Punto de vista de Blake
Fuera de mi oficina, el viento soplaba con fuerza. A mitad de la época de lluvias, no fue raro que comenzara a llover a media tarde, mientras me encontraba en una reunión de planificación para la reestructuración de los contratos con nuestros proveedores.
—Nuestro Grupo Maier está a la vanguardia en la tecnología, y nuestra meta en los próximos dos años es consolidar nuestra marca hogar, y la marca entretenimiento, fuera de nuestras fronteras —declaré con calma.
Frente a mí, un grupo de empresarios entre los que destacaba un rubio leonado que me miraba con perspicacia, él era Ryan Daft, mi mejor amigo y actual CEO de la empresa de sus padres, uno de nuestros grandes proveedores.
Él sonrió y asintió con la cabeza, y yo continué con mi particular discurso.
Tras terminar la junta, uno a uno los señores salieron, pero el antes mencionado se quedó allí y, cuando el lugar se vació, mientras recogía mis documentos, soltó:
—Blake, oye, ¿qué harás más tarde? ¿No quieres salir a beber algo?
—¿Con este clima? Sabes que soy papa casada con hijo demandante… Colin me extrañará si no estoy allí temprano.
—Um… —Él arrugó la cara y resopló—. Colin me da envidia… ahora solo tienes tiempo para él.
La falsa molestia era audible en su tono, por lo que solo solté la risa y negué con la cabeza.
—¿De qué hablas? Si tú eres el primer consentidor del enano… lo estás malcriando muchísimo.
Los orbes azules del otro brillaron, y vi cierta vergüenza pintarlos por un segundo; acto seguido, se alzó de hombros.
—¡Es que ese niño se deja querer!, ¿no ves sus ojos? ¡Ese mirar de cachorrito que pone cuando quiere algo es simplemente irresistible!
Solté la risa sin poder evitarlo y, tras recoger mis cosas, caminé a la salida, haciéndole una seña para que me acompañara.
—Bueno… ¿tienes planes después de aquí? Planeo ir a casa temprano a jugar con ese «cachorrito»; quizás después podamos beber unas copas en mi estudio… No creo que Amy tenga problemas con que te quedes a cenar. A menos que tengas planes con…
—No —interrumpió enseguida con voz seria—. Lo nuestro se acabó, Blackecito… no quiero volver a hablar de esa mujer en un buen rato.
Arrugué la cara ante sus evasivas.
La «mujer» no era otra que Libi Warner, una amiga de la infancia de ambos con la que, según tenía entendido, el señor a mi lado se iba a casar.
—Espera… ¿qué pasó? —solté sin pensar.
Él me miró y negó con la cabeza varias veces.
—Hablaremos de eso más tarde, ¿sí?, encerrados en tu estudio y después de beberme, no sé… una botella entera. Por ahora, no quiero pensar en ella.
Lo vi adelantarse al ascensor y decidí dejarlo estar.
A pesar de parecer tranquilo de buenas a primeras, la verdad es que Ryan podía ser misterioso si lo deseaba, y muy complejo.
En fin, tras delegarle algunas cosas a Oliver, mi asistente personal recién llegado de Corea del Sur, salí junto a Ryan de la oficina a eso de las cuatro de la tarde, más temprano de lo usual.
—Es una suerte que vayas a mi casa… —mascullé desde el asiento del pasajero.
Una risa sorda cortó el ambiente, y lo miré con ojos brillantes.
—¡Sé sincero, solo querías que te diera un aventón a casa porque tu auto está en el mecánico, ¿no?!
—¡Noooo, ¿cómo crees, hombre?! ¿De verdad piensas que te usaría para algo así? —cuestioné ofendido.
Aunque ambos estábamos en la misma sintonía de este juego absurdo.
Ryan resopló y se encogió de hombros.
—Te salvas porque eres mi debilidad, así de simple —masculló entre dientes.
Lo sentí como un niño pequeño al descubrir una trama, pero no me preocupé; después de todo, menos un mes, porque yo nací antes, nos conocíamos de toda la vida.
