?
»No me hace peso arruinar tu particular estilo de vida, Gilbert, pero valoro el hecho de que ya los has hecho sufrir lo suficiente.
Mi voz resonó con seriedad y apenas un atisbo de molestia, tomé el vaso y le di un sorbo para aclararme la garganta, y lo fulminé con la mirada.
Gil tragó con dureza y resopló, arrugó la cara y pareció comenzar a pensar en serio en mis palabras; sin embargo, soltó:
—¿Vienes de nuevo con tu afán de hijo perfecto a echarme eso en cara?
—Es tu vida, no la mía… Solo tenlo claro.
Tragó, y largos segundos de silencio transcurrieron entre ambos.
—¿Tengo un par de días para pensarlo? —preguntó al fin.
—Los tienes, pero no pongas un pie en este edificio.
—¿No quieres ver mi cara?
—No —hablé certero y directo.
Gilbert soltó una risilla, agarró su vaso y bebió el contenido de un tirón, tomó la carpeta y se levantó.
—Me llevaré esto.
Lo seguí por un par de pasos, pero se detuvo de repente tras abrir un poco la puerta, y espetó:
—Blake, dime algo… ¿Qué sentiste exactamente cuando me viste ese día? ¿Dolor, ira, tristeza…? Porque no puedo ver nada en esa cara seria tuya, y eso es extraño.
»Me acosté con tu mujer… ¿sabes cuántas veces lo hicimos en tu cama mientras no estabas? Tu Reina y yo… ¿De verdad no te importa?
Un zumbido llenó mi mente apenas escucharlo, y las gruesas cadenas que puse para mantener mi ira tras las rejas se tambalearon con fuerza. Un nudo apretó mi garganta y, tras oír esa ligera risilla suya mientras se volteaba, y sin importarme si la puerta se abría de tanto en tanto y nos veían desde afuera, estallé.
Apreté los labios y, antes de darme cuenta, mi puño derecho impactó contra la derecha de su rostro con tanta fuerza que se tambaleó y cayó al suelo en un golpe seco.
Escuché los jadeos de asombro de mis empleados, pero solo tuve ojos para la sorpresa en unos orbes idénticos a los míos, impresionados e incrédulos.
—Eso es todo lo que tengo para decir. Recoge tus cosas y lárgate de aquí, y que tus abogados me llamen cuando tomes una decisión.
Ajusté mi chaqueta y, sin importar las miradas de mis secretarios, salí de la oficina con firmeza, rumbo al ascensor.
Necesitaba un poco de aire.
Punto de vista de BlakeSentía que explotaría y volaría hacia el espacio en un segundo; la cabeza me palpitaba con ferocidad, al igual que las manos, y resoplé al entrar al ascensor y subir un piso, para terminar en la azotea.Al salir, tomé una escalerilla y abrí la puerta, para encontrarme con el frío aire del exterior, que golpeó contra mi cuerpo con ferocidad. Metí las manos en mis bolsillos y contemplé las nubes.Desde el techo de la doceava planta, la vista de la ciudad era preciosa incluso con este clima, pero yo solo quería caminar al borde y lanzarme. Un cosquilleo me recorrió de pies a cabeza y solté un fuerte resoplido, cerré los ojos por un par de segundos y traté de calmarme.La mano con la que golpeé a Gilbert me latía, pero necesitaba dejarlo ir por ahora, pues se suponía que estaba en el trabajo, que era el jefe…Volví a respirar hondo y tragué.Escuché la puerta de la azotea abrirse, y alguien se detuvo tras de mí; sus pasos fueron ligeros, y permaneció a una distanci
Punto de vista de BlakeMis compromisos restantes de la tarde se postergaron gracias a un retraso en un vuelo de parte del presidente de uno de mis socios comerciales, por lo que terminé por ir a buscar a Colin a la guardería a eso de las cinco, y los dos nos fuimos juntos a la casa de Ryan para recoger nuestras cosas.Faltaban cuatro días, lo tenía más que apuntado, para saber si mi pequeñito era realmente mío, o si Amy también jugó conmigo en eso… Debía verla antes de que ese día llegara y lo sabía, pero… ¿de verdad podría enfrentarla?¿Qué sentía por ella ahora mismo?La amaba, claro que sí, la amaba como nunca amé a ninguna mujer, porque en realidad fue la primera chica de la que me enamoré con todas sus letras, a pesar de que lo nuestro no fue como en las películas, esa tontería del amor a primera vista; sin embargo, ¿qué gané con eso?Ser tratado como basura, así de simple. Y ahora pagaba mis errores.Una media hora después de que llegamos, escuché la puerta abrirse, y el chilli
Punto de vista de Ryan¿Qué mierda había hecho?El pasmo en el rostro de Blake, su confusión, sus dudas y dolor…Después de un momento fugaz de falsa valentía, de cumplir un anhelo egoísta de mi juventud, tan solo observé a ese hombre grande, normalmente seguro y recio, tal cual un niño perdido con ojos en blanco y sin saber qué hacer.Lo vi marcharse, y fui incapaz de decir ni media palabra hasta que escuché, en el fondo, el ruido del ascensor abrirse y cerrarse.—Yo… —musité, pero no pude emitir nada más.Resoplé con fuerza y comencé a dar vueltas alrededor del área que separaba la sala de la cocina, me llevé las manos a la cabeza y removí mis cabellos, y llegué hasta el sofá, donde caí de sentón.El calor fue succionado de mi cuerpo como por obra de un vampiro, y el estómago me pegó un vuelco. Una arcada se quedó prensada en mi pecho y comencé a sudar frío.No tenía que haber hecho eso, lo sabía, mi cerebro me dijo mil veces que solo lo aguantara, que Blake estaba molesto, que él a