La lluvia comenzó cuando íbamos a medio camino entre el centro de la ciudad y mi casa en Marina, y a nuestra llegada ya era bastante fuerte, por lo que terminamos corriendo hacia la puerta principal y, al llegar al tope de las escaleras, estábamos empapados.
No me di cuenta porque casi no se veía nada por el chaparrón, pero un auto conocido se hallaba estacionado al otro lado de la calle.
Pasamos a la casa y nos deshicimos de nuestros zapatos y chaquetas; sin embargo, casi enseguida, un ruido ensordecedor inundó mis oídos, y el instinto me hizo preocuparme.
—¿Colin está llorando? ¿Dónde está Amy? —pregunté alto y pasé a la sala.
A la derecha, a un costado de los muebles, se encontraba el corral en el que mi pequeño solía pasar las mañanas, rodeado de sus peluches y juguetes favoritos.
Me acerqué a él y lo encontré llorando en soledad, y un susto me abrumó. Di un paso más y lo tomé en mis brazos, contemplando sus ojos abrirse de par en par al verme.
—¡Papiiiii, ayiuraaaa! —chilló asustado y me abrazó con fuerza.
Con poco más de dos años, era capaz de pronunciar ciertas palabras con claridad.
—Ya… cariño, cariño, ya estoy aquí, ¿sí? Ya estoy aquí.
Lo acuné con calma y miré con ojos de advertencia a un Ryan que comenzó a buscar a mi esposa enseguida por la planta baja.
¿Dónde demonios se había metido?
—¡Amy, Amy! —gritó Ryan.
Pero la lluvia era demasiado fuerte, y no se oía nada.
—Vamos arriba —dije, dándome cuenta de que Colin se había calmado casi al instante.
El otro asintió y ambos subimos las escaleras poco a poco, temerosos de que algo malo estuviese sucediendo, porque Amy jamás desatendía a Colin, o al menos no en mi presencia.
No obstante, nada me preparó para lo que escuché a continuación.
—¡Ah… ah…! ¡Gil, sí, más!
El grito de una voz que conocía bastante bien me heló la sangre cuando estuve junto al pasillo que daba a la habitación principal.
A mi lado, Ryan se sorprendió y me miró con los ojos bien abiertos. Quizás sabiendo que algo no andaba bien, murmuró:
—Dame a Colin, lo llevaré por ti.
Un zumbido explotó en el fondo de mi mente, y el frío se regó por mis manos y pies en el momento en el que los jadeos se hicieron más sonoros. Le entregué a mi hijo a Ryan y tragué con dureza al dar un par de pasos al frente y poner la mano sobre la manilla de la blanca puerta de madera que daba a mi dormitorio.
Una corriente eléctrica erizó cada vello de mi cuerpo justo al girarla y, cuando abrí la puerta, una pintura del apocalipsis estalló en mi cara.
—¡Amy… me voy a...!
—¡Hazlo dentro, rápido…!
Mi amada esposa, y el detestable de mi hermano mayor… tenían se.xo en mi cama.
La mente se me quedó en blanco y, sin apenas pensarlo, bramé a todo pulmón:
—¡¿Qué demonios es esto?!
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Bienvenido/a a esta nueva historia.
Gracias por darle una oportunidad a la historia, espero que disfrutes la lectura.
Punto de vista de BlakeLos ojos de Amy se abrieron de par en par, y un jadeo se quedó suspendido en el aire cuando Gilbert volteó a verme y su rostro palideció.Sus cuerpos desnudos, el aroma a se.xo impregnado en el cuarto, y que me decía que no llevaban simples cinco minutos en eso… los zafiros de mi hermano, de la sangre de mi sangre, brillando con temor y satisfacción a partes iguales.Tragué con dureza, y la blancura en mis pensamientos se extendió.—¡¿Cómo pudiste?! —bramé y fulminé a Amy con la mirada.Sus labios temblaron, y el cielo se le vino encima.—¡Blake, no es…!—¡Cállate, no quiero escucharte! —grité.Di dos pasos largos hacia la cama y tomé a Gilbert por el hombro y lo empujé hacia atrás hasta casi hacerlo caer.—¡Quítate! —espeté y lo atravesé con la vista.—¡Oye, qué te pa…!—¡Cállate!Sentí mis sienes latir, y las náuseas me revolvieron el estómago con fuerza. Le puse una mano en el pecho y lo eché lejos.—¡Lárgate de mi casa, me las arreglaré contigo más tarde!G
Punto de vista de BlakeLa «casa» de Ryan era un departamento nuevo en las Royal Towers, en el centro de San Francisco. Luego de una turbulenta relación de tres años, y de estar a punto de casarse, entre todo esto que había pasado, me acababa de enterar que él y Libi tenían problemas.La cabeza me latía con fuerza al bajar del auto con un medio dormido Colin en brazos; me tercié la pañalera, y el vigilante del estacionamiento vino a ayudarnos al darse cuenta de que traíamos equipaje. Ryan se llevó mi maleta, y este hombre el bolso con las cosas de mi hijo.Al entrar al ascensor, acomodé a Colin contra mi pecho y resoplé. Las ganas de vomitar se agudizaron y, a pesar de que sentí los ojos del rubio sobre mí, permanecí en silencio hasta que la puerta se abrió.Quería ir a dormir, despertar y que todo fuera un maldito sueño, eso deseaba la pequeña parte de mí que pensaba que esto de verdad estaba sucediendo… porque el resto de mi ser no se lo terminaba de creer.—Vamos —murmuró el dueño
Punto de vista de BlakeTras largos minutos de hundirme en la mierda que me cayó encima, respiré hondo y me separé de Ryan, quien me miraba preocupado y consternado. Quizás él tampoco podía creer que todo esto, que salió de la nada, fuese real.—¿Estás mejor? —preguntó.Asentí con la cabeza y dije muy bajo:—Sí… creo que me hizo bien llorar, pero… —Resoplé.—Está bien, tienes que salir de la sorpresa, esto no es fácil, no es simple. ¿Te gustaría beber algo?, ¿quizás un whisky o una cerveza?Exhalé con fuerza y lo pensé por unos segundos. No me gustaba ahogar las penas en licor, pero, honestamente…—Un whisky, pero solo uno… —Sonreí apenas.Él asintió y se levantó, en tanto yo tomé mi teléfono y marqué el número de Oli, Oliver Kim, mi asistente, un chico coreano a quien conocía desde hacía años, y al que le encargué entrenar allá por un tiempo para traerlo a la casa matriz de la empresa. Tenía planes para él en el futuro, sí señor.—Hola, señor Maier, ¿qué sucede?Su voz era tranquila
Punto de vista de RyanNo les voy a mentir… se hicieron las seis de la mañana y, cuando mi despertador sonó, pensé que todo había sido un mal sueño; sin embargo, poco a poco, los sucesos de la tarde anterior me embargaron y llenaron de un profundo pesar.¿Cómo esa mujer pudo hacerle eso a Blake?Sin levantarme, tomé el teléfono y llamé a Morgan, mi asistente. Sabía que ella salía de la cama temprano para regar sus plantas y todo eso, así que no temí despertarla. Apenas me contestó, solté:—Necesito que canceles mis compromisos de hoy y mañana… o de los próximos días, no lo sé…—¡Señor Daft, ¿qué está diciendo?! —espetó ella, alarmada—. ¡Estamos en medio de las firmas y…!—Ya lo sé, Morgan, y créeme que no te estaría ordenando esto si no fuese importante. Algo pasó y requiere toda mi atención, es importante y no puedo dejarlo de lado, no es tan simple… Voy a necesitar dos o tres días, así que reprográmalos. Respecto a las firmas, si el equipo lo hace bien, solo tráeme los documentos y