Punto de vista de BlakeLa casa se encontraba vacía, tal como lo ordené.Cambié a un Colin adormilado y lo recosté en su cama, donde se durmió casi al instante. Lo notaba cansado, quizás porque se divirtió mucho hoy en la guardería, pero me gustaba ese lado suyo de Bello Durmiente.Caminé por todo el lugar y, tras dejar la maleta en mi habitación, abrí el vestidor y descubrí que las pertenencias de Amy ya no estaban. Se me apretó el pecho y giré: la mesa de noche, la cómoda, el tocador… no quedaba nada suyo allí, salvo una sola cosa, que yacía curiosa sobre un papel claro.Me acerqué y leí las palabras «Lo siento, ¿podemos hablar como se debe?» en la pequeña hoja y, al abrir la caja, descubrí el anillo con el que le había pedido matrimonio, aunque no vi la alianza por ninguna parte.Respiré hondo y, de repente, fue como si todo se me viniera encima.Las piernas me fallaron y, antes de darme cuenta, caí de rodillas al suelo, y tuve que poner las manos para no irme de boca y romperme la
Punto de vista de BlakeMax insistió en que le diera a Ryan un poco de espacio y tiempo para reflexionar, así que no le envié ni un mensaje. La realidad es que yo también tenía bastante en qué pensar.Hoy era viernes y, tras buscar a Colin en la guardería y pasar por casa, íbamos de camino al hogar de mis padres para, como cada viernes por la tarde cuando podían, dejarlo para que «acampara con los abuelos».Aunque hoy debía echar a perder ese ambiente afable que solía respirarse.—¡Nananana dieeee, maaaaa, dum, dum, dum…! ¡Yoooo quello seer!Con un cantante a mi espalda, que parecía gozar de lo lindo la música de la radio, mi teléfono sonó y, al ver de quién se trataba, resoplé.Era Ryan.—Colin, el tío Ryan llama, ¿puedes cantar un poco más bajito? —pregunté a mi hijo mientras tomaba la llamada en altavoz.—¡Tío Ayaaaan! —chilló el nene justo cuando descolgué.—Wow, ¡el enano parece estarse divirtiendo! ¡Hola!—¡Holaaa! —respondió Colin.—Estamos en el auto —comenté.Colin, como si e
Punto de vista de Blake El mirar confuso de Gilbert se extendió, pero, a pesar de sus dudas, soltó: —Que sepas que, sin importar lo que diga ese papel, ese crío es tuyo… Lo último que quiero es tener esa clase de responsabilidades. —Sería genial si tuvieras el poder sobre él, pero no. Si Colin es tuyo y no mío, quiere decir que ella se lo llevará. —Resoplé con fuerza y tomé un largo trago de cerveza. »No sé qué haré si eso pasa… solo espero que lo sea. Los ojos ajenos me contemplaron con una tristeza, cuando menos, increíble para alguien como mi hermano, lo que me llenó de curiosidad; sin embargo, considerando el ambiente, el lugar y la hora, otras cosas colmaron mis pensamientos. —¿En qué m****a pensabas cuando comenzaste a acostarte con mi esposa, Gilbert? —cuestioné sin más—. Nos parecemos mucho, no eres feo, tienes la personalidad y el dinero… solo te faltan unos centímetros más de estatura, pero… teniendo tantas mujeres a tu disposición, ¿por qué tenía que ser ella? No pron
Punto de vista de RyanNi siquiera iba a medio camino desde casa al Grupo Maier, y ya sentía que el corazón se me saldría del pecho en cualquier momento.Morgan, a mi lado, en el asiento del pasajero, me miraba de vez en cuando porque, probablemente, a estas alturas se me hacía muy difícil controlar mi ansiedad.—Señor Daft, ¿de verdad está bien? Se ve distraído —murmuró ella.Apreté los labios y, forzando una sonrisa, volteé y negué con la cabeza.—Estoy bien… solo tengo algunas cosas de más en mente.—Ya veo… pero, ¿para qué vamos al Grupo Maier? No hay nada en agenda.—Tengo un par de asuntos que resolver con Blake, ya sabes, conversaciones para lograr beneficios para nuestra empresa.Ella arrugó el mirar y asintió.—Entiendo&he
Punto de vista de RyanFue un beso seco e inesperado, un toque entre nuestros labios que culminó con su ligera chupada, y retrocedió, dejándome en blanco, sin saber qué decir o hacer, con los ojos bien abiertos.Abrí la boca al segundo siguiente, pero nada salió. Mis brazos se balancearon a los costados, y solo entonces soltó mi rostro, dejando en él una sensación de frío abandono que casi fue dolorosa.—¿Qué…? —mascullé.Mi mente se esforzaba por hilar los hechos, pero, a estas alturas, resultaba imposible.Llevé la diestra a toquetear mis labios, y el peso de la realidad me invadió.—¿Por qué tú…?—Así como tú guardas cosas de mí, Ryan, también te guardo secretos —comentó en voz baja y se relamió.&md