Punto de vista de Blake¿Debería pensar en el divorcio como mi única salida? ¿Qué les diría a mis padres?, ¿que mi amada esposa me engañó con su flamante manzana de la discordia?Apenas habían pasado veinticuatro horas, pero el mundo seguía sobre mis hombros, fuerte y duro, molesto y sofocante.La sociedad, mi familia, el ruido de mis propios sentimientos apretando mi pecho, cosquilleando como sarna molesta…Mientras mis ojos detallaban el contrato que Amy y yo firmamos antes de casarnos, me preguntaba si era lo correcto, si no debería darle otra oportunidad. Después de todo, era la mujer a la que amaba, ¿no?A lo largo del día, hice arreglos para que la llevaran a un hotel, quién sabe si se revolcaría con Gilbert ahí también, pero… ¿acaso eso tenía que importarme ahora? ¿Cómo debía reaccionar? ¿Qué haría?¿Tenía que ser el esposo herido que se moría por dentro porque la mujer a la que amaba lo engañó?, ¿o el sujeto frío y calculador que deseaba cortar esto de raíz y seguir con su vid
Punto de vista de BlakeSentía que explotaría y volaría hacia el espacio en un segundo; la cabeza me palpitaba con ferocidad, al igual que las manos, y resoplé al entrar al ascensor y subir un piso, para terminar en la azotea.Al salir, tomé una escalerilla y abrí la puerta, para encontrarme con el frío aire del exterior, que golpeó contra mi cuerpo con ferocidad. Metí las manos en mis bolsillos y contemplé las nubes.Desde el techo de la doceava planta, la vista de la ciudad era preciosa incluso con este clima, pero yo solo quería caminar al borde y lanzarme. Un cosquilleo me recorrió de pies a cabeza y solté un fuerte resoplido, cerré los ojos por un par de segundos y traté de calmarme.La mano con la que golpeé a Gilbert me latía, pero necesitaba dejarlo ir por ahora, pues se suponía que estaba en el trabajo, que era el jefe…Volví a respirar hondo y tragué.Escuché la puerta de la azotea abrirse, y alguien se detuvo tras de mí; sus pasos fueron ligeros, y permaneció a una distanci
Punto de vista de BlakeMis compromisos restantes de la tarde se postergaron gracias a un retraso en un vuelo de parte del presidente de uno de mis socios comerciales, por lo que terminé por ir a buscar a Colin a la guardería a eso de las cinco, y los dos nos fuimos juntos a la casa de Ryan para recoger nuestras cosas.Faltaban cuatro días, lo tenía más que apuntado, para saber si mi pequeñito era realmente mío, o si Amy también jugó conmigo en eso… Debía verla antes de que ese día llegara y lo sabía, pero… ¿de verdad podría enfrentarla?¿Qué sentía por ella ahora mismo?La amaba, claro que sí, la amaba como nunca amé a ninguna mujer, porque en realidad fue la primera chica de la que me enamoré con todas sus letras, a pesar de que lo nuestro no fue como en las películas, esa tontería del amor a primera vista; sin embargo, ¿qué gané con eso?Ser tratado como basura, así de simple. Y ahora pagaba mis errores.Una media hora después de que llegamos, escuché la puerta abrirse, y el chilli
Punto de vista de Ryan¿Qué mierda había hecho?El pasmo en el rostro de Blake, su confusión, sus dudas y dolor…Después de un momento fugaz de falsa valentía, de cumplir un anhelo egoísta de mi juventud, tan solo observé a ese hombre grande, normalmente seguro y recio, tal cual un niño perdido con ojos en blanco y sin saber qué hacer.Lo vi marcharse, y fui incapaz de decir ni media palabra hasta que escuché, en el fondo, el ruido del ascensor abrirse y cerrarse.—Yo… —musité, pero no pude emitir nada más.Resoplé con fuerza y comencé a dar vueltas alrededor del área que separaba la sala de la cocina, me llevé las manos a la cabeza y removí mis cabellos, y llegué hasta el sofá, donde caí de sentón.El calor fue succionado de mi cuerpo como por obra de un vampiro, y el estómago me pegó un vuelco. Una arcada se quedó prensada en mi pecho y comencé a sudar frío.No tenía que haber hecho eso, lo sabía, mi cerebro me dijo mil veces que solo lo aguantara, que Blake estaba molesto, que él